Un artículo publicado en el Wall Street Journal describe cómo personas, incluyendo profesionales de la salud, que sufrieron efectos adversos de tipo neurológico tras recibir las vacunas covid se llegaron a sentir tan desatendidas por los clínicos y las agencias federales (la FDA y los Institutos Nacionales de Salud o NIH) que crearon su propia ONG para defenderse y llamar atención sobre el tema [1]. La ONG se llama React 19, y la fundó Brianne Dressen. A continuación, resumimos el artículo.
La Sra. Dressen, de 42 años, recibió la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca el 4 de noviembre de 2020, e inmediatamente después empezó a sentir hormigueos, visión borrosa y problemas de audición. Sus médicos la refirieron al neurólogo y este a urgencias. No la supieron diagnosticar y la enviaron a su casa, siguió empeorando y fue hospitalizada. La dieron de alta con un diagnóstico de “migraña silenciosa” y “ansiedad debida a la vacuna covid”, y le recomendaron terapia ocupacional y fisioterapia.
El 11 de enero su marido se puso en contacto con un médico de los NIH. Inmediatamente, el director del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, parte del NIH, le pidió muestras de sangre y de líquido cefalorraquídeo. Posteriormente, la Sra. Dressen viajó a al NIH en Bethesda (estado de Maryland), y le diagnosticaron una neuropatía postvacunal y síndrome de taquicardia ortostática postural grave, o POTS. La trataron con inmunoglobulina intravenosa, una infusión de anticuerpos de donantes sanos capaz de modular una respuesta inmunitaria hiperactiva.
El tratamiento le ayudó, pero persistieron los síntomas, que aumentaban y disminuían. Se enteró de que muchas otras personas experimentaron síntomas similares después de recibir la vacuna y decidió organizar grupos de apoyo por Internet, pero Facebook los cerró por considerar que la información era errónea e iba en contra de su política de impedir la diseminación de información que “pueda contribuir al riesgo de daño físico inminente, incluyendo al riesgo de que las personas contraigan o propaguen una enfermedad nociva o rechacen una vacuna asociada”, incluyendo “afirmaciones sobre la seguridad o los efectos secundarios graves de las vacunas covid-19”, aunque sean veraces.
Frustrada con Facebook y con el gobierno, la Sra. Dressen lanzó React19, “organización sin ánimo de lucro, con base científica, que ofrece apoyo económico, físico y emocional” a personas que sufrieron reacciones graves tras recibir las vacunas covid. React19 cuenta con más de 21.000 miembros en EE UU y otros 20.000 en 24 organizaciones internacionales asociadas”.
La Sra. Dressen y otros han presionado a los NIH, a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y a la FDA para que ayuden a los médicos a reconocer sus síntomas, y los pacientes no se sientan rechazados y puedan obtener la atención médica que necesitan.
Periodistas del WSJ entrevistaron a miembros de React19, quiénes afirmaron que las autoridades de salud no han sido transparentes, y mientras en privado expresaban preocupación, no hicieron manifestaciones públicas ni cumplieron sus promesas de investigar a fondo los efectos secundarios. En otras palabras, parece que, en su interés en promover la vacunación, restaron importancia a los eventos adversos. Esto no solo contribuyó a retrasar el diagnóstico y tratamiento de los afectados, sino que también les ocasionó gastos. Por el tratamiento mensual con inmunoglobulina intravenosa, la Sra. Dressen tenía que pagar US$2.200 de su propio bolsillo.
La Sra. Dressen se puso en contacto con funcionarios de la FDA, incluyendo Peter Marks, director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica, responsable de supervisar las vacunas. Sin embargo, estos le pasaron la responsabilidad a los NIH, y según la Sra, Dressen los funcionarios de los NIH no pueden absorber toda la carga.
Los afectados tuvieron problemas en entender el papel de los patrocinadores de las vacunas. Un médico de los NIH les dijo que “Normalmente, es responsabilidad de los fabricantes investigar y tratar los efectos secundarios”. A lo que replicaron “¿Dónde están los fabricantes de vacunas en todo esto? ¿Ha intentado ponerse en contacto con ellos? No puede ser responsabilidad del gobierno ocuparse de ellos. Son una empresa con ánimo de lucro y deberían ser ellos los que asumieran el costo. ¿No cree?”
La Sra. Dressen dice que AstraZeneca le ofreció US$1.243,30 si renunciaba a “cualquier reclamación adicional”. Ella lo rechazó. AstraZeneca dice que se trataba de un reembolso por los gastos médicos y las pruebas, y no de un acuerdo legal, y que sus expertos independientes determinaron que la lesión no estaba relacionada con la vacuna.
Otros miembros de React19 dijeron haber tenido eventos adversos a las vacunas de Pfizer y Moderna, pero no recibieron respuesta de las empresas. Un portavoz de Pfizer dijo que su “equipo médico evalúa y revisa minuciosamente la documentación médica para comprender mejor el acontecimiento”, y que “los informes se comparten regularmente con las autoridades reguladoras y de salud federales y a nivel mundial para su posterior revisión”. Moderna no respondió a las solicitudes de comentarios.
El Programa de Compensación de Lesiones por Contramedidas de EE UU, que cubre las vacunas y tratamientos utilizados durante emergencias de salud pública, ha recibido 11.686 reclamaciones relacionadas con covid, de las cuales sólo 23 han sido consideradas aptas para recibir compensación. Los miembros de React19 afirman que sus reclamaciones están siendo revisadas o han sido rechazadas.
En otoño de 2021, mientras algunos estadounidenses se resistían a vacunarse, la administración Biden exigió que los trabajadores de la salud y los empleados de grandes empresas se vacunaran, aunque se sabía que las vacunas no prevenían la infección, los funcionarios afirmaron que había que emitir un mandato para garantizar “la seguridad y la salud de los empleados”.
Mientras tanto, los funcionarios de la FDA y de los NIH recibían informes de efectos secundarios graves, incluso de profesionales médicos como Danice Hertz, una gastroenteróloga de 66 años de Santa Mónica, California.
La Dra. Hertz recibió su primera dosis de Pfizer el 23 de diciembre de 2020. A los 30 minutos, su cara empezó a arder y sentía hormigueo, tenía visión borrosa y mareos. Se automedicó, pero sus síntomas fueron empeorando. Tras consultar a dos docenas de médicos de todo el país, incluyendo neurólogos, le diagnosticaron neuropatía de fibra pequeña, tinnitus, disautonomía, POTS y síndrome de activación de mastocitos, una enfermedad que provoca síntomas alérgicos graves que afectan a múltiples partes del cuerpo.
El 4 de febrero de 2021, se topó con un artículo de Neurology Today en el que Anthony Fauci intentaba corregir su recomendación previa de que las personas con antecedentes de síndrome de Guillain-Barré, un trastorno en el que el sistema inmunitario ataca al sistema nervioso, no se debían vacunar porque podría desencadenar una recurrencia. Esta recomendación iba en contra de las de los CDC, por lo que el Dr Fauci declaró a Neurology Today “En cuanto salieron las recomendaciones de los CDC, empecé a aconsejar a la gente de acuerdo con ellas. Me retracto”.
La Dra. Hertz escribió en un comentario al artículo de Fauci en el que describía sus síntomas y dijo “A pesar de mis múltiples informes a Pfizer, los CDC y la FDA, nadie ha reconocido mi complicación ni ha informado de ella… Me pregunto cuántos otros casos hay como el mío”. La FDA sí ha informado de una relación entre la vacuna de Johnson & Johnson y el síndrome de Guillain-Barré.
Añadió que presentó nueve informes al Vaccine Adverse Event Reporting System, o Vaers, el sistema de vigilancia gubernamental que se supone que rastrea los posibles efectos secundarios, y “nadie se ha puesto en contacto conmigo”. También presentó informes a Pfizer, que, según ella, no respondió.
Dos semanas después de publicar su comentario, recibió un correo electrónico de una mujer que había experimentado síntomas similares, y aunque había presentado un informe Vaers y se había puesto en contacto con el Dr. Marks, del Centro de Biológicos de la FDA, tampoco recibió respuesta.
La Dra. Hertz recibió más correos electrónicos, incluyendo uno de la Sra. Dressen, y organizaron una lista de correo electrónico y más tarde un grupo de Facebook. En marzo, la Dra. Hertz también se puso en contacto con los médicos de los NIH y envió su historia clínica y los resultados de laboratorio. En ese momento se habían notificado más de 1.000 efectos secundarios neurológicos en Vaers,
Durante los meses siguientes, el Dr. Hertz y la Sra. Dressen remitieron a los miembros de su grupo a los NIH, y sus neurólogos revisaron los historiales médicos de los pacientes y les ayudaron a obtener tratamiento. Los científicos de los NIH validaban en privado sus lesiones, pero los líderes no los reconocían. El 24 de mayo de 2021, la Sra. Dressen envió un correo electrónico a Janet Woodcock, entonces comisionada en funciones de la FDA, adjuntando cartas de otros 17 pacientes en las que detallaban sus problemas del sistema nervioso tras recibir la vacuna. La Dra. Woodcock respondió: “Nos tomamos muy en serio sus experiencias y estamos evaluando todos los informes de efectos adversos asociados a la vacunación. Haré un seguimiento con las personas que investigan este tipo de afecciones”. Y añadió: ” Realmente no es posible ofrecer una buena atención médica sin entender lo que les pasa a los pacientes”.
La correspondencia entre los funcionarios de la FDA y los miembros de React19 continuó. La Dra. Woodcock respondió a cada uno de los correos electrónicos de la Sra. Dressen con compasión y promesas de investigar. El Dr. Marks también aseguró repetidamente a la Sra. Dressen que la agencia estaba investigando y que sus sistemas de información identificarían “señales de seguridad”.
El 9 de enero de 2022, la Sra. Dressen envió a los funcionarios de la FDA un correo electrónico con 850 informes de casos y artículos de revistas médicas sobre reacciones adversas graves a las vacunas. Señaló que la agencia europea responsable de regular las vacunas en octubre de 2021 había identificado a las paratesias como un posible efecto secundario de la vacuna de Pfizer.
La Sra. Dressen siguió enviando al Dr. Marks investigaciones publicadas sobre efectos adversos neurológicos, y el Dr. Marks siguió asegurándole que la FDA estaba investigando. Los responsables de la FDA se reunían periódicamente con los miembros de React19. “Nos hablaban de boquilla una y otra vez”, afirma la Dra. Hertz.
“A la FDA le gusta decir que no hay señal de seguridad en los datos de Vaers, pero el problema es que no son completos”, dijo la Dra. Joel Wallskog, miembro de React19 que practicó cirugía ortopédica en Wisconsin antes de tener una reacción neurológica tras recibir una dosis de la vacuna de Moderna.
Dado que Vaers se basa en la autoinformación, es a la vez insuficiente y excesivamente inclusivo. Algunas personas no notifican reacciones adversas probablemente atribuibles a las vacunas, mientras que otras notifican acontecimientos que probablemente no estén relacionados. La Dra. Wallskog afirma que se debería obligar a los profesionales de la salud a notificar los posibles efectos adversos a Vaers, independientemente de si creen que se deben a la vacuna o no. Los pacientes también pueden notificar bajo diferentes epígrafes. Sin embargo, una revisión de React19 descubrió que el 12% de los informes Vaers presentados por sus miembros habían sido eliminados y el 22% carecían de un número de identificación permanente, por lo que no eran visibles públicamente.
Un portavoz de los CDC dice que “todos los informes a Vaers están disponibles públicamente y pueden ser examinados”, pero “debido a la privacidad y la confidencialidad, los CDC no pueden confirmar qué informes han sido revisados y qué reveló la revisión”. El CDC dice que solicita y revisa las historias clínicas de todos los informes clasificados como graves (es decir, los que resultan en muerte, enfermedad potencialmente mortal, hospitalización o prolongación de la hospitalización, discapacidad permanente, anomalías congénitas o defectos de nacimiento).
“Vaers no está diseñado para determinar si la vacuna causó el evento adverso reportado”, dice el portavoz de los CDC. “La determinación de la causa de los eventos adversos graves la realizan los proveedores de atención médica”. Pero los miembros de React19 dicen que los CDC no dieron seguimiento a sus quejas.
Los síntomas neurológicos postvacunales son relativamente raros, y es casi imposible concluir si fueron causados por las vacunas. Algunos pacientes infectados con covid desarrollaron trastornos neurológicos tras la enfermedad. No está claro si estos síntomas son más frecuentes tras la vacunación o la infección, o si se han vuelto más frecuentes durante la pandemia.
En EE UU se han administrado más de 600 millones de dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna, por lo que aunque solo hubiera un efecto adverso entre 100.000 se esperarían 6.000 casos. Las afecciones neurológicas postvacunales parecen ser más frecuentes en mujeres jóvenes y de mediana edad, que es el grupo demográfico más propenso a las enfermedades autoinmunes.
Es posible que las vacunas sean la causa próxima pero no la raíz del problema, en pacientes con predisposiciones genéticas subyacentes. Esa hipótesis se ve reforzada por el estudio que los NIH publicaron en un documento preimpreso el 17 de mayo de 2022. Los 23 pacientes estudiados tenían una edad media de 40 años y 21 eran mujeres. El documento concluye ” tras la vacunación contra el SARS-CoV-2 pueden aparecer una variedad de síntomas neuropáticos y en algunos pacientes podría ser un proceso inmunomediado”. En un artículo publicado el 25 de abril de 2023 en la revista Neurology, autores de los NIH escriben “hay una gran necesidad de realizar investigaciones para identificar los factores subyacentes y los mecanismos subcelulares que provocan las manifestaciones neurológicas de las vacunas”.
La Sra. Dressen dice que los científicos del NIH dejaron de comunicarse con los miembros de React19 a finales de 2021. “Lo sentimos, no tenemos ningún ensayo clínico con complicaciones relacionadas con las vacunas. Es mejor que estos pacientes reciban atención de sus médicos locales”, escribió el médico del NIH a la Sra. Dressen el 15 de diciembre de 2021.
Los NIH dicen que la FDA y los CDC son los más capacitados para abordar las preguntas y preocupaciones sobre los posibles efectos secundarios de la vacuna, y que su centro clínico es un hospital de investigación, no un centro médico de atención.
Los funcionarios de la FDA siguieron reuniéndose y carteándose con los miembros de React19 hasta diciembre de 2022, pero todavía no han advertido al público sobre las posibles complicaciones neurológicas relacionadas con la vacuna. “La FDA nos ha hecho muchas, muchas promesas, y creo que han cumplido una o dos”, afirma Dressen. Los funcionarios de salud pública, añade, han engañado al público al afirmar que tienen un sistema robusto para identificar eventos adversos raros de la vacuna: “Confiaba en que estos programas que mencionan al público existieran, pero no es así”.
Puede que los funcionarios estén preocupados por si el reconocimiento de los efectos secundarios graves alimenta la oposición y las dudas sobre las vacunas. Pero la falta de transparencia sólo puede alimentar la desconfianza del público. Y la falta de reconocimiento “nos ha generado un daño colateral adicional”, afirma Dressen.
Un resquicio de esperanza es que el trabajo de abogacía está dando sentido a las vidas de los que se han visto perjudicados. “Trabajaba de 12 a 14 horas diarias como médico”, dice la Dra. Hertz, “Ahora tengo un nuevo trabajo: defender a los perjudicados, ayudarles a recibir atención médica y tratamiento. La gente se pone en contacto conmigo todos los días. Así que siento que estoy ayudando y utilizando mi formación médica para ayudar a la gente. Este nuevo trabajo me ha salvado la vida”.
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