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Prescripción

Los daños por benzodiazepinas no se toman en cuenta, especialmente en adultos mayores
Norra MacReady
Medscape, 27 de febrero de 2018
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Traducido por Medscape

A medida que la atención se mantiene centrada en el abuso de opioides, otra epidemia de fármacos se propaga, la prescripción inadecuada de benzodiazepinas [1].

En el editorial, publicado en la edición del 22 de febrero de The New England Journal of Medicine, las Dras. Anna Lembke, Jennifer Papac, y Keith Humphreys, Ph. D., de la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, señalan que de 1996 a 2013, el número de adultos con una prescripción de benzodiazepinas aumentó de 8,1 millones a 13,5 millones, un aumento del 67%. Durante aproximadamente el mismo tiempo (1999 – 2015), las muertes por sobredosis de benzodiazepinas aumentaron de 1.135 a 8.791.

“A pesar de esta tendencia, los efectos adversos del uso excesivo, el mal uso y la adicción a las benzodiazepinas continúan pasando desapercibidos”, escriben.

El uso concurrente de opiáceos figura en tres cuartas partes de las sobredosis, “lo que puede explicar por qué, en el contexto de un problema de opioides ampliamente reconocido, los daños asociados a las benzodiazepinas se han pasado por alto”, afirman los editorialistas. Los editorialistas citan datos que muestran que las tasas de coprescripción casi se duplicaron entre 2001 y 2013, pasando del 9% al 17%.

De particular preocupación es el uso de benzodiazepinas entre los adultos de edad avanzada, que son especialmente vulnerables a los efectos adversos, incluido un mayor riesgo de caídas, fracturas, accidentes automovilísticos, deterioro cognitivo y demencia. Las sociedades profesionales en varios países, incluida la American Geriatrics Society, han emitido guías que recomiendan no prescribir benzodiazepinas a estos pacientes, al igual que la campaña Choosing Wisely International, que tiene como objetivo reducir la atención inadecuada y de baja calidad.

Sin embargo, “la prescripción a adultos de edad avanzada continúa a pesar de décadas de evidencia que documentan las preocupaciones en cuanto a seguridad, tratamientos alternativos efectivos, y métodos efectivos para disminuir la dosis incluso en usuarios crónicos”, escribieron el Dr. Donovan T. Maust y sus colaboradores en Journal of the American Geriatric Society en 2016 [2]. Otros investigadores han informado que los médicos a menudo desconocen los peligros que estos medicamentos representan para las personas de edad avanzada, o creen que no tienen otras opciones terapéuticas.

Ahora, un nuevo estudio observacional de adultos de edad avanzada en EE UU, Canadá y Australia confirma que, a pesar de una modesta disminución de las prescripciones de benzodiazepinas en esta población, “el uso sigue siendo inapropiadamente alto, particularmente en los adultos de edad mayor a 85 años, lo que merece mayor atención de los médicos y los desarrolladores de políticas”, escriben los autores.

El Dr. Jonathan Brett, de Medicines Policy Research Unit de la University of New South Wales, en Sídney y sus colaboradores, publicaron sus hallazgos en versión electrónica el 12 de febrero en Journal of the American Geriatric Society [3].

Los autores usaron los datos de prescripción del Department of Veterans Affairs (VA) de EE UU, del Ontario Drug Benefit Program y el Australian Pharmaceutical Benefits Scheme, para analizar el uso incidente y el uso prevalente anual de benzodiazepinas en personas de edad igual o mayor a 65 años entre enero de 2010 y diciembre de 2016. Toda la cohorte incluyó 8.270.000 personas.

Observaron un descenso significativo y lineal en el uso de benzodiazepinas prevalente, definido como personas con al menos un reclamo de prescripción de benzodiazepinas en un año, en los tres países durante el periodo estudiado. En EE UU, disminuyó de 9,2% a 7,3%; en Ontario disminuyó del 18,2% al 13,4%; y en Australia, disminuyó del 20,2% al 16,8%.

El uso incidente, definido como una nueva prescripción para una persona sin historial previo de uso de benzodiazepinas, también disminuyó en EE UU, pasando del 2,6% al 1,7%, y en Ontario, pasando del 6,0% al 4,4%. En Australia, el uso incidente cambió solo levemente y de forma no significativa, pasando del 7,0% al 6,7%.

De acuerdo a los datos del Dr. Brett y sus colaboradores, en los tres países las tasas de uso incidente y prevalente fueron más altas entre las mujeres. En Australia y Ontario, el uso prevalente fue más alto entre los pacientes de 85 años o más, pero “disminuyó con el avance de la edad en la población del Department of Veterans Affairs de EE UU”.

Las disminuciones observadas en las prescripciones “probablemente sean en respuesta a los problemas de seguridad y falta de evidencia de la eficacia”, escriben los autores.

Aun así, a pesar de estos “cambios modestos” y “a pesar de los mensajes consistentes sobre los peligros de usar benzodiazepinas en esta población, las tasas de uso de benzodiazepinas en adultos mayores siguen siendo altas”, tal vez debido a una tendencia por parte de los médicos y pacientes a minimizar el riesgo que estos medicamentos representan.

El hallazgo de un alto uso entre los pacientes ancianos en Canadá y Australia fue “particularmente preocupante”, agregan los autores, debido al mayor potencial de daño en este grupo de edad.

También expresan su preocupación de que los médicos prescriban agentes como zopiclona y zolpidem, en lugar de benzodiazepinas, en la creencia errónea de que esos productos son más seguros.

Una forma de comenzar a reducir la prevalencia de las benzodiazepinas podría ser limitar la conversión del uso nuevo al uso crónico “limitando explícitamente la duración de las nuevas prescripciones y no emitiendo rutinariamente las recetas repetidas”, sugieren los autores. “Para las personas que han estado usando benzodiazepinas durante mucho tiempo, la mejor estrategia podría ser una conversación sobre los riesgos y beneficios de continuar el tratamiento y las razones por las cuales hay que reducir la dosis gradualmente”.

La Dra. Lembke y sus colaboradores también enfatizan la necesidad de hablar sobre la disminución gradual, y señalan numerosos paralelismos entre los patrones de uso de benzodiazepinas y opiáceos: “A pesar de los muchos paralelismos con la epidemia de opioides, ha habido poca discusión en los medios o entre médicos, políticos y educadores sobre el problema de la sobreprescripción y el uso excesivo de benzodiazepinas y fármacos z, o sobre el daño atribuible a estos fármacos y sus análogos ilícitos”, escriben.

Si las medidas diseñadas para disuadir a las personas de usar opioides las desvían a las benzodiazepinas, “[sería] una tragedia”, concluyen la Dra. Lembke y sus colaboradores en su editorial. “Creemos que la creciente infraestructura para abordar la epidemia de opiáceos también se debe aprovechar para responder a las tendencias peligrosas del uso excesivo, el mal uso y la adicción a las benzodiazepinas”.

Anna Lembke, Jennifer Papac, y Keith Humphreys han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

Referencias

  1. Lembke A, Papac J, Humphreys K. Our Other Prescription Drug Problem. N Engl J Med. 22 Feb 2018;378(8):693-695. doi: 10.1056/NEJMp1715050. PMID: 29466163.
  2. Maust DT, Kales HC, Wiechers IR, Blow FC, Olfson M. No End in Sight: Benzodiazepine Use in Older Adults in the United States. J Am Geriatr Soc. Dic 2016;64(12):2546-2553. doi: 10.1111/jgs.14379. PMID: 27879984.
  3. Brett J, Maust DT, Bouck Z, Ignacio RV, y cols. Benzodiazepine Use in Older Adults in the United States, Ontario, and Australia from 2010 to 2016. J Am Geriatr Soc. 12 Feb 2018. doi: 10.1111/jgs.15292. PMID: 29430639.
creado el 4 de Diciembre de 2020