Un artículo publicado en Statnews describe las dificultades que enfrentan los pacientes que residen en EE UU y tienen enfermedades raras para acceder a los medicamentos una vez concluido el ensayo clínico [1].
El artículo que resumimos describe los problemas que una familia ha tenido que afrontar para que su hijo tenga acceso al tratamiento de una forma rara de epilepsia. Tristán, de 12 años, había estado recibiendo un tratamiento experimental a través de un ensayo clínico desde 2022, que le ayudó a controlar las convulsiones, pero ahora parece que, por razones comerciales, la empresa podría no tener interés en registrar el medicamento, con lo que su seguro médico es poco probable que lo cubra. Las compañías de seguros no tienen obligación de cubrir los medicamentos que se recetan fuera de indicación, y son renuentes a cubrirlos cuando su precio es elevado.
El medicamento que ha demostrado ser útil para tratar esta forma rara de epilepsia se llama Ravicti (fenilbutirato de glicerol), que está aprobado para tratar los problemas del ciclo de la urea. Sin embargo, hace varios años, un par de estudios sugirieron que también podría ser útil para combatir formas raras de epilepsia causadas por mutaciones en dos genes: STXBP1 y SLC6A1. Se estima que en EE UU hay de varios cientos a unos pocos miles de personas que padecen esta enfermedad.
Ravicti puede costar hasta US$863.000 al año, dependiendo de las dosis y los descuentos. Esto supera con creces el costo de otros tratamientos aprobados para la epilepsia, aunque podrían no ser tan efectivos, por lo que la mayoría de las aseguradoras se han mostrado reacias a cubrirlo, y solo unas pocas familias han podido obtener recetas fuera de indicación
Para lograr la cobertura de este medicamento para tratar la epilepsia, dos organizaciones sin ánimo de lucro patrocinaron un ensayo clínico. El medicamento fue proporcionado gratuitamente por su fabricante, Horizon Therapeutics, que posteriormente fue adquirido por Amgen.
El trabajo clínico involucró a un número muy reducido de niños, un total de 20, divididos equitativamente en grupos según la mutación genética. Los hallazgos indicaron que el fármaco era seguro y bien tolerado, y reducía las convulsiones causadas por ambas mutaciones. Sin embargo, esto no solucionó el problema. Como resultado de un litigio de patentes que se resolvió hace varios años, a finales de este año podría estar disponible una versión genérica de este producto para tratar los trastornos del ciclo de la urea. Consecuentemente, hay pocos incentivos para que Amgen, que ha proporcionado alrededor de US$1,5 millones en medicamentos gratuitos para los estudios, solicite la autorización para comercializar el fármaco para formas raras de epilepsia a la FDA.
Amgen, por su parte, se ha negado a proporcionar acceso gratuito al fármaco después de fin de año, y el acuerdo solo se aplicó al pequeño número de niños que participaron en el estudio.
Estas decisiones no son inusuales, dijo Barbara Goodman, directora de Cures Within Reach, una organización sin fines de lucro que financia ensayos clínicos de prueba de concepto, para el reposicionamiento de medicamentos y dispositivos o para apoyar el uso fuera de indicación. En su experiencia, las compañías suelen ser recelosas ante situaciones que involucran uso fuera de indicación, porque no se les permite promover dicha prescripción y no quieren infringir la ley. Además, realizar pruebas suficientes para demostrar que un tratamiento existente puede combatir una enfermedad rara es un proceso largo y costoso.
“Hay otro inconveniente. Normalmente, la posibilidad de que un medicamento genérico de menor costo esté disponible sería una buena noticia. Pero en este caso, existe la preocupación de que, incluso si se lanza un genérico al mercado, el precio no sea lo suficientemente bajo como para convencer a las aseguradoras de cubrir la prescripción fuera de indicación. Una versión genérica que cueste, digamos, US$450.000, podría ser lo suficientemente cara como para disuadir a las aseguradoras”.
Desde que comenzó el estudio, la FDA ha aprobado otros dos medicamentos similares para tratar los trastornos del ciclo de la urea y, en teoría, podrían servir como alternativas a Ravicti, se trata de Pheburane y Olpruva, aunque no hay evidencia de que puedan combatir las formas raras de epilepsia. Estos medicamentos son más económicos que Ravicti, pero siguen siendo caros. Dependiendo del peso del niño, que es lo que determina la dosis, Olpruva podría costar entre US$173.000 y US$277.000 al año. Pheburane podría costar anualmente entre US$190.000 y US$304.000, estos son precios al por mayor, antes de aplicar los descuentos a las aseguradoras.
Ahora, el objetivo es conseguir que la publicación sobre el ensayo clínico en el que participó Tristan, que demuestra la efectividad de Ravicti para tratar las formas raras de epilepsia, se incluya en los compendios que recopilan estudios e información científica sobre medicamentos, y que se utilizan como guías de tratamiento y, en ocasiones, para el reembolso de seguros. De lograrlo, podría abrir la puerta a que más aseguradoras cubran el tratamiento.
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