Según informa Regulatory News [1], bajo la administración Trump, el 1 de abril de 2025, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) despidió a aproximadamente 10.000 empleados, incluyendo a 3.500 que trabajaban en la FDA. Esto ha desintegrado a equipos técnicos esenciales para la supervisión sanitaria, como el laboratorio de la Oficina de Inspecciones e Investigaciones en San Francisco, y eliminó casi por completo las áreas de comunicación científica del Centro para la Evaluación e Investigación de Medicamentos (CDER).
Este despido masivo ha afectado funciones clave para la salud pública: la emisión de alertas de seguridad, la publicación de retiros de medicamentos del mercado y la vigilancia de los productos en circulación. La FDA también perdió liderazgo en centros críticos como el de Nuevos Medicamentos, Productos del Tabaco y Biológicos, dejando vacantes estratégicas sin cubrir.
Expertos como el excomisionado Robert Califf advirtieron que la medida destruye capacidades institucionales en regulación y seguridad de medicamentos. La congresista Rosa DeLauro alertó que estos recortes comprometen la respuesta a brotes infecciosos, enfermedades prevenibles como el sarampión, y áreas terapéuticas prioritarias como el cáncer, la enfermedad de Alzheimer y las adicciones.
El Comité de Energía y Comercio del Congreso en EE UU advirtió sobre el riesgo que implica desarticular al personal técnico en un contexto sanitario inestable. La Asociación para Medicamentos Accesibles (AAM, por su sigla en inglés), también expresó preocupación por el impacto negativo en la aprobación de genéricos y biosimilares, advirtiendo que esta reducción compromete el acceso oportuno y seguro a tratamientos asequibles.
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