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Industria y Mercado

La Vacuna: un bien público global para afrontar la pandemia

Irene Bernal y Eva Iráizoz
No es Sano, mayo 2021
http://noessano.org/es/wp-content/uploads/2021/05/Informe_Vacunas_NES_.pdf

Ha pasado poco más de un año desde la declaración de pandemia. Hoy, la COVID-19 ya ha dejado casi tres millones de fallecidos (1) y unas consecuencias sanitarias y socioeconómicas de las que muchos países y personas tardarán en recuperarse, especialmente las más vulnerables.

En los primeros meses, hubo un consenso mundial acerca de la necesidad de impulsar el desarrollo de productos para prevenir, diagnosticar y tratar la COVID-19 reconociendo que las vacunas debían ser un bien público global y estar disponibles para toda la humanidad (2). Con esa idea, nacieron el Access to COVID-19 Tools Accelerator (ACT-A) y COVID-19 Vaccines Global Access Facility, abreviada como COVAX. Ambos mecanismos buscan acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas COVID-19 para garantizar un acceso justo y equitativo global, con el foco puesto en los países menos adelantados (3). Como parte de este compromiso, ha existido un fuerte impulso financiero de gobiernos de todo el mundo a través de una importante inversión pública directa para la investigación y el desarrollo (I+D) de vacunas para la COVID-19 y de acuerdos de compra avanzada, que han supuesto un adelanto para que las compañías pudieran impulsar el desarrollo y la producción (4).

Fruto de este esfuerzo global sin precedentes, hoy contamos con varios tipos de vacunas comercializadas y más de una decena en fases muy avanzadas de desarrollo clínico (5). Este informe explora en detalle algunas de las principales vacunas a nivel global. Estas presentan varios puntos en común. Por un lado, se demuestra esa gran inversión que los Estados ha hecho en innovación y en la ampliación de la capacidad de producción de las grandes compañías que están detrás de las principales vacunas y cómo la historia de su desarrollo ha sido fruto de un esfuerzo colectivo de la comunidad científica que comenzó hace años. Se observa también que, en general, tanto la producción como la distribución se están dando de manera prioritaria en países ricos y que existe un control por parte de las compañías en la transferencia de la tecnología que limita la producción y hace que esta se concentre en los mercados con mayor poder de compra, en detrimento de los países más pobres y de COVAX. Existe, además, una generalizada falta de compromiso real por el acceso universal y se observan precios altos de muchas de las vacunas que serán inasumibles para buena parte de la población mundial; así como una apetencia clara de las compañías por responder a sus inversores con promesas de grandes beneficios a futuro. Por último, la falta de transparencia en los procesos y las negociaciones sigue siendo un factor constante.

Pero estas vacunas y las que estén por venir son, en este momento, la esperanza en la lucha contra la pandemia. Aunque de nada sirve tener vacunas efectivas si son inaccesibles para buena parte de la población mundial. A pesar de que COVAX se planteó como un mecanismo global de compra conjunta para todos los países con el objetivo de no dejar a nadie atrás, los países han preferido optar por acuerdos bilaterales directos con las empresas. Esto ha resultado en un acaparamiento casi completo de las primeras dosis por parte de los países más ricos y ha generado una enorme brecha de desigualdad en el acceso.

El resultado es que, en la actualidad, más de 8.800 millones de dosis se han comprometido en compras avanzadas a nivel global, la mayoría a través de acuerdos bilaterales, y más de la mitad, unos 4.700 millones de dosis, han sido reservadas por los países ricos. Mientras tanto, 9 de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la COVID-19 en 2021 (6) y se estima que una quinta parte de la población mundial no tendrá acceso a las vacunas al menos hasta 2022 (7). A fecha de publicación de este informe, COVAX habría suministrado unos 38 millones de dosis en 102 países, lo cual cubre un escaso 0.5% de la población total de estos países y, mientras los países más adelantados avanzan en la inmunización, aún existen decenas de países que no han administrado ni una sola dosis (8,9).

Asistimos a una distribución lenta y desigual de las vacunas que, junto al avance de las nuevas variantes del virus, no solo tendrá consecuencias graves sobre las personas y los sistemas de salud, sino que entorpecerá gravemente la recuperación socioeconómica global (10).

La falta de acceso a las vacunas para la COVID-19 evidencia un modelo de innovación y desarrollo de medicamentos roto, ineficaz y cuyas disfunciones no deberían ser una barrera en un contexto de pandemia como el actual. Los retos a los que nos enfrentamos en esta pandemia son el paradigma de un sistema opaco, basado en los monopolios y dirigido por los intereses del mercado. Un modelo de I+D que se asienta en las patentes y en la exclusividad de mercado como incentivos a la innovación, pero que limita la producción en La vacuna: un bien público global para afrontar una pandemia 7 un momento en el que el suministro de vacunas es insuficiente para satisfacer la demanda global (11).

Las compañías propietarias de la propiedad intelectual y el know-how han mantenido el control de la producción y esta ha quedado muy limitada y concentrada geográficamente en países de renta alta, principalmente en Europa y Estados Unidos. Pero existe una potencial capacidad de producción en países de Asia, América Latina y África que estaría siendo desaprovechada. Por ello, es urgente contar con la voluntad política y de las empresas para promover esta expansión de licencias abiertas, no exclusivas, y eliminar las barreras de propiedad intelectual que impiden que se haga la transferencia de tecnología y de know-how completos para que otras compañías puedan producir.

En este sentido, se plantean propuestas como el COVID-19 Technology Access Pool – C-TAP, un mecanismo que permitiría compartir el conocimiento, los datos y la propiedad intelectual, facilitando procesos de transferencia de tecnología sin exclusividad a más empresas productoras de todo el mundo (12). También está encima de la mesa en la Organización Mundial del Comercio (OMC) una propuesta que trae implícita la suspensión de ciertos artículos de los Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) (13) que de salir adelante permitiría, en estas circunstancias excepcionales, una exención temporal de algunos derechos de propiedad intelectual, incluidas las patentes, mientras dure la pandemia y hasta lograr la inmunización necesaria a nivel mundial.

Esta medida podría dar entrada a más fabricantes y aumentar la producción a gran escala facilitando la llegada de más vacunas a todos los países; asimismo, generaría capacidades e infraestructuras para dar mejor respuesta a futuras pandemias en países en desarrollo (14). Estas son algunas de las propuestas que marcarían una clara diferencia en el transcurso de la pandemia, pero que todavía son rechazadas por parte de muchos países ricos y por las compañías farmacéuticas.

Por ello, este informe recomienda que los Estados apoyen, y se dispongan a negociar con urgencia, la propuesta de exención de determinados derechos de propiedad intelectual para vacunas, medicamentos y diagnósticos de la COVID-19 iniciada por India y Sudáfrica en el seno de la OMC, que ya cuenta con el soporte de más de 100 países. Esta iniciativa no solo pretende liberar las patentes, también realizar los procesos de transferencia de tecnología y de know how necesarios para incrementar producción, capacidades y distribución de todas las tecnologías sanitarias para afrontar la pandemia.

Asimismo, los Estados, las compañías farmacéuticas y los centros de investigación deben sumarse a la iniciativa C-TAP. Ambas propuestas acelerarían el intercambio de conocimientos, el desarrollo y la producción, no solo de vacunas, sino de todas las tecnologías necesarias para la lucha contra la COVID-19. Por último, resulta clave que la transparencia y la rendición de cuentas se conviertan en instrumentos que permitan restablecer el equilibrio de poder entre lo público y lo privado, también en ACT-A y en COVAX, y que se priorice salvaguardar el interés general, la asequibilidad y el precio justo de los productos desarrollados con financiación pública.

Con la pandemia de la COVID-19 le hemos visto las costuras a un sistema que necesita una profunda revisión. Hay una oportunidad para darle la vuelta al modelo de I+D biomédico y a la política farmacéutica actual que no podemos perder. Porque nadie estará a salvo hasta que todas las personas, en todo el mundo, estemos a salvo.

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creado el 20 de Septiembre de 2021