A continuación, resumimos un artículo que cuestiona la venta en farmacias de productos inefectivos [1]. A pesar de que se requieren muchos años de formación para convertirse en farmacéutico, muchas farmacias ofrecen productos que carecen de suficiente evidencia que respalde su eficacia, como remedios homeopáticos y ciertos medicamentos de venta libre. Un ejemplo destacado es la fenilefrina oral, que se usa comúnmente en medicamentos para el resfriado y que ha demostrado ser ineficaz como descongestionante nasal. A pesar de esto, sigue estando disponible, y agencias regulatorias como la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido siguen manteniendo que su seguridad no está en cuestión, aunque su efectividad sí lo está.
De igual manera, el medicamento para la gripe oseltamivir, aunque sigue siendo recomendado por el gobierno del Reino Unido para los brotes de gripe, tiene una efectividad limitada, especialmente para las personas de bajo riesgo o cuando se toma fuera de la ventana de 48 horas después de la exposición. La Organización Mundial de la Salud incluso degradó su estatus de “esencial” a “complementario” debido a sus beneficios limitados.
Las farmacias también venden suplementos, vitaminas y remedios herbales, muchos de los cuales carecen de respaldo científico. Por ejemplo, los multivitamínicos, aunque ampliamente consumidos, no han demostrado reducir la mortalidad. En cambio, ciertos suplementos como la vitamina D pueden ofrecer beneficios para la salud de poblaciones específicas. Sin embargo, a diferencia de los medicamentos, estos productos solo necesitan demostrar seguridad y calidad, no eficacia, y muchos de ellos, como la homeopatía, carecen de evidencia creíble que respalde su uso.
La razón detrás de la venta de estos productos es económica. Con los recortes a la financiación del NHS, para mantener la rentabilidad, muchas farmacias han recurrido a proveer servicios privados y productos para el estilo de vida con mayor margen de ganancia. Este conflicto entre mantener el negocio y proporcionar tratamientos basados en la evidencia no es nuevo, y otros países como Australia han enfrentado desafíos similares.
Los farmacéuticos siguen desempeñando un papel clave en la orientación de los pacientes hacia tratamientos seguros y eficaces. Sin embargo, la venta de productos ineficaces cuestiona el equilibrio entre las necesidades comerciales y la atención al paciente. Como consumidores, es esencial hacer preguntas y tomar decisiones informadas sobre los productos que compramos, confiando en que los farmacéuticos nos proporcionarán orientación basada en la evidencia cuando sea necesario.
Esta situación subraya la importancia del pensamiento crítico y la defensa del paciente, alentando a las personas a buscar orientación profesional cuando consideren opciones de venta libre o tratamientos alternativos.
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