En un reciente seminario virtual de la FDA, titulado “Los productos del cannabis y su posible impacto en los pacientes” (Cannabis Products and the Potential Impact on Patients) [1], se describió el mercado del cannabis (en adelante, marihuana; también llamada hachís o cáñamo) en EE UU, incluyendo su cultivo y regulación, así como las implicaciones clínicas del uso médico y recreativo de los productos relacionados con la marihuana.
Entre los puntos clave de la presentación de octubre de 2024 se destacó que dichos productos se utilizan ampliamente para fines que la FDA no ha aprobado, que existe incertidumbre en cuanto a la concentración de los ingredientes psicoactivos en los distintos productos y que hay muchos efectos adversos asociados al consumo de marihuana y productos relacionados. Estos efectos adversos incluyen alteraciones motoras (por ejemplo, al conducir un coche, caminar o utilizar las manos para acciones complejas) y alteraciones de la memoria, efectos a nivel cardiovascular y gastrointestinal, dependencia y psicosis. En el seminario virtual también se destacaron numerosas interacciones que alteran la potencia y la seguridad de los productos derivados de la marihuana o de los medicamentos de venta con receta.
Antecedentes del uso de la marihuana
El cannabis es una planta con flor que contiene más de 500 compuestos diferentes; entre los más conocidos se encuentran el cannabidiol (CBD) y el delta-9 tetrahidrocannabinol (Δ9-THC). El Δ9-THC es el principal componente psicoactivo de la marihuana y de otros preparados derivados de la planta de cannabis.
Durante décadas, la Administración de Control de Drogas (DEA o Drug Enforcement Administration) ha clasificado a la marihuana como una sustancia controlada de Clasificación I (Schedule I) —una clasificación en la que se incluyen las drogas sin uso médico aceptado y con un alto potencial de abuso— [1]. En mayo de 2024, la DEA propuso una norma que trasladaría la marihuana a la Clasificación III (Schedule III), una clasificación para drogas y otras sustancias con un potencial intermedio de dependencia física o psicológica [2].
Mientras tanto, muchos estados han ampliado el acceso a la marihuana y productos relacionados. En 1996, California se convirtió en el primer estado en legalizar la marihuana para uso médico [3]. Para poder acceder al uso médico de la marihuana, los pacientes normalmente necesitan tener una o más condiciones de salud específicas y registrarse en el estado. Muchos estados han legalizado la marihuana para uso médico, la han despenalizado, o ambas cosas. En noviembre de 2024, la marihuana solo es ilegal en tres estados (Idaho, Kansas y Wyoming).
A nivel nacional, desde 2022, el consumo diario o casi diario de marihuana es más frecuente que el consumo diario o casi diario de alcohol. Entre 2002 y 2022, el consumo de marihuana en el último año aumentó del 11% al 22%; en 2024, al menos el 79% de los estadounidenses vivían en un condado con un punto de venta de marihuana [4].
El cáñamo se refiere a los preparados relacionados con la marihuana con niveles de Δ9-THC inferiores al 0,3% en peso seco. Algunos estados han legalizado el uso de aceite de CBD, que se puede hacer con o sin THC. Los productos de cáñamo están en gran medida sin regular, gracias a una ley federal aprobada en 2018. En 2024, un comité de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina recomendó que el Congreso “perfeccionara su definición de ‘cáñamo’ para establecer claramente que ninguna forma de [THC]… está exenta de la Ley de Sustancias Controladas”.
Debido a la falta de regulación, los productos de cáñamo están ampliamente disponibles en gasolineras y tiendas de conveniencia. Estos productos se pueden fabricar en condiciones insalubres y pueden contener ingredientes insospechados o nocivos. En 2023, las ventas de cáñamo en EE UU se acercaron a los US$3.000 millones, principalmente en forma de cigarros electrónicos (vapeadores), gominolas o flores y cigarros (para fumar); en los próximos cinco años, se prevé que se amplíe la disponibilidad de fórmulas bebibles.
La FDA ha aprobado dos productos orales derivados de la marihuana: dronabinol (Marinol y genéricos) para las náuseas relacionadas con la quimioterapia del cáncer o para la anorexia (pérdida de apetito) asociada al VIH/SIDA; y CBD (Epidiolex) para algunas convulsiones infantiles poco frecuentes.
Desinformación sobre la marihuana
El seminario virtual de la FDA puso de relieve que la industria está mal informada respecto a la promoción de la marihuana y productos relacionados, la cual puede incluir afirmaciones engañosas, inexactas y fraudulentas sobre su seguridad y la eficacia. Según la agencia, la desinformación es evidente incluso en las etiquetas de los productos y en los documentos de los certificados de análisis, cuyo objetivo es verificar la calidad, la seguridad y el cumplimiento regulatorio de un producto.
Preocupaciones clínicas
El Δ9-THC es el componente de la marihuana más intoxicante (que produce el “colocón”). Investigaciones anteriores han demostrado que el Δ9-THC se dirige a los receptores del cerebro, provocando efectos que incluyen euforia (felicidad excesiva), psicosis, alivio del dolor, sedación, taquicardia (frecuencia cardíaca elevada), alteraciones motoras y de la memoria, y aumento del apetito. Otros posibles efectos clínicos del Δ9-THC o del CBD son hipotensión (presión arterial baja), cambios en el sistema inmunitario, reducción de la motilidad estomacal y acción antiemética (anti-vómito).
La concentración de CBD en la sangre alcanza su máximo alrededor de 1-2 horas después de su ingestión; la sustancia se metaboliza principalmente por las enzimas hepáticas. La concentración de Δ9-THC en la sangre alcanza su máximo entre 30 minutos y cuatro horas después de la ingestión; el Δ9-THC también se metaboliza principalmente por las enzimas hepáticas. Cuando se inhala (se fuma), la concentración de THC en la sangre alcanza su máximo a los entre 3 y 10 minutos, en parte porque la sustancia evita el “metabolismo de primer paso” en la pared del estómago, o del intestino, y en el hígado.
La actualización de la FDA puso de relieve numerosas interacciones que alteran la potencia y la seguridad de la marihuana, y productos relacionados, o de los medicamentos de venta con receta cuando se toman juntos o casi al mismo tiempo. Por ejemplo, los presentadores de la FDA sugirieron que los consumidores de marihuana deberían considerar la posibilidad de reducir la dosis del fármaco para el trastorno por abuso de opiáceos buprenorfina (Belbuca, Zubsolv y genéricos) y del medicamento para la disfunción eréctil, sildenafilo (Revatio, Viagra y genéricos). En el caso del sildenafilo, la preocupación específica es que el consumo simultáneo de marihuana puede desencadenar un infarto de miocardio (ataque cardíaco). El THC inhalado disminuye la concentración efectiva del antipsicótico olanzapina (Zyprexa y genéricos). En términos más generales, los presentadores de la FDA advirtieron que el THC puede tener efectos acumulativos en el sistema nervioso central (mareos, somnolencia y confusión) cuando se utiliza simultáneamente con otros fármacos o sustancias que tienen efectos similares, por ejemplo, opiáceos o alcohol. Los presentadores de la FDA también advirtieron que los efectos cardíacos del THC (como alteraciones de la presión arterial, desmayos o taquicardia) se pueden acumular de forma similar con los efectos de otras drogas que afectan al sistema circulatorio.
En los estados en los que se ha legalizado el uso médico de la marihuana, las afecciones más frecuentes para las que se han autorizado estos productos son el estrés postraumático y los trastornos relacionados con el dolor. Sin embargo, muchas personas se automedican con marihuana para mitigar el dolor, las alteraciones del sueño, otros trastornos psiquiátricos y las enfermedades inflamatorias intestinales. La evidencia clínica para muchos de estos usos es escasa.
Además de los mencionados efectos adversos de la marihuana, la actualización de la FDA señaló que el uso de CBD parece estar correlacionado con un mayor riesgo de diarrea, erupción cutánea y toxicidad hepática. En el caso del Δ9-THC, las reacciones de síndrome de abstinencia (como irritabilidad, ansiedad, dificultad para dormir, temblores, dolor de cabeza y sudoración) también son motivo de preocupación, como se indica en la información para la prescripción de dronabinol, un fármaco derivado de la marihuana [5].
Los ponentes de la FDA desaconsejaron encarecidamente el uso de productos derivados de la marihuana durante el embarazo o la lactancia.
¿Qué hacer?
La FDA ha aprobado dos medicamentos derivados de la marihuana para indicaciones restringidas. Por lo demás, el consumo de marihuana o de productos relacionados que contengan CBD o THC, para uso médico o no médico, es a discreción de cada persona.
Si consume marihuana o sustancias relacionadas, sea consciente de los riesgos que incluyen la calidad indefinida del producto, dosis inciertas, deterioro de la memoria y la motricidad (coordinación), dependencia y otros efectos adversos cerebrales y cardiovasculares. Durante las visitas al médico, comunique su consumo de marihuana y productos relacionados, para que cualquier síntoma pueda ser evaluado y se puedan abordar las interacciones potencialmente perjudiciales con los medicamentos de venta con receta.
Referencias