Salud y Fármacos is an international non-profit organization that promotes access and the appropriate use of pharmaceuticals among the Spanish-speaking population.

Ventana Abierta

La propaganda de los medicamentos ¿ayuda a promover su adecuada utilización?
José Augusto C. Barros

En la sociedad moderna y de consumo, los medicamentos, además de ser herramientas que pueden aliviar los síntomas y curar enfermedades, adquieren -de forma cada vez más intensa- funciones de tipo simbólico e incluso mágico. En un marco donde predomina la lógica capitalista, a esta nueva concepción de los medicamentos contribuyen de forma sinérgica el modelo biomédico (que reduce el proceso de salud-enfermedad a la esfera biológica), y la transformación de los bienes y servicios -incluyendo los relacionados con el sector salud- en mercancías de cuyo consumo depende el bienestar, la salud y la felicidad.

Hay evidencia clara e incuestionable de que la publicidad de medicamentos que se dirige a los profesionales de la salud contiene información sesgada y dirigida a aumentar la prescripción y demanda de esos productos. Las estrategias que utiliza la industria para alcanzar sus objetivos son muy sofisticadas y muy variadas.

El hecho de que en la gran mayoría de los países, incluyendo Brasil, los profesionales de la salud dependan de la información que proviene de la industria para actualizarse en temas de farmacoterapia es muy grave. La industria invierte el doble o triple de lo que invierte en investigación y desarrollo de nuevos productos en propaganda. También se sabe que la industria invierte mucho más en propaganda para los prescriptores que en propaganda para los consumidores. Sin embargo, las estrategias dirigidas al público en general han ido aumentando. Por ejemplo en EE.UU. están utilizando Value Cards For Viagra (con las cuales les regalan una píldora de Viagra al comprar seis), y los productores de Restylane® (ácido hialurónico), un medicamento contra las arrugas, premian la fidelidad ofreciendo un bono de US$100 para ir a un Spa o cupones de compra de US$25.

EE.UU. y Nueva Zelanda son los únicos países que permiten que se anuncien medicamentos que precisan receta a través de los medios de comunicación de masas, y en EE.UU. se ha demostrado que la creatividad de los fabricantes no tiene límites. El Centro de Medios de Comunicación y Democracia de Madison, Wisconsin, acaba de publicar los resultados de una investigación en el British Medical Journal (15 April 2006;332,7546), y los autores concluyen que los canales de televisión están utilizando los reportajes realizados por la industria como si los hubieran elaborado periodistas de la propia emisora. En un período de 10 meses se proyectaron 36 videos en programas de periodismo televisivo de 77 emisoras, sin que se mencionara el origen de la información. Los autores afirman que estos videos son parte de campañas de relaciones públicas que tienen el objetivo de incrementar las ventas o mejorar la imagen de las compañías (para mayor detalle puede consultar: www.prwat.ch.org/fakenews/execsummary ).

El impacto de la propaganda se refleja claramente en las ventas y en el comportamiento de los usuarios. Realizamos una encuesta a 200 usuarios y 20 entrenadores de 20 gimnasios en Recife, y documentamos que el 34% de los hombres y el 21% de las mujeres estaban utilizando anabolizantes. Este dato es extremadamente preocupante si tenemos en cuenta los efectos adversos de este tipo de hormonas y el hecho de que las personas, incluyendo mujeres, equivocadamente opten por utilizar fármacos para tener un cuerpo “musculoso”. El 10% de los entrenadores reconocieron que habían recomendado la utilización de estos productos. Otro ejemplo del mismo problema es el hecho de que en Brasil se estén utilizando anfetaminas para disminuir/controlar el apetito [1], y la utilización de Ritalin®, un derivado de las anfetaminas (metilfenidato), para tratar casos de déficit de atención y de hiperactividad. En Brasil, en el año 2000 se vendieron 71.000 cajas de Ritalin®, pero en el 2004 esta cifra había aumentado un 940%, para llegar a un total de ventas de 739.000 cajas. Este es un ejemplo claro de la medicalización de un problema, que en muchos casos tiene su origen en la falta de disposición de parte de los padres y/o de los maestros de poner límites a los niños, tarea que se “resuelve”, como muchas otras cosas, utilizando una estrategia medicamentosa.

Recientemente, la agencia reguladora (ANVISA), para adecuar las reglas vigentes para controlar la publicidad farmacéutica (RDC 102/2000) abrió un espacio para recibir sugerencias de personas e instituciones. En noviembre de 2005, representantes de agencias públicas y ONGs que trabajan en el área de medicamentos, se reunieron en la Escuela Nacional de Salud Pública de Fiocruz y elaboraron una propuesta que esperamos que sea bien recibida por ANVISA. Analizando el documento que ANVISA puso a disposición del público para su discusión desde la perspectiva de defender los intereses de los consumidores, se pueden identificar aspectos que obligan a que se establezca un sistema continuo de monitoreo y a que se ejerza la debida presión política. Por ejemplo, el artículo 15 permite que solo se hagan regalos de poco valor a los prescriptores y dispensadores para que no condicionen el comportamiento del profesional a favor de la salud; pero en la práctica hay que determinar que se entiende por “poco valor.” Los estudios realizados demuestran que cualquier atención de la industria es suficiente para que, al escribir la receta, el profesional recuerde con mayor facilidad los nombres de los productos sobre los que ha recibido propaganda. Por otra parte, el cumplimiento del artículo 27 representaría un verdadero avance para Brasil. El artículo 27 dice que los anuncios a través de los medios de comunicación tienen que incluir: las indicaciones; las contraindicaciones por edad, condiciones fisiológicas o problemas orgánicos; alertas y cuidados por orden de frecuencia y gravedad (incluyendo las reacciones adversas, y las interacciones con medicamentos, alimentos y alcohol). Si se cumpliera este artículo, la propaganda ya no podría limitarse, con o sin respaldo científico, a divulgar únicamente los beneficios de un producto. Por otra parte, los programas que premian la fidelidad al producto, que deberían llamarse programas de inducción al consumo, si se aplica el artículo 17 dejarían de existir.

Es muy peligroso que sigan siendo las compañías farmacéuticas las que controlen o patrocinen la realización de eventos científicos, la publicación de revistas y la distribución de diversos tipos de regalos. Me parece hasta cierto punto ingenua la posición de ANVISA que justifica la entrega de muestras gratuitas para dar a conocer la naturaleza, forma y calidad de los productos. El conocimiento de un producto debe derivarse del estudio de los informes farmacológicos y farmacotécnicos, y del análisis de la información relacionada con el medicamentos; por ejemplo los resultados de los ensayos clínicos controlados deberían llegar a los profesionales a través de boletines terapéuticos independientes, informaciones periódicas de la agencia reguladora, o reuniones periódicas organizadas sin el auspicio de la industria.

En fin, la propaganda de medicamentos, en sus versiones más variadas, ha contribuido a exagerar, por encima de lo razonable o de lo científicamente aceptable, lo que se puede esperar de estos productos. En estas circunstancias y teniendo en cuenta los múltiples agentes involucrados en la cadena de utilización de los medicamentos, además de las medidas de control que sugieren los productores, hay que institucionalizar la distribución de información independiente dirigida a los precriptores, dispensadores y consumidores. Por lo que respecta a la regulación de la publicidad de medicamentos, una práctica injustificable per se, y dada la imposibilidad de prohibirla a corto y mediano plazos, es de esperar que se reformule la resolución 102 del Directorio Colegiado de ANVISA para que se incluyan estrategias más efectivas que las incluidas en la propuesta que ANVISA presentó para discusión pública.

Referencia:
1.  Documento divulgado por el programa de Naciones Unidas responsable por el control de drogas y medicamentos (INCB, por sus siglas en inglés) en el que se documenta que el consumo de anfetaminas está en aumento en Brasil, Australia, Singapur y Corea, mientras que la tendencia en el resto del mundo es a disminuir (Folha de S.Paulo, 02.03.2006)

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modificado el 28 de noviembre de 2013