Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) se usan con mucha frecuencia para tratar el reflujo gastroesofágico y las úlceras pépticas. Interrumpir el tratamiento con un IBP tras varias semanas de uso conlleva un riesgo de rebote, es decir de hipersecreción de ácido, que suele provocar que los pacientes reanuden el tratamiento. Sin embargo, el uso prolongado de un IBP conlleva el riesgo de experimentar efectos adversos que pueden ser graves, incluyendo: infecciones gastrointestinales (colitis pseudomembranosa, entre otras cosas) y posiblemente otras infecciones, como neumonía y listeriosis; fracturas; malabsorción de vitamina B12 e hiponatremia.
En 2017, tras casi seis años de dar seguimiento a una cohorte de aproximadamente 350.000 pacientes, la mortalidad por todas las causas fue mayor entre los tratados con un IBP que entre los que recibieron un antagonista de los receptores H2 de histamina, y aumentó con la duración de la exposición [1-3].
En 2018, en base a los resultados de los estudios con animales, Prescrire reportó un riesgo de tumores gástricos asociado a la reducción a largo plazo de la acidez gástrica. Los estudios epidemiológicos habían aportado resultados contradictorios [3].
En 2023, la publicación de dos estudios de cohorte volvió a focalizar la atención en el riesgo de cáncer gástrico asociado al uso de un IBP [4,5].
A comienzos de 2025, ¿qué datos nuevos estaban disponibles sobre el posible vínculo entre el uso de IBP y el cáncer gástrico? Este artículo resume los principales descubrimientos de nuestra búsqueda bibliográfica para responder a esta pregunta.
Dos estudios de cohorte: cánceres gástricos más frecuentes con el uso de IBP, y en un estudio su incidencia se asoció a la duración de la exposición.
En 2023 se publicaron dos estudios de cohorte, ejecutados por el mismo equipo. Uno estudio investigó la asociación entre el uso a largo plazo de IBP y el riesgo de cáncer gástrico en pacientes que habían recibido al menos un tratamiento para la infección por Helicobacter pylori, que es un factor de riesgo conocido para el cáncer gástrico.
Los autores usaron información de la base de datos del seguro médico surcoreano que correspondía al período 2009-2019. Incluyeron a 144.091 pacientes que habían recibido por primera vez una prescripción para un IBP (dexlansoprazol, esomeprazol, ilaprazol, lansoprazol, omeprazol, pantoprazol o rabeprazol) en dosis acumuladas que superaban 180 veces la dosis diaria definida (DDD). Se los comparó con un grupo de 144.091 pacientes que habían recibido una dosis más baja de un IBP (dosis acumulada menor a 180 veces la DDD) o ningún IBP. Se dio seguimiento a la mitad de los pacientes durante más de ocho años [4].
El cáncer gástrico se diagnosticó más de un año después del último tratamiento para la H. pylori en 1.053 pacientes con exposición alta a un IBP, versus en 948 pacientes que se expusieron a dosis bajas o a ningún IBP. Después de tomar en cuenta diferentes factores de confusión, como peso corporal, consumo de alcohol, antecedentes de tabaquismo y tratamiento con otros medicamentos, la exposición a un IBP se asoció a un aumento estadísticamente significativo del riesgo de cáncer gástrico (cociente de riesgos [HR] 1,2; intervalo de confianza del 95% [IC95]: 1,1-1,3).
El riesgo de cáncer gástrico fue mayor con las dosis acumuladas más altas de un IBP (HR 3,8; IC95: 3,2-4,6). No hubo una diferencia estadísticamente significativa en la mortalidad entre los dos grupos. En los pacientes expuestos a antagonistas de los receptores H2 de histamina, el riesgo de cáncer gástrico pareció ser similar al de los pacientes que no habían recibido ni un IBP ni un antagonista de los receptores H2 de histamina (HR 1,1; IC95: 0,9-1,4) [4].
En el otro estudio, el equipo seleccionó a pacientes que se habían sometido a una resección endoscópica de un cáncer gástrico hasta dos años antes de recibir tratamiento para la H. pylori. Se excluyó a los pacientes en tratamiento a largo plazo con dosis altas de IBP (que superaran 90 veces el DDD) antes del tratamiento para la H. pylori. Se comparó a los pacientes a quienes se había prescrito un IBP en dosis acumuladas que superaran hasta 180 veces la DDD (1.836 pacientes) con quienes habían recibido una dosis más baja de un IBP o ningún IBP (12.218 pacientes). La mediana de la duración del seguimiento fue de siete años.
Se diagnosticó un nuevo cáncer gástrico más de un año después del tratamiento para la H. pylori en 1.317 pacientes (aproximadamente un 72%) que se expusieron a dosis altas de un IBP, versus 2.036 pacientes (aproximadamente un 17%) de los expuestos a dosis bajas o que no se expusieron. Después de tomar en cuenta diferentes factores de confusión, hubo una asociación estadísticamente significativa entre el uso de un IBP y un aumento del riesgo de recurrencia del cáncer gástrico, sin importar la dosis del IBP, en comparación con los controles, con un riesgo aproximadamente cinco veces mayor tras un año de exposición a un IBP (HR 5,5; IC95: 5,1-5,9). El riesgo fue incluso mayor tras dos años (HR 8; IC95: 7,1-8,9) y tras cinco años (HR 12,6; IC95: 9,3-17,1). La mediana del intervalo hasta la recurrencia del cáncer gástrico fue de 2,5 años [5].
Resultados no concluyentes en tres metaanálisis de estudios epidemiológicos que incluyeron a millones de pacientes. En 2023, tres metaanálisis incluyeron, cada uno, de 10 a 20 estudios de cohorte y de casos y controles, la mayoría de los cuales se habían publicado entre 2017 y 2022; algunos se incluyeron en más de uno de estos metaanálisis. Algunos estudios habían incluido a pacientes con un riesgo concreto de padecer cáncer gástrico debido a la infección por H. pylori. En general, los estudios incluyeron a varios millones de pacientes, pero su calidad metodológica fue variable [6-8].
Dos de estos metaanálisis sugirieron que el riesgo de cáncer gástrico era aproximadamente dos veces mayor en los pacientes que tomaban un IBP en comparación con quienes no los tomaban o con quienes tomaban un antagonista de los receptores H2 de histamina (diferencia estadísticamente significativa) [6,8].
Uno de estos metaanálisis incluyó seis estudios de cohorte y mostró un aumento del riesgo de cáncer gástrico de magnitud similar en el subgrupo de pacientes que habían recibido tratamiento para H. pylori (razón de probabilidades [OR] 2,3: IC95: 1,6-3,3) [6].
En la práctica, limitar la duración del tratamiento con un IBP. En 2025, los nuevos datos muestran que es probable que el uso de IBP aumente el riesgo de cáncer gástrico, pero surgen de estudios que no son sólidos, debido a las dificultades para tomar en cuenta todas las fuentes posibles de sesgo. Este riesgo es mucho más probable debido a que un estudio de cohorte mostró un vínculo con la duración de la exposición.
En pacientes con antecedentes de cáncer gástrico, se observó un riesgo mayor de recurrencia con el tratamiento a largo plazo. Estos resultados fortalecen la justificación para evitar el tratamiento a largo plazo con IBP.
En 2025, sigue siendo apropiado ayudar a los pacientes a limitar la duración del tratamiento con IBP y a encontrar soluciones alternativas para evitar la exposición prolongada a dichos fármacos. Sobre todo, se debe explicar a los pacientes que, dado que es difícil interrumpir el tratamiento con IBP, solo se debería comenzar si han fracasado otras soluciones, como los antiácidos y los cambios en la dieta y el estilo de vida.
Revisión de la literatura hasta el 23 de enero de 2025