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Investigaciones

֎La aspirina diaria en dosis bajas no se debe usar para prevenir un primer ataque cardíaco o accidente cerebrovascular

(Daily low-dose aspirin should not be used to prevent a first heart attack or stroke)
Traducido por Salud y Fármacos

Etiquetas: Aspirina, Prevenir enfermedad cardiovascular, Infarto de miocardio, Sangrados, Enfermedad coronaria, Accidente cerebrovascular, Enfermedad vascular periférica, Prevención secundaria, Prevención primaria, Sangrado gastrointestinal, Arrive, Ascend, Aspree

Enfermedad cardiovascular, incluyendo la enfermedad coronaria (angina [dolor de pecho debido a un flujo sanguíneo inadecuado hacia el corazón] o ataque cardíaco), accidente cerebrovascular isquémico (causado porque un coágulo de sangre bloquea una arteria cerebral) y la enfermedad vascular periférica (obstrucción de un gran vaso sanguíneo en los brazos o piernas) – es la principal causa de muerte en todo el mundo [1].

La forma más importante de prevenir las enfermedades cardiovasculares es manteniendo un estilo de vida saludable (mediante una dieta equilibrada, ejercicio regular y evitando fumar) y tratando adecuadamente la diabetes, la presión arterial alta y el colesterol alto.

En un momento, debido a su capacidad para inhibir las plaquetas y prevenir la formación de coágulos, se recomendó que los adultos sanos de 40 años o más utilizaran aspirina en dosis bajas (Bayer aspirin, Ecotrin), de 75 a 100 miligramos (mg), a menudo llamada “aspirina infantil o para bebés” para prevenir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y la muerte. Sin embargo, el apoyo a esta recomendación general se ha erosionado en los últimos años porque se ha demostrado que el uso prolongado de aspirina, incluso a dosis bajas, aumenta el riesgo de hemorragia interna. Aunque este tipo de hemorragia rara vez es mortal, puede provocar enfermedades graves y hospitalizaciones [2].

Actualmente, hay evidencia clara de que el uso de aspirina en dosis bajas es eficaz para reducir el riesgo de un segundo ataque cardíaco o accidente cerebrovascular, y el riesgo de muerte en pacientes que ya han tenido un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular o que presentan otra evidencia de enfermedad cardiovascular (como angina) o antecedentes de una operación de derivación de la arteria coronaria u otro procedimiento (como la colocación de un stent [un pequeño tubo de metal]) para tratar la obstrucción en una arteria coronaria [3]. Este uso de aspirina se denomina “prevención secundaria”. Para este uso, los beneficios de la aspirina superan con creces su riesgo de hemorragia grave. Las excepciones a este caso son los pacientes alérgicos a la aspirina, los que tienen un mayor riesgo de hemorragia (incluyendo úlceras en el estómago o el intestino delgado) y los que padecen trastornos hemorrágicos.

Por el contrario, consistentemente, ha habido una falta de evidencia convincente de que los riesgos de la aspirina superen sus beneficios, incluyendo la prevención de un ataque cardíaco, un derrame cerebral u otro evento cardiovascular en personas sanas sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, lo que se denomina “prevención primaria” [4, 5].

La FDA, aludiendo a la falta de pruebas suficientes, denegó en 2014 una solicitud de Bayer, el primer fabricante de aspirina, para comercializar aspirina para la prevención primaria, es decir de un primer ataque cardíaco en pacientes con un alto riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular (definida como tener un 10% o más de riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca crónica en los próximos 10 años) [6].

Desde que la FDA rechazó la petición de Bayer, tres ensayos clínicos aleatorios (Arrive, Ascend y Aspree) y una revisión sistemática relacionada investigaron el uso de aspirina para la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares.

Estudios recientes
El ensayo Arrive asignó al azar a más de 12.500 sujetos (edad promedio de 64 años) sin enfermedad cardiovascular previa o diabetes a recibir 100 mg de aspirina al día o un placebo [7]. Los sujetos tenían un riesgo bajo de desarrollar enfermedad cardiovascular en 10 años, aunque los investigadores habían querido inscribir a participantes con riesgo moderado. Después de una mediana de cinco años de seguimiento, los dos grupos tuvieron tasas similares en un resultado compuesto (combinado) que incluyó muerte cardiovascular, ataque cardíaco, angina inestable, accidente cerebrovascular o ataque isquémico transitorio (breve episodio de síntomas similares a un accidente cerebrovascular). Sin embargo, el 1% de los sujetos del grupo tratado con aspirina experimentó hemorragia gastrointestinal, en comparación con solo el 0,5% de los sujetos del grupo placebo, una diferencia que fue estadísticamente significativa.

El ensayo Ascend asignó al azar a casi 15.500 adultos (edad promedio 63 años) con diabetes, sin enfermedad cardiovascular a recibir 100 mg de aspirina al día o un placebo [8]. Después de un promedio de siete años de seguimiento, un porcentaje ligeramente menor de los sujetos en el grupo tratado con aspirina había experimentado eventos cardiovasculares graves (definidos como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular o ataque isquémico transitorio, o muerte por cualquier causa vascular que no sea hemorragia cerebral) que los sujetos del grupo placebo (8,5% frente a 9,6%, respectivamente). Pero este pequeño beneficio cardiovascular fue compensado por un riesgo significativamente mayor de hemorragia grave en los sujetos del grupo tratado con aspirina.

El ensayo Aspree asignó al azar a más de 19.100 adultos sanos de 70 años o más para recibir 100 mg de aspirina o un placebo al día [9]. Después de una mediana de cinco años de seguimiento, los participantes en el grupo tratado con aspirina no tenían una tasa más baja de enfermedad cardiovascular (definida como enfermedad coronaria fatal, ataque cardíaco no fatal, accidente cerebrovascular fatal o no fatal, u hospitalización por insuficiencia cardíaca) pero su tasa de hemorragia grave fue significativamente superior a la de los sujetos en el grupo placebo.

Finalmente, la revisión sistemática, que se publicó en línea en Family Practice en noviembre de 2019 e incluyó datos de los tres ensayos anteriores y otros, estimó que por cada 1.200 adultos que tomaron aspirina durante cinco años para la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares, se prevendrían cuatro eventos cardiovasculares graves (definidos como muerte cardiovascular, ataque cardíaco no fatal o accidente cerebrovascular no fatal) [10]. Sin embargo, como resultado de la terapia con aspirina también habría tres accidentes cerebrovasculares por hemorragia cerebral y ocho hemorragias graves. La revisión concluyó que no se debe recomendar aspirina para la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares.

Asimismo, creemos que la evidencia colectiva reciente no respalda dicho uso de aspirina.

Lo que puede hacer
Para prevenir enfermedades cardiovasculares, consuma una dieta balanceada (una que sea rica en frutas, verduras, nueces, granos integrales, pescado y proteínas de vegetales o de animales, pero sin grasa), haga ejercicio regularmente y no fume [11]. Además, si tiene diabetes, presión arterial alta o colesterol alto, asegúrese de que controla adecuadamente estas afecciones.

Solo si ha tenido un ataque cardíaco, accidente cerebrovascular u otro evento cardiovascular, o tiene antecedentes de una cirugía de arteria coronaria o procedimiento de stent, debe tomar aspirina en dosis bajas todos los días para prevenir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, a menos que sea alérgico a la aspirina o tenga un alto riesgo de hemorragia.

De lo contrario, si no tiene una enfermedad cardiovascular, no debe tomar aspirina para prevenir un primer ataque cardíaco, accidente cerebrovascular u otro evento cardiovascular, especialmente si tiene más de 60 años, porque los beneficios de dicho tratamiento generalmente no superan su riesgo de sangrado. Si su médico le ha recetado aspirina y nunca ha tenido un evento cardiovascular, analice este artículo con él o ella. No inicie ni suspenda la aspirina diaria sin antes consultar con su médico.

Referencias

  1. American Heart Association. Nearly half of all U.S. adults have some form of cardiovascular disease. January 31, 2019. https://newsroom.heart.org/news/nearly-half-of-all-u-s-adults-have-some-form-of-cardiovascular-disease. Accessed April 28, 2020.
  2. Peters AT, Mutharasan RK. Aspirin for prevention of cardiovascular disease. JAMA. 2020;323(7):676.
  3. Food and Drug Administration. Use of aspirin for primary prevention of heart attack and stroke. May 2, 2014. https://www.fda.gov/drugs/drug-information-consumers/use-aspirin-primary-prevention-heart-attack-and-stroke. Accessed April 28, 2020.
  4. Ibid.
  5. Moriarty F, Ebell MH. A comparison of contemporary versus older studies of aspirin for primary prevention. Fam Pr. November 21, 2019. doi: 10.1093/fampra/cmz080. [published online ahead of print]
  6. Food and Drug Administration. Citizen petition denial response from FDA to Bayer Healthcare LLC. May 2, 2014. http://www.regulations.gov/#!documentDetail;D=FDA-1977-N-0018-0101. Accessed April 28, 2020.
  7. Gaziano JM, Brotons C, Coppolecchia R, et al. Use of aspirin to reduce risk of initial vascular events in patients at moderate risk of cardiovascular disease (ARRIVE): a randomised, double-blind, placebo-controlled trial. Lancet. 2018;392(10152):1036-1046.
  8. ASCEND Study Collaborative Group, Bowman L, Mafham M, Wallendszus K, et al. Effects of aspirin for primary prevention in persons with diabetes mellitus. N Engl J Med. 2018;379(16):1529-1539.
  9. McNeil JJ, Wolfe R, Woods RL, et al. Effect of aspirin on cardiovascular events and bleeding in the healthy elderly. N Engl J Med. 2018;379(16):1509-1518.
  10. Moriarty F, Ebell MH. A comparison of contemporary versus older studies of aspirin for primary prevention. Fam Pr. November 21, 2019. doi: 10.1093/fampra/cmz080. [Published online ahead of print].
  11. Arnett DK, Blumenthal RS, Albert MA, et al. 2019 ACC/AHA guideline on the primary prevention of cardiovascular disease: A report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Clinical Practice Guidelines. Circulation. 2019;140(11):e596-e646.
creado el 4 de Diciembre de 2020