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Ética y Derecho

Integridad de la Ciencia y de las Publicaciones

Años de acusaciones de violaciones éticas, pero la estrella de investigación en cáncer recibe un aprobado (Years of ethics charges, but star cancer researcher gets a pass)
James Glanz y Agustin Armendariz
The New York Times, 8 de marzo de 2017
https://www.nytimes.com/2017/03/08/science/cancer-carlo-croce.html?emc=edit_ta_20170308&nl=top-stories&nlid=71490940&ref=cta&_r=0
Traducido por Salud y Fármacos

El Dr. Carlo Croce es uno de los científicos más prolíficos en un área emergente de la investigación en cáncer que está relacionada con lo que algunas veces se llama “materia negra” del genoma humano. Dr. Croce, jefe de un departamento de Ohio State University y miembro de la National Academy of Science, ha convertido sus muchas décadas en busca de tratamientos para el cáncer en un imperio de investigación: ha recibido más de US$86 millones en becas federales como investigador principal, y según sus propios datos más de 60 premios.

Con este ostentoso éxito se ha creado una gran controversia. Algunos científicos proclaman que el Dr. Croce ha hecho afirmaciones exageradas sobre las promesas terapéuticas de su trabajo, y que su laboratorio está más enfocado en la producción masiva de artículos que en una evaluación cuidadosa de sus datos experimentales.

Pero en la torre de investigación biomédica (Biomedical Research Tower) donde se ubica el laboratorio en continua expansión del Dr. Croce del campus de Ohio State en Columbus, se está desarrollando un drama científico menos conocido.

Según informes estatales y federales, quejas de chivatos (wistle-blowers) y la correspondencia con revistas científicas que ha obtenido en New York Times, durante los últimos años, el Dr. Croce se ha estado defendiendo de un número creciente de acusaciones de falsificación de datos y otras malas conductas científicas.

En 2013, un crítico anónimo contactó al Ohio State y a las autoridades federales acusando al Dr. Croce de falsificar datos en más de 30 de sus artículos. Desde 2014, otro crítico, David A. Sanders, un virólogo que enseña en Purdue University, ha comunicado directamente a las revistas científicas en que el Dr. Croce ha publicado más de 20 artículos que los datos han sido falsificados y que ha plagiado.

El Dr. Sanders dijo en una entrevista: “No tiene ninguna consideración por la verdad”.

El resultado de las denuncias del Dr. Sanders y otros es que las revistas han estado diseminando, cada día con más frecuencia, notas explicando los problemas de los artículos del Dr. Croce. Según los editores, hasta el 2013 había un puñado de notas- en forma de correcciones, retracciones y avisos de los editores- pero ahora hay por lo menos a 20, y según los editores de las revistas, hay tres más en proceso de publicación. Mucha de la información se refiere a la manipulación indebida de una técnica de laboratorio sencilla y de uso universal que se llama “western blotting”, que mide la función de los genes en la célula y con frecuencia indica si el experimento ha fracasado o ha sido exitoso.

La historia del Dr. Croce es un estudio de caso de las complicadas y con frecuencia contraproducentes consecuencias que surgen cuando la ciencia intenta autorregularse.

El descubrimiento de fraude en la investigación biomédica se ha disparado en los últimos años, ya sea porque ha aumentado o porque en nuestros días hay más vigilancia quizás en parte inspirada por el fenómeno del internet: “los vigilantes digitales” que cuelgan críticas de artículos científicos en páginas web anónimas. Pero el peso principal de investigar y castigar la mala conducta recae en árbitros que tienen conflictos de intereses: las universidades como Ohio State que ingresan millones de dólares de las becas federales que obtienen sus investigadores famosos, como es el caso del Dr. Croce.

A pesar de las críticas virulentas a su trabajo, el Dr. Croce nunca ha sido penalizado por su mala conducta, ya sea por las agencias federales que deben vigilar o por Ohio State University, que lo ha absuelto al menos en cinco casos relacionados con su trabajo o con el dinero que recibe de las becas

Los administradores de Ohio State dijeron que no estaban al tanto de las denuncias que el Dr. Sanders había hecho contra el Dr. Croce hasta que les preguntamos para escribir este artículo. Ahora, como resultado de estas preguntas y por otras del The Times, la universidad ha decidido estudiar si ha manejado correctamente estos casos. Su vocero, Christopher Davey dijo: “La universidad está organizando una revisión externa independiente” y añadió: “Esto no indica que hayamos descubierto evidencia alguna de mala conducta científica o que haya aparecido algo nuevo relacionado con sus cuestionamientos”.

Cualquiera que sea el resultado de esta investigación, dijo Davey, en Ohio State, las decisiones sobre la mala conducta en la investigación se basan exclusivamente en “los hechos y méritos de cada caso específico,” y no en el dinero de las becas de un investigador. Y añadió que sugerir cualquier otra cosa sería “falso y ofensivo”, ya que la universidad ha gastado “una cantidad mucho mayor en apoyar su programa de investigación que lo que él ha traído de fuentes externas”.

En una entrevista en octubre de 2016 y en una declaración posterior, el Dr. Croce de 72 años negó haber hecho nada malo, dijo que se le había nombrado en algunas de las acusaciones simplemente porque era una persona muy reconocida, y echó la culpa de los problemas de algunas figuras o textos a investigadores jóvenes o a colaboradores de otros laboratorios. Los artículos académicos frecuentemente tienen múltiples autores, y generalmente los científicos que hacen el trabajo aparecen el principio y los científicos senior, responsables de la investigación, aparecen al final.

El Dr. Croce dijo en una declaración que hizo por medio del bufete de abogados Kegler Broan Hill & Ritter de la ciudad de Colombus: “Es verdad que a veces hay errores en la preparación de las figuras para la publicación”. Los errores en las figuras no fueron intencionados, dijo, añadiendo que no está de acuerdo con el plagio pero que debe confiar en los coautores para que incluyan las referencias adecuadamente.

Incluso antes de que empezara a trabajar en Ohio State en 2004, el Dr. Croce ya había cruzado el límite de lo que en general se espera en la investigación del cáncer. En 1994, formó parte del consejo asesor científico del Council for Tobacco Research, que las empresas tabacaleras crearon para luchar contra la percepción pública—apoyada en evidencia científica cada vez más abrumadora—de que fumar causa cáncer. En una entrevista, el Dr. Croce dijo que él siempre había creído que fumar causaba cáncer.

Durante ese mismo periodo, el Dr. Croce y sus colegas se enfrentaron a acusaciones del gobierno federal por haber presentado facturas a una beca de investigación científica por de gastos no incurridos y que debían haber sido supervisados por un científico que se había ido de EE UU y vivía en Italia. Después, este caso se combinó con otra investigación por fraude, un acuerdo civil forzó a Thomas Jefferson University de Filadelfia, donde entonces trabajaba el Dr. Croce, a pagar US$2,6 millones al gobierno. Ni el Dr. Croce ni ninguna otra persona de las imputadas en este juicio admitieron haber hecho algo malo.

En un mundo en el que la mayoría de los científicos son tan conscientes de no crear conflicto público que parece que distribuyen la crítica con una pipeta, las nuevas dudas sobre el trabajo del Dr. Croce suscitan opiniones cuidadosamente sopesadas de los investigadores más importantes.

Randy Schekman, un premio Nobel de biología de la Universidad de California en Berkeley, dijo que en 2015 había informalmente sugerido al Dr. Sanders que presentara una denuncia sobre el trabajo del Dr. Croce al Proceedings of the National Academy of Sciences, que en el pasado él había editado y que según la base de datos PubMed, era el lugar donde el Dr. Croce más publicaba. Schekman añadió: “Estoy al tanto de las acusaciones y también de otras sospechas que se han suscitado alrededor del trabajo de Croce que no tienen nada que ver con estas acusaciones específicas”.

Otro premio Nobel de biología, Phillip Sharp del Massachussetts Institute of Technology (MIT), quien antes había dicho desconocer las acusaciones de mala conducta, ofreció apoyo matizado.

“Diría que Carlo ha hecho contribuciones importantes a las causas moleculares del cáncer. No puedo aprobar su frecuente conducta chapucera. Pero cuando observo el conjunto de lo que Carlo ha hecho a lo largo de la historia, si borrase a Carlo de la comunidad científica, pienso que la comunidad científica perdería algo, y eso no se puede decir de todos los que publican artículos”.

Lo que no le falta al Dr. Croce es confianza. Vestido con una camisa polo y vaqueros, el otoño pasado habló largo y tendido sobre su carrera durante una entrevista en su oficina, donde la pantalla de una ordenadora sobresalía sobre montañas de papeles que cubrían una mesa de reuniones.

Dijo que los viajes por razones profesionales hacían que pasara más tiempo fuera que en el campus de la universidad, en parte porque, según explicó, despreciaba la falta de cultura de Columbus [ciudad en donde está la Universidad]. Nació y se educó en Italia, y es conocido por tener una colección de cuadros del renacimiento y barroco italiano. La revista Smithsonian escribió en 2009 que tenía buen ojo para identificar cuadros de pintores famosos y comprarlos por una fracción de lo que realmente costaban. Por otra parte le tenía sin cuidado la pasión de su ciudad de residencia por el equipo de futbol de la universidad. Tampoco tiene mucha paciencia con sus colegas científicos que tienen dificultades para abandonar lo que se acepta como cierto.

El Dr, Croce es médico, pero no tiene un doctorado, demostró su propia disposición para jactarse del consenso científico cuando se convirtió en consejero del Council for Tobacco Reseach. Una corte federal después descubrió que el Council había sido el centro de un complot para engañar al público sobre los peligros de fumar. El Dr. Croce permaneció como miembro del Council hasta que se disolvió en 1998 cuando la industria llegó a un acuerdo extrajudicial con los demandantes y pagó más de US$100.000 millones.

Durante la entrevista, el Dr. Croce dijo que él creía que fumar era la causa primaria del cáncer de pulmón; y en su último pronunciamiento dijo que eso lo creía desde mucho antes de unirse al Council for Tobacco Research.

De otra parte, la industria tabacalera utilizó parte de la investigación que el Dr. Croce liderara durante aquellos años para negar que fumar producía cáncer.

En 1996, el Dr. Croce y sus colaboradores se hicieron internacionalmente famosos al descubrir un gen llamado triada de histidina frágil (FHIT). Las declaraciones del Dr Groce sobre su importancia no podían haber sido más ambiciosas: el Dr. Croce dijo a la Associated Press que el daño del gen era probablemente “el punto de partida de las mayoría de los cánceres humanos más frecuentes, incluyendo el cáncer de pulmón, esófago y colon”.

El Dr. Croce fue cuidadoso en señalar en sus trabajos científicos que los carcinógenos de los cigarrillos podrían en realidad ser los agentes que dañaran el gene FHIT, y no hay evidencia de que públicamente defendiera a la industria tabacalera. Dijo en su declaración a The Times que: “Nada del trabajo que se relata en estos artículos sugería, afirmaba o implicaba que la causa del cáncer era un problema genético heredado”.

William Farone, quien fue un científico de la industria tabacalera y que muchas veces ha testificado contra ella, dijo que para la industria no hubiera tenido consecuencias: “Croce sabe muy bien como alguien de la industria tabacalera utilizaría la información genética”. Y los archivos del caso litigado demuestran que la junta asesora científica y el nombre del Dr. Croce fueron invocados muchas veces para dar credibilidad a los expertos de la industria tabacalera que testificaron en el juicio.

El Dr. Croce ha dicho que entonces no sabía que su nombre se utilizaba para dar credibilidad a la afirmación de que fumar no causaba cáncer o que la causalidad no se había probado. En su declaración dijo que este uso de su nombre: “era falso y fraudulento”. Y añadió: “Los científicos son como las vacas. Les gusta seguir lo que ya está establecido”.

Entre los colegas del Dr. Croce había escepticismo entorno a las afirmaciones tan amplias que hizo sobre el gen FHIT, y hoy algunos científicos dicen que es más un marcador de cáncer que la clave de la investigación de cáncer, como algunos noticieros se refirieron al descubrimiento en ese momento.

Durante la entrevista, el Dr. Croce continuó promoviendo la investigación del FHIT, pero admitió “que ya no estaba de moda”.

Dr. Croce, jefe del departamento de genética y biología del cáncer en la Ohio State University, está ahora trabajando en una de las áreas que están más de moda: la genómica y la investigación del cáncer. No se ha quedado con estudiar solo la fracción del DNA humano que codifica las proteínas – menos del 2%- sino que ha estudiado también el resto del DNA, que en un momento que fue casi ignorado por pensar que contribuía muy poco al funcionamiento de una cédula.

Los científicos empezaron a darse cuenta de que este DNA podía crear moléculas pequeñas que influyen en la forma en que los genes, y por tanto las cédulas vivas, funcionan. Si los genes son las notas de un teclado, estas moléculas actúan como los controles del sonido, es decir como reguladores de la expresión del gen.

Algunas de esas pequeñas moléculas se llaman microRNAs. El trabajo de Dr. Croce ha atribuido varios cánceres a la deficiencia o sobre abundancia de ciertos microRNAS., En un artículo publicado en 2009 afirmó que estos efectos contribuyen sino a todos a la mayoría de los cánceres humanos. Afirmó que los MicroRNAs podrían llevar a terapias totalmente distintas para el cáncer.

Una vez más, las afirmaciones del Dr. Croce han dejado preocupados a sus colegas. Aunque pocos investigadores cuestionan el rol de los MicroRNAs como marcadores del cáncer, hay escepticismo cuando se habla de su potencial terapéutico.

Graham-Brock, un investigador del cáncer que ha estudiado las moléculas dijo “Usted encontrará a científicos que dicen que es bombo”. Si bien el Dr Croce no es el único que exagera sus resultados, “quizás sea el que los defiende más fuertemente”, añadió.

Se hacen acusaciones y no pasa nada
El e-mail, enviado el 1 de noviembre de 2007, provenía de un funcionario de los National Institutes of Health, y no pudo ser más claro: Secciones importantes de una propuesta preparada por el Dr. Croce eran esencialmente idénticas a otra propuesta que cuatro meses antes había presentado un colega junior de Ohio State.

El funcionario escribió: “Retiraremos la segunda solicitud”.

Entonces, según los documentos, sucedieron dos cosas que acabarían siendo normales en el record del Dr. Croce. La primera, la universidad tuvo que hacer lo que se llama “una revisión por posible mala conducta en investigación”, en este caso involucrando posible plagio de una propuesta para una beca federal. La segunda, la universidad lo absolvió, porque el investigador junior presentó una explicación algo tortuosa.

Los dos habían trabajado juntos en un proyecto anterior, dijo el colega, y el Dr. Croce había reutilizado algunos de aquellos materiales. El resultado fue que Caroline C. Whitacre, entonces vicedecana de investigación, concluyó: “Según la definición de la universidad, el incidente no parece sugerir que hubo mala conducta”.

Durante los siguientes años, hubo más acusaciones, investigaciones, y nunca pasó nada.

Un delator dijo que, durante varios años, un funcionario del laboratorio del Dr. Croce utilizó dinero de una beca para viajes personales al extranjero, y presionó a los miembros del laboratorio para que incluyern su nombre en los artículos de investigación.

En otra serie de acusaciones y subsecuentes apelaciones, un antiguo colega de investigación del Dr. Croce lo acusó de mala conducta científica, entre otras cosas por usar su trabajo sin darle crédito en las patentes.

En ambos casos, el Dr. Croce quedó libre de cargos. Pero esto era solo el principio.

Para 2013, según la correspondencia oficial de la universidad, los funcionarios de Ohio State y la Oficina de Integridad en la Investigación del gobierno federal habían recibiendo acusaciones de que más de 30 artículos, en los que el Dr.Croce figuraba como autor, incluían datos de western blots y otros que habían sido incorrectamente manipulados.

Las nuevas acusaciones estaban firmadas por un pseudónimo bien conocido y odiado en los círculos biomédicos: un irritante científico conocido por el nombre de Clare Francis. Quienquiera que fuere Clare Francis, él o ella tiene la asombrosa capacidad de identificar imágenes alteradas inapropiadamente, así como también pequeños errores que algunos editores tienden a pasar por alto.

Clare Francis tiene un estilo particular y fuerte. “Ud. piensa que Carlo Croce es un gran científico” escribió Clare Francis en una nota a John Dahlberg, entonces subdirector de la oficina de integridad de la investigación. “Mi respuesta fue que ha publicado más de mil artículos. Esto no es lo mismo. Ud. sencillamente no entiende lo que es la ciencia. Haga el favor de dejar de hablar sobre la reputación y mire a la realidad”.

Sabiendo los problemas que una investigación sobre mala conducta puede detonar en Ohio State, así como con el gobierno federal, el Dr. Dahlber limitó la lista inicial de acusaciones hechas por Clare Francis a las dos que pensaba serían las más procesables. Un artículo era sobre el gen FHIT y el otro sobre investigación de microRNA.

Incluso en ese caso, el Dr. Dahlberg sabía que cualquier investigación de Ohio State a una persona que genera mucho dinero para la universidad presentaría serios obstáculos. Con el número de investigadores jóvenes que estaban involucrados en el trabajo, el Dr. Dahlberg tenía pocas esperanzas de lograr identificar fácilmente cualquier evidencia de que el Dr Croce supiera de alguna falsificación, por ejemplo, a partir de datos y archivos en su propio ordenador.

En una entrevista, el Dr. Dahlberg dijo: “Pensé que Carlo Croce es demasiado importante para poder confirmar la existencia de mala conducta. No iba a ser posible”.

Un enorme conflicto de intereses
En el mundo de las ciencias biomédicas corresponde a la Oficina de Integridad en la Investigación informar sobre los hallazgos de mala conducta que pueden ocasionar la suspensión del financiamiento federal y terminar con la carrera del investigador. La oficina trabaja con una limitante extraña: no realiza su propia investigación, sino que confía en los resultados que le remiten las instituciones en donde trabajan los investigadores que han sido cuestionados.

Cuando se pone en peligro su reputación, las instituciones “tienen un tremendo conflicto de intereses”, dijo el Dr. Richard Smith, ex editor del British Medical Journal y miembro fundador del Comité de Ética en las Publicaciones (Committee on Publication Ethics) en Gran Bretaña. Y añadió: “Existe la terrible tentación de ocultarlo todo”.

También hay algo importante en juego: dinero. De los US$29,1 millones que el Dr. Croce ha recibido de fondos federales como investigador principal mientras estaba en Ohio State, los documentos indican que US$8,7 millones ingresaron directamente a la universidad en concepto de gastos indirectos, que es un porcentaje bastante estándar para instituciones de investigación.

En 2011, parece que aparecieron conflictos intereses similares en otro caso no relacionado en Ohio State, cuando un delator acusó a Terry Elton, un investigador de farmacia, de fabricar datos. La universidad, después de una breve indagación le dejó libre de cargos, pero el responsable de la oficina de integridad jugo la única carta fuerte que posee: se negó aceptar lo que considera investigaciones de mala calidad o con equivocaciones. Ohio State tuvo que volver a hacer la investigación y se declaró culpable al Dr. Elton.

El Dr. Dahlberg dijo que la primera investigación estaba seriamente comprometida porque se basaba únicamente en las declaraciones que había hecho el acusado. El Dr. Dahlberg añadió: “Cuando uno es acusado de ser deshonesto, ¿cómo puede creer todo lo que dice?”

Como en el caso de Elton, y en la forma en que anteriormente la universidad había manejado las acusaciones contra el Dr. Croce, los documentos sugieren que había muy poco interés en tomar en serio las acusaciones de Clare Francis.

En mayo de 2013, la encargada de la oficina de integridad de la investigación de la universidad, supuestamente una observadora imparcial, escribió al Dr. Dahlberg fundamentalmente para darle información denigrante sobre Clare Francis, incluyendo la irritación que su persistencia había causado a algunos editores de revistas. La funcionaria, Jennifer Yucel, que había estado involucrada en la investigación inicial del Dr. Elton, explicó que había recibido la información de “Carlo”- El Dr. Croce.

Entre los documentos adjuntos había una nota previa del Dr. Croce al editor del British Medical Journal, quien había recibido quejas de Clare Francis. El Dr. Croce escribió: “Está claro que estamos tratando con una persona que está loca y debería ser recluida en un sanatorio mental”.

Con esta introducción, empezó lo que Ohio State tildó de “evaluación preliminar” de posible mala conducta. Los correos electrónicos obtenidos por The Times indican que dos jóvenes científicos que trabajaban con el Dr. Croce admitieron haber duplicado inadecuadamente, mal utilizado y clasificado incorrectamente un número de gráficas de datos western blot y otros datos en los artículos. Los científicos explicaron que estos problemas no fueron malintencionados

Ohio State aceptó la explicación de los científicos. Pero en julio de 2013, en un documento clasificado como “confidencial y delicado” la universidad pidió al Dr. Croce que preparara un plan detallando “su respuesta a las deficiencias sistémicas identificadas en este caso relacionadas con la recolección de datos, el manejo y la retención de datos”. Además, tenía que ayudar a sus colegas junior a “corregir o retractar los dos artículos”.

En una declaración que prepararon sus abogados, el Dr. Croce dijo que él y sus colegas “prepararon y llevaron a cabo un plan de acción que pusieron por escrito”. Pero, aparentemente, la universidad nunca se aseguró de que cumpliera con sus exigencias.

Por ejemplo, en el artículo FHIT no se hizo ninguna corrección hasta noviembre de 2016, después que The Times se pusiera en contacto con la revista Clinical Cancer Research. Una portavoz de la revista dijo que fue un lector, no los autores, el que inició la corrección, que se habían retrasado debido a “un descuido administrativo”. La declaración del Dr. Croce decía que “El Dr. Croce entendía” que un científico junior “había entregado toda la información pertinente a la revista hacía tiempo, cuando se identificó el problema”.

Para dar por terminado el episodio, Ohio State caracterizó sus resultados como “resolución alternativa” bajo la política de la universidad, es decir que no se detectó un fraude ni mala conducta científica. De hecho, Ohio State decidió no convocar un comité formal para investigar lo sucedido, en parte “porque hay muy pocos datos que el comité pueda revisar”, – refiriéndose al fracaso de los científicos para localizar casi ninguno de sus datos originales. Estas decisiones permitieron que el caso permaneciera prácticamente confidencial. La oficina para la integridad científica aceptó los resultados.

Públicamente, el Dr. Whitacre, quien desde entonces ha sido nombrado vicepresidente de investigación, no ha cedido en nada. Muy poco ha sucedido desde que se hicieron las acusaciones. El Dr. Whitacre escribió a Clare Francis después de que enviara acusaciones adicionales en diciembre de 2013. El Dr, Whitacre escribió en su mensaje: “Por favor tome nota de que esta institución considera que continuas actividades de esta índole constituyen acusaciones frívolas y una pérdida de recursos de la universidad y del estado.

Para responder a las preguntas de The Times, Ohio State publicó en nombre del Dr. Whitacre y del Dr. Yucel una declaración diciendo que ellos “creían que habían seguido todas los políticas y procedimientos que les imponían sus cargos al responder a los asuntos relacionados con el Dr. Carlo Croce según los hechos que se conocían hasta aquel momento”. David A. Sanders, un virólogo que enseña en Purdue University, ha denunciado plagios y falsificación de datos directamente a las revistas que publicaron más de 20 artículos del Dr. Croce

Hay preguntas más importantes
El Dr. Sanders, el virólogo de Purdue, cuestiona su análisis de la falsificación de datos en los artículos de Dr. Croce de una forma muy directa: Enseña una de ellas a sus alumnos de segundo año de biología como un ejemplo de mala conducta científica. Pero en vez de decirles lo que tienen que buscar, solamente proyecta en una pantalla una serie de western blocks y pregunta a los estudiantes si ven que falta algo.

El artículo publicado en 2005 en el Proceedings of the National Academy of Sciences, es sobre algo que se llama gen WWOX, que se cree que es un supresor tumoral. El Dr. Sanders dijo que los estudiantes siempre notan que las líneas 6,7 y 8 en una de las líneas horizontales de blots ha sido aparentemente duplicada en las líneas inmediatamente adyacentes 3,4, y 5 que se supone que provienen de muestras experimentales diferentes.

El Dr. Sanders dijo que “empieza con este ejemplo porque es tan obvio. Hay risas molestas entre los estudiantes. Y preguntan ‘¿Cómo pueden estas personas hacer estas cosas y no les pasa nada?’” Cuando añade que la revista ha decidido no hacer nada, dice: “Se quedan asombrados que este tipo de cosas sucedan”.

En respuesta a las preguntas de The Times, la revista dijo que dos “personas expertas” que consultó después de que el Dr. Sanders cuestionara el artículo en 2014 “no estaban de acuerdo en si las imágenes eran copias duplicadas”. Consecuentemente, la revista dijo que los editores “no podían determinar de forma concluyente” si correspondía emitir un aviso.

El Dr. Sanders, de 56 años, estudia cómo versiones modificas de virus, por ejemplo, del Ebola, se pueden utilizar para tratar enfermedades. También dirige el Senado de profesores de la universidad, es concejal del ayuntamiento y presidente de su sinagoga. Ha realizado varias campañas quijotescas como candidato demócrata a representante en el Congreso federal en un distrito que es profundamente republicano de Indiana y siempre las ha perdido.

Después de recibir varias notificaciones sobre el trabajo de Dr. Croce, el Dr. Sander dijo que decidió tomarse una tarea más en su tiempo libre: “ser eticista autónomo”. Dijo que “un laboratorio que se dedica a violar normas científicas recibe premios por ese mismo esfuerzo”.

En su declaración, el Dr. Croce dijo que no sabía del Dr. Sanders hasta que se puso en contacto con él por este artículo, “ni de su rol en el envío de las acusaciones a las revistas”. En cuanto al artículo sobre WWOX, la respuesta del Dr. Croce parece haber cambiado. Diane Sullenberger, editora jefe de los Proceedings, dijo que la revista contactó al Dr. Croce sobre las acusaciones de la manipulación de la gráfica en el artículo.

Ms. Sullenberger dice que “el Dr. Croce no está de acuerdo”.

Pero en su comunicación a The Times, el Doctor Croce respondió de otra forma: “Es posible, pero no es seguro, que se cometió un error”, añadiendo que si había un error “no cambia nada”, porque se confirmaron los resultados en experimentos separados.

The Times enseño el artículo a cuatro expertos en análisis forense de imágenes en artículos de investigación, y todos estuvieron de acuerdo que era casi seguro que los blots habían sido duplicados por los autores.

James O’Brien, profesor de ciencias de la computación de la Universidad de California-Berkeley dijo: “Quizás ellos tengan una explicación sobre esto, pero yo no puedo pensar en ninguna”. Añadió que, aunque la evidencia de la duplicación era arrolladora, no podía afirmar categóricamente que era deliberada. De todas formas, dijo, este descubrimiento lleva a que uno se pregunte cuestiones más importantes sobre el laboratorio.

El Dr. O’Brien comentó: “Para mi es difícil creer que no puedan asegurar que sus imágenes sean correctas, pero si pueden asegurar que su investigación lo es”. ¿Cómo puedo confiar en sus resultados y conclusiones?

Las preocupaciones sobre la falsificación de datos en la literatura científica van más allá de los artículos del Dr. Croce.

En una publicación de junio de 2016, científicos que examinaron más de 20.000 artículos de investigación biomédica encontraron que casi 800 presentaban evidencia de manipulación inapropiada de imágenes de western blots, esencialmente, blots que se habían obtenido en un experimento, se habían duplicado para probar un punto en otro experimento no relacionado. Los científicos encontraron signos de manipulación deliberada en por lo menos la mitad de esos casos.

The Times entregó a uno de los autores del estudio, Elisabeth Bik, entonces en la Universidad de Stanford, una lista de correcciones publicadas relacionadas con los blots de los artículos del Dr. Croce. Ella dijo, “Sí, los problemas de imagen en la mayoría de estos son muy parecidos a los que yo he encontrado”.

El que el estudio se centrase en algo muy específico de la literatura permitió que los investigadores identificaran los problemas inmediatamente—duplicaciones de western blots—las implicaciones potenciales son preocupantes, dijo otro autor, el Dr. Arturo Casadewall, jefe del departamento de microbiología molecular e inmunología de la facultad de salud pública de Johns Hopkins University

El Dr. Casadewall dijo: “La ciencia se construye con la ciencia. Nada nuevo se sostiene por sí solo. Trabajos que no están bien hechos o que son fraudulentos pueden reducir el ritmo del progreso científico”.

El Dr. Bik daba fe de la dificultad en poner presión a las revistas para que actúen frente cuando hay evidencia de que los datos spm malos. En octubre, este era el resultado después de contactar revistas sobre los artículos con imágenes problemáticas: 32 retracciones, 111 correcciones, 52 comunicaciones de que las revistas habían decidido no hacer nada; y cerca de 600 casos de no respuesta, reconocieron haber recibido el mensaje o hicieron una declaración general de que la revista estudiaría el problema.

Otro autor del estudio, el Dr. Ferric Fang, un profesor de microbiología y editor de revista en la Universidad de Washington dijo que imágenes inapropiadas empezaron a aparecer en la década de 1990. Después, alrededor de 2003, hubo un incremento fuerte.

Anteriormente, para presentar sus investigaciones, los científicos tenían que llevar las fotografías Polaroid de sus datos a un especialista externo de producción. Sin culpar a ningún paquete especifico de software, el Dr. Fang señaló que el Adobe Creative Suite se puso a la venta en 2003, lo que permitió a los científicos producir sus propias imágenes en su ordenadora.

“Hubo una expansión creciente de programas software”, dijo, lo que aumentó la facilidad—y quizá la tentación –de alterar o fabricar imágenes.

David E. Wright, un exdirector general de la oficina federal de integridad, dijo que casos de fraude podrían resonar en muchos campos de investigación.

“Cuando Ud. encuentra a alguien que es una persona importante en un campo como ese, es como un jarro de agua fría en esa parte de la comunidad”, dijo. “No impedirá que los colegas sigan su propia investigación, pero desanima mucho. Cuestiona la reputación de la ciencia en general y en particular a los científicos en ese campo”.

Sobre el trabajo del Dr. Croce, el Proceedings of the National Academy of Sciences ha cambiado su posición.

Después de que fuera contactada por The Times, la editora de la revista Ms. Sullenberger, consultó con el Dr. O’Brien en Berkeley y otros analistas. El experto que en 2014 dijo que pensaba que la duplicación era improbable, dijo ella, ahora “acepta el nuevo análisis por su sofisticación”.

La revista, dijo Ms. Sullenberger, está hora planeando emitir una notificación a los lectores sobre las preocupaciones en torno al artículo sobre WWOX.

creado el 4 de Diciembre de 2020