Las empresas farmacéuticas quieren que los médicos usen los medicamentos más nuevos, pero esa no siempre es la mejor opción.

El mundo de Bill era peligroso. Él creía que la gente podía controlar su mente usando dispositivos similares a un control remoto de TV. No estaba seguro de quién era su amigo y quién era su enemigo. Lo encontré acurrucado en una cama de hospital, temeroso de salir de su habitación. Como esquizofrénico joven, había tomado previamente un medicamento antipsicótico llamado haloperidol, pero había dejado de ser efectivo. Podríamos haber recetado medicamentos más nuevos, pero queríamos evitar el aumento de peso que a menudo se asocia con estos medicamentos. Un médico más mayor y experimentado de nuestro equipo sugirió que probáramos con molindona.

“¿Molindona? ¿Es un medicamento nuevo? “, Pregunté.

“No, bastante viejo”, dijo.

Una semana después de comenzar con la molindona, Bill pasó de ser aislado y paranoico a agradable y cooperativo, y poco después se fue a su casa.

Me maravillé de esta milagrosa transformación. Como muchos médicos jóvenes, tiendo a recetar medicamentos con los que estoy familiarizado. En el caso de pacientes psicóticos, me sentía más cómodo con los llamados antipsicóticos de segunda generación. En la facultad de medicina nos explicaron los temidos efectos secundarios de los antipsicóticos de primera generación, como la molindona. Lo más preocupante fue la discinesia tardía, una reacción potencialmente irreversible caracterizada por movimientos involuntarios como chasquear los labios y fruncir. En la práctica clínica, rara vez veo que se utilicen estos medicamentos más antiguos, aparte de para sedarlos cuando están agitados, por lo que solía prescribir antipsicóticos de segunda generación.

Además de tener menos efectos secundarios, los psiquiatras tenían la esperanza de que los antipsicóticos de segunda generación fueran más efectivos contra los síntomas psicóticos que los más antiguos. Me enseñaron que los medicamentos más nuevos eran más efectivos para los síntomas psicóticos específicos, como la falta de motivación y la disminución de la sociabilidad. Cuando empecé la residencia, me entusiasmé al oír hablar de los medicamentos aún más nuevos llamados antipsicóticos de tercera generación. Mi premisa era que lo nuevo es mejor.

Pero, de hecho, lo más nuevo no es necesariamente mejor, como lo ilustra la historia de Bill. Los estudios han encontrado poca o ninguna diferencia en la eficacia de los antipsicóticos de primera y segunda generación para el tratamiento de los síntomas de la esquizofrenia. Es cierto que la discinesia tardía es menos probable que ocurra con medicamentos de segunda generación, pero la diferencia no es tan grande como se había sugerido anteriormente. Los medicamentos de segunda generación también pueden causar aumento de peso, que es difícil de revertir y aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes. Además, los medicamentos más nuevos son más caros. Como me dijo un médico, “con el costo del suministro de 30 días de un antipsicótico más reciente, podría llenar una habitación entera con un antipsicótico viejo”. Estas preocupaciones no son exclusivas de la psiquiatría. Existen debates similares en otros campos de la medicina, como la prescripción insuficiente de medicamentos más efectivos para la diabetes y la hipertensión. Personalmente apoyo la innovación farmacéutica, pero los nuevos medicamentos deberían sumar beneficios, no solo ingresos económicos.

La tendencia a prescribir medicamentos más nuevos a menudo se desarrolla durante la residencia. Las empresas farmacéuticas comercializan sus productos a médicos jóvenes de todas las especialidades. Ya sea con comidas gratuitas, instrumentos médicos o becas de viaje, las compañías farmacéuticas encuentran formas de influir en la prescripción de los médicos. Debido a que la mayoría de los médicos continúan recomendando los medicamentos con los que se familiarizaron durante la residencia, estas compañías exponen estratégicamente a los residentes a los medicamentos más nuevos que aún están bajo patente y, por lo tanto, son mucho más rentables para los fabricantes.

Ir contra esa tendencia no siempre es fácil. Un mes después de que Bill dejara el hospital, nos enteramos de que el fabricante de molindona había dejado de producir el medicamento. Como se mencionó anteriormente, los efectos secundarios de algunos medicamentos más antiguos pueden dar miedo. Los efectos secundarios son importantes porque nuestras mentes son más sensibles a estos eventos adversos que a los beneficios. Además, los pacientes pueden preferir medicamentos más nuevos por una variedad de razones, incluyendo por lo que han visto en los anuncios televisivos de medicamentos que les piden que “consulten con su médico”.

Aunque no podemos forzar a una compañía farmacéutica a seguir fabricando un medicamento, podemos instar a los médicos, especialmente a los más jóvenes, a que estén dispuestos a recetar medicamentos más antiguos. Trabajar con médicos experimentados me ha hecho sentir mucho más cómodo prescribiéndolos. Trabajar en el extranjero, donde los medicamentos más antiguos son los únicos disponibles, también ha ampliado mi conocimiento y aprecio por ellos. Además, si es posible, podemos rastrear nuestras prácticas de prescripción para aumentar nuestra conciencia de posibles sesgos a favor de nuevos medicamentos. Las historias médicas electrónicas lo hacen más factible. Recientemente, mi institución describió nuestros patrones de prescripción individual y grupal, y ahora soy más consciente de los medicamentos que tiendo a favorecer.

Como médicos, si no aprendemos a recetar medicamentos más antiguos, dejamos de utilizar alternativas efectivas, y nuestros pacientes y sus compañías de seguros gastan más de lo necesario.

Por lo tanto, si la situación es adecuada, no tengas miedo de probar algo antiguo.