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Ética

Integridad de la Ciencia

¿Qué nivel de confiabilidad tienen los artículos de las revistas médicas con revisión por pares?

(How reliable are articles in peer-review medical journals?)
Glenn C. Altschuler
Psychology Today, 1 de febrero de 2022
https://www.psychologytoday.com/us/blog/is-america/202202/how-reliable-are-articles-in-peer-review-medical-journals
Traducido por Salud y Fármacos, publicado en Boletín Fármacos: Ética y Derecho 2022; 25(2)

Tags: valor de los medicamentos, promoción de medicamentos, beneficios exagerados, poder de la industria farmacéutica

Reseña de Sickening: How Big Pharma Broke American Health Care. Por John Abramson. Mariner Books.

EE UU gasta mucho más en servicios médicos que otros países prósperos y ocupa el puesto 68 del mundo en “esperanza de vida saludable”.

Según el Dr. John Abramson, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, autor de Overdosed America y testigo experto en litigios con empresas farmacéuticas, éstas tienen mucho que ver con ese contraste.

En Sickening, Abramson revela que el gasto per cápita de los estadounidenses en medicamentos de venta con receta era parecido al de las otras naciones ricas. Hoy en día los estadounidenses gastan el doble, en gran parte por el volumen de prescripciones de productos de marca caros. Estas ventas han sido impulsadas, en gran medida, por el enorme gasto de las empresas en marketing (aproximadamente el doble de lo que invierten en la investigación y el desarrollo de los medicamentos). En EE UU, desde 1980, las ventas al por menor de medicamentos de venta con receta se han multiplicado por treinta. Recientemente, el coste de los medicamentos de marca ha subido 14 veces más rápidamente que el índice de precios al consumo.

Abramson ofrece un análisis detallado y accesible de la relación coste-beneficio de más de una docena de medicamentos que se utilizan para prevenir o tratar el dolor, el ardor de estómago, la gripe, la artritis reumatoide, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y, más recientemente, el Alzheimer; y argumenta de forma convincente que hay un abismo entre “el valor pretendido o implícito [que las empresas atribuyen a los medicamentos] y su valor real”.

Para monetizar la información que difunden sobre los beneficios que sus productos aportan para la salud, las compañías farmacéuticas, afirma Abramson, han conseguido: hacerse con el control de la agenda de investigación (de los centros médicos académicos y las agencias gubernamentales); poseer los datos de los ensayos clínicos (y retenerlos como secretos que les pertenecen); y publicar los resultados de los ensayos de forma no transparente en las revistas revisadas por pares.

Las revistas médicas, como las empresas farmacéuticas compran muchísimas reimpresiones de artículos para entregar a los médicos, tienen un gran interés en publicar artículos favorables a los medicamentos de marca. En 2005, por ejemplo, las ventas de reimpresiones constituyeron el 41% de los ingresos totales de The Lancet. No es de extrañar que el New England Journal of Medicine (que, al igual que el Journal of the American Medical Association y Annals of Internal Medicine, no divulga esa información) fuera, entre las cinco principales revistas del sector, la que publica un porcentaje más elevado de ensayos patrocinados por el fabricante. Si bien los autores de los artículos están obligados a informar sobre los conflictos de interés, señala Abramson, no hay tales requisitos para las revistas.

Abramson reconoce que no será fácil frenar el “poder casi ilimitado” de las empresas farmacéuticas, que están respaldadas por legiones de cabilderos en Washington D.C. y por sus importantes contribuciones a las campañas políticas. Dicho esto, sus recomendaciones deberían llamar la atención de todos los estadounidenses:

Exigir a todos los autores, revisores y editores de revistas médicas que tengan acceso a los datos brutos de los ensayos clínicos antes de decidir si van a publicar los artículos. E incluir en el proceso de selección a revisores formados en métodos estadísticos.

Facultar a la FDA no sólo para que garantice que las afirmaciones de los anuncios dirigidos al consumidor son coherentes con la información de las etiquetas de los productos aprobados por la agencia, sino para que contengan resúmenes precisos y pertinentes de los beneficios, los riesgos y los costes (no sólo el copago) en comparación con otros medicamentos o terapias no farmacológicas. Crear dentro de la FDA un mecanismo formal de evaluación de la tecnología sanitaria (HTA), similar al Instituto Nacional para la Excelencia Sanitaria (NICE) del Reino Unido, financiado por el gobierno, con pleno acceso a los datos de los ensayos clínicos, para formular guías que tengan en cuenta los beneficios y los costes.

El Congreso debería permitir que Medicare y Medicaid negociara los precios con las empresas, y establecer “una opción pública” para los que compran seguros médicos.

Lo más importante según Abramson, es la urgente necesidad de un cambio cultural en EE UU, para pasar de un modelo para promover y preservar la salud que está impulsado por la maximización de los beneficios económicos y depende de los fármacos nuevos y las manipulaciones, a promover cambios en el estilo de vida, la dieta, el ejercicio físico y la reducción del estrés (que sólo se abordan en el 4% de las investigaciones médicas). Más del 80% de las enfermedades cardíacas y la diabetes, afectadas sin duda por las disparidades socioeconómicas, señala Abramson, pueden prevenirse mediante la adopción de hábitos más saludables.

En muchos sentidos, concluye el Dr. Abramson, los servicios de salud “se han convertido en otra prueba de nuestra democracia”. Reconociendo que el éxito “no está en absoluto asegurado”, opta por creer que los ciudadanos estadounidenses pueden estar a la altura del desafío.

creado el 20 de Junio de 2022