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Innovación

Pequeñas tácticas para contrarrestar la influencia de Big Pharma en la sobremedicación (Small’ tactics to counter Big Pharma’s influence on medication overload)
Shannon Brownlee, Judith Garber
Statnews, 28 de enero de 2020
https://www.statnews.com/2020/01/28/medication-overload-countered-by-individual-tactics/
Traducido por Salud y Fármacos

En Washington, D.C. el dinero habla, y ningún sector de la economía habla más que la industria farmacéutica y biotecnológica. Su flujo de dinero en efectivo ha fomentado una epidemia de sobremedicación.

Durante los últimos cinco años, la industria farmacéutica ha gastado alrededor de US$1.200 millones en cabildeo a los legisladores federales, mucho más que cualquier otra industria. La industria tiene muchísima influencia en la política pública y, en los últimos meses ha dedicado una gran parte de su esfuerzo a obstaculizar los esfuerzos legislativos para reducir los precios de los medicamentos.

Además de mantener los precios altos, la industria ha protegido su libertad para promover sus productos. Entre la década de 1970 y 1990 se emitieron una serie de fallos de la Corte Suprema que abrieron las compuertas a los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor, tanto en los medios impresos y televisivos.

Esos anuncios, junto con la propaganda dirigida a los médicos, en forma de visitas de representantes de medicamentos, muestras gratuitas, almuerzos gratuitos, educación continua y más, han generado una cultura de prescripción en la que tanto los pacientes como los médicos confían en que las píldoras curen todas las enfermedades. Gracias en parte a esta norma cultural, casi la mitad de los estadounidenses mayores de 65 años toman al menos cinco medicamentos al día, y casi el 20% más de 10.

Este no es un problema menor. En el informe Medication Overload: America’s Other Drug Problem “Sobremedicalización: el otro problema de Estados Unidos con las otras drogas” (en inglés la palabra ‘drug’ se usa tanto para medicamentos como para estupefacientes), publicado el año pasado por el Instituto Lown, estimamos que en EE UU uno de cada cinco adultos mayores, es decir, 10 millones de personas, experimentaron un evento adverso a los medicamentos en 2018 (http://www.lowninstitute.org/pills). Más de un cuarto de millón de pacientes fueron hospitalizados por una reacción a la medicación. Durante la próxima década, se puede esperar que los eventos adversos a los medicamentos causen 4,6 millones de hospitalizaciones de adultos mayores, 74 millones de visitas ambulatorias y casi 150.000 muertes prematuras.

Para abordar la epidemia de sobremedicalización, trabajamos con un grupo de expertos en el uso de medicamentos para desarrollar un plan de acción nacional, que lanzamos hoy. En este plan, la poderosa influencia ejercida por el marketing de la industria surgió una y otra vez como el impulsor clave de la sobreprescripción.

La industria farmacéutica gasta US$26.000 millones al año en el marketing dirigido a médicos y pacientes porque es una estrategia que funciona. Es más probable que los médicos receten los medicamentos que reciben como muestras gratuitas; los almuerzos gratis duplican la probabilidad de que los médicos receten un medicamento de marca en lugar de un genérico; las visitas de representantes de ventas aumentan la prescripción del medicamento de la empresa; y cuando los pacientes “preguntan a su médico” sobre un medicamento, algo que muchos anuncios recomiendan hacer, es más probable que los médicos lo receten.

El camino hacia la regulación de ese marketing está plagado de obstáculos. A pesar del apoyo de muchos médicos y de la Asociación Médica Americana, los esfuerzos recientes de los miembros del Congreso para prohibir o limitar los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor se han visto obstaculizados por el cabildeo de la industria. Dos proyectos de ley presentados en 2019, uno para prohibir anuncios durante los tres primeros años tras la aprobación de un nuevo medicamento y otro para eliminar la deducción de impuestos por el gasto en anuncios de medicamentos, no han avanzado. Incluso a nivel local, una propuesta del consejo municipal de Filadelfia de 2019 para regular a los representantes de ventas de las compañías farmacéuticas fue anulada en medio de una fuerte presión de la industria.

El inmenso poder político de la industria farmacéutica impide los cambios, pero eso no significa que el cambio sea imposible. Los legisladores federales y locales deben continuar proponiendo legislación para prohibir la propaganda farmacéutica dirigida al consumidor, o al menos regularla para que la información que se presente sea más equilibrada. Mientras tanto, los médicos, pacientes y formuladores de políticas deben buscar otras vías para reducir la influencia de la industria farmacéutica. Aquí hay cinco estrategias posibles:

  • Negarse a ver visitadores médicos. Los médicos pueden adoptar en sus propias consultas políticas que los mantengan aislados de la industria, negándose a aceptar alimentos, obsequios, muestras gratuitas y las visitas de los visitadores médicos. Estos médicos deben presumir de no tener contacto con las farmacéuticas e invitar a otros médicos y pacientes a entablar conversación sobre por qué tomaron esta decisión.
  • Abogar por instalaciones libres de la influencia de la industria farmacéutica. Las instituciones de atención médica también pueden liberarse de la influencia de la industria farmacéutica y prohibir o limitar el acceso de los visitadores médicos al hospital o a la clínica. Muchos centros médicos académicos han limitado el acceso, lo que ha disminuido las recetas de los medicamentos promovidos por la industria y mejorado la prescripción. Los centros médicos académicos instituyeron estas políticas, en parte, como respuesta a la presión de la Asociación Americana de Estudiantes de Medicina. Los médicos de otros hospitales o clínicas deben unirse de manera similar y exigir entornos de trabajo sin representantes de la industria, por el bien de sus pacientes.
  • Elija clínicos que no estén influenciados por las farmacéuticas. Los pacientes deberían poder elegir a los médicos que no están influenciados por la industria. Aquellos que quieran ejercer esta opción deben tener en cuenta si el médico acepta obsequios de las farmacéuticas y cuánto reciben. Los pacientes estadounidenses pueden encontrar esta información en la base de datos de Open Payments, administrada por los Centros de los Servicios de Medicare y Medicaid, aunque no incluye información sobre si los médicos aceptan muestras gratuitas. La aceptación de muestras debe incorporarse a Open Payments y otras bases de datos similares, como “Dollars For Docs” de ProPublica, para facilitar que los pacientes puedan identificar a los médicos que no mantienen relaciones con la industria.
  • Regular las muestras de medicamentos. Las regulaciones actuales facilitan que los prescriptores acepten muestras de medicamentos porque los requisitos para almacenar y dispensar muestras son laxos. A las clínicas se les permite mantener las muestras de medicamentos en un “armario de muestras”, que a menudo se convierte en un montón desorganizado de frascos de pastillas que permanecen en el armario mucho más allá de sus fechas de vencimiento. Si los médicos para gestionar las muestras tuvieran que cumplir con las prácticas seguras de almacenamiento de medicamentos y supieran que se harían cumplir las normas, podrían reconsiderar si vale la pena aceptar muestras gratuitas para sus prácticas y sus pacientes.
  • Proveer acceso a información independiente sobre los beneficios y riesgos de los medicamentos, que a ser posible incluya las probabilidades que tiene un paciente de verse beneficiado o perjudicado por un medicamento.

El poder político de Big Pharma es formidable, pero los pacientes, los médicos y las instituciones de atención médica tienen muchas formas de tomar el asunto en sus propias manos y reducir la sobremedicación.

creado el 4 de Diciembre de 2020