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Prescripción, Farmacia y Utilización
Generales

Crítica a una difundida clasificación psiquiátrica – “Un manual que es un gran negocio”
Silvia Fendrik (psicoanalista), Página 12 (Argentina), 29 de noviembre de 2006

Declaración de la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP)
Editada de: Brasil: La tendencia a individualizar, oportunidad para el formulista, Correo Farmacéutico (España), 11 de septiembre de 2006; Gema Suárez, Demanda de los gobiernos y otros profesionales sanitarios reconocimiento y apoyo, Correo Farmacéutico (España), 9 de octubre de 2006

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Crítica a una difundida clasificación psiquiátrica – “Un manual que es un gran negocio”
Silvia Fendrik (psicoanalista), Página 12 (Argentina), 29 de noviembre de 2006

DSM-IV son las siglas con las que se designa el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, aprobado por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría, en su cuarta edición. El DSM ha escapado al ámbito específico de la psiquiatría y comienza a ocupar otros territorios: escuelas, gabinetes, hospitales, médicos clínicos, juzgados, en distintos países.

Establecer el límite entre normal y anormal mediante el DSM es cada vez más difícil. Los norteamericanos han declarado como “trastorno” la adicción a la computadora, al chat, a la cirugía estética… No lo pueden parar, y en realidad no lo quieren parar, porque es un gran negocio. Si determinada conducta es diagnosticada como trastorno psiquiátrico, los seguros médicos están obligados a cubrir el tratamiento, por lo cual los laboratorios fabricantes de psicofármacos están muy entusiasmados con la ampliación al infinito de los criterios.

El DSM-IV viene a psiquiatrizar la psicopatología de la vida cotidiana: toda conducta más o menos extraña puede ser definida –y medicada– como un “trastorno”. En realidad, el DSM resulta ser una ampliación ad infinitum de lo que todos los padres “normales” esperarían de sus hijos: que sean buenos, cariñosos, adaptados, que aprendan bien sus lecciones, que coman bien. Pero, hay que acotar, esos normales padres pertenecen más bien a la clase media norteamericana: no se trata de los muy pobres, analfabetos, desquiciados ellos mismos; ni siquiera de los muy ricos, también desquiciados por todo tipo de excesos. La referencia implícita, la norma, el promedio no explícito, es la clase media modelo, cuyos hijos no deben ser diferentes de los padres modelizados por el american way of life, el sistema de valores que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. impuso como el único respetable en Occidente.

Por eso, no cualquier conducta va a parar al DSM: sólo aquellas que tienen capacidad de reproducirse y de reproducir los desvíos temidos, o sea, esperados, aquellos que más trastornos nos traen, o sea, los que más nos trastornan. Por ejemplo: las Torres Gemelas. ¿No es esperable que la gente tenga reacciones completamente inesperadas frente a un acontecimiento completamente inesperado (al menos por la gran mayoría de los norteamericanos)? Pero la política de Bush fue crear una paranoia colectiva, homogeneizando lo inesperado a fin de que todo el mundo espere otro 11 de septiembre. El deseo de aislamiento, el terror, la depresión, la abulia, el sinsentido, el oposicionismo, respuestas que podrían ser esperables, se vuelven inesperadas, desviadas, son “trastornos”. Lo que se espera, con esperanza, es que todo el mundo esté paranoico.

Si un niño pierde a sus padres, ¿qué es lo esperable? ¿cuánto tiempo se tolera su duelo? ¿Seis semanas? ¿Seis meses? Los márgenes de tolerancia a lo esperable, antes de que se vuelva inesperado, también forman parte de la manipulación del DSM. Cuanto más se amplían los criterios diagnósticos, más difícil es hacer el diagnóstico preciso, ese que respete la cantidad de signos que el mismo DSM propone para evitar diagnósticos erróneos. Pero no olvidemos la relación tan íntima entre lo que se tolera y la medicación. La medicación se aplica más allá de que el “trastorno” haya encontrado, entre tantos pares de zapatos, la horma justa que la justificara.

 

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Declaración de la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP)
Editada de: Brasil: La tendencia a individualizar, oportunidad para el formulista, Correo Farmacéutico (España), 11 de septiembre de 2006; Gema Suárez, Demanda de los gobiernos y otros profesionales sanitarios reconocimiento y apoyo, Correo Farmacéutico (España), 9 de octubre de 2006

La International Pharmaceutical Federation (FIP) reivindica un papel más activo de este profesional en el control y prevención de las enfermedades crónicas, para lo cual cree necesario un respaldo mayor de las autoridades y del resto de sanitarios. Así se recoge en una declaración institucional aprobada en el último congreso de esta federación, celebrado en Brasil en agosto de 2006.

El texto afirma que cualquier programa de salud pública debería reconocer que los farmacéuticos “representan la atención sanitaria profesional más accesible de una sociedad y están en una posición adecuada para detectar de forma temprana a enfermos crónicos mediante la detección de estilos de vida poco saludables”. Y es que, en su opinión, “pueden ayudar a los enfermos a reducir los factores de riesgo que están detrás de estas afecciones, asesorando sobre hábitos alimenticios correctos, la necesidad de realizar ejercicio y abandonar el tabaco”. Asimismo el farmacéutico puede, según la FIP, explicar cuáles son los riesgos de las enfermedades crónicas, resaltando la importancia de la prevención. La declaración también indica que, para poder asumir estas competencias, el farmacéutico debe mejorar la calidad de sus actuación en áreas como la detección de las patologías crónicas más frecuentes en su entorno en general y en particular en determinados grupos de población; la participación en cribados de afecciones como hipercolesterolemia, osteoporosis, diabetes o hipertensión; el asesoramiento activo sobre el uso adecuado de medicamentos; el fomento de cambios de hábitos de vida no sólo para prevenir enfermedades crónicas, sino también para mejorar los resultados terapéuticos; la puesta en marcha de programas de seguimiento para identificar y resolver problemas relacionados con los medicamentos; el trabajo en equipos multidisciplinares, y el refuerzo en los pacientes de la idea de que son ellos los principales responsables de su propia salud.

Para que todo esto sea posible, la FIP propone que las organizaciones profesionales pongan sobre la mesa los resultados de experiencias que demuestran la efectividad de la participación del farmacéutico en el seguimiento y que todas las actividades se realicen bajo los criterios de guías para la buena práctica farmacéutica (como la elaborada por la FIP en 1993, revisada en 1997).

La FIP va más allá y reclama la figura del pharmacist of record (el farmacéutico del historial), que es aquél que ha sido elegido por el propio paciente para que identifique y revise todos los medicamentos que toma de forma periódica. “Esto es posible siempre que el historial farmacológico esté disponible por todos los que participan en la atención al paciente”.

La declaración llama la atención de las asociaciones de farmacéuticos nacionales y locales para que se involucren en programas nacionales de salud y colaboren con asociaciones de pacientes.

La FIP también se ha pronunciado sobre el papel del farmacéutico en la farmacovigilancia y defiende que los gobiernos y las agencias de medicamentos de los distintos países deberían reconocer la importante contribución que realiza en la prevención y detección de reacciones adversas a los medicamentos (RAM) y dotarle de los medios necesarios para realizar este trabajo. Entre esos medios, la FIP menciona los programas informáticos “sencillos y compatibles para la notificación de RAM” e incluso algún tipo de compensación. En este último punto la FIP no ha entrado a valorar de qué compensación se trataría. Añade que las instituciones deben promover una mayor concienciación del colectivo de los sanitarios en la notificación de RAM.

Asimismo la FIP tiene interés en impulsar la figura del farmacéutico en la planificación de programas dirigidos a paliar las consecuencias de los desastres naturales o epidemias “porque tiene la preparación académica, la experiencia y la responsabilidad legal para poder hacerlo”. La contribución del farmacéutico en este campo, según la FIP, va desde la redacción de guías de tratamientos y selección de medicamentos necesarios para enviar a las zonas afectadas hasta tareas encaminadas a la prevención y detección de enfermedades.

Farmacéuticos que formulan y elaboran medicamentos magistrales
En el marco del 66 Congreso de la FIP se desarrolló el I Simposio de la International Society of Pharmaceutical Compounding (ISPhC), que representa a las principales organizaciones de farmacéuticos que formulan y elaboran medicamentos magistrales de todo el mundo.

Uno de los principales mensajes que lanzó Loyd V. Allen, Presidente de la ISPhC fue que las nuevas tendencias terapéuticas, con una clara orientación a la individualización (como la farmacogenómica y la nanofarmacia), suponen una gran oportunidad para el farmacéutico formulista.

Durante el evento, según explicó Diego Marro, Vicepresidente Ejecutivo de la ISPhC, Allen explicó que “la posibilidad de una terapéutica individualizada es un concepto cada vez más apreciado por los profesionales sanitarios”, frente a la tendencia a la “talla única” que, a su juicio, “ha venido aplicando la industria farmacéutica desde la década de los 60 por razones estrictamente económicas”. Y animó a los farmacéuticos participantes, procedentes de más de quince países, a creer en la posibilidad que supone para la formulación “ofrecer una respuesta a poblaciones especiales que son inaccesibles para la industria”.

Como botón de muestra, varios participantes procedentes de Nigeria y otros países africanos expresaron en el simposio su esperanza en la formulación “para facilitar el acceso de su población pediátrica a los medicamentos para la malaria y el sida”.

Según Marro, también quedó patente durante el simposio, patrocinado por Fagron-Roigfarma y organizado en colaboración con la Asociación Brasileña de Farmacéuticos Formulistas, Anfarmag, que “en las distintas partes del globo los farmacéuticos formulistas comparten similares dificultades y necesidades”, que son, en esencia tres:
1. “La presión de los laboratorios, que contemplan a la formulación magistral como competencia, cuando en realidad es complementaria”;
2. “La necesidad de que la formulación se forme un hueco propio y exclusivo dentro de las legislaciones sanitarias de cada país, basado en criterios científicos, que además de proteger al paciente no limite el pleno desarrollo de su potencial terapéutico”, y
3. “La necesidad de trasladar la visión moderna que de esta actividad tienen los profesionales que la ejercen a la universidad, a los estudios de Medicina y Farmacia, para que los futuros sanitarios aprendan a utilizar (y por tanto a valorar) la formulación dentro de una concepción más moderna, y centrada en el paciente, de la farmacoterapia”.

 

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modificado el 28 de noviembre de 2013