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México. El muro de los precios de Bristol y Abbott en México
Daniela Guazo
El Universal, 11 de junio de 2017

Era 1992, Silvia Carmona, de 25 años, tenía tres hijos y un matrimonio aparentemente estable, pero ese año recibió una noticia que modificó totalmente su vida: era portadora del virus del sida. Su esposo la había infectado y él tampoco sabía su diagnóstico. En un México con muy pocos antirretrovirales disponibles, la única medicina que tuvo a su alcance fue la Zidovudina para controlar el avance de su enfermedad. Silvia dejó de ser solo una ama de casa y se convirtió en la primera activista que lideró una cruzada para pedir al Estado los medicamentos que salvarían la vida de las personas con VIH en el país. “Quería que el entonces secretario de salud, Ramón de la Fuente, se diera cuenta de las muertes que estaban ocurriendo por la falta de medicamentos”, recuerda.

En la actualidad, treinta personas se infectan con VIH al día en México, explica el doctor Carlos Magis, director de atención integral en el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el sida (Censida). Esto quiere decir que cada año se presentan 11.000 nuevos casos en el país. En el 2016, se estimó que había 210.000 mexicanos con el virus, pero solo el 60% conocía su diagnóstico.

Ahora, el problema no es solo el enorme número de personas infectadas que desconocen su condición de salud, sino que el 80% de la oferta de antirretrovirales en México está en manos de un oligopolio de farmacéuticas que establecen precios que triplican los costos que tienen en otros países de América Latina. “En la Secretaría de Salud, se usan pocos medicamentos genéricos. Estamos comprando más aquellos que son de patente”, dice Juan Sierra Madero, jefe del Departamento de Infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

Esto ocurre con Kaletra, un antirretroviral de Abbott que simplifica el tratamiento del VIH porque reemplaza un cóctel de dos fármacos en una sola pastilla y es eficaz en pacientes resistentes a otras medicinas. Pese a que en el 2009, la farmacéutica estadounidense redujo en 20% el costo de la terapia con Kaletra en México, su precio sigue siendo bastante más alto que en otros países de la región. Según el análisis realizado para The Big Pharma Project, Abbott vende en US$2.161 el tratamiento anual con este fármaco en México, mientras que en el Perú vale US$650 y en Colombia US$214.

Por ello, en el 2016, el 10% del presupuesto del Censida se concentró solo en la compra de Kaletra.

Un problema similar se evidencia con el antirretroviral Atripla, de Merck Sharp & Dohme (MSD), que también combina tres fármacos en una sola pastilla y cuesta la cuarta parte de lo que se paga por las formulaciones por separado. En el 2006, MSD anunció que pondría en marcha un acuerdo con Gilead Sciences para distribuirlo en México a un costo de US$1.032 anuales por paciente, pero el precio no se redujo, sino que se elevó hasta ser uno de los más altos en América Latina.

El costo del tratamiento con Atripla en México ronda ahora US$10.000 por paciente al año.

El 80% de los antirretrovirales en México está en manos de un oligopolio de farmacéuticas que encarecen las terapias.

El laboratorio Stendhal y Farmacéuticos Maypo es el distribuidor autorizado de Atripla en México. Recién el próximo año se vencerá la patente del fármaco y los laboratorios mexicanos podrán entrar a competir por la producción del genérico. En el 2016, la Secretaría de Salud compró 400.914 frascos de Atripla, lo que representó el 40% de todo su presupuesto destinado a la compra de medicamentos antirretrovirales. En total, se gastaron US$50.729.000 solo en un ciclo de compras de este producto.

“Tenemos que exigir que se rompa el monopolio de los medicamentos y permitir que se produzcan genéricos como ya existe en Argentina y en Brasil con Atripla”, dice Nicole Finkelstein, directora de AIDS Healthcare Foundation (AHF) en México, una organización sin fines de lucro que aboga por el acceso de los pacientes con VIH a las terapias con antirretrovirales.

Para el período 2017 – 2018, la Secretaría de Salud tiene un presupuesto de US$143.532.000 destinado a la cobertura de tratamientos de 85. 630 mexicanos infectados con el VIH. Esto incluye solo al 70% de las personas diagnosticadas en el país. Es decir, habrá 40.370 pacientes que tendrán dos opciones para buscar sus medicamentos: ir a organismos como el IMSS o el Issste, instituciones de salud pública que se caracterizan por los continuos episodios de desabastecimiento de fármacos, o comprar sus medicamentos a precios increíblemente altos.

El desabastecimiento
Cuando Silvia Carmona se inició como activista por los derechos de las personas con VIH vio a muchos de sus compañeros morir en la lucha por conseguir acceso a antirretrovirales en México. “El Indinavir y la Zidovudina fueron los primeros que tomé. En ese momento no te los daban en el sector salud. Afuera de los hospitales había letreritos en los que particulares anunciaban su venta (…)”, relata. Para poder obtener las medicinas, esta mujer tuvo que vender sus automóviles y terrenos.

En 1997, el Gobierno mexicano firmó un acuerdo para que los antirretrovirales fueran cubiertos por el seguro social. Pero diez años después, el principal problema es el desabastecimiento de fármacos esenciales para la cobertura adecuada de las terapias de los pacientes con VIH.

En la mesa del comedor principal de su casa, Silvia Carmona muestra tres recetas del IMSS que tienen entre un mes y quince días que se expidieron. Hasta el momento, ningún medicamento ha llegado a sus manos. Ella necesita tomar Kaletra, pero no está disponible en este servicio de salud. “[Sin la ayuda del Estado] nos vamos a morir como pajaritos”, dice.

En el 2008, la Secretaría de Salud en México acusó a la industria farmacéutica de vender los antirretrovirales cuatro veces más caros que en otros países de América Latina. La excusa que presentaron empresas como GlaxoSmithKline (GSK) y Abbott fue que México pertenecía a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y no había una razón para ofrecer un precio preferencial.

En ese período, Mauricio Hernández era subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud y advirtió que “si los medicamentos seguían con costos tan elevados, para el 2012 el Fondo de Gastos Catastróficos sería insuficiente para cubrirlos”. Los problemas ya se evidencian en las dificultades para las compras y el tipo de terapias con medicinas más costosas que requieren los pacientes resistentes a los antirretrovirales básicos.

En el 2016, del listado público de 34 medicinas disponibles para el programa de Acceso Gratuito a Tratamiento para personas con VIH sin seguridad social en México – que se adquieren a través del Fondo de Gastos Catastróficos del Seguro Popular- solo siete medicamentos eran genéricos. El resto correspondió a medicinas con patente.

GSK surte seis de estos productos. El más barato que vende es Ziagenavir, cuyo nombre genérico es Abacavir. Un envase de 240 ml tiene un costo de US$30. Tan solo en el 2016, la Secretaría de Salud le compró 2.293 frascos por un costo total de casi US$70.000.

El principal problema es el desabastecimiento de fármacos para la cobertura adecuada de las terapias de los pacientes con VIH.

Maraviroc, uno de los principales inhibidores para controlar el VIH, también le pertenece a este laboratorio. El Estado adquirió 870 paquetes que costaron 303 mil dólares en el 2016. Es decir, por cada caja con 60 tabletas pagó 350 dólares. El tratamiento anual de un paciente con este fármaco tiene un costo de un poco más de 4 mil dólares, según la información obtenida para la investigación The Big Pharma Project.

Los mexicanos que son portadores del virus del sida y que por algún motivo no logran adquirir este medicamento en el sector salud tienen que invertir el doble de lo que paga el Estado: casi 10 mil dólares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía.

Abbvie Farmacéuticos es otro laboratorio que tiene la venta exclusiva de cuatro medicamentos que están en el petitorio de medicinas antirretrovirales esenciales del sector salud. Tres diferentes presentaciones de Kaletra y una que solo contiene Ritonavir son parte de este grupo. Por 241 mil 807 frascos de estos medicamentos, la Secretaría de Salud pagó 15 millones 831 mil dólares en el período 2015-2016.

El dinero o la vida
Silvia Carmona vive con otros tres jóvenes con el virus del sida. Uno de ellos, Fernando, nació con el virus debido a que su madre lo infectó durante el período de gestación. Su compañera, que se hace llamar Pato, abandonó su casa y buscó refugio en el hogar de Silvia luego de que su familia la discriminó al enterarse de su diagnóstico. Mientras que el tercer miembro del grupo al que conocimos con el nombre de José, se enteró de que estaba infectado hace solo seis meses.

“Es imposible que cada uno de ellos compren sus medicamentos. Comemos o tenemos medicinas. No se pueden las dos cosas. Tan solo yo gastaría Pm15.000 pesos al mes (US$800) en mis antirretrovirales. Fernando ya pasó por varios medicamentos y los que toma ahora son cartuchos de alternativa última porque su virus es más agresivo. Los gastos de sus medicamentos serían de Pm35.000 pesos al mes (US$1.842)”, explica Silvia.

Los precios de las medicinas en México son un muro que impide el acceso a la salud y decide la vida de miles de infectados con el virus del sida.

creado el 9 de Marzo de 2022