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Acceso e Innovación

El desabastecimiento de penicilina pone en jaque a la salud mundial
Keila Guimaraes
El Mundo, 7, 8 y 9 de mayo de 2017
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2017/05/07/590cb705268e3e99118b45f5.html
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2017/05/08/590f06f346163f10278b460e.html
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2017/05/09/5910a197e5fdea3a5b8b45b0.html

Este proyecto ha sido financiado por el Centro Europeo de Periodismo (European Journalism Centre – EJC) a través de su Programa de Becas a la Innovación en el Periodismo sobre el Desarrollo.

  • Al menos 18 países han sufrido la falta de penicilina durante los últimos tres años.
  • 33 millones de personas necesitan inyecciones mensuales del medicamento

Stella Ngubenkomo tenía sólo 11 años cuando descubrió que sufría un problema de corazón que requería inyecciones mensuales de penicilina para evitar un fallo cardiaco o una muerte prematura. “El médico me dijo que no viviría mucho tiempo”, recuerda.

Durante los últimos 16 años, esta vecina de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, ha visitado una clínica local una vez al mes para recibir una inyección del antibiótico, el único medicamento que puede mantenerla viva. Sin embargo, la escasez de penicilina en Sudáfrica durante los últimos dos años ha afectado el tratamiento de pacientes como ella en todo el país.

“A comienzos de 2015 comenzó a faltar penicilina G benzatina. Entonces empezamos a usar ampicilina, pero también se nos acabó”, explica Mark Sonderup, vicepresidente de la Asociación Médica de Sudáfrica (SAMA). “Este problema ha supuesto un reto pues durante un tiempo no había una sola dosis de penicilina en todo el país”.

La penicilina G benzatina es imprescindible para controlar la enfermedad reumática del corazón, que afecta a 33 millones de personas en todo el mundo y causa la muerte de miles de ellas cada año.

Esta afección se puede desarrollar a partir de una simple infección de garganta por estreptococo. Si no se trata, puede acabar invadiendo otras partes del cuerpo incluyendo el corazón, dañando sus válvulas y transformando la vida del enfermo para siempre.

La escasez de penicilina complica aún más el tratamiento de esta enfermedad prevenible: “Está claro que el desabastecimiento es un problema. Significa que el acceso al tratamiento es limitado, que es la razón por la que todavía existe la enfermedad reumática del corazón”, explica Bongani Mayosi, presidente de la Sociedad Pan-Africana de Cardiología (PASCAR).

Carestía global
Según la OMS, al menos 18 países, incluyendo EE UU, Canadá, Portugal, Francia y Brasil, han sufrido la falta de penicilina durante los últimos tres años.

En EE UU, que está viviendo un repunte de la sífilis, las insuficientes existencias de penicilina G benzatina han complicado su tratamiento. Pfizer Inc., el único proveedor del fármaco bajo la marca Bicillin L-A, ha sido incapaz de satisfacer la demanda debido a “retrasos en la producción” en la planta que la empresa tiene en EE UU, donde formulan el fármaco con el ingrediente activo que compran a un fabricante internacional.

En Brasil, la escasez de penicilina G benzatina registrada entre 2014 y 2016 coincidió con un nuevo brote de sífilis, dolencia que se asocia a graves malformaciones en bebés. Este antibiótico es el único medicamento que puede matar la bacteria de la sífilis en el feto.

De no ser tratada durante el embarazo, esta enfermedad puede causar ceguera, sordera y graves malformaciones óseas en el feto. También se vincula con un alto índice de nacimientos de bebés muertos y mortalidad infantil.

En un intento por paliar la escasez,en abril de 2016 Brasil importó 2,7 millones de viales de penicilinacomo fondo de emergencia. También permitió al fabricante chino North China Pharmaceutical Group Semisyntech Co Ltd introducir los ingredientes de la penicilina en el país sin tener que cumplimentar un importante registro de medicamentos. Aun así, el suministro sigue sin ser estable.

Débora S. M., de 21 años de edad, residente en Recife, y que pide que no escribamos su nombre completo, fue madre de un bebé con neurosífilis a mediados de febrero. La joven y su hijo hubieran podido ser tratados con una simple inyección de penicilina, pero Débora no fue examinada ni una sola vez durante todo su embarazo. Acudió a su clínica local en múltiples ocasiones, pero no fue bien tratada porque no había facultativos o porque faltaban medicamentos.

Débora se enteró de que tanto ella como su bebé tenían sífilis en el momento del parto. “Me entristeció mucho porque mi bebé nació enfermo”, explica.

Su hijo recibió el alta tras 10 días de tratamiento con penicilina en el hospital, pero ambos tendrán que acudir al centro con regularidad para su seguimiento durante los próximos 18 meses. Habrá que esperar a que el bebé tenga un año y medio para determinar si está curado de la enfermedad y si arrastrará malformaciones de por vida.

Pocos proveedores
Este insuficiente suministro de penicilina se debe a diferentes razones, entre ellas la dependencia de un número limitado de productores a nivel global. Sólo cuatro compañías en todo el mundo producen el principio activo del antibiótico, y mantienen la producción a niveles bajos pues se trata de un medicamento que genera pocos beneficios.

Los países que más penicilina necesitan tampoco logran establecer claramente cuál es su demanda. Este fármaco se ha utilizado en el tratamiento de enfermedades mortales pero olvidadas, tales como la sífilis y la enfermedad reumática del corazón, que afecta a países pobres con recursos limitados para identificar el lastre que representan en sus territorios.

“Hay un fallo en el mercado de la penicilina: existe la demanda, pero viene de los pobres”, explica Ganesan Karthikeyan, cardiólogo del All India Institut of Medical Sciences de Nueva Delhi, India, donde hace ya 15 años que padecen la precariedad en los suministros del fármaco.

Otro de los factores que contribuyen a esta situación es la fragmentación del proceso de producción. Generalmente, las compañías farmacéuticas obtienen las materias primas y el principal ingrediente del fármaco -llamado API- de otros productores, para componer después el fármaco final y venderlo en todo el mundo. Un problema en una de las compañías de esta cadena afecta al suministro del medicamento en todo el mundo.

“Si uno de los productores del principio activo abandona el mercado, esto afecta a los fabricantes del producto acabado, lo que podría causar retrasos en la producción y afectar a los países a los que suministran”, explica Maggie Savage, del Equipo de Nuevas Oportunidades de Mercado del Clinton Health Access Initiative (CHAI), que el año pasado analizó las existencias de penicilina G benzatina en todo el mundo.

La experta apunta que, durante los últimos 10 años, al menos cinco compañías han dejado el mercado en busca de productos más rentables, lo que ha reducido el número de empresas productoras del medicamento.

“En la penicilina no hay dinero, así que las empresas no la quieren fabricar”, explica el doctor Amit Sengupta de Nueva Delhi, coordinador global del Movimiento para la Salud de los Pueblos (People’s Health Movement).

“Cuando la penicilina era el fármaco más potente del mundo existían fábricas por todas partes, pero hoy en día se utiliza sólo en un pequeño nicho de mercado”.

De este “nicho de mercado” dependen millones de personas en todo el mundo. Alrededor de 33 millones de enfermos de reuma del corazón necesitan inyecciones mensuales de penicilina. La Organización Mundial de la Salud calcula que de haber tenido acceso a una dosis del medicamento, los 53.000 bebés de 30 países que murieron por sífilis contraída en el útero materno en 2012 se hubieran salvado.

China controla el mercado mundial de penicilina
Los países afectados por la escasez en los suministros de penicilina en todo el mundo están recurriendo a China para abastecerse, donde están radicadas la mayoría de compañías que todavía producen el fármaco.

Hoy en día el suministro global de penicilina G benzatina está en manos de sólo cuatro empresas, tres de las cuales están ubicadas en China. Durante los últimos tres años han sido decenas los países de todo el mundo, incluyendo Europa, que han informado de que no tenían suficientes existencias.

Para asegurarse el acceso a este medicamento de primera necesidad, principal terapia contra la sífilis y la enfermedad reumática del corazón, Portugal, Brasil, Sudáfrica e India entre otros se abastecerán de la penicilina G benzatina fabricada por estas compañías chinas. Otros países como Inglaterra o Escocia la compran a farmacéuticas europeas, sin embargo éstas utilizan materias primas procedentes así mismo del país asiático.

Las normas de calidad en China
Hace dos años, mientras Portugal lidiaba con meses de carestía del fármaco, la farmacéutica lusa Laboratórios Atral S.A. también recurrió a Asia después de que su proveedor europeo cambiara la presentación del principio activo, que Atral afirmaba era incompatible con su proceso de formulación.

Atral reconoce que ninguna de las compañías chinas que consideraron disponía de los documentos exigidos por la Unión Europea, como un certificado de sostenibilidad, o el Archivo Maestro de Sustancias Activas (ASMF) en el que el productor detalla el proceso de producción.

Pero sin tener ningún otro lugar al que recurrir, el laboratorio europeo ayudó al fabricante a compilar un paquete de información en línea con la legislación de la Unión Europea. Atral afirma que ha auditado al productor chino para asegurarse de que cumple con las normas de calidad establecidas, pero no desvela el nombre de la compañía, arguyendo que se trata de “información empresarial confidencial”.

Es cierto que Atral no tenía muchas opciones. Las cuatro compañías que procesan el principio activo de la penicilina G benzatina hoy en día son la austriaca Sandoz GmbH, cuya presentación de materiales no se adecuaba al proceso de fabricación de Atral, y las chinas North China Pharmaceutical Group Semisyntech Co. Ltd, CSPC Pharmaceutical Group Ltd. y Jiangxi Dongfeng Pharmaceutical Co.

Un productor chino vetado por malas prácticas
Por si esto fuera poco, hace unos años uno de los principales proveedores globales, North China Pharmaceutical Group Semisyntech Co. Ltd fue vetado en la Unión Europea por malas prácticas, reduciendo aún más el número de productores cualificados para vender el fármaco.

“No es fácil. Hay pocos productores y, de aquellos que están en el mercado, uno está vetado y los otros no disponen de toda la documentación necesaria”, explica Eduardo Oliveira, director de asuntos regulativos de Atral.

En noviembre de 2014, inspectores de la agencia de medicamentos francesa que se encontraban de visita en North China encontraron documentos falsificados, información poco rigurosa en el laboratorio de control de calidad y riesgo de contaminación de las sustancias fabricadas en la planta, situada en la ciudad de Shijiazhuang, provincia de Hebei. Las autoridades francesas recomendaron que se le prohibiera suministrar diferentes tipos de penicilina a miembros de la Unión Europea.

También como consecuencia de la inspección, tanto España como Alemania retiraron los certificados de buenas prácticas emitidos para la compañía en el pasado. El productor perdió así mismo los certificados de sostenibilidad, que son un indicador de calidad, para varias sustancias más. Hong Kong, Etiopía y Liberia retiraron viales de penicilina fabricados con ingredientes de North China y distribuidos por la farmacéutica Laboratoires Panpharma S.A.

Sin embargo, en mercados menos regulados como Brasil o Sudáfrica, la escasez de penicilina fue tan severa que ambos permitieron a North China suministrar la medicina en su territorio, a pesar de los serios problemas de calidad registrados en sus instalaciones.

‘Producir penicilina es complicado’
“Producir penicilina es complicado”, explica Andy Gray, consultor farmacéutico y profesor senior de farmacología en la Universidad de KwaZulu-Natal, Sudáfrica. “Se trata de un producto sin alternativas, y dependes de unos pocos y enormes proveedores globales”.

Aun así, el limitado número de proveedores no es el único problema. Estas compañías producen sólo al 20% de su capacidad porque la penicilina G benzatina, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “ya no tiene patente, da pocos beneficios, y los datos sobre la demanda son muy limitados”. Su bajo precio también provoca que no haya productores interesados en entrar en el mercado, lo cual perpetúa el problema.

Para los enfermos, la carencia de medicinas esenciales como la penicilina G benzatina significa que a veces tienen que ser tratados con medicamentos menos eficientes y más caros. Según un sondeo llevado a cabo en 2015 entre farmacéuticos de hospitales europeos, la mitad de los profesionales declaraba que durante los periodos de escasez a los pacientes se les daban fármacos de peor calidad. Más de un tercio afirmó que el desabastecimiento llevaba a errores en la medicación.

Y los desabastecimientos no son raros. “Hospitales de toda Europa tienen dificultades para encontrar una medicina que no está disponible de forma inmediata en sus países”, apunta Steve Glass, director comercial de Clinigen para Norteamérica y Europa, una compañía que suministra medicamentos a hospitales.

Los riesgos asociados a la escasez del fármaco
Un grupo tan pequeño de fabricantes también acarrea un dilema para los reguladores, cuyo poder para restringir el suministro de algunos de ellos se ve limitado, incluso habiéndose descubierto deficiencias críticas en sus plantas, por miedo a provocar una carestía de medicinas que salvan vidas.

Según la Agencia Europea del Medicamento, en el pasado los reguladores han tenido que dejar fármacos de baja calidad en el mercado para evitar que se acabaran las existencias de medicinas imprescindibles. “Se han tenido que tomar decisiones muy difíciles a nivel de riesgo-beneficio, al tener que elegir entre aceptar procesos o productos de baja calidad, y quedarnos sin producto”, explicaba la agencia en un informe de 2012 sobre la escasez de medicamentos causada por procesos de producción que incumplían la normativa.

El mismo organismo añadía que en ocasiones “se había limitado la capacidad de los reguladores para emprender acciones contra una planta de producción”, incluso si no cumplía con las normas de calidad, para evitar el desabastecimiento.

Los problemas con la calidad del producto han aumentado en las últimas décadas, pues las farmacéuticas trabajan cada vez más con proveedores externos algunos de los cuales están ubicados en países lejanos. Los expertos alertan de que dichas prácticas pueden aumentar elriesgo de obtener medicinas de mala calidad y que una cadena de suministro conforme a la regulación es primordial.

“Cumplir con las normativas de seguridad existentes es clave para garantizar que las farmacéuticas son eficaces en su trabajo y no perjudican la salud de los pacientes”, explica Natasha Hurley, directora de campañas de Changing Markets Foundation (Fundación Cambiando Mercados), que ha investigado la cadena de suministro de las compañías farmacéuticas durante los últimos años.

La falta de transparenciaes otro problema. Estas empresas rara vez desvelan quién fabrica los medicamentos que venden, argumentando que se trata de información confidencial. Y no dar visibilidad a las auténticas productoras de las sustancias puede complicar los controles de calidad.

En el caso de la penicilina, cuya producción global está externalizada en su práctica totalidad, el problema es aún más acuciante. “El mercado en sí está muy fragmentado. Nos ha costado mucho averiguar quién es el verdadero fabricante del fármaco”, explica la doctora Rosemary Wyber, editora adjunta de RhEACH, organización que coordinó el informe de la disponibilidad global de penicilina G benzatina el año pasado.

“Cuanto más sabemos del lado clínico y más intentamos entender el de la producción, más nos damos cuenta de lo poco transparente que es este mercado”.

La falta de penicilina aumenta la resistencia de las bacterias antiguas
Los especialistas se muestran cada vez más preocupados por la resistencia a los antibióticospropiciada por los fármacos de menor efectividad utilizados para sustituir a la penicilina en épocas de carestía.

Considerada en el pasado como el “medicamento milagroso”, la penicilina escasea hoy en día en países de todo el mundo debido a que son pocas las compañías que siguen produciéndola. Una sola inyección de penicilina G benzatina, una de las fórmulas de la penicilina más antiguas que existen, es suficiente paracurar la sífilis en sus primeros estadios, una enfermedad mortal que azota a la humanidad desde hace más de 500 años y que ha registrado un nuevo aumento.

Sin embargo, la falta de existencias de este fármaco a nivel globalobliga a los especialistas a utilizar sustitutos como la azitromicina, que es cada vez más inocua contra determinadas cepas de la bacteria de la sífilis, conocida como Treponema Pallidum Pallidum.

Durante las últimas décadas se han documentado en todo el mundo, desde EE UU a China, mutaciones genéticas que hacen a la bacteria de la sífilis resistente a una familia de antibióticos conocidos como macrólidos, a la que pertenecen la eritromicina y la azitromicina.

Uso extendido
El uso extendido de estos medicamentos para tratar la infección en el pasado es una de las causas del surgimiento de sífilis resistente. La penicilina es la primera terapia contra la sífilis, pero los macrólidos se usan cuando la anterior provoca alergia o no está disponible.

Si bien la resistencia a los antibióticos es un proceso natural, la carencia de medicinas de primer nivel puede aumentar el riesgo de la aparición de superbacterias. Cuando los medicamentos de primera elección no están disponibles, los especialistas recurren a otros que pueden ser menos efectivos y que con frecuencia conllevan un mayor riesgo de selección de bacterias resistentes.

El gráfico muestra el resurgimiento de la sífilis en EE UU y Europa

“Si no tienen penicilina, los doctores se ven obligados a recetar medicamentos de segunda, como los macrólidos”, explica Lola Stamm, una microbióloga de la Universidad de Carolina del Norte y autora de un reciente artículo sobre la bacteria resistente de la sífilis. “La azitromicina funciona contra la sífilis siempre que la bacteria no tenga una mutación que la haga resistente. Pero el problema es que la sífilis resistente a la azitromicina ya ha brotado y se ha extendido”.

Mientras que la penicilina G benzatina es un antibiótico de espectro reducido que mata bacterias específicas -como las que causan la sífilis- la azitromicina es de amplio espectro. Esto significa que el fármaco ataca múltiples especies de bacterias en el cuerpo humano, incluyendo las que no son nocivas, como las que habitan en nuestro intestino.

“Esto acarrea mayor presión selectiva para las bacterias inofensivas, que desarrollan varios mecanismos de resistencia hacia los antibióticos de amplio espectro”, explica Vikas Manchanda, profesor adjunto en el Maulana Azad Medical College de Nueva Delhi, India.

“Más tarde la flora normal transfiere esa resistencia a las bacterias nocivas y a otros gérmenes en el cuerpo del paciente y en el ambiente en el que viven”, explica Manchanda.

La escasez de penicilina G benzatina también obliga a los especialistas a usar antibióticos de la familia de los macrólidos para controlar el estreptococo grupo A, el germen vinculado con la enfermedad reumática del corazón, una dolencia que afecta a más de 33 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, países de todo el mundo como Argentina, Francia, Canadá, EE UU y China ya han informado sobre la resistencia a los macrólidos.

“Cuando la penicilina inyectable no está disponible, a veces se utilizan los antibióticos en pastilla, como los macrólidos. Los pacientes entienden que estas pastillas equivalen a las inyecciones de antibióticos. Pero, desafortunadamente, no es así. Los antibióticos en pastilla son menos efectivos y pueden dar lugar a efectos no deseados de resistencia antimicrobiana”, explica la doctora Rosemary Wyber, directora adjunta de RhEACH, un grupo que coordina las acciones globales para erradicar la enfermedad reumática del corazón.

Las superbacterias
Las superbacterias representan una amenaza de primer orden a la salud pública en todo el mundo. Un reciente informe encargado por el gobierno del Reino Unido calculaba que la resistencia a los medicamentos causa 700.000 muertes al año, 50.000 de las cuales se dan en Europa y EE UU.

El informe alerta de que, si no se aborda el problema ahora, en 2050 los organismos resistentes causarán la muerte de diez millones de personas al año, lo que representará una pérdida de 100 trillones de dólares a la economía global. Este aciago escenario ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar la resistencia antibiótica como una de las amenazas más importantes para la salud pública del siglo XXI.

Existen, desde la introducción de los primeros antibióticos, documentos sobre la evolución de las bacterias para adaptarse a los medicamentos que deberían matarlas. Pero en aquella época los patógenos resistentes aún no representaban una amenaza de primer orden, pues varios fármacos lanzados entre los años cincuenta y ochenta habían puesto al hombre por delante de las bacterias.

Sin embargo, en los últimos tiempos la resistencia se ha convertido en un problema creciente. El desarrollo de nuevos antibióticos se ha frenado de golpe, y los fármacos antiguos y efectivos cada vez son más escasos, todo lo cuallimita las opciones de tratamiento.

El pasado año, de las 2.240 nuevas drogas desarrolladas, sólo un 8% eran de la familia de los anti infecciosos a la que pertenecen los antibióticos, según un informe del Instituto QuintilesIMS.

Menor margen de beneficio
La razón de que se desarrollen menos antibióticos es su menor margen de beneficio frente a otras sustancias como las destinadas a tratar enfermedades raras y crónicas. Un estudio realizado en 2011 por London School of Economics calcula que el valor actual neto -la relación entre los costes estimados y la facturación- de los antibióticos inyectables se situaba en los 100 millones de dólares, mientras que el de los medicamentos destinados a tratar dolencias musculoesqueletales como la artritis se preveía que alcanzara los 1.000 millones.

Pero no sólo se fabrican menos antibióticos, sino que además cada vez hay menos fármacos antiguos, pues su precio es bajo y generan pocos beneficios. Sin embargo, los expertos advierten de que es crucial garantizar el acceso a este tipo de sustancias para poder frenar el avance de la resistencia.

“Necesitamos antibióticos nuevos, pero también conservar los que ya existen porque son los que nos pueden salvar en estos momentos”, afirma la profesora Céline Pulcini, que ha coordinado un estudio sobre la escasez de antibióticos antiguos y la resistencia en 39 países de Norteamérica y Europa.

Pulcini y su equipo detectaron que en la mayor parte de los países estudiados no se encontraban disponibles varios fármacos antiguos y efectivos contra bacterias resistentes, principalmente debido a razones de índole económica. La penicilina G benzatina, que cuesta dos dólares el vial, sólo se encontró en 20 de las 39 naciones.

“Si no tienes penicilina para tratar la sífilis, entonces usas ceftriaxona o macrólidos, que son fármacos de segunda, y así surge el problema de la resistencia. Esto no es bueno para el paciente en términos de eficacia y tampoco lo es para el mundo porque selecciona más resistencia”, afirma Pulcini.

Investigar nuevos fármacos
La profesora explica que se debería investigar en nuevos fármacos al mismo tiempo que se garantiza el acceso a medicamentos más antiguos. “Hoy en día hay un gran interés en los nuevos fármacos, pero casi no se habla de los ya existentes. Esto se debe básicamente a que este mercado no mueve tanto dinero. El precio es tan bajo que a nadie le interesa”.

“Solucionar este problema debería ser prioritario para los gobiernos”, añade. “Necesitamos nuevos modelos de negocio e incentivos para que los viejos antibióticos se mantengan en el mercado, o de lo contrario simplemente los perderemos”.

creado el 9 de Marzo de 2022