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Seguridad para los consumidores del mercado de los suplementos dietarios

Salud y Fármacos
Boletín Fármacos: Farmacovigilancia 2025; 28 (4)

Tags: suplementos dietarios, beneficios no comprobados de suplementos, información incompleta de productos dietarios, publicidad engañosa sobre composición de suplementos dietarios, farmacias certificadas

Según los CDC, los suplementos dietarios se han convertido en parte de la rutina alimentaria de millones de estadounidenses. Vitaminas, minerales, extractos herbales y proteínas se promocionan como aliados del bienestar, la energía y la longevidad. Sin embargo, pocos consumidores son conscientes de que, a diferencia de los medicamentos recetados, estos productos no pasan por un proceso de revisión previa por parte de la FDA antes de llegar a los estantes de los establecimientos comerciales y vitrinas digitales.

Esto significa que la seguridad, calidad y eficacia de la mayoría de los suplementos dietarios dependen exclusivamente de la responsabilidad de los fabricantes. La ley que estableció este marco, la Dietary Supplement Health and Education Act (DSHEA) de 1994, transfirió al productor la obligación de garantizar que su producto sea seguro y esté correctamente etiquetado. En la práctica, esto permite que un nuevo suplemento pueda lanzarse al mercado sin que la FDA lo conozca ni lo apruebe previamente.

El mercado de los suplementos dietarios ha crecido de manera vertiginosa y hoy supera los cien mil productos disponibles en EE UU. Pese a su apariencia inofensiva, muchos de ellos se promocionan con beneficios no comprobados y presentan información incompleta o publicidad engañosa sobre su composición.

Diversas investigaciones han revelado que una fracción importante de estos productos contiene ingredientes no declarados o incluso sustancias prohibidas. Entre 2007 y 2016, la FDA identificó más de setecientos suplementos adulterados, principalmente en las categorías de pérdida de peso, mejora del desempeño sexual y aumento de la masa muscular. Sin embargo, la agencia sólo puede intervenir cuando se demuestra que un producto es peligroso o ilegal, lo que deja a los consumidores expuestos a riesgos que no siempre perciben.

La diferencia entre los medicamentos y los suplementos explica buena parte de esta vulnerabilidad. Mientras los fármacos de prescripción deben demostrar su seguridad y eficacia mediante ensayos clínicos antes de recibir la autorización de comercialización, los suplementos se comercializan bajo el supuesto de ser inocuos, sin revisión previa. Algunas organizaciones independientes, como la National Sanitation Foundation o ConsumerLab, verifican la pureza y el contenido de ciertos productos, pero sus certificaciones no garantizan su efectividad y seguridad.

Esta falta de control alimenta falsas percepciones. El hecho de que un producto sea “natural” no implica que sea seguro. Muchos suplementos pueden causar efectos adversos o interactuar con medicamentos, por ejemplo, reduciendo la eficacia de anticonceptivos y antidepresivos o aumentando la probabilidad de hemorragias.

Además, algunos productos rotulados como naturales contienen principios activos de fármacos o estimulantes no declarados, que exponen al consumidor a riesgos que pueden ser graves según las comorbilidades individuales; por ejemplo, el consumo de ¨potenciadores de la función sexual¨ que suelen contener principios activos para tratar la disfunción eréctil en dosis desconocidas, puede ser muy peligroso.

En la práctica, una dieta equilibrada suele ser suficiente para cubrir las necesidades nutricionales. Solo ciertos grupos, como personas con riesgo de osteoporosis, quienes siguen dietas veganas o mujeres en edad fértil que planean quedar embarazadas, pueden requerir suplementos específicos de vitamina D, calcio, hierro, vitamina B12 o ácido fólico, pero bajo orientación médica y supervisión de un farmacéutico.

Elegir con criterio implica revisar cuidadosamente las etiquetas, desconfiar de promesas milagrosas o afirmaciones exageradas, preferir marcas certificadas y comprar en sitios confiables, verificables o en farmacias reconocidas.

En un mercado tan vasto y poco regulado, la mejor protección sigue siendo el acompañamiento profesional, informarse bien leyendo cuidadosamente la etiqueta del producto, evitar mezclas que no indican la cantidad de cada ingrediente.

En conclusión, los suplementos pueden complementar la dieta en casos específicos, pero no sustituyen una alimentación saludable ni reemplazan tratamientos médicos. Su creciente popularidad ha superado la capacidad de los sistemas regulatorios para garantizar su seguridad. Por ello, la decisión de consumirlos debe tomarse informadamente y con acompañamiento profesional.

En general, la base de una vida saludable es la alimentación equilibrada, la actividad física regular y el manejo adecuado del estrés.

Fuente Original:

  1. Gragnolati A. The Truth About Supplements: Safety, Oversight, and the FDA’s Role. MedShadow, 11 de septiembre de 2025. https://medshadow.org/supplements-fda-oversight/
creado el 22 de Noviembre de 2025