Según un artículo publicado por el Wall Street Journal [1], las empresas farmacéuticas globales siguen apostando por China, en un momento en que muchas otras empresas se alejan, y a pesar de que podrían verse atrapadas por las crecientes tensiones entre China y EE UU, y el interés de Washington y de las capitales europeas en reducir su dependencia de China.
Pfizer y AstraZeneca han dicho que quieren ayudar a China a resolver los desafíos que plantea el envejecimiento de su población y han firmado acuerdos de licencia multimillonarios con empresas locales.
El interés de las empresas farmacéuticas se debe al rápido aumento de la proporción de la población adulta mayor que vive con enfermedades crónicas, y a la presencia de una clase media más rica que se preocupa más por la salud. Además, Beijing ha prometido mejorar la calidad de los servicios de salud y ampliar el seguro básico que cubre a más del 95% de la población.
China es el segundo mercado farmacéutico más grande del mundo después de EE UU, su gasto en medicamentos alcanzó los US$166.000 millones en 2022 y se espera que crezca casi US$30.000 millones en los próximos cinco años.
Beijing también ha estado cortejando a los fabricantes de medicamentos extranjeros, con la esperanza de que fortalezcan su economía. Este mes, el ministro de Comercio, Wang Wentao, dijo a representantes de empresas farmacéuticas estadounidenses, europeos y japoneses, incluyendo a Pfizer, Merck y GE Healthcare, que las empresas extranjeras podrían beneficiarse del “inquebrantable impulso de China hacia una apertura de gran calidad”. A la vez, China está fortaleciendo sus leyes antiespionaje y haciendo redadas cuando sospecha que se violan las normas.
El tiempo que tardan los reguladores chinos en aprobar nuevos medicamentos se redujo aproximadamente a la mitad en los seis años hasta 2022, según un informe de Sectoral Asset Management. Al mismo tiempo, los estándares regulatorios mejoraron y el gobierno ha estado fomentando la innovación.
Merck & Co, Johnson & Johnson y otros gigantes farmacéuticos occidentales, atraídos por los fármacos experimentales chinos, han llegado a acuerdos de licencia por un valor potencial de miles de millones de dólares. Este mes, Bayer anunció una asociación con la Universidad de Pekín.
En abril, Pfizer firmó un acuerdo con la estatal Sinopharm, una de las dos principales productoras de vacunas contra el covid-19 de China, con la que Pfizer planea sacar al mercado una docena de nuevos medicamentos en 2025.
Aunque las vacunas contra el covid-19 desarrolladas en Occidente no se venden en China, la tecnología basada en genes constituye la base de varios esfuerzos chinos por desarrollar vacunas para otras enfermedades, desde el cáncer hasta la rabia.
A principios de este mes, Moderna dijo que desarrollaría y produciría medicamentos de ARNm en China, exclusivamente para ese mercado. Este anuncio fue criticado por el senador Marco Rubio (R., Florida) como una traición a los contribuyentes estadounidenses que facilitaron el desarrollo de la tecnología.
La administración Biden ha avanzado en reforzar el sector biotecnológico nacional. En septiembre pasado emitió una orden ejecutiva para reducir la dependencia de China. Pero dado lo global e integrada que está la industria farmacéutica, “es casi imposible desacoplarse”, dijo Arwen Liu, gestor senior de cartera de Sectoral Asset Management. La relación farmacéutica entre China y Occidente “beneficia a las empresas y a los pacientes”.
China representó casi el 9% de las ventas de Merck del año pasado, y el 13% de las de AstraZeneca.
El año pasado, China se convirtió en el cuarto proveedor de medicamentos a EE UU, sobre todo por el suministro de ingredientes farmacéuticos activos, o API.
China e India pueden fabricar API entre un 30% y un 40% más baratos que los productores occidentales, dijo Niels Graham, experto en economía y política exterior del Atlantic Council, un grupo de expertos.
Por otra parte, el año pasado, las exportaciones estadounidenses de productos farmacéuticos y medicamentos a China aumentaron un 38%, según el Consejo Empresarial Estados Unidos-China.
Pero la entrada de los fabricantes de medicamentos al vasto mercado chino también tiene un costo, ya que las empresas pueden tener que aceptar recortes significativos de precios. En enero, Pfizer y las autoridades chinas no lograron llegar a un acuerdo para agregar el Paxlovid para tratar la covid-19 a una lista de medicamentos cubiertos por el seguro médico estatal.
Fuente Original