El gobierno federal ha gastado US$6.200 millones en investigación y desarrollo de medicamentos para la pérdida de peso. Ahora, gracias a los aumentos de precios de las grandes empresas farmacéuticas, los estadounidenses están pagando hasta 11 veces más por estos medicamentos, que lo que pagan los pacientes de otros países, a pesar de que ya están pagando la factura.
Según los nuevos datos comunicados a The Lever, los contribuyentes estadounidenses gastaron unos US$6.000 millones en la investigación, el desarrollo y la comercialización de nuevos medicamentos para adelgazar. Sin embargo, los estadounidenses pagan ahora a las grandes empresas farmacéuticas, incluida una de Dinamarca, hasta once veces más por estos medicamentos que los pacientes de otros países [1]. Tales aumentos de precios están inflando las primas de los seguros de los consumidores y amenazan con llevar a la quiebra el sistema de salud del país [2, 3].
No está claro si el presidente Donald Trump tomará medidas enérgicas contra los precios abusivos de los medicamentos para adelgazar. Mientras que este año los organismos reguladores bajo el mandato de Joe Biden seleccionaron dos de los medicamentos para adelgazar más vendidos, para las negociaciones de precios de Medicare [4], reduciendo potencialmente su precio para millones de estadounidenses, Trump ha enviado mensajes contradictorios sobre el futuro de los programas de negociación de precios y ha propuesto a personas que han vendido o promocionado medicamentos para adelgazar para que supervisen asuntos relacionados [5-7].
Según datos compartidos con The Lever por investigadores de la Universidad de Bentley, el gobierno federal gastó US$6.200 millones, entre 1980 y 2024, en el descubrimiento y desarrollo de moléculas de péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), así como en la investigación sobre cómo utilizar los fármacos GLP-1 para tratar la diabetes, la obesidad y otras enfermedades. El GLP-1, una hormona que regula el azúcar en sangre, fue la base del medicamento para la diabetes, Ozempic, cuya aprobación en 2017 por la FDA provocó que se lanzaran al mercado otros medicamentos para la diabetes y la pérdida de peso basados en el GLP-1 [8].
“Hay que saber mucho para desarrollar un fármaco y aplicarlo en las personas”, dijo Fred Ledley, profesor de ciencias naturales y aplicadas de la Universidad de Bentley, quien proporcionó los datos sobre gastos y quien investiga las inversiones de los sectores público y privado en el desarrollo de fármacos [9]. “Lo que llamamos un ‘cuerpo maduro de conocimientos’ no es barato”.
Actualmente, más de quince millones de personas en todo el país toman medicamentos relacionados con el GLP-1, como el Ozempic, lo que ha generado más de US$50.000 millones en ventas para las empresas farmacéuticas en 2024, gran parte de los cuales fueron para la empresa farmacéutica danesa Novo Nordisk [10-12]. Mientras el mercado de medicamentos para adelgazar prospera, y sus anuncios inundan los medios de comunicación e Internet, los aumentos de precio de estos fármacos causan estragos en los presupuestos públicos e incluso contribuyen a las subidas de las tarifas de electricidad y del gas [13-17]. Tan solo en 2022, el plan federal de seguro médico Medicare gastó US$5.700 millones en esta clase de fármacos, diez veces más de lo que gastó en 2018 [18].
“Los precios injustificadamente altos de estos medicamentos para adelgazar también podrían causar un pico masivo en el gasto en medicamentos de venta con receta, que podría provocar un aumento histórico en las primas de Medicare y de todos los que tienen seguro médico”, escribió el senador Bernie Sanders (I-VT) en un comunicado el pasado mes de mayo [19]. Esto “podría llevar a la quiebra a Medicare y a todo nuestro sistema de salud”.
Entre 1989 y 1995, los Institutos Nacionales de Salud (NIH o National Institutes of Health), la principal agencia federal encargada de realizar y apoyar la investigación médica, exigieron a las empresas farmacéuticas que cobraran un “precio justo” por los medicamentos que se desarrollaban en parte con dinero de los contribuyentes [20]. Desde entonces, ha habido múltiples intentos fallidos de reinstaurar la norma [21].
El recién nombrado secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr, ha criticado a los fabricantes de medicamentos para perder peso, diciendo en octubre: “contaban con vendérnoslos a los estadounidenses porque somos demasiado estúpidos y adictos a los medicamentos” [22]. Cambió de tono tras la elección de Trump, diciendo a un reportero que esos medicamentos “tenían un lugar” en el sistema de salud de EE UU [23].
El Dr. Mehmet Oz, elegido por Trump para dirigir los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, los programas de seguro médico público de EE UU, ha pasado años promocionando medicamentos para adelgazar como presentador de televisión [24]. Martin Makary, nominado para dirigir la FDA, es actualmente el director médico de una empresa de telesalud que vende medicamentos compuestos para perder peso [25].
¿Quién financia realmente nuestros medicamentos?
La financiación del gobierno estadounidense es crucial para el desarrollo de fármacos. En un estudio de 2023, Ledley y sus colegas descubrieron que los NIH contribuyeron con US$187 mil millones para la investigación científica que condujo a todos los 356 medicamentos (excepto dos) aprobados en EE UU, entre 2010 y 2019 [26]. Este dinero se destinó principalmente a la ciencia básica, es decir, a la investigación fundamental que sustenta el descubrimiento de fármacos mediante la identificación de una diana biológica clave, como una proteína o un gen, que puede estar relacionada con una enfermedad.
Los científicos tardaron décadas en descubrir y desentrañar la hormona GLP-1, lo que finalmente condujo al desarrollo y aprobación de Ozempic y al subsiguiente medicamento para adelgazar, Wegovy, ambos fabricados por Novo Nordisk. Eli Lilly, empresa farmacéutica con sede en EE UU, también utilizó la investigación sobre el GLP-1 para desarrollar el medicamento contra la diabetes, Mounjaro, y el tratamiento para adelgazar, Zepbound.
“Sin suficiente ciencia básica, es imposible desarrollar un fármaco”, dijo Ledley. Según la investigación de Ledley, se calcula que la industria farmacéutica ha ahorrado casi US$760 millones en investigación esencial sobre el Ozempic gracias a las subvenciones federales.
Tras la aprobación de los fármacos GLP-1, los NIH también apoyaron la investigación sobre su aplicación clínica, que incluye desde artículos de revisión científica hasta documentos de orientación que enseñan a los proveedores cómo utilizar el fármaco de forma segura y eficaz.
Piense en esta investigación adicional como “la base de conocimientos que su médico tendría a su disposición si usted entrara mañana a una consulta y le hablara del uso de Ozempic”, dijo Ledley.
La investigación financiada con fondos públicos sobre estas aplicaciones clínicas es un poco más difícil de precisar que la ciencia básica. Jonathan Gruber, catedrático de Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts, afirma que puede que la cifra de US$6.000 millones que propone Ledley no refleje el panorama completo.
“Creo que esa cifra puede reducirse a la mitad, o duplicarse, dependiendo de lo generoso que se quiera ser con la atribución de las distintas decisiones de los NIH”, afirma Gruber.
En la actualidad, se calcula que uno de cada ocho adultos estadounidenses ha tomado Ozempic, u otro fármaco análago del GLP-1, los cuales han demostrado mejorar los resultados en materia de salud y reducir la carga económica del sistema de salud [27-29]. Según un informe de la Asociación Americana de Diabetes, en 2022, el coste total estimado de la diabetes diagnosticada en EE UU fue de US$413.000 millones [30]. Los economistas prevén que el gasto de Medicare y Medicaid en obesidad y enfermedades relacionadas ascenderá a US$4,1 billones, entre 2024 y 2033 [31].
Independientemente de la importante aportación de los contribuyentes, el precio de lista de Novo Nordisk para Ozempic es de casi US$1.000 al mes en EE UU, mientras que en Canadá es de solo US$147, en Alemania de US$103, en el Reino Unido de US$93 y en Francia de US$83 [32, 33]. Wegovy se vende en este país por más de US$1.300 al mes, mientras que en Dinamarca cuesta US$186, en Alemania US$137 y en el Reino Unido US$92. En la actualidad, menos de uno de cada cinco planes de salud patrocinados por la empresa cubren los fármacos análogos del GLP-1 para la pérdida de peso, lo que significa que muchos pacientes a los que se receta Wegovy tienen que pagar todos los gastos [34, 35].
En una audiencia del Senado sobre la diabetes, celebrada en 2023, Kasia Lipska, endocrinóloga y profesora asociada de medicina de la Facultad de Medicina de Yale, afirmó que, aunque estos fármacos ayudan a perder peso y reducen el riesgo de complicaciones relacionadas con la diabetes y la obesidad, “su precio es simplemente excesivo” [36].
El elevado precio está limitando los posibles beneficios de los medicamentos, dijo Alissa Chen, quien investiga el precio del tratamiento y medicamentos contra la obesidad en la Facultad de Medicina de Yale.
“El elevado coste de los GLP-1 significa que, a pesar del impacto y los beneficios que tienen estos medicamentos para los pacientes con diabetes y obesidad, muchos de ellos no pueden acceder a esos fármacos”, afirma Chen. Dado que los seguros rara vez cubren los fármacos análogos del GLP-1 para tratar la obesidad, “tengo algunos pacientes que deciden pagarlos de su bolsillo, pero al final no es algo sostenible: con un pago de más de US$1.000 al mes, suelen dejar de tomarlos debido a su elevado coste”.
Determinar cuánto deberían costar los medicamentos análogos del GLP-1 es complicado. En 2022, el Instituto de Revisión Clínica y Económica (ICER o Institute for Clinical and Economic Review), un grupo que analiza el valor clínico y económico de los nuevos tratamientos médicos, concluyó que el precio anual de Wegovy, más de US$13.000, era significativamente más alto de lo que debería ser, en función de los beneficios generales que los pacientes reciben del tratamiento para su salud [37]. Sugirieron que Novo Nordisk cobrara entre US$7.500 y US$9.800 anuales por el medicamento, y que el precio máximo representara la cantidad “a partir de la cual un sistema de salud puede recompensar la innovación y mejorar la salud de los pacientes, sin causar más daños que beneficios”.
Las negociaciones sobre los precios de los medicamentos que reflejan el valor de un fármaco para la sociedad son una forma práctica de evaluar el valor económico, dijo Gruber. “Como sociedad deberíamos decir ‘esto es lo que vale el medicamento'”.
En estos momentos, todo el mundo está notando los elevados costes de los fármacos análogos del GLP-1, no solo los pacientes que los toman.
Este año, se espera que los precios de los planes de salud privados aumenten un 8%, el mayor incremento en quince años, salvo en 2021, durante la pandemia mundial de covid-19, en parte debido al encarecimiento de los medicamentos de venta con receta. Los fármacos análogos del GLP-1 son “uno de los principales impulsores del aumento de los precios de los medicamentos de venta con receta”, según informes recientes de Segal, la empresa de consultoría de prestaciones [38].
Un informe del Senado del pasado mes de mayo también comentó que si la mitad de todos los pacientes de Medicare y Medicaid con obesidad tomaran Wegovy, y otros medicamentos análogos del GLP-1, para perder peso, podría costar al sistema federal de salud US$166.000 millones al año, casi tanto como lo que Medicare y Medicaid gastaron en todos los medicamentos de venta con receta al por menor, en 2022 [39].
Esta presión financiera podría agravarse aún más por el hecho de que los representantes republicanos aprobaron recientemente un proyecto de presupuesto que recorta aproximadamente US$800.000 millones en fondos para Medicaid, el programa nacional de salud pública para estadounidenses de bajos ingresos, que cubre a más de setenta y dos millones de personas [40, 41].
Los precios de estos medicamentos repercuten en toda la economía. El mayor proveedor de electricidad de la ciudad de Nueva York, Con Edison, anunció recientemente que solicitaría una subida de tarifas para cubrir los crecientes gastos de la empresa [42, 43]. Citaron un aumento del 12% en los precios de las prestaciones a los empleados “debido principalmente al rápido aumento de los gastos y a la utilización de los medicamentos análogos del GLP de venta con receta”.
En 1989, los NIH impusieron limitaciones de precios a los medicamentos que se fabricaban en el marco de un “acuerdo cooperativo de investigación y desarrollo” entre el gobierno federal y los fabricantes farmacéuticos privados [44]. Esta política se implementó en respuesta al precio del fármaco contra el SIDA, azidotimidina, que se desarrolló con la ayuda de científicos federales y que, en 1987, tenía un precio de US$8.000 al año.
Solo seis años más tarde, ante la oposición de la industria, los NIH revocaron la política, alegando que alejaba “a la industria de colaboraciones científicas que podían ser beneficiosas con los científicos [del servicio público de salud]” [45, 46].
En el Senado, Sanders intentó en 1995 y 2000 aprobar una ley que reinstaurara la política, pero ambos intentos fracasaron. Volvió a tomar la antorcha en 2023, argumentando que el gobierno debía restablecer los requisitos de precios justos, como parte de los acuerdos de inversión del gobierno con los fabricantes farmacéuticos, para garantizar que los contribuyentes recibieran un mayor rendimiento de sus inversiones [47, 48].
El futuro del mercado del GLP-1
Mientras los fabricantes de fármacos reportan increíbles ganancias con sus medicamentos para adelgazar financiados por los contribuyentes, otras empresas están aprovechando una laguna reglamentaria que les permite vender versiones “compuestas” de fármacos análogos del GLP-1 para adelgazar, que no ha aprobado la FDA [49].
Los medicamentos compuestos son básicamente copias de medicamentos ya aprobados por la FDA, que se fabrican a medida para pacientes con requisitos específicos, como una dosis concreta o un medicamento líquido [50, 51]. Estos medicamentos personalizados no requieren la aprobación de la FDA, ya que no sería realista que la agencia revisara cada medicamento diseñado para satisfacer las necesidades de cada paciente [52].
Los medicamentos compuestos también están permitidos durante la escasez de fármacos, como ocurrió con los productos de Eli Lilly y Novo Nordisk debido a la fuerte demanda. Los críticos afirman que el aumento de los medicamentos compuestos podría ser inseguro para los consumidores, debido a la existencia de empresas no verificadas, ingredientes no aprobados y dosis incorrectas [53]. La FDA señaló inquietudes similares con los fármacos análogos del GLP-1 para la pérdida de peso que no estaban aprobados, afirmando que podían surgir efectos colaterales como vómitos y diarrea, a causa de dosis erróneas del medicamento [54].
Pero estas inquietudes no han impedido que las empresas promocionen productos compuestos de GLP-1.
El año pasado, la empresa de telesalud directa al consumidor, Hims & Hers, empezó a vender medicamentos compuestos de GLP-1 para adelgazar que, según sus ejecutivos, han ayudado a la empresa a alcanzar casi US$1.500 millones de ingresos totales [55, 56]. Durante el Supertazón, la empresa gastó millones en promocionar los medicamentos, lo que provocó un aumento del 650% en el tráfico web —junto con el escrutinio de los legisladores, porque los anuncios omitieron la información requerida sobre seguridad y efectos colaterales [57-60]—.
Algunas otras empresas del sector salud, como Noom, Ro, 23andMe y WeightWatchers, también ofrecen medicamentos compuestos con GLP-1 [61-64]. Según una nueva investigación, casi la mitad de las farmacias en línea que venden estos medicamentos compuestos con GLP-1 no están informando de los efectos potencialmente nocivos de los fármacos [65].
Desde este mes de febrero, todos los desabastecimientos de medicamentos análogos del GLP-1 se han resuelto, lo que significa que la producción de medicamentos compuestos con GLP-1 ya no está permitida por las regulaciones actuales de la FDA [66, 67]. Sin embargo, aún está por verse si este mercado alternativo se cerrará por completo. La FDA no tiene previsto tomar medidas contra los fabricantes de compuestos hasta dentro de 60 o 90 días, y Makary, elegido por Trump para dirigir la agencia, es director médico de una empresa de telesalud que ofrece un medicamento compuesto con GLP-1 [68, 69].
En enero, antes de la toma de posesión de Trump, los funcionarios seleccionaron a Ozempic y Wegovy para ser dos de los quince medicamentos sujetos a negociaciones de precios del programa Medicare en 2025 —parte de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 que requiere que el gobierno negocie precios más bajos con las compañías farmacéuticas para ciertos medicamentos cubiertos por Medicare— [70-72]. Los activistas esperan que las negociaciones de precios para los medicamentos para bajar de peso continúen, garantizando que los estadounidenses puedan acceder a tratamientos cruciales en los que ya han invertido.
“El público merece un rendimiento de la inversión”, dijo Ledley. “El gobierno es el primer inversionista en innovación, y no hay razón para que los ciudadanos no obtengan un rendimiento proporcional a lo que reciben los inversionistas privados”.
Referencias