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Ética

Conducta de la Industria

Covis Pharma. A las mujeres embarazadas se les receta un medicamento que, según la FDA no funciona. A la empresa no le importa y lo sigue vendiendo

(A drug for pregnant women doesn’t work, according to the FDA. A company is selling it anyway)
Melody Petersen
Los Ángeles Times, 17 de febrero de 2022
https://www.latimes.com/business/story/2022-02-17/makena-covis-premature-birth-pregnant-womens-health
Traducido por Salud y Fármacos, publicado en Boletín Fármacos: Ética y Derecho 2022; 25(2)

Tags: mortinato, parto prematuro, Makena, presión para recetar, progesterona, DES, cáncer de cerebro, cáncer de colon, cáncer de próstata, Apollo Global Management, caproato de 17-alfa hidroxiprogesterona, 17P, aumento injustificado de precio, abusos de la industria, Delalutin, Sibai, dietilbestrol, Kammerman, Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, AMAG Pharmaceuticals, guías clínicas, Preterm Birth Prevention Alliance, conflictos de interés

Los bebés estadounidenses corren un mayor riesgo de morir antes de cumplir un año que los de casi cualquier otro país rico. Muchas de esas muertes, más de 21.000 al año, son de niños prematuros.

Durante más de una década, una empresa farmacéutica ha dicho que tiene la clave para ayudar a estos bebés: un medicamento llamado Makena, para prevenir los partos prematuros.

Pero según la FDA el fármaco no funciona.

En un memorando de 2020, los científicos de la FDA dijeron que un ensayo clínico [1] con una gran muestra “no logró demostrar de forma inequívoca” que Makena redujera el riesgo de parto prematuro. Recomendaron que se retirara del mercado.

La empresa se ha negado a hacerlo. Es más, Covis Pharma, una empresa basada en Luxemburgo que pertenece a la firma de capital privado Apollo Global Management Inc, ha seguido promoviendo Makena, haciendo hincapié en que las mujeres negras lo necesitan, porque son las que más riesgo tienen de tener partos prematuros.

Covis Pharma desestima los resultados de ese ensayo clínico, porque incluyó a más mujeres blancas europeas que negras estadounidenses (en realidad el ensayo se hizo en parte en Europa, la muestra de EE UU solo incluyó una negra, en Europa había negras emigrantes). Señala que ensayos previos que habían dado resultados favorables también fueron cuestionados por la FDA, y pide más tiempo para demostrar a las autoridades que Makena funciona.

Algunos médicos están molestos por la continua presión de la empresa para seguir vendiendo el medicamento, y por las decisiones de las principales asociaciones médicas que cuidan de las mujeres embarazadas.

Seguimos inyectando a las mujeres embarazadas una hormona sintética que no ha demostrado ser eficaz”, afirma Adam Urato, jefe de medicina materno-fetal del MetroWest Medical Center en Framingham (Massachusetts).

Desde que la FDA aprobó el medicamento en 2011 por la vía acelerada, más de 310.000 mujeres han recibido tratamiento con Makena durante sus embarazos. La FDA aprobó el medicamento en contra de algunos expertos externos, así como de uno de sus propios científicos.

Entre las mujeres que lo han utilizado está Brittany Horsey, que en 2020 acababa de recibir su inyección semanal de Makena el mismo día que inició su labor de parto, cuatro semanas antes de tiempo.

Ella ya había tenido una experiencia similar con ese medicamento tres años antes con su segundo embarazo. Ese bebé llegó seis semanas antes de lo previsto.

Horsey, de 24 años y residente de Baltimore (Maryland) dijo: “No funcionó”, y para colmo tuvo migrañas y depresión poco después de empezar las inyecciones. La etiqueta del fármaco menciona ambos síntomas como posibles efectos secundarios.

La falta de eficacia no ha reducido el precio de lista que Covis Pharma ha establecido para Makena, que según GoodRx es US$803 por inyección semanal, o alrededor de US$13.000 por todas las inyecciones que se suelen prescribir durante un embarazo.

A pesar del medicamento, en EE UU, la tasa de nacimientos prematuros ha seguido aumentando. Funcionarios federales informaron en marzo que, en 2019, el 10.23% de los nacimientos fueron prematuros, el quinto año consecutivo que se incrementa esa tasa.

Covis Pharma, se responsabilizó de las ventas de Makena tras comprar AMAG Pharmaceuticals a finales del año pasado, y se negó a que entrevistáramos a sus ejecutivos. En una declaración escrita, señaló un reciente análisis de los ensayos previos con Makena que mostró que el medicamento funciona. La FDA afirma que ya había tenido en cuenta esos estudios y su conclusión seguía siendo que el fármaco no es eficaz. La empresa afirma que el fármaco es seguro. Quiere que la FDA le permita seguir vendiéndolo mientras realiza estudios adicionales para volver a demostrar que Makena ayuda a las pacientes o a determinados subgrupos, como a las mujeres negras.

La totalidad de los datos sobre… Makena apoya su balance beneficio-riesgo positivo, y la necesidad de que siga siendo accesible a los pacientes”, dijo la compañía en un comunicado.

Covis Pharma añadió que el precio de Makena era “sustancialmente menor” a su precio de lista, que afirma que no es exacto. Dijo, por ejemplo, que recientemente había reducido “el precio neto” de Makena que pagan las empresas que lo compran, incluyendo los programas estatales de Medicaid.

La FDA ha concedido una audiencia a Covis Pharma para volver a revisar los ensayos con el medicamento que tendrá lugar en agosto. Todavía no se ha fijado una fecha, por lo que se podría recetar el fármaco a otros miles de mujeres antes de que la agencia decida si obliga a la empresa a suspender las ventas.

La historia de Makena muestra cómo las empresas farmacéuticas pueden utilizar el sistema de aprobación de fármacos de EE UU para ganar cientos de millones de dólares con un medicamento barato, que tiene décadas de antigüedad y cuya eficacia y seguridad son cuestionables.

También cuestiona la influencia del dinero de las empresas en los médicos estadounidenses, incluso en un ámbito de la medicina que atiende a uno de los grupos de pacientes más vulnerables: las mujeres embarazadas y sus hijos.

El Dr. Urato señala que los científicos desconocen los efectos a largo plazo de Makena en los hijos de las madres que lo han utilizado: “Se trata de un fármaco que nunca ha demostrado tener un beneficio clínico”, dijo. “No puede ser que este medicamento siga en el mercado”.

Identifican los beneficios de un medicamento antiguo
Los médicos han estado tratando a las mujeres embarazadas con la hormona sintética conocida como caproato de 17-alfa hidroxiprogesterona, o simplemente 17P, desde la década de 1950. La hormona natural progesterona es esencial para el embarazo, pero los científicos nunca han podido determinar si una versión sintética podría ayudar a las mujeres a llevar sus embarazos a término.

Desarrollado en 1953, 17P se aprobó por primera vez bajo la marca Delalutin. Pero en 1999, Bristol-Myers Squibb, la empresa que lo comercializaba, pidió a la FDA que retirara su aprobación federal cuando muchos médicos perdieron interés en recetarlo.

Sin embargo, el fármaco siguió estando disponible en las farmacias que elaboran fórmulas magistrales, se dispensaba con receta médica y el costo era de US$15 por dosis.

Cuando en 2003, un estudio financiado por el gobierno descubrió que el medicamento parecía reducir el riesgo de parto prematuro, los ejecutivos de Adeza Biomedical, basada en Sunnyvale (California), vieron una oportunidad económica. Sin embargo, el ensayo clínico no había sido diseñado para demostrar que reducía las muertes o la discapacidad en los bebés, su verdadero objetivo era que los médicos lo prescribieran.

El plan de los ejecutivos, según los documentos que Adeza Biomedical presentó a los inversionistas era conseguir que la FDA aprobara el medicamento genérico barato como tratamiento para el parto prematuro, basándose en el estudio financiado por la FDA es decir por los contribuyentes. La empresa obtendría entonces una licencia exclusiva y la posibilidad de aumentar su precio.

No fue difícil conseguir que la FDA reconociera la necesidad de tener un medicamento para reducir el riesgo de tener un bebé prematuro.

Los bebés que nacen antes de las 37 semanas -la definición oficial de parto prematuro- tienen mayor riesgo de complicaciones. Cuanto antes nazcan, mayor será el riesgo de sufrir discapacidades graves que perduren durante el resto de su vida o incluso la muerte. Los pulmones y el sistema digestivo pueden no estar completamente desarrollados. Pueden sufrir hemorragias cerebrales.

Los más expuestos son los bebés negros. En 2019, más del 14% de los hijos de mujeres negras fueron prematuros, en comparación con poco más del 9% de los hijos de mujeres blancas.

El plan de la empresa tardó años porque los científicos de la FDA y los expertos externos cuestionaron si el medicamento era eficaz y seguro.

Según descubrió Los Ángeles Times en una revisión de documentos de la FDA, sus científicos habían señalado que los estudios en ratas y otros animales a los que se administraron altas dosis del fármaco no habían demostrado que fuera seguro para los embriones humanos. Los científicos también advirtieron que no había suficiente información sobre posibles daños al proceso de aprendizaje, comportamiento o al sistema reproductivo de los niños.

Otra preocupación: solo había un ensayo clínico -el estudio de 2003 financiado por el gobierno- que había demostrado que el fármaco reducía el riesgo de parto prematuro. Era un estudio defectuoso. Las mujeres que tomaron el placebo habían tenido una tasa anormalmente alta de partos prematuros, lo que podría haber distorsionado la conclusión del ensayo. Posteriormente, los investigadores del ensayo determinaron que el grupo al que se le dio el placebo había corrido más riesgo porque una mayor proporción de ellas ya había tenido dos partos prematuros.

En 2006, la FDA solicitó que un comité de expertos externos opinara sobre los datos del ensayo. El panel votó 19 contra 2 diciendo que el ensayo no había demostrado que el fármaco redujera las muertes o los problemas de salud graves en los bebés. Además, el comité acordó por unanimidad que se debía estudiar más a fondo si podía provocar abortos o mortinatos. 13 contra 8 dijeron que los datos de seguridad eran “adecuados” para apoyar la aprobación.

Después de la reunión, durante meses y años, la FDA pidió repetidamente a la empresa, que reuniera más datos científicos sobre el fármaco. La información que proporcionaron respondió algunas de las preguntas que había planteado el equipo de científicos de la agencia que revisaba el fármaco, pero nunca lograron convencer a un miembro de ese grupo. Lisa Kammerman, una estadística de la FDA cuestionó repetidamente el plan de la empresa durante todos esos años, incluyendo los fallos del estudio de 2003.

Desde el punto de vista estadístico, la información y los datos presentados… no aportan pruebas convincentes sobre su eficacia”, escribió Kammerman en 2010 al principio de su revisión de 58 páginas sobre el fármaco.

A pesar de su oposición, la FDA aprobó Makena en 2011 a través de la vía acelerada que ha sido cuestionada por los expertos.

La vía de aprobación acelerada es para ayudar a los pacientes en riesgo de sufrir problemas de salud graves que carecen de tratamiento. Por esta vía, la agencia puede aprobar un fármaco sin tener evidencia científica sólida sobre su eficacia, permitiendo su prescripción mientras se realiza un estudio que confirme sus beneficios.

En el caso de Makena, la FDA dijo que permitiría la venta del medicamento mientras la empresa realizaba otro ensayo clínico para demostrar que realmente salvaba a los niños de la muerte o de la discapacidad.

Para entonces, en 2011 KV Pharmaceutical había adquirido el medicamento. Ese ensayo clínico adicional -que finalmente demostró que el fármaco no funcionaba- duraría ocho años. La subida de precios fue inmediata.

KV Pharmaceutical introdujo el medicamento a un precio de lista de más de US$1.400 por dosis, o casi US$30.000 por las 20 semanas de inyecciones que se administran durante muchos embarazos. Ante la indignación generalizada, KV Pharmaceutical redujo rápidamente el precio a US$690, que seguía siendo más de 40 veces superior a lo que cobraban las farmacias que lo producían, y en ese momento era un medicamento genérico que se había descubierto casi 60 años antes.

Una oportunidad multimillonaria
En 2014, tres años después de que la FDA aprobara Makena por la vía acelerada, otra empresa, AMAG Pharmaceuticals adquirió los derechos del medicamento.

Según un comunicado de prensa, los ejecutivos de AMAG Pharmaceuticals dijeron que estaban entusiasmados con el fármaco porque KV Pharmaceutical lo había puesto “en una trayectoria de crecimiento de ventas muy fuerte”.

Y dijeron a los inversionistas que tenían un plan más ambicioso.

En una presentación de diapositivas en 2015, los ejecutivos describieron una “oportunidad de mercado para Makena de US$1.000 millones”. Calcularon esos US$1.000 millones si 140.000 mujeres embarazadas aceptaban más de 16 inyecciones durante cada uno de sus embarazos, con un ingreso neto por cada inyección de US$425.

La “oportunidad significativa”, según las diapositivas, dependía primero de intentar convencer a más mujeres en riesgo de parto prematuro -las que ya habían tenido un hijo prematuro- de que se pusieran las inyecciones de Makena.

En segundo lugar, la empresa planeaba encontrar la forma de aumentar el número de inyecciones administradas a cada mujer embarazada, de la media de entonces de 13,5 inyecciones por embarazo hasta el máximo posible de 21 inyecciones. Su objetivo, según las diapositivas, era un promedio de 16 inyecciones por cada embarazada que iniciara el tratamiento.

Para aumentar el número medio de inyecciones, AMAG señaló en las diapositivas que iniciaría un programa de “adherencia/ persistencia”, es decir, buscaría la forma de que las mujeres siguieran recibiendo las inyecciones, aunque quisieran dejar de hacerlo debido a los efectos secundarios u otros problemas, como tener que ir al médico cada semana.

AMAG dijo que su “estrategia de crecimiento” incluía que su equipo de mercadotecnia se centrara en tres grupos clave: los médicos que prescriben el medicamento, las asociaciones profesionales a las que pertenecen esos médicos y las asociaciones de pacientes que defienden a las mujeres embarazadas y a sus hijos.

La empresa comunicó a los inversionistas que había establecido “un comité de publicaciones” formado por “KOLs”, o líderes clave de opinión, un término que la industria farmacéutica utiliza para designar a los médicos que pueden influir en las opiniones de sus colegas. Las empresas suelen contratar a estos médicos para que escriban artículos en revistas médicas o den conferencias a otros médicos sobre sus productos.

Los Ángeles Times descubrió que los médicos académicos que AMAG contrató como consultores escribieron artículos sobre la eficacia de Makena, sus efectos secundarios y por qué los médicos no debían confiar en las versiones baratas del fármaco que estaban disponibles en las farmacias especializadas.

Covis Pharma dijo a Los Ángeles Times que no podía decir nada sobre lo que había hecho AMAG antes de que comprara la empresa. El antiguo director ejecutivo de AMAG no respondió a la solicitud de comentarios.

Una de las formas en que AMAG se mantenía en contacto con los médicos que consideraba líderes de opinión era a través de la Society for Maternal-Fetal Medicine (SMFM). Esta Asociación cuenta con más de 5.000 médicos, científicos y profesionales de la salud de la mujer en todo el mundo.

AMAG pronto se convirtió en uno de los principales patrocinadores de la sociedad y de sus eventos. En el programa de la reunión anual de la SMFM de 2019 que se celebró en el Cesar Palace de Las Vegas, AMAG aparecía como el principal financiador corporativo de la sociedad, con una donación de al menos US$100.000. El Times encontró que había hecho contribuciones similares que se remontaban al 2015.

AMAG también figura como miembro “premier” del consejo corporativo de la SMFM. Según un folleto de la SMSF que describe el programa, el pago de una membresía facilita el contacto entre las empresas y los líderes médicos de la sociedad “para trabajar en temas e iniciativas de interés mutuo relacionadas con el embarazo de alto riesgo”.

AMAG también aportó dinero al American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG), la mayor asociación profesional de médicos que atienden a mujeres embarazadas y a sus hijos.

En el sitio web del ACOG, AMAG figura como “socio de la industria”. La empresa dio al menos US$200.000 al ACOG en 2018, lo suficiente para convertirse en patrocinador del gabinete del presidente.

Tanto la SMFM como el ACOG han seguido apoyando el uso de Makena, a pesar de la falta de datos científicos que lo respaldan.

Covis Pharma citó repetidamente que ambos grupos recomiendan el uso de Makena en los documentos que presentó a la FDA exigiendo que el fármaco siguiera en el mercado.

Y en agosto, el ACOG publicó nuevas guías sobre el parto prematuro, en las que seguía recomendando Makena para determinados pacientes, pero no mencionaba que la FDA había recomendado retirarlo del mercado. Esas guías no revelaban que AMAG está entre los que más apoyan financieramente al Colegio.

Tanto la Sociedad como el ACOG dijeron a Los Angeles Times que los pagos de la empresa no influyeron en sus recomendaciones sobre el tratamiento de las mujeres embarazadas.

Christopher Zahn, vicepresidente de actividades prácticas del ACOG, dijo que había informado a sus miembros sobre la acción de la FDA con relación a Makena en otras comunicaciones, y no vio la necesidad de incluir la información en las nuevas guías.

La industria no tiene ningún papel en el desarrollo de los Boletines de Práctica del ACOG”, dijo Zahn en un comunicado utilizando una abreviatura de la asociación, “y el ACOG ni solicitó ni aceptó ninguna participación comercial en el desarrollo del contenido del Boletín de Práctica”.

Kerri Wade, una portavoz de la Sociedad de Medicina Materno-Fetal, dijo que el grupo tiene una política estricta en referencia a los conflictos de interés y “la industria no tiene ninguna participación en las guías clínicas, las iniciativas relacionadas con las políticas de salud, la investigación, o el contenido educativo que disemina la Sociedad”.

El dinero de la empresa no solo fue para las sociedades médicas, también fue a parar a los bolsillos de miles de obstetras estadounidenses.

Según un análisis que hizo ProPublica de una base de datos federal, en 2018, AMAG dio dinero en efectivo o regalos a 5.800 médicos mientras sus representantes de ventas promocionaban Makena,

El plan de mercadotecnia de AMAG logró impulsar significativamente las prescripciones, pero no alcanzó su objetivo de US$1.000 millones en ventas anuales. Un análisis de la FDA encontró que el número de pacientes a los que se les recetó el medicamento aumentó de 8.000 en 2014 a 38.000 en 2017, el año en que tuvieron mayores ventas, alcanzando los US$387.2 millones, desde entonces han disminuido.

Incluso después de que la FDA dijera que Makena debía ser retirado de las farmacias, la tasa de prescripciones a las mujeres cubiertas por Medicaid sigue estando alrededor del 55% de su nivel más alto en 2017, según un estudio que se hizo en diciembre.

El apoyo que las dos organizaciones de profesionales obstetras han estado dando a Makena ha ayudado a respaldar esas prescripciones, pero algunos médicos han cuestionado la aceptación del dinero corporativo.

“¿Está la medicina académica en venta?”, se preguntaban David Nelson, profesor asociado de obstetricia y ginecología del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, en Dallas, y otros dos científicos en un artículo en el que se detallaban los pagos de AMAG a los dos grupos.

Nos sorprendió el alcance financiero y la influencia de esa empresa en nuestra especialidad”, escribieron, y añadieron los “datos son rotundamente persuasivos” y los médicos no deberían prescribir Makena.

Efectos adversos
Covis Pharma y los médicos defensores del fármaco afirman que Makena tiene pocos efectos secundarios y que las pacientes que lo tomen mientras se realizan más investigaciones para demostrar su eficacia no se verán perjudicadas. “Su perfil de seguridad para la madre y el bebé está bien establecido”, dijo Covis en una declaración a los Ángeles Times.

Sin embargo, una base de datos de la FDA contiene más de 18.000 informes de pacientes que han experimentado efectos adversos, que van desde sarpullidos hasta problemas graves como la muerte de los bebés.

Una portavoz de la FDA dijo que “la presencia de un informe” en la base de datos “no significa que el medicamento haya causado el evento adverso”.

La agencia sigue vigilando la base de datos, señaló, así como las complicaciones que se han notificado en los ensayos clínicos. Y ya ha exigido a Covis Pharma que incluya una advertencia en el prospecto que acompaña a la receta, alertando a los pacientes sobre problemas como coágulos de sangre, diabetes, hipertensión y depresión.

Los nacimientos de niños muertos han sido motivo de preocupación al menos desde 2003, cuando el ensayo gubernamental mostró un riesgo en las mujeres que tomaban Makena. El 2% de las voluntarias que tomaron el fármaco tuvieron un mortinato, frente al 1% de las que tomaron el placebo.

El comité de expertos de la FDA que se reunió el 29 de octubre de 2019 para discutir el medicamento hizo preguntas sobre la mayor tasa de mortinatos.

Julie Krop, una ejecutiva de AMAG, dijo al panel que un experto de la compañía revisaba cada una de las muertes de los hijos de mujeres que participaron en los ensayos clínicos para determinar si las había causado el medicamento.

El experto al que se refería Krop era Baha Sibai, profesor de obstetricia, ginecología y ciencias de la reproducción en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston. Según una transcripción de la reunión, Krop recalcó al comité de expertos que Sibai era “independiente” de la empresa.

Revisé cada una de ellas”, dijo Sibai al comité. “Solo había una sin explicar”.

Sibai indicó que había identificado otros factores que explicarían las muertes, como el tabaquismo o la diabetes de la madre.

Y es tranquilizador ver que, en ninguno de estos estudios, hubiera señal alguna de que la 17P aumentó la mortinatalidad”.

Sibai había sido uno de los investigadores que participó en el estudio de 2003 sobre el fármaco y durante la reunión se le solicitó repetidamente que respondiera a las preguntas. Su mensaje: Makena funciona y es seguro, y retirarlo del mercado tendría consecuencias “catastróficas”.

Los Ángeles Times descubrió que AMAG había pagado a Sibai más de US$14.000 en concepto de honorarios de consultoría y reembolsos por comidas y viajes en los meses previos a la reunión.

Después de la reunión, los pagos de la empresa a Sibai aumentaron considerablemente. A principios del año siguiente, Sibai recibió personalmente otros US$50.000 de AMAG, según una base de datos federal sobre los pagos que las empresas farmacéuticas hacen a los médicos.

La empresa también concedía a la institución donde trabaja Sibai grandes subvenciones financieras. AMAG pagó al Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas un total de US$215.000 en 2019 y 2020 para un estudio de investigación de uno de sus medicamentos experimentales, en el que participó Sibai.

Deborah Mann Lake, una portavoz de la universidad, dijo que Sibai no estaba disponible para hacer comentarios.

Tenemos entendido que el Dr. Sibai fue compensado por las horas que pasó preparando su testimonio” sobre el estudio de 2003, dijo Lake. Señaló que, al principio de la reunión de ocho horas, Krop había dicho al comité que AMAG había pagado a los obstetras y otros expertos que la empresa había invitado a hablar por su tiempo y gastos de viaje. Lake también mencionó que la universidad era solo una de las 18 instituciones a las que AMAG había pagado por los ensayos clínicos de su medicamento experimental.

Krop no respondió a los mensajes en los que se le solicitaba un comentario.

Los científicos también tienen dudas sobre los efectos a largo plazo de Makena. Todavía no saben qué daños podría causar el fármaco a las madres y a sus hijos a largo plazo.

A algunos investigadores les preocupa que Makena pueda aumentar el riesgo de cáncer en los hijos de las mujeres que lo toman.

Barbara Cohn, epidemióloga del Instituto de Salud Pública de Oakland, y otros tres científicos publicaron en enero 2022 un estudio [2] en el que se detectó un mayor riesgo de cáncer entre los hijos de 200 mujeres de California que habían tomado 17P durante sus embarazos en los años 1950 y 1960, cuando se vendía con el nombre de Delalutin.

Las madres habían aceptado participar en los Estudios de Salud y Desarrollo Infantil, ese grupo había recibido atención prenatal entre 1959 y 1966 en Kaiser Permanente al norte de California.

Utilizando el Registro de Cáncer de California, los científicos descubrieron que los hijos de las mujeres que habían recibido el fármaco tenían casi el doble de probabilidades de ser diagnosticados con cáncer que los que no estuvieron expuestos al mismo en el útero. La tasa de cáncer de cerebro, colon y próstata de los niños era especialmente alta.

Los científicos concluyeron que los resultados “suscitan gran preocupación” por la prescripción del fármaco durante el embarazo.

El portavoz de Covis Pharma dijo que el estudio “no se puede comparar con Makena”, ya que en esas décadas anteriores se había utilizado para “tratar a una población de pacientes diferente, con un propósito distinto”. El portavoz señaló que el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos dijo a sus miembros que el estudio tenía limitaciones y “no debería influir en la práctica”.

El portavoz también señaló que la decisión de la FDA de recomendar la retirada del fármaco no se debió a problemas de seguridad, sino a “datos contradictorios de eficacia”. La compañía cree que tanto el estudio de 2003 como el nuevo ensayo confirmaron que el fármaco es seguro, dijo el portavoz.

Cohn dijo en una entrevista que su grupo decidió investigar los efectos a largo plazo de Makena debido a su similitud con otra hormona sintética llamada o DES. Los médicos empezaron a recetar DES a las mujeres embarazadas en la década de 1940. Décadas más tarde, los científicos descubrieron que podía causar cánceres raros en los hijos de las madres. Algunos estudios han descubierto que el DES puede dañar incluso a la tercera generación.

Las hormonas pueden tener un gran impacto en el cuerpo”, dijo Cohn. “Cualquier cosa a la que se exponga la madre embarazada, puede afectar a sus hijos y a sus nietos”.

Cabildeo para detener a la FDA
En mayo de 2021, llegó una carta a la FDA.

Bajo un logo rojo con membrete que representaba a una madre y un niño, la Alianza para la Prevención de los Nacimientos (en inglés Preterm Birth Prevention Alliance PBPA) pidió reunirse con Janet Woodcock, la comisionada en funciones de la FDA, para compartir las preocupaciones de sus miembros sobre el plan de detener las ventas de Makena.

Lo que la PBPA no mencionó en la carta es que Covis Pharma había pagado por la creación de la PBPA.

Dos meses después, los miembros de la PBPA se reunieron con el Consejo de Política Interior de la Casa Blanca, de donde salieron “alentados” por la “receptividad” del consejo, según una nota sobre la reunión que aparece en el sitio web de la PBPA.

A continuación, se reunieron con el personal de la oficina de la diputada Madeleine Dean, demócrata de Pensilvania.

Estamos animados porque la representante Dean es una aliada y defiende la salud materna”, escribió la PBPA en su página web, “y esperamos seguir colaborando sobre este tema con su oficina”.

Tim Mack, portavoz de Dean, dijo que durante la reunión de julio la PBPA no dio a conocer que estaba financiada por Covis. “Nunca supimos que la PBPA estaba pagada por el fabricante”, expresó Mack. “Nos preocupamos al enterarnos”.

Un funcionario de la Casa Blanca confirmó que el Consejo de Política Interior y el Consejo de Política de Género se habían reunido con miembros de la PBPA. Los miembros del Consejo dijeron que no eran conscientes de que el grupo se había establecido con dinero de Covis Pharma, según el funcionario.

Covis Pharma dio el dinero para crear la PBPA al National Concumers Ligue (NCL). Este grupo sin ánimo de lucro fue creado en 1899 por reformistas sociales que intentaban mejorar las condiciones de trabajo. Entre sus principios fundacionales está que “los consumidores deben exigir que los bienes y servicios que compran sean seguros y confiables”.

En los últimos años, la NCL se ha hecho más afín a las empresas. Invita a los ejecutivos de las compañías a pagar para formar parte de su consejo asesor en materia de salud. Antes de ser adquirida por Covis Pharma, AMAG había pagado para ser miembro del consejo desde al menos 2017, según el sitio web de la NCL. AMAG figura actualmente como financiador “platino”, el nivel que se utiliza para designar a las empresas que más aportan.

Una portavoz de la NCL no respondió a una pregunta de los Ángeles Times sobre las razones por las que no había revelado el financiamiento de Covis Pharma en la carta enviada a la FDA o en las presentaciones que hizo en la Casa Blanca o al personal de Dean. En su respuesta señaló una declaración de una sola frase que aparece en la parte inferior del sitio web de la Alianza y al final de dos folletos, en donde se indica que Covis Pharma proporcionó los fondos para crear el nuevo grupo.

Proporcionamos materiales que revelan el financiamiento e incluyen enlaces a nuestro sitio web… en cada reunión a la que asistimos”, dijo en un comunicado. Añadió que Covis Pharma “no participa en la dirección estratégica de la Alianza ni en sus actividades”.

Covis Pharma dijo a los Ángeles Times que había sido “transparente en sus actividades con los médicos y los defensores de los consumidores, que la empresa cree que es en el mejor interés de los pacientes”.

Covis Pharma y la PBPA escribieron separadamente a la FDA, pero el contenido de su correspondencia es muy parecido en varios aspectos clave.

Al igual que Covis Pharma, la PBPA rechaza los resultados del nuevo estudio que tiene una gran muestra, diciendo que no incluyó a suficientes mujeres negras estadounidenses. Y tanto la empresa como la alianza solicitaron otra audiencia en la que las madres, especialmente las de raza negra, pudieran testificar sobre la necesidad de Makena, una petición que la FDA concederá en agosto.

La FDA ya ha abordado en repetidas ocasiones la preocupación de que el cese de la venta del medicamento pueda perjudicar a los bebés negros. Explicó el año pasado que sus científicos habían analizado los ensayos clínicos, con la esperanza de encontrar que si analizaban los datos según la raza de la madre podrían encontrar que ayudaba a algunos grupos.

Después de múltiples análisis”, dijo la FDA, fue “incapaz de identificar a un grupo de mujeres que se beneficiaran de utilizar Makena”.

Las empresas farmacéuticas utilizan con frecuencia las voces de los pacientes para tratar de influir en las decisiones reguladoras. AMAG envió a pacientes a hablar en la reunión del comité de la FDA en 2019. Los pacientes testificaron que creían que Makena había ayudado a alargar sus embarazos. Algunas revelaron que la compañía había pagado sus gastos de viaje y hotel.

Daniel Gillen, profesor y jefe del departamento de estadística en UC Irvine, participó en el comité de 2019. Dijo que apreciaba escuchar a las pacientes porque le ayudaba a entender lo devastador que puede ser tener un hijo prematuro.

Pero señaló que la gran mayoría de las voluntarias que participaron en el gran ensayo que llevó a la FDA a decir que había que sacar el fármaco del mercado tuvieron un parto a término, tanto si tomaron el fármaco como el placebo.

Confiar solo en “estudios de caso puede ser muy peligroso”, dijo Gillen, refiriéndose a las historias de pacientes individuales.

El patrón de oro para obtener evidencia son los resultados de los ensayos aleatorios”, dijo. “Seguimos esperando esos datos clínicamente relevantes para decir que este fármaco es realmente eficaz”.

Stephen Chasen, profesor de obstetricia y ginecología clínica en Weill Cornell Medicine en Nueva York, dijo que atiende a muchas mujeres de minorías con riesgo de parto prematuro. Agregó que es difícil decir a sus pacientes que no hay ningún medicamento que pueda recomendar.

Pero lo que sería peor que ser honesto con las pacientes”, subrayó, “sería que las engañáramos recomendando un fármaco que no sabemos que funciona, que es esencialmente, lo que se está haciendo al prescribir Makena”.

Ayuda más allá de Makena
Hay otras formas de reducir el riesgo de tener un bebé prematuro.

Cuando Cochrane, un grupo internacional de investigación en salud que no acepta dinero de las empresas, se propuso determinar cómo podían las mujeres embarazadas evitar el parto prematuro, Makena no figuraba en su lista. El grupo había reunido y analizado decenas de estudios de todo el mundo sobre intervenciones para prolongar los embarazos.

El primer lugar de la lista lo ocupaba la atención prestada por las comadronas. Según Cochrane, los estudios habían demostrado que las comadronas aportaban un “claro beneficio” en la reducción del riesgo de un parto prematuro.

La atención materna deficiente, especialmente de las madres negras, nativas americanas y latinas, se asocia desde hace tiempo con los nacimientos prematuros.

En 2019, casi el 10% de las madres negras recibieron atención prenatal peligrosamente tardía o no recibieron atención prenatal en absoluto, según un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Eso es más del doble de la tasa entre las madres blancas.

En el sur de Los Ángeles, Kimberly Durdin, una partera negra que trabaja en Kindred Space LA, dijo que una visita para la atención del embarazo en el sistema médico convencional puede durar solo cinco minutos. En comparación con una visita en un centro de maternidad, señaló, las comadronas se convierten en socias de sus pacientes durante todo el embarazo y el parto. Se anima a las mujeres a hacer preguntas, dijo, y las visitas son lo suficientemente largas como para dar consejos sobre nutrición e incluso sobre la cantidad de agua que se debe beber.

El sistema médico, dijo Durdin, “no tiene tiempo suficiente para prestar la atención que la gente necesita”.

Horsey, una madre de Baltimore, explicó que, cuando volvió a quedar embarazada, el médico y el personal de la clínica a la que acude le dijeron que debía empezar con las inyecciones de Makena. Le recordaron los efectos secundarios que había sufrido con esas inyecciones durante los dos embarazos anteriores y cómo, a pesar de tomar el medicamento, había dado a luz a sus bebés demasiado pronto. Horsey dijo que les había comentado que había decidido no ponerse las inyecciones con este embarazo, y al principio se opusieron. “Sentí que mi opinión no importaba”, dijo.

Finalmente, Horsey les convenció de que no necesitaba usar Makena. El 7 de enero dio a luz a una niña con 38 semanas, lo que se considera a término.

Durdin dijo que había escuchado historias similares de mujeres negras que sentían que sus médicos no las escuchaban cuando planteaban sus preocupaciones.

Los obstetras que recetan Makena, añadió Durdin, están protegidos de los malos resultados porque siguen las guías de sus sociedades profesionales.

Esos grupos profesionales deberían trabajar para cambiar el sistema, dijo Durdin, “para que la gente pueda recibir una mejor atención y tenga más tiempo con sus médicos”.

Nadie tiene absolutamente ninguna responsabilidad”, comentó Durdin. “El gran problema es el maldito sistema, que nadie está dispuesto a reparar”.

Referencias

  1. Chang Cy, Nguyen CP, Wesley B, et al. Withdrawing Approval of Makena — A Proposal from the FDA Center for Drug Evaluation and Research. N Engl J Med 2020; 383:e131 DOI: 10.1056/NEJMp2031055 https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp2031055
  2. Murphy CC, Cirillo PM, Krigbaum NY, Cohn BA. In utero exposure to 17 alfa-hydroprogesterone caproate and risk of cancer offspring. American Journal of Obstretics 226;E1-E14, 1 de enero de 2022. Publicado 8 de noviembre de 2021. https://www.ajog.org/article/S0002-9378(21)01184-4/fulltext
creado el 20 de Junio de 2022