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Ética

Integridad de la Ciencia

La ilusión de la medicina basada en la evidencia

(The illusion of evidence based medicine)
Jureidini J, McHenry L B
BMJ 2022; 376 :o702 https://doi.org/10.1136/bmj.o702
https://www.bmj.com/content/376/bmj.o702
Traducido por Salud y Fármacos, publicado en Boletín Fármacos: Ética y Derecho 2022; 25(2)

Tags: intereses corporativos, desinformación, Karl Popper, integridad de los ensayos clínicos, investigación biomédica, corrupción de la ciencia, centros académicos, mercantilismo de las universidades, guardianes de la ciencia

Los intereses corporativos, el fracaso de la regulación y la comercialización del mundo académico han corrompido la medicina basada en la evidencia, afirman estos autores.

La medicina basada en la evidencia cambió el paradigma que pretendía aportar una base científica sólida a la medicina. Sin embargo, la validez de este nuevo paradigma depende de la confiabilidad de los datos de los ensayos clínicos, la mayoría de ellos realizados por la industria farmacéutica y divulgados bajo la autoría de académicos reconocidos. La publicación de documentos de la industria farmacéutica que hasta ahora eran confidenciales ha aportado a la comunidad médica información valiosa sobre el grado de tergiversación de los ensayos clínicos patrocinados por la industria [1-4]. Hasta que no se corrija este problema, la medicina basada en la evidencia seguirá siendo una ilusión.

La filosofía del racionalismo crítico, promovida por el filósofo Karl Popper, es famosa por defender la integridad de la ciencia y su papel en una sociedad abierta y democrática. Una ciencia realmente íntegra sería aquella en la que los profesionales se cuidan de no aferrarse a hipótesis preconcebidas y se toman en serio el resultado de los experimentos más estrictos [5]. Sin embargo, este ideal se ve amenazado por las empresas, cuyos intereses financieros se imponen al bien común. La medicina está dominada en gran medida por un pequeño número de empresas farmacéuticas muy grandes que compiten por una cuota de mercado, pero que están efectivamente unidas en sus esfuerzos por ampliar ese mercado.

Los defensores del libre mercado se han alegrado de que la privatización haya estimulado a corto plazo la investigación biomédica, pero a largo plazo las consecuencias no deseadas para la medicina han sido graves. El progreso científico se ve frustrado por los derechos sobre los datos y el conocimiento, ya que la industria suprime los resultados negativos de los ensayos, no informa de los acontecimientos adversos y no comparte los datos brutos con los investigadores académicos. Los pacientes mueren debido al impacto adverso de los intereses comerciales en la agenda de investigación, las universidades y los reguladores.

La responsabilidad de la industria farmacéutica para con sus accionistas hace que prioricen las estructuras jerárquicas de poder, la lealtad al producto y las relaciones públicas por encima de la integridad científica. Aunque las universidades siempre han sido instituciones de élite propensas a la influencia de las donaciones, durante mucho tiempo han pretendido ser guardianes de la verdad y la conciencia moral de la sociedad. Pero frente a una financiación gubernamental insuficiente, han adoptado una estrategia de mercado neoliberal, y han buscado activamente el financiamiento de las empresas farmacéuticas en términos comerciales.

Como resultado, los departamentos universitarios se convierten en instrumentos de la industria: las empresas controlan la agenda de investigación, los artículos que aparecen en las revistas médicas que han escrito autores fantasma y la formación médica continua, y los académicos se transforman en promotores de productos comerciales [6]. Cuando los medios de comunicación informan sobre los escándalos que tienen que ver con las relaciones entre la industria y la universidad, la confianza en las instituciones académicas se debilita y se traiciona la imagen de sociedad abierta.

La universidad corporativa también compromete el concepto de liderazgo académico. En algunos lugares, los decanos que alcanzaron sus puestos de liderazgo en virtud de sus contribuciones a sus disciplinas han sido sustituidos por recaudadores de fondos y gestores académicos, que se ven obligados a demostrar su rentabilidad o a mostrar cómo pueden atraer a los patrocinadores corporativos. En medicina, los que triunfan en el mundo académico suelen ser líderes clave de opinión (KOL en la jerga del marketing), cuyas carreras pueden avanzar gracias a las oportunidades que les ofrece la industria.

La industria elige a los líderes de opinión a través de una serie compleja de actividades que utiliza para elaborar un perfil; por ejemplo, los médicos se seleccionan en base a su influencia en los hábitos de prescripción de otros médicos [7]. La industria busca a los líderes de opinión por esta influencia y por el prestigio que su afiliación universitaria aporta a la marca de los productos de la empresa. Como miembros bien pagados de los consejos asesores de la industria farmacéutica y de las oficinas de conferencistas, los KOL presentan los resultados de los ensayos de la industria en conferencias médicas y en las actividades de formación médica continua. En lugar de actuar como científicos independientes y desinteresados y evaluar críticamente el desempeño de un medicamento, se convierten en lo que los ejecutivos de marketing denominan “defensores del producto”.

Irónicamente, los KOL patrocinados por la industria parecen disfrutar de muchas de las ventajas de la libertad académica, cuentan con el apoyo de sus universidades, la industria y los editores de revistas para expresar sus puntos de vista, incluso cuando esos puntos de vista son incongruentes con la evidencia real. Las universidades no corrigen las tergiversaciones a la ciencia que son fruto de tales colaboraciones, y los críticos de la industria se enfrentan a rechazos de las revistas, amenazas legales y la posible destrucción de sus carreras [8]. Este campo de juego desigual es exactamente lo que preocupaba a Popper cuando escribió sobre la supresión y el control de los medios que se utilizan para comunicar la ciencia [9]. La preservación de las instituciones diseñadas para promover la objetividad y la imparcialidad científicas (es decir, los laboratorios públicos, las publicaciones científicas independientes y los congresos) está totalmente a merced del poder político y comercial. Los intereses creados siempre anularán la racionalidad de la evidencia [10].

Los reguladores reciben financiación de la industria y utilizan los ensayos financiados y realizados por la industria para aprobar los medicamentos, sin ver, en la mayoría de los casos, los datos en bruto. ¿Qué confianza podemos tener en un sistema en el que se permite que las empresas farmacéuticas “califiquen sus propios deberes” en lugar de que expertos independientes estudien sus productos, como parte de un sistema público de regulación? Es improbable que los gobiernos despreocupados y los reguladores capturados inicien el cambio necesario para desvincular completamente la investigación de la industria, y saneen los modelos de publicación que dependen de los ingresos por reimpresión, la publicidad y los ingresos por patrocinio.

Nuestras propuestas de reforma incluyen: que los reguladores no sean financiados por las empresas farmacéuticas; cobrar impuestos a las empresas farmacéuticas para permitir la financiación pública de ensayos independientes; y, quizás lo más importante, la publicación de los datos recopilados durante los ensayos clínicos a nivel individual, tras haber sido anonimizados, junto con los protocolos de los estudios y en sitios web adecuadamente accesibles para que terceras partes, autodesignadas o encargadas por las agencias de tecnología sanitaria, puedan evaluar rigurosamente la metodología y los resultados de los ensayos. Haciendo los cambios necesarios en los formularios de consentimiento informado de los ensayos, los participantes podrían exigir a los investigadores que pusieran los datos a libre disposición.

La publicación abierta y transparente de los datos está en consonancia con nuestra obligación moral para con los participantes en los ensayos: personas reales que se han visto involucradas en un tratamiento de riesgo y tienen derecho a esperar que los resultados de su participación se utilicen de acuerdo con los principios de rigor científico. Las preocupaciones de la industria sobre la privacidad y los derechos de propiedad intelectual no deben prevalecer.

Nota
McHenry y Jureidini son los autores de The Illusion of Evidence-Based Medicine: Exposing the Crisis of Credibility in Clinical Research (Adelaide: Wakefield Press, 2020).

Referencias

  1. Steinman MA, Bero LA, Chren MM, Landefeld CS. Narrative review: the promotion of gabapentin: an analysis of internal industry documents. Ann Intern Med 2006;145:284-93. doi:10.7326/0003-4819-145-4-200608150-00008 pmid:16908919
  2. Mukherjee D, Nissen SE, Topol EJ Risk of cardiovascular events associated with selective COX-2 inhibitors. JAMA2001;286:954-9. doi:10.1001/jama.286.8.954. pmid:11509060
  3. Doshi P. Pandemrix vaccine: why was the public not told of early warning signs?BMJ2018;362:k3948doi:10.1136/bmj.k3948.
  4. Jureidini J, McHenry L, Mansfield P Clinical trials and drug promotion: Selective reporting of Study 329. Int J Risk Saf Med2008;20:73-81doi:10.3233/JRS-2008-0426.
  5. Popper K. The Logic of Scientific Discovery.Basic Books, 1959.
  6. Bok D. Universities in the Marketplace: The Commercialization of Higher Education.Princeton University Press, 2003.
  7. IntraMed. Criteria Used to Develop Influence Score. 2008. https://www.industrydocumentslibrary.ucsf.edu/drug/docs/#id=shbn0225
  8. Schafer A. Biomedical conflicts of interest: A defense of the sequestration thesis—Learning from the cases of Nancy Olivieri and David Healy. Journal of Medical Ethics. 2004;30:8-24.
  9. Popper K. The Poverty of Historicism.Routledge, 1961: 154-5.
  10. Howick J.Exploring the asymmetrical relationship between the power of finance bias and evidence. Perspect Biol Med2019;62:159-87. doi:10.1353/pbm.2019.0009 pmid:31031303
creado el 20 de Junio de 2022