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Acosan a científicos

Salud y Fármacos
Boletín Fármacos: Ética y Derecho 2022; 25(1)

Tags: debate científico, medios de comunicación social, extorsión a científicos, Faudi, Whitty, políticas institucionales, protección a los científicos, ivermectina, vacunas covid, pandemia

El acoso a los científicos no es nuevo. Los científicos que tratan temas como el cambio climático, la vacunación y los efectos de la violencia armada han sido objeto de campañas coordinadas de desprestigio y amenazas a su integridad física a través de las redes sociales y correo electrónico o las llamadas telefónicas. Pero esto parece haberse acentuado durante la pandemia, llegando a afectar a científicos de gran renombre y en posiciones de poder. Por ejemplo, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, recibió amenazas de muerte para él y su familia, por lo que se le asignaron guardaespaldas; el asesor médico jefe del Reino Unido, Chris Whitty, fue agarrado y empujado en la calle; y el virólogo alemán Christian Drosten recibió un paquete que contenía un frasco de líquido etiquetado como “positivo” y una nota en la que se le pedía que se lo bebiera. El virólogo belga Marc Van Ranst y su familia fueron alojados en una casa segura cuando un francotirador militar se dio a la fuga tras dejar una nota en la que explicaba sus intenciones de atacar a los virólogos.

La revista Nature hizo una encuesta a más de 321 científicos del Reino Unido, Canadá, Taiwán, Nueva Zelanda y Alemania que han concedido entrevistas a los medios de comunicación sobre COVID-19 -muchos de los cuales también habían hecho comentarios sobre la pandemia en las redes sociales- y encontró que el 15% había recibido amenazas de muerte. A continuación, resumimos el artículo de Nature [1] que describe los resultados de su encuesta y otra realizada en Australia.

Una de las preguntas de la encuesta de Nature era: ¿Ha sido víctima de alguno de los comportamientos siguientes tras hablar con la prensa o escribir en los medios sociales sobre el covid-19? Se aceptaban múltiples respuestas. Casi el 60% dijo haber recibido ataques a su credibilidad, más del 40% stress emocional o psicológico, perjuicio a su reputación (30%), amenazas de violencia sexual o física (más del 20%), amenaza de muerte (15%), otro tipo de problemas (15%), y agresión física (6, o 2%). Solo el 30% dijeron no haber experimentado ninguna de estas consecuencias negativas. Algunos científicos dijeron que su empleador había recibido quejas sobre ellos.

Esta misma encuesta se había hecho previamente en Australia, donde de los cincuenta investigadores respondieron a la encuesta informal, casi un tercio dijo haber experimentado angustia emocional o psicológica después de hablar de covid-19; 6 personas (12%) dijeron haber recibido amenazas de muerte, y 6 dijeron haber recibido amenazas de violencia física o sexual.

Algunos investigadores que respondieron a la encuesta de Nature afirman que han aprendido a lidiar con el acoso, aceptándolo como un efecto secundario desagradable pero esperado. Y el 85% de los encuestados afirma que sus experiencias de relación con los medios de comunicación fueron siempre o en su mayoría positivas, aunque después fueran acosados. Uno de los entrevistados escribió “los científicos necesitan formación sobre cómo relacionarse con los medios de comunicación y también sobre qué esperar de los mensajes provocativos o amenazantes por internet; es sólo una parte de la comunicación digital”. Y otro comentó “Creo que los gobiernos nacionales, los organismos de financiación y las sociedades científicas no han hecho lo suficiente para defender públicamente a los científicos”.

Sin embargo, aunque los investigadores traten de encogerse de hombros ante los abusos, los científicos que informaron haber recibido un mayor número de ataque personales o amenazantes por internet también fueron los más propensos a decir que sus experiencias habían afectado en gran medida su disposición a hablar con los medios de comunicación en el futuro. Que esto ocurra durante una pandemia mundial en la que ha habido mucha desinformación es preocupante, dice Fiona Fox, directora ejecutiva del Centro de Medios de Comunicación Científicos (en inglés SMC) del Reino Unido en Londres, una organización que recopila comentarios científicos y organiza sesiones informativas para la prensa: “Es una gran pérdida que un científico que se relaciona con los medios de comunicación, compartiendo su experiencia, quede fuera del debate público en un momento en que nunca lo hemos necesitado tanto”, afirma.

Algunos aspectos de la ciencia de covid-19 se han politizado tanto que es difícil mencionarlos sin presentar una tormenta de abusos. El epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz, de la Universidad de Wollongong (Australia), que ha ganado adeptos en Twitter por su detallada disección de los trabajos de investigación, afirma que dos de los principales temas desencadenantes son las vacunas y la ivermectina, promocionado de forma controvertida como posible tratamiento del covid-19 sin que haya pruebas de su eficacia. “Cada vez que escribes sobre las vacunas -cualquiera en el mundo de las vacunas puede contarte la misma historia- recibes vagas amenazas de muerte, o incluso a veces amenazas de muerte más específicas y un odio infinito”, afirma. Pero le ha sorprendido la apasionada defensa de la ivermectina. “Creo que he recibido más amenazas de muerte por la ivermectina, de hecho, que por cualquier otra cosa que haya hecho antes”, dice. “Es gente anónima que me envía correos electrónicos desde cuentas extrañas diciendo ‘espero que te mueras’ o ‘si estuvieras cerca de mí te dispararía'”.

Andrew Hill, farmacólogo del Instituto de Medicina Traslacional de la Universidad de Liverpool, recibió insultos virulentos después de que él y sus colegas publicaran un metaanálisis en julio. En él se sugería que la ivermectina mostraba un beneficio, pero Hill y sus coautores decidieron retractarse y revisar el análisis cuando uno de los estudios más grandes que habían incluido fue retirado por preocupaciones éticas sobre sus datos. Después de eso, Hill fue asediado con imágenes de personas ahorcadas y ataúdes, con atacantes diciendo que sería sometido a “juicios de Nuremberg”, y que él y sus hijos “se quemarían en el infierno”.

En Brasil, la microbióloga Natalia Pasternak también notó que los ataques en línea contra ella aumentaban cuando hablaba de los tratamientos covid-19 no probados que promueve el gobierno brasileño, que incluyen la ivermectina, la hidroxicloroquina y la azitromicina. Pasternak dijo que Brasil “se había convertido en el primer país del mundo que realmente promueve la pseudociencia como política pública, porque promovemos el uso de medicamentos no probados para el covid-19”. Apareció en las principales cadenas de televisión y produjo su propio programa en YouTube. Los comentaristas criticaron su voz y apariencia, o argumentaron que no era una verdadera científica. Pero, según Pasternak, los ataques rara vez cuestionaban lo que ella decía.

Otro tema que atrae un gran volumen de abusos es la cuestión del origen del SARS-CoV-2, hasta el punto de que los científicos ya no quieren hablar sobre el tema.

Pero los investigadores no deben tratar de arreglárselas solos: las instituciones pueden hacer mucho para ayudar a los científicos que reciben abusos En la encuesta de Nature, el 44% de los científicos que afirmaron haber sido objeto de ataques amenazantes por internet o de ataques personales nunca se lo dijeron a sus jefes. Sin embargo, casi el 80% de los que lo hicieron, consideraron que sus jefes les apoyaba “mucho” o “algo”.

Fuente original

  1. Nogrady B. ‘I hope you die’: how the COVID pandemic unleashed attacks on scientists. Dozens of researchers tell Nature they have received death threats, or threats of physical or sexual violence. Nature 598, 250-253 (2021) doi: https://doi.org/10.1038/d41586-021-02741-x
creado el 5 de Marzo de 2022