Salud y Fármacos is an international non-profit organization that promotes access and the appropriate use of pharmaceuticals among the Spanish-speaking population.

Ética y Derecho
Generales

Los medios de comunicación y la medicina ¿Quién vigila a los guardianes?
Traducido y resumido por Boletín Fármacos de: Schwartz L et al., Medicine and the Media Who’s watching the watchdogs? BMJ 2008; 337:1202-1203.

Aumenta el escrutinio de los ensayos clínicos en el extranjero
Traducido y editado por Boletín Fármacos de: Wang SS et al., Scrutiny Grows of Drug Trials Abroad, the
Wall Street Journal, 1º de diciembre de 2008.

Los artículos sobre ensayos clínicos no tienen suficiente información para los médicos
Traducido y resumido por Boletín Fármacos de: Journal Articles on Drug Trials Often Offer Limited Information for Doctors, Study Says, Kaiser Daily Health Policy Report, 15 de diciembre de 2008.

Medicina, artículo de consumo
Carlos Gherardi (Médico, Director del Comité de Ética del Hospital de Clínicas, UBA), Clarín (Argentina), 7 de enero de 2009.

Una investigación estudiará la influencia de una farmacéutica en el Nobel de Medicina
Editado por Boletín Fármacos de: María Valerio, El Mundo (España), 19 de diciembre de 2008.

Revista médica modificará su política tras la crítica de un grupo de acreditación
Traducido por Boletín Fármacos de: Gardiner Harris, Medical Journal Changes Its Policy After Criticism by Group, The New York Times, 9 de enero de 2009.

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Los medios de comunicación y la medicina ¿Quién vigila a los guardianes?
Traducido y resumido por Boletín Fármacos de: Schwartz L et al., Medicine and the Media Who’s watching the watchdogs? BMJ 2008; 337:1202-1203.

Los medios de comunicación actúan como guardianes cuando revelan las relaciones entre los médicos, los investigadores y la industria farmacéutica. Pero tanto los medios de comunicación como los investigadores han prestado poca atención a los vínculos entre los periodistas que se dedican a temas de salud y la industria. Este artículo provee información sobre la influencia de la industria en: la educación de los periodistas, los premios en periodismo, y la forma como se practica el periodismo.

La participación de la industria en la educación de los periodistas está ocurriendo de diferentes formas: en las universidades, en conferencias, y a través de las asociaciones de profesionales. La Universidad de Carolina del Norte ofrece una maestría en periodismo médico y recibe dinero de la industria farmacéutica – Glaxo financia una cátedra con US$333.000 y otorga una beca de US$28.000. El catedrático, profesor Tom Liden, quien trabajo brevemente como consultor para Glaxo a finales de 1990s, comentó que Glaxo no pide nada a cambio de estas contribuciones. En este momento el Prof. Liden está produciendo unos documentales televisivos con sus estudiantes, un proyecto que ha financiado Pfizer.

La Asociación Americana de Escritores Médicos también recibe financiamiento de la industria farmacéutica. Eli Lilly financió la conferencia anual de la asociación en el 2008 y ofrece becas para estudiantes. La presidenta de la asociación puntualizó que el comité ejecutivo de la asociación tiene que aprobar a todos los presentadores que participan en sus conferencias y que paga la industria.

Al igual que ocurre con la educación de los médicos, los que auspician la educación continua pueden influir en el contenido de la información que se imparte. Por ejemplo, en una conferencia para periodistas de minorías étnicas, una de las comidas que incluía una presentación sobre diabetes estuvo auspiciada por un laboratorio productor de antidiabéticos. Según informó al Wall Street Journal, la compañía seleccionó al ponente y estableció la agenda, pero el ponente preparó su propio discurso.

Eli Lilly y Boehringer Ingelheim han auspiciado un premio, que incluye un viaje internacional, para los periodistas que informan sobre incontinencia urinaria. Boehringer también está involucrado en un premio (€5.000) para los reporteros que divulgan información sobre la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Eli Lilly ofrece otro premio para los que informan sobre temas oncológicos (viaje internacional para dos o 10.000 euros) y Roche para los que haban de obesidad (€7.500). Otras veces los premios los otorga una organización que recibe mucho dinero de la industria, como la Asociación Americana de Salud Mental, que en 2007 recibió la mitad de su financiamiento de la industria (un millón de dólares de BMS, otro de Lilly y otro de Wyeth).

Es muy probable, que los periodistas –como ocurre con los médicos- que reciben estos premios sientan la necesidad de corresponder, y por lo tanto se sientan atrapados por sus conflictos del interés.

Finalmente la industria ofrece contratos a periodistas para que informen y promocionen sus productos. Por ejemplo, el canal Accent Health, parte de CNN, tiene financiamiento de la industria y se presta a que la industria utilice este medio para aumentar sus ventas. A veces las compañías, o los grupos de pacientes que ellos auspician, ofrecen pacientes que los periodistas pueden entrevistar para poner un rostro humano a la noticia.

Estos conflictos de interés preocupan porque podrían estar sesgando la información que los medios de comunicación ofrecen sobre las diferentes terapias. Afortunadamente la Asociación de Periodistas sobre Salud tiene reglas muy estrictas que les prohíben recibir regalos o financiamiento de la industria. También hay cadenas de noticias que exigen que los periodistas declaren sus conflictos de interés.

Los periodistas, educadores y las asociaciones profesionales deben analizar sus conflictos de interés y eliminarlos para así poder hacer bien su trabajo.

 

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Aumenta el escrutinio de los ensayos clínicos en el extranjero
Traducido y editado por Boletín Fármacos de: Wang SS et al., Scrutiny Grows of Drug Trials Abroad, the
Wall Street Journal, 1º de diciembre de 2008.

Las compañías farmacéuticas que tienen su base en países industrializados están enfrentando el escrutinio creciente de los ensayos clínicos que realizan en países en desarrollo – una fuente cada vez más importante de personas que participan en los ensayos clínicos de pre-comercialización.

En noviembre 2008, la autoridad reguladora de India paró un ensayo de una vacuna para niños de Wyeth, en el que participaban 350 niños y uno murió tras serle aplicada la vacuna. El contralor general de medicamentos de India está investigando si se escogió a los niños de la forma adecuada o si se violaron las normas para enrolar a los niños en el estudio.

En el 2007, dos personas mayores murieron después de que investigadores polacos los inscribieran en el ensayo de una vacuna contra la gripe aviar que estaba desarrollando Novartis AG, a pesar de que por su edad deberían haber sido excluidos del estudio. Según Novartis, esas muertes y otros problemas con los participantes de Polonia, uno de 10 países involucrados en el estudio de 3.000 pacientes, han atrasado al menos en un año la aprobación de la vacuna por las autoridades europeas.

En ninguno de los casos se ha implicado a las compañías ni a las vacunas; pero las investigaciones ilustran la presión existente sobre los productores de medicamentos y los reguladores para que supervisen adecuadamente los ensayos clínicos y se aseguren de que en los países en desarrollo se aplican las normas técnicas y éticas adecuadas.

Las compañías farmacéuticas han estado realizando ensayos clínicos en algunos países en desarrollo durante más de una década y desde el principio tuvieron que enfrentar cuestionamientos sobre el trato ético de los participantes en la investigación y sobre la calidad de la información que se genera.

En el 2005, el 40% de los ensayos clínicos financiados por la industria se realizaron en países de bajos y medianos ingresos, según el centro que investiga a las corporaciones multinacionales basado en Holanda, SOMO. Estas cifras siguen aumentando. En 2008 India aprobó 450 ensayos clínicos, comparado con 100 en el 2005. Wyeth dijo que el 45% de los que participan en las últimas fases de los ensayos clínicos no provienen ni de EE.UU. ni de Europa occidental.

Los ensayos clínicos en países de bajos ingresos cuestan menos de la mitad que las decenas de millones que dólares que las últimas fases de los ensayos clínicos cuestan en EE.UU. y Europa, según los ejecutivos porque se les paga menos a los médicos y al personal clínico. Es más fácil reclutar pacientes en países como India, China y el este de Europa, donde hay más población y no hay tanta competencia por captar pacientes. Además los residentes de esos países es mucho más probable que no estén utilizando otros medicamentos, lo cual es importante para los ensayos que requieren pacientes que no hayan sido expuestos a ellos. Es más, en los países donde el acceso a los servicios de salud es deficiente, la gente está desesperada por participar en ensayos clínicos.

Otra de las preocupaciones son los investigadores locales que realizan los ensayos. Según Francis Weyzig, investigador en SOMO y co-autor de un informe reciente sobre ética y ensayos clínicos en países en desarrollo, estos pueden sentir presión por diluir los requisitos para aumentar el número de pacientes o para pulir información cuestionable para impresionar a la compañía que paga por el estudio, y que les aporta prestigio y dinero.

Los críticos también acusan a las compañías de pedir a los residentes en países en desarrollo que sean conejitos de indias para medicamentos que cuando se comercialicen no podrán acceder por falta de capacidad de pago. GlaxoSmithKline sostuvo estas acusaciones cuando hizo ensayos clínicos de medicamentos para el sida en África y para la vacuna de la hepatitis E en Nepal.

Las grandes compañías dicen que utilizan el mismo protocolo, independientemente del lugar en donde se desarrolle la investigación. También reportan que rutinariamente inspeccionan los lugares en donde se hacen ensayos clínicos y que suelen contratar solo a investigadores que tienen experiencia en el manejo de ensayos clínicos y que han recibido entrenamiento en países industrializados. Glaxo, Wyeth y otras compañías dicen que solicitan la aprobación de las entidades reguladoras de los países en donde van a realizar ensayos clínicos. Además, dicen que se aseguran de que los participantes puedan continuar el tratamiento una vez se termina el ensayo clínico, bien con el medicamento que se utilizó en el ensayo u con otra alternativa adecuada.

En el estudio de Wyeth, que consiste en probar una vacuna contra el neumococo (Prevnar-13), hay que averiguar si los investigadores se saltaron algunos requisitos o si cometieron errores al no asegurarse que todos los niños que participaron en el ensayo estaban sanos.

Uno de los aproximadamente 250 niños que se inscribieron en el estudio murió el 18 de octubre, justo durante la semana después de haber recibido la tercera dosis de Prevnar -que no era la vacuna experimental. Según Mr Ramteke, de la agencia reguladora de India, se recibieron informes de que el niño tenía un problema cardiaco y no debería haber participado en el ensayo, pero la evidencia no es definitiva por eso hay que investigar si el proceso de inscripción se hizo de la forma adecuada. Wyeth dice que los informes señalan que antes de inscribir al niño se le hicieron los correspondientes exámenes y se consideró sano.

Emilio Emini, jefe de la división de vacunas de Wyeth dijo que el objetivo del ensayo era medir la tolerancia y la seguridad de Prevnar-13 cuando se administra con las otras vacunas que reciben los niños de la India. Se trataba de un estudio estándar cuando se investigan vacunas, y Wyeth lo está llevando a cabo en más de una docena de países.

Tan pronto como se produjo la muerte de este niño, la compañía notificó a los otros países en donde esta estudiando Prevnar-13 pero ninguno de ellos decidió suspender el estudio. El Dr. Emini comentó “Es nuestro ensayo; es nuestra responsabilidad… procuramos que el estudio se haga de la forma adecuada. Mantenemos a las agencias reguladoras totalmente informadas.”

En el caso de Novartis, la compañía empezó a investigar cuando observó irregularidades en los datos de los polacos. Al darse cuenta de que habían enrolado a pacientes de un asilo de ancianos y de un alberque de personas sin hogar notificaron a la agencia europea de medicamentos y a la policía polaca, dijo Joerg Reinhardt, jefe de la división de vacunas y diagnóstico de la compañía.

Los abogados polacos iniciaron una investigación pero no pudieron relacionar las muertes con la vacuna. La investigación criminal en contra de los que inscribieron pacientes todavía sigue abierta, dijo Reinhardt.

“La calidad del ensayo depende de la integridad de quiénes lo gestionan” dijo Reinhardt. Al final la compañía decidió que no podía fiarse de la precisión de los datos de los 300 participantes polacos y los desecharon. El resultado fue que la EMEA negó el permiso de comercialización de la vacuna y solicitó otro ensayo con 3.000 participantes. Reinhardt dijo que raras veces enfrentan situaciones parecidas y que la supervisión de los estudios internacionales ha mejorado mucho durante la última década.

Nota de los editores:
a.  Recomendamos ver: “¿Una bomba de tiempo? La prisa por hacer ensayos clínicos en India” en la Sección Ética y Derecho de este número del Boletín Fármacos.

 

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Los artículos sobre ensayos clínicos no tienen suficiente información para los médicos
Traducido y resumido por Boletín Fármacos de: Journal Articles on Drug Trials Often Offer Limited Information for Doctors, Study Says, Kaiser Daily Health Policy Report, 15 de diciembre de 2008.

Según un artículo publicado en PLoS Medicine [1] los artículos que aparecen en revistas médicas sobre los ensayos clínicos no proporcionan información suficiente para evaluar los beneficios y riesgos de los medicamentos nuevos.

Para recibir el permiso de comercialización de un medicamento nuevo la industria tiene que entregar a la FDA los resultados de varios ensayos clínicos. Tras conseguir el permiso de la FDA, las compañías pagan para que se publiquen informes sobre esos ensayos clínicos en las revistas médicas. Estos artículos pueden escribirlos terceras personas. Los artículos pueden llevar el nombre de los investigadores que hicieron los estudios pero pueden estar escritos por médicos que trabajan en la compañía que desarrolló el medicamento. Muchos médicos utilizan estos artículos para determinar si van a utilizar y como van a utilizar el medicamento.

Los autores del artículo publicado en PLoS estudiaron 164 ensayos clínicos que involucraron a 1.500 pacientes durante un periodo de dos años. Los investigadores analizaron la información que sobre estos ensayos apareció en las revistas médicas, así como los ensayos que no llegaron a publicarse. Documentaron que no todos los ensayos clínicos que se entregaron a la FDA con la solicitud del permiso de comercialización llegaron a publicarse en revistas médicas, y los que se publicaron con frecuencia incluían información diferente a la que se había entregado a la FDA.

Según el informe, los ensayos con resultados favorables tenían una posibilidad cinco veces superior que los que reportaban resultados desfavorables de publicarse en las revistas médicas. Cinco años después de que la FDA hubiera aprobado la comercialización de un producto, los resultados del 25% de los ensayos todavía no se habían publicado. Además, el equipo descubrió que la información que los médicos pueden obtener en las revistas médicas con frecuencia está incompleta e incluso sesgada.

Kritin Rising dijo: “En los informes oficiales de los ensayos clínicos encontramos información muy importante que no se había publicado o que en la versión publicada se enfatizaban los resultados positivos”. Y añadió: “Los médicos que prescriben medicamentos nuevos –o incluso los más antiguos– para sus pacientes deben tener información completa y libre de sesgos antes de prescribirlos.”

An-Wen Chan [2] publicó un comentario en el mismo número de la revista y dijo que los datos demuestran que la industria presenta información sesgada, exagera la información positiva y presenta información engañosa.

Ken Johnson, vicepresidente de Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, dijo que los médicos pueden tomar decisiones para prescribir adecuadamente en base a la información sobre el producto que aprueba la FDA, y que está basada en cada uno de los ensayos clínicos que se han hecho. Una declaración sobre las políticas de la industria dice: “[los productores de medicamentos] de acuerdo con las exigencias de las entidades reguladoras, nos hemos comprometido a asegurar que los médicos y los pacientes tienen acceso a la información que necesitan sobre los medicamentos que descubrimos.”

Referencias:
1. Rising K, Reporting bias in drug trials submitted to the FDA: review of publication and presentation, PLoS Medicine 2008;5(11):1561-1570. Disponible en: medicine.plosjournals.org/archive/1549-1676/5/11/pdf/10.1371_journal.pmed.0050217-L.pdf
2. An-Wen Chan, Bias, spin, and misreporting: time for full access to trial protocols and results, PLoS Medicine 2008;5(11):1533-1535. Disponible en: medicine.plosjournals.org/archive/1549-1676/5/11/pdf/10.1371_journal.pmed.0050230-L.pdf

Nota de los editores:
–  Una revisión Cochrane reciente también demuestra que los estudios con resultados neutros negativos tienen menos posibilidades (25%) de publicarse o se publican más tarde (Hopewell S et al., Publication bias in clinical trials due to statistical significance or direction of trial results, Cochrane Database of Systematic Reviews 2009;Nº 1).

 

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Medicina, artículo de consumo
Carlos Gherardi (Médico, Director del Comité de Ética del Hospital de Clínicas, UBA), Clarín (Argentina), 7 de enero de 2009.

La salud como un producto de consumo es una realidad que ya está consolidada en una sociedad como la actual. Sin embargo, esta alianza resulta desaconsejable y peligrosa. No se trata de negar la importancia de la difusión de los beneficiosos consejos y noticias que hoy los medios de comunicación ponen al alcance de todos, sino de advertir que el propósito económico, que incluye también la difusión de la falacia o del error, puede ser ajeno al bienestar deseable de la población.

Y aquí la reflexión y responsabilidad de las instituciones científicas y empresariales dedicadas al cuidado de la salud debieran prevalecer más allá de la regulación seria y responsable de los poderes públicos. Hace más de una década, una marca de agua embotellada con muy bajo contenido en sodio consiguió el aval de una sociedad científica muy prestigiosa y hasta su logotipo pudo ser visto en el material publicitario y hasta en el rótulo del propio envase. A partir de allí numerosas sociedades han participado en avisos televisivos para promocionar productos de uso tan generalizado como los destinados al tratamiento o prevención de enfermedades gastroenterológicas, dermatológicas, infecciosas y tantas más.

Esta incursión de quien representa muy seriamente una disciplina médica en una pauta publicitaria masiva, que puede ser de beneficio opinable y que tiene también otra competencia, no resulta éticamente aceptable, predispone al público al equívoco y opaca aún más el difícil ejercicio de la profesión médica. Asimismo el ofrecimiento de prácticas médicas no validadas científicamente y hasta de productos no autorizados por las instituciones oficiales de registro de medicamentos son habituales hasta con enfermedades tan severas como las neoplásicas en programas que pueden verse en canales de cable. Es cierto que la incorporación de nuevas metodologías de diagnóstico de enfermedades severas de alta prevalencia es incesante, pero ello no autoriza a promocionar pública y masivamente hasta el consumo de una práctica para diagnosticar, por ejemplo, la enfermedad coronaria.

Tampoco parece aconsejable informar sobre nuevas terapéuticas médicas y quirúrgicas para patologías hoy tratables, cuando se encuentran en etapa experimental y no se ha medido aún si su cociente riesgo-beneficio permitirá contabilizarlas como un verdadero progreso. La última noticia, aun científica, no es la mejor y tampoco verdaderamente cierta en todos los casos.

El peligro de esta irrupción ya inevitable de la salud como un artículo de consumo se ejemplifica muy bien hoy, cuando ya nadie se da cuenta al ingresar al sector de lácteos de un supermercado que casi no existe una leche o derivado que no sume a su contenido alguna vitamina, mineral o hasta diferentes bacilos para presuntos beneficios que no siempre son tales ni para todos ni todo el tiempo.

Pareciera que sólo nos queda esperar lo que ya ocurre en Estados Unidos, a pesar de importantes críticas, donde es frecuente observar quioscos, en almacenes o supermercados, que atendidos por alumnos de enfermería durante las 24 horas del día, ofrecen libremente el consumo de variados métodos de diagnóstico de atención primaria que incluyen hasta la detección del estreptococo en las fauces del consumidor.

Así las cosas, la profesión médica suma también la lógica del mercado de consumo a su cuestionamiento como profesión. Como indica el sociólogo Freidson acertadamente, la lógica del mercado que responde a la productividad y a la rentabilidad y la burocrática que privilegia la eficiencia, conducirán al desmantelamiento de una profesión que sólo puede y debe ser entendida como un verdadero proyecto moral destinado a la producción de un bien indispensable e insustituible para la sociedad.

Este proyecto moral comprendería dos planos: por un lado, una medicina centrada en el paciente que facilitaría su humanización y, por el otro, que la protección del bien público, constituido por la salud, signifique participar en la discusión de cómo administrar justicia a este respecto.

 

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Una investigación estudiará la influencia de una farmacéutica en el Nobel de Medicina
Editado por Boletín Fármacos de: María Valerio, El Mundo (España), 19 de diciembre de 2008.

El último capítulo de la polémica vacuna contra el papilomavirus afecta al Premio Nobel de Medicina, que este año eligió entre sus tres ganadores a Harald zur Hausen, descubridor del virus. Según informaciones de la Radio Suecia y el diario británico The Times, dos de los miembros del jurado se sientan en los comités científicos que asesoran a la compañía AstraZeneca. Una investigación estudiará si la firma habría presionado de alguna manera para favorecer la elección de zur Hausen.

Según explican ambos medios, esta compañía tendría una participación indirecta en los beneficios derivados de las dos principales vacunas disponibles en la actualidad para prevenir la infección por este virus: Gardasil (de la compañía Merck Sharp & Dohme) y Cervarix (de GlaxoSmithKline).

Concretamente, según explica la revista Scientific American, AstraZeneca es la propietaria de una pequeña compañía denominada MedImmune, que ha desarrollado la tecnología que elabora las partículas virales que emplean ambas terapias para despertar una reacción inmune contra el virus (en lugar de usar una versión atenuada del propio virus), y por la que cobraría alrededor US$236 millones anuales en concepto de “royalties” (al haber cedido los derechos de explotación de esta tecnología).

Una práctica habitual
La información que recogen ambos medios indica que dos de los miembros del jurado que participaron en la elección de zur Hausen (junto a los dos científicos descubridores del virus del sida) en el Nobel de Medicina de este año, reciben financiación para sus investigaciones de esta la compañía.

Concretamente, Bertil Fredholm, presidente del comité de cinco personas que selecciona a los candidatos sobre los que después deberá pronunciarse el jurado (de 50 miembros), recibió en 2006 alrededor de €1.000 de AstraZeneca para sus investigaciones sobre un tipo de proteínas denominadas purinas. Mientras que Bo Angelin, una de las 50 eminencias que finalmente designan al premiado en Medicina desde la Asamblea del Instituto Karolinska, también recibió dinero por ser director no ejecutivo en el consejo de administración de esta misma empresa. En total, Angelin recibió de la compañía con la que colaboraba como asesor científico un total de €22.000 en 2007.

Este tipo de relaciones son frecuentes en el campo de la investigación, donde los científicos reciben a menudo dinero de la industria por colaboraciones puntuales, en concepto de asesoría, o como becas para sus estudios. En la mayoría de los casos, y más aún en los países anglosajones, estos vínculos económicos son públicos, y los propios científicos se encargan de dejarlo claro en sus presentaciones y trabajos.

Investigación en marcha
El caso ha llevado al director de la unidad anticorrupción de la policía sueca, Christopher van der Kwast, a iniciar una “investigación preliminar”. Él mismo ha dicho: “mi iniciativa pretende ver si hay base sobre la que investigar. He ordenado al fiscal que se ponga con ello”.

En declaraciones a elmundo.es Michael Sohlman, director ejecutivo de la Fundación Nobel, ha señalado que la investigación abierta es “bienvenida”; aunque se muestra “100% seguro de la integridad de todas las instituciones implicadas en la entrega del premio, la Asamblea del Nobel del Instituto Karolisnka, la Academia Real de Ciencias sueca y el Comité noruego del Nobel”. Además, asegura que cualquier posible campaña de lobby para presionar a estos organismos nunca se ha materializado en una nominación, “gracias al artículo 7 de los estatutos que prohíbe autonominarse”.

Según asegura The Times, la misma farmacéutica ha empezado este mismo año a patrocinar la página web de la Fundación Nobel, aunque ninguna de las dos partes ha querido precisar qué cantidad de dinero suponen dichos acuerdos, que tienen una duración de tres años e incluyen la realización de documentales y otros contenidos educativos sobre el prestigioso galardón a través de la compañía Nobel Media, que gestiona los derechos de televisión y explotación del galardón en los medios.

La compañía sí ha respondido que la colaboración de Angelin y Fredholm con AstraZeneca es completamente independiente de su papel en el Nobel. “No tenemos ninguna influencia sobre los ganadores ni pretendemos tener un papel en la selección del Nobel”, ha declarado un portavoz. “Nosotros sólo somos patrocinadores del Nobel, pero los premios los elige el Instituto Karolinska, de manera que sería imposible influir en la elección”, añaden desde la sede de AstraZeneca en España.

El secretario de la asamblea del Nobel, Hans Jörnvall, también le ha quitado peso al asunto y ha señalado que los vínculos financieros de los dos investigadores con AstraZeneca eran conocidos; “eso no cambia nuestra integridad”. La misma investigación estudiará también un posible delito de soborno a los miembros del jurado, algunos de los cuales admiten que viajaron a China con todos los gastos pagados por el gobierno de Pekín para explicar a otros miembros cómo seleccionar a los ganadores. “Los viajes sólo tenían el propósito de informar sobre el Premio y el trabajo que realizan sus instituciones”, ha añadido Sohlman.

Los premios Nobel son concedidos cada año por cuatro Academias distintas: la de ciencias (que concede los de Física, Química y Economía), la de literatura, el Comité Nobel de Paz en Oslo y el Instituto de medicina Karolinska. Después de recibir las candidaturas durante casi un año, finalmente es un jurado de 50 personas (miembros del Karolinska) quien designa al ganador. Sohlman no ha respondido a elmundo.es cuántos de ellos tienen este tipo de colaboración con la industria.

 

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Revista médica modificará su política tras la crítica de un grupo de acreditación
Traducido por Boletín Fármacos de: Gardiner Harris, Medical Journal Changes Its Policy After Criticism by Group, The New York Times, 9 de enero de 2009.

Un estudio sobre cáncer de pulmón que no reveló un conflicto de interés de los autores provocó la crítica de un grupo nacional de acreditación, cuyas observaciones llevaron a la revista New England Journal of Medicine (NEJM) a modificar sus normas editoriales.

El polémico estudio, desarrollado en el 2006 por Claudia I. Henschke, del Weill Cornell Medical College, concluía que el uso generalizado de la tomografía computada (CT scan) podía prevenir el 80% de las muertes causadas por cáncer de pulmón.

No obstante, en una carta publicada en un boletín de investigación sobre el cáncer, el Consejo de Acreditación para la Educación Médica Continua (Accreditation Council for Continuing Medical Education, ACCME) sostuvo que tanto la mencionada revista como su editorial, la Sociedad Médica de Massachussets (Massachusetts Medical Society ), habían cometido un error al no revelar los “conflictos de interés financiero de los autores.”

El estudio no informó que una compañía tabacalera, matriz del Liggett Group, había financiado con US$3,6 millones parte de la investigación de la Dra. Henschke, algo que los editores de la revista – según sus propias afirmaciones -ignoraban.

La Dra. Henschke sí informó a la revista que ella y su universidad habían autorizado el uso de una patente relacionada con la técnica de exploración mediante tomógrafo computado, que utilizaría General Electric, un fabricante de equipos de diagnóstico médico. La revista optó por no revelar a sus lectores la existencia de esa patente.

Como es habitual con muchos artículos de investigación, la Sociedad Médica de Massachusetts ofreció a los médicos crédito educativo por leer y responder preguntas acerca del estudio sobre cáncer de pulmón. Tales iniciativas de educación médica deben contar con el aval del Consejo de Acreditación para la Educación Médica Continua.

La crítica del Consejo apareció en una carta publicada en The Cancer Letter, boletín que proporciona información sobre el estado de la investigación y tratamiento del cáncer.

En respuesta a esa crítica, la Sociedad Médica manifestó en otra carta el compromiso de modificar sus normas.

“Cuando publicamos el artículo de la Dra. Henschke en el 2006, no era una política habitual de la editorial publicar información sobre patentes pendientes,” expresa la carta fechada el 1º de octubre de 2008. “Pero desde entonces, nuestro criterio sobre esta cuestión ha cambiado.”

De acuerdo con su nueva política editorial, la revista ahora exige a los autores informar sobre toda patente o regalía vinculada a sus investigaciones, y todo artículo que publica sobre un estudio lleva incluida esa información, dice la carta.

La carta fue firmada por el Dr. Jeffrey M. Drazen, jefe de redacción de la revista, y por Corinne Broderick, vicepresidente ejecutiva de la Sociedad Médica.

Jennifer Zeis, portavoz de la revista médica, aseguró que la carta “habla por sí misma.”

 

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modificado el 28 de noviembre de 2013