Una organización internacional sin ánimo de lucro para fomentar el acceso y el uso adecuado de medicamentos entre la población hispano-parlante
Una organización internacional sin ánimo de lucro para fomentar el acceso y el uso adecuado de medicamentos entre la población hispano-parlante
El montelukast (Singulair y otras marcas) es un antagonista del leucotrieno que se usa por vía oral para tratar el asma [1]. Se sabe que provoca trastornos psiquiátricos [1,2].
En 2022, un equipo de Suecia identificó informes —registrados en la base de datos de farmacovigilancia de la OMS— de pesadillas vinculadas al montelukast [3].
Analizaron 1118 informes que contenían información útil sobre la naturaleza de las pesadillas. En el 97% de los casos, el montelukast era el único fármaco sospechoso. La mitad de los informes en los que se evaluó la seriedad del problema se consideraron graves. 111 pacientes tuvieron pensamientos suicidas, 11 intentaron cometer suicidio, y 5 se suicidaron. 45 pacientes fueron hospitalizados. Dos tercios de los informes involucraban a niños, y la mayoría de los casos provenían de la franja etaria de 5 a 10 años.
En la mayoría de los casos, junto con las pesadillas se informaron otros efectos adversos: el más frecuente fue el comportamiento agresivo en niños de 2 a 10 años, y ansiedad y depresión en los adolescentes y adultos.
En la mitad de los informes, las pesadillas empezaron hasta tres días después de empezar a tomar montelukast. En el 90% de los casos en los que se informó el desenlace, las pesadillas se detuvieron de algunos días a algunas semanas después de suspender el montelukast, y volvieron en 32 de los 44 pacientes que retomaron el tratamiento. En el caso de un niño, se retomó el tratamiento con montelukast tres veces, y las pesadillas volvieron cada vez.
También se analizaron los relatos para describir las pesadillas con más detalle. Algunas de las pesadillas de los niños provocaron un miedo extremo a dormir o a estar solos. Otros experimentaban sonambulismo o hablaban, peleaban o trataban de autolesionarse mientras seguían dormidos. Muchos de ellos, al despertar, permanecían confusos o aterrorizados, y algunos ya no reconocían a sus padres.
En algunos casos, solo se sospechó que el montelukast estaba implicado después de haberlo suspendido, cuando las pesadillas se detuvieron. Por ejemplo, un niño sufrió de pesadillas asociadas al montelukast durante cinco años, desde los 2 hasta los 7 años.
En la práctica, en ocasiones, lleva tiempo identificar un vínculo entre las pesadillas y un medicamento, como ocurrió con el montelukast. Al prescribirlo o dispensarlo, es útil advertir a los pacientes y a sus cuidadores que estos trastornos pueden ocurrir. Cuando se presentan pesadillas, es beneficioso para los pacientes recordar que el montelukast puede ser responsable y considerar suspenderlo o reemplazarlo.
Referencias