Las revistas médicas actúan cada vez más como guardianes, promoviendo las narrativas establecidas y marginando las investigaciones que cuestionan el statu quo.
Los estudios que cuestionan la seguridad de las vacunas covid-19, por ejemplo, se suelen descartar por completo y se les niega la oportunidad de ser sometidos a revisión por pares.
En algunos casos, incluso los estudios que logran pasar una rigurosa revisión por pares, son posteriormente retractados a causa de presiones externas.
Esto ocurrió con un estudio sobre los efectos colaterales de la vacuna Covaxin, que fue retirado después de que una revista se viera presionada por el fabricante de la vacuna [1]. Posteriormente, los autores fueron demandados por difamación.
Del mismo modo, una revisión narrativa, que examinaba las lecciones aprendidas del despliegue mundial de la campaña de la vacuna covid-19, se retractó tras la revisión por pares [2], sin ofrecer una explicación clara.
Una prepublicación de Speicher et al. [3] divulgada en octubre de 2023 es el último ejemplo de los importantes obstáculos que enfrentan los investigadores en este campo.
El estudio reveló contaminación por ADN en las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna en Canadá, con niveles que excedían desmesuradamente los límites de seguridad regulatorios.
Sin embargo, en lugar de iniciar un debate serio, los organismos reguladores hicieron caso omiso de los resultados, en gran parte porque el estudio no había sido revisado por pares.
Decididos a resolver este asunto, los autores enviaron su manuscrito a cuatro revistas diferentes, pero en todas ellas fueron rechazados y ni siquiera se les permitió entrar en el proceso de revisión por pares.
El rechazo más reciente, por parte de la revista médica Cureus (parte de Springer Nature), llama la atención, porque el editor de la revista explicó las razones explícitamente.
En el mejor de los casos, su razonamiento era erróneo; en el peor, estaba manifiestamente desinformado. En cualquier caso, las repercusiones para la integridad científica son muy preocupantes.
Afirmación 1: La FDA y los fabricantes de las vacunas reconocen la presencia de ADN residual en las mismas.
Es cierto que los organismos reguladores y los fabricantes reconocen la presencia de ADN residual, pero esto desvía la atención del problema principal: los niveles de contaminación exceden considerablemente los umbrales de seguridad.
De hecho, un estudio realizado por estudiantes de bachillerato, en el propio laboratorio de la FDA, reveló niveles de contaminación por ADN entre 6 y 470 veces superiores al umbral de seguridad regulatorio, de 10 ng por dosis [4].
David Speicher, virólogo y autor principal del estudio, señaló: “Es sorprendente que incluso estudiantes de bachillerato, que han estado trabajando en un laboratorio de la FDA, puedan reproducir nuestros hallazgos y publicar su trabajo, pero que nuestro estudio siga enfrentando obstáculos”.
Afirmación 2: No hay presencia de la proteína SV40.
La revista desestimó las preocupaciones por la presencia de secuencias del gen promotor del SV40 en las vacunas, afirmando que no había presencia de proteína SV40, lo que significaba que los fragmentos del gen no representaban ningún riesgo funcional.
Sin embargo, los autores resaltaron abiertamente los posibles peligros que plantean las secuencias del gen promotor del SV40.
La Dra. Jessica Rose, bióloga molecular y coautora del estudio, explicó que la importancia del promotor del SV40 radica en su capacidad para reclutar “secuencias de localización nuclear” que se unen al ADN y lo transportan al núcleo, donde se puede integrar en el genoma [5].
Kevin McKernan, experto en genoma y coautor, añadió que las secuencias promotoras del SV40 podrían incluso entrar en las células en división durante la ausencia temporal de envoltura nuclear, como demostró la investigación de Lou et al [6].
Afirmación 3: El ADN residual es digerido por la ADNasa.
La afirmación de que la digestión del plásmido por la ADNasa elimina los riesgos ignora un detalle crítico. En realidad, la fragmentación del ADN en miles de millones de trozos más pequeños aumenta la probabilidad de modificación genómica.
Como explicó en una ocasión Phillip Buckhaults, experto en el genoma del cáncer, “en lugar de tener un gran trozo, tienes como montonales de trocitos; han convertido una bala de escopeta en perdigones” [7].
El Dr. Rose también señaló que las nanopartículas lipídicas (LNP o lipid nanoparticles) protegen estos fragmentos, facilitando la entrada en las células. Además, el ARN puede unirse al ADN durante la fabricación, formando híbridos de ARN:ADN resistentes a la digestión por ADNasa.
Afirmación 4: La integración del ADN en el núcleo es biológicamente “improbable”.
Esta afirmación sorprendió a los autores del estudio, dado que las nanopartículas lipídicas están específicamente diseñadas para llevar material genético al interior de las células.
McKernan hizo referencia a un estudio publicado en 2023 por Lim et al., en la revista Nature, que demostró la integración del ADN en aproximadamente el 7% de las células expuestas a fragmentos de ADN, con un agente de transfección [8].
Como me dijo una vez el profesor Buckhaults: “Hacemos esto en el laboratorio todo el tiempo. Tomamos trozos de ADN desnudo, los ponemos en lipofectamina, una solución que introduce material genético en las células, y, por arte de magia, algunos de los trozos se integran en el ADN celular y modifican las células de forma permanente. Llevo haciendo esto desde que era estudiante de posgrado” [9].
Los autores del estudio reconocen que la integración genómica en humanos puede ser poco común, pero ignorar tales riesgos después de que se han administrado miles de millones de dosis de vacunas, es irresponsable.
Además, no es necesario que los fragmentos de ADN se integren en el núcleo para causar daños; pueden desencadenar vías en el citoplasma de forma crónica que podrían aumentar el riesgo de cáncer (como la vía cGAS-STING) [10].
Afirmación 5: No hay evidencia de genotoxicidad o aumento de las tasas de cáncer en las poblaciones que han recibido la vacuna, a pesar de los “miles de millones” de dosis administradas.
Los organismos reguladores suelen desestimar las preocupaciones sobre el aumento de las tasas de cáncer tras la vacunación, argumentando falta de evidencia; sin embargo, las solicitudes de la Ley de Libertad de Información revelan que no están realizando un seguimiento activo de las incidencias de cáncer [11].
Las nuevas evidencias justifican la cautela, dice el Dr. Rose, señalando un caso publicado en la revista European Heart Journal, en el que se describe el caso de una persona de 22 años que desarrolló un cáncer poco común, cuatro meses después de recibir la vacuna de Pfizer. Los investigadores concluyeron lo siguiente:
“La inusual manifestación de pericarditis recurrente, fulminante y refractaria, sin evidencia de que hubiera un problema médico subyacente, nos llevó a considerar que la vacunación con covid-19 fue un posible factor de riesgo”.
Un sistema deficiente
El Dr. Speicher reconoció que su equipo no es el primero que se enfrenta a múltiples rechazos por parte de las revistas, pero desea que se lleve a cabo una reforma seria en la publicación científica.
“Todo buen científico ha enfrentado rechazos de manuscritos”, afirmó. Simplemente me decepciona ver cuán deficiente es el sistema y que los editores de las revistas actúen como censuradores, impidiendo que se publique buena ciencia que va contra la narrativa aceptada”.
Speicher afirmó: “Tarde o temprano, los organismos reguladores y los gobiernos tendrán que afrontar la cuestión de que esta tecnología del ARNm presenta problemas de gran magnitud, como la contaminación por ADN. No se puede seguir ignorando”.
El inmunólogo canadiense, Byram Bridle, quien no participó en el estudio de Speicher, dijo haberse indignado al leer la carta de rechazo, describiéndola como la “antítesis de la ciencia”.
Lo calificó de “uno de los ejemplos más deplorables de lo deteriorado y politizado que se ha vuelto el proceso editorial y de revisión por pares”, y añadió: “No he visto un ejemplo más obvio de vil rechazo. Es irrisorio, incluso para alguien que no es experto”.
El Dr. Bridle consideró que la “desinformada” carta de rechazo de Cureus era sumamente preocupante: Es una señal de que todo el proceso científico está en peligro”.
Respuesta de Cureus
Se solicitó a Cureus y Springer Nature que hicieran comentarios a los medios de comunicación, pero no respondieron.
Sin embargo, sí respondieron a la refutación del autor con una respuesta repetitiva que ignoraba los argumentos científicos importantes.
“Gracias por ponerse en contacto con nosotros. Entendemos que quizá no esté de acuerdo con el resultado, pero tenga la seguridad de que esta decisión se ha tomado tras una cuidadosa revisión y un examen exhaustivo de todos los factores relevantes. Aunque reconocemos que esta puede no ser la resolución que esperaba, la decisión es definitiva.
Atentamente,
El equipo editorial de Cureus”.
Referencias