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ECONOMÍA Y ACCESO

Precios

Colombia. Empiezan a bajar precios de unos medicamentos, otros siguen subiendo
Juan Gossaín,
El Tiempo, 31 de julio de 2014 
http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/cronica-de-juan-gossain-sobre-precios-de-medicamentos/14325338

Mi primera obligación consiste en decir la verdad completa: por fin empezó a bajar el precio de los remedios en Colombia [1]. Pero aún no ha llegado la hora de echar las campanas al vuelo ni de creer que la situación se volvió agua de borrajas.

Apenas estamos comenzando. Es cierto que han bajado los medicamentos más costosos, para enfermedades como el cáncer, mal de Alzheimer, epilepsia, infartos y esclerosis. Sin embargo, hay muchas drogas más sencillas, de uso cotidiano, que siguen subiendo [2].

Yo sueño despierto con la ilusión de que algún día el periodismo sirva para algo. Cien mil veces he dicho que un periodista no es más que la voz de los que no tienen voz. Por eso, a lo largo de los últimos dos años, he escrito tres crónicas, en las páginas de este periódico, sobre el drama de comprar un medicamento en Colombia, y me he tomado el trabajo de comparar precios con otros países del mundo, incluidos los del vecindario.

Ahora, mientras investigo por cuarta vez lo que está pasando, abro mi correo electrónico y encuentro el mensaje que me envía Ana Consuelo Gómez Caballero, una artista a la que no tengo el gusto de conocer, directora de ballet y danzas experimentales en Bogotá. “Gracias a sus crónicas me escribe, la cajita de un remedio que yo tomo, llamado Xeroquel, bajó de Pco210.000 a 10.000. Enhorabuena” (1US$=Pco2.052).

Me quedo pensativo y, lejos de sentirme halagado, lo que siento es más indignación. He ahí, completico, el tamaño de la infamia: si podían cobrar diez mil pesos, y ya iban ganando, ¿por qué estaban cobrando 21 veces más? Díganme quién le va a devolver esa plata a la gente. Esto es peor que un crimen: es una injusticia.

La cadena del abuso
Lo primero que hago es averiguar quiénes son los que han venido cobrando esos precios ofensivos. Se trata de una larga cadena de intermediarios, mercaderes, empresas de salud, algunos laboratorios y oportunistas políticos, amparados en la indiferencia del Estado, que a lo largo del tiempo, y a pesar de que la ley obliga a hacerlo, se negó a vigilar los precios de los medicamentos, incluso de aquellos que él mismo paga a través del sistema de salud.

Hasta que el tumor maligno reventó en el año 2006. En esa época, los asesores del Ministerio de Salud recomendaron liberar los precios creyendo ingenuamente que la sola competencia los abarataría. ¿Ingenuamente? Entonces sí, quién dijo miedo. Ya no hubo dique que los contuviera.

Algunas empresas prestadoras de salud (las famosas EPS) se sumaron al festival, creando sus propias compañías comercializadoras de remedios, a las que ellas mismas les compraban para venderle al Gobierno, en una terrible cadena de la felicidad, pasándose la plata ajena del bolsillo izquierdo para el derecho.

A la hora de hacerle al Estado los célebres “recobros de medicamentos”, lo normal es que hayan incrementado quince o veinte veces el precio de una humilde pastilla. Se han descubierto monstruosidades como esta: por una droga para reducir el colesterol, llegaron a cobrar 3.000% de aumento. Agárrense: el promedio anual de lo pagado como sobrecosto por las medicinas llega a Pco500.000 millones. Medio billón.

Los que están bajando
Los laboratorios descubrieron que el Estado pagaba lo que le cobraran y que la sociedad, por su parte, estaba aletargada me dice un experto en asuntos económicos. Fue entonces cuando abrieron la llave hasta donde los dejaron abusar. En esos casos, los economistas decimos que la discriminación de precios depende de lo elástica que sea la demanda. En lenguaje sencillo: se cobra según el ‘marrano’.

Apenas ahora está empezando a corregirse el terrible atropello. En los últimos tiempos se han controlado los precios de los medicamentos más caros, como ya dije. Vean ustedes lo que valen hoy siete fármacos, solamente siete, comparados con lo que valían hace apenas ocho meses, en noviembre del año pasado:

  1. Sabril: cápsulas para la epilepsia, especialmente si el enfermo es un niño. Valía: Pco415.000. Vale: 70.150. Bajó 83%.
  2. Avonex: para esclerosis múltiple. Valía: Pco2’674.352. Vale: 471.594. Bajó 82,3%.
  3. Reminyl: tabletas para el mal de Alzheimer. Valía: Pco113.297. Vale: 20.167. Bajó 82,2%.
  4. Casodex: tabletas para el cáncer de próstata. Valía hace ocho meses: Pco377.018. Vale hoy: 105.746. Bajó 71,9%.
  5. Mirapex: para el mal de Parkinson. Valía: $ 503.000. Vale: Pco196.000. Bajó 61%.
  6. Aromasin: para cáncer de seno. Valía: $ 1’523.886. Vale: Pco809.927. Bajó: 46,3%.
  7. Lantadín: para dolores crónicos. En noviembre pasado valía Pco51.000. Hoy vale $27.600. Bajó 45,8%.

Exijo que alguien me responda la pregunta que ya hice: si podían cobrar mucho menos, ¿por qué estaban cobrando mucho más? Esto clama justicia. Yo no sé qué calificativo darle a quién le roba 83% de sus medicamentos a un niño epiléptico. (Como en el poema de De Greiff: “sí lo sé, mas no lo digo”).

Y los que siguen subiendo
¿Por qué los laboratorios bajaron un 80% sin rechistar y sin hacer un solo reclamo? ¿Por qué? ¿Por qué? Ya dije, al empezar esta crónica, que no todo el monte es orégano ni la situación está color de rosa. Hay varios medicamentos que, lejos de bajar, siguen subiendo. Lo peor es que son de los que más utiliza la gente. Voy a poner algunos ejemplos de sus precios hoy, comparados, igualmente, con los de noviembre pasado:

Glimepirida de 15 pastillas, muy usada por los diabéticos, costaba Pco25.000 pero hoy cuesta 36.000 (subió 44%). Neurontín de 10 unidades de 800 miligramos, para convulsiones, costaba Pco75.500 y hoy cuesta 114.300 (subió 51%). El Urocuad de 300 miligramos, para controlar el ácido úrico, subió 17% en ocho meses, al pasar de Pco21.850 a 25.600. Nexium, para acidez y reflujos, subió 9% la cajita de 28 pastillas de 40 miligramos.

En cuanto a las comparaciones con el exterior, seguimos en una enorme desventaja. La caja de Crestor de 14 unidades y 20 miligramos, que en una droguería de Madrid cuesta el equivalente de Pco96.368, aquí vale hoy Pco157.289. Diferencia: 39%. Y eso que los españoles ganan en euros, y su salario mínimo es tres veces mayor que el nuestro.

El gobierno contesta
En mi condición de periodista, pero sobre todo de ciudadano, le envié por escrito una pregunta al Ministro de Salud: ¿estoy en lo cierto al pensar que están bajando los medicamentos más complejos y costosos, pero, en cambio, siguen subiendo los de uso cotidiano?

Su percepción es correcta, responde el ministro Gaviria. Hemos puesto énfasis en los medicamentos más costosos, que es donde están las mayores distorsiones y los mayores abusos en relación con los precios internacionales.

Es evidente que también empiezan a controlarse los precios de algunos remedios para la acidez estomacal o el colesterol.

Falta mucho por hacer, agrega el Ministro. En el mercado se produce una competencia saludable, que debería rebajar los precios, pero los médicos siguen prefiriendo los medicamentos de grandes marcas, y eso impide que la sola competencia sea suficiente para bajarlos. Tenemos un gran desafío por delante.

Sabrá Dios qué razones tienen los médicos para que, como dice el Ministro, solo receten los medicamentos más costosos.

Epílogo
Hay que bajar los precios, pero no hay que bajar la guardia. Lo estamos logrando pero todavía nos falta por recorrer un trecho muy grande. Los ciudadanos deben seguir reclamando, presionando, protestando. Hay que continuar la lucha con el mismo ahínco para que también cobren un precio justo por los remedios de uso masivo, los que la gente compra diariamente en la farmacia para una gripa o una agriera.

Porque no hay derecho a que en Colombia una cajita de pastillas para la presión arterial valga más que un salario mínimo. Y, a riesgo de volverme cansón con mi cantaleta, insisto en la pregunta que vengo haciendo a lo largo de esta crónica: ¿quién va a devolvernos la plata que nos han esquilmado en todos estos años? Son Pco500.000 millones anuales, imagínese, usted.

Una observación final: en el año 2009 la revista Pharmaceutical Today, vocero de los laboratorios internacionales, publicó un extenso artículo en el que presentaba a Colombia como uno de los lugares más atractivos del planeta para hacer negocios. Viendo los precios que nos cobran, y lo que nos han quitado, estoy empezando a creer que tienen toda la razón.

Referencias

  1. 1. Gossaín J. En Colombia es más barato un ataúd que un remedio. El Tiempo, 14 de febrero de 2012
    http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11131061
  2. 2. Gossaín J. Nuevas burlas al precio de los medicamentos, según Juan Gossaín. El Tiempo, 23 de noviembre de 2013
    http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13216036
creado el 12 de Septiembre de 2017