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ECONOMÍA Y ACCESO

Industria y mercado

Estrategias y mentalidad “me too” en los tratamientos oncológicos
No Gracias, 1 de septiembre de 2014
http://www.nogracias.eu/2014/09/01/estrategias-y-mentalidad-2/

Un artículo publicado recientemente en JAMA Otolaryngol Head Neck Surg. [1], concluye que el tratamiento del cáncer está dominado por estrategias “me too”. Esto es, se dedica tiempo y esfuerzos a indicaciones, aprobadas y no-aprobadas, que son marginales, de poco valor terapéutico para los pacientes. Mientras, la carga financiera crece de forma alarmante, con terapias costosísimas, hasta $ 10.000 mensuales. Cierto es que la escalada de los costos es multifactorial, pero parece claro que “estamos cosechando las semillas que sembramos”, empujando la innovación y la creatividad con una mentalidad “me too.

Los autores revisan los medicamentos contra el cáncer aprobados por la FDA. Así, en los tumores sólidos, entre 2002 y 2014, la mediana de ganancia de supervivencia fue de 2,1 meses. Verdaderamente insatisfactorio; pero incluso si aplicamos los modestos criterios de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), sólo 30 (42%) de los 71 tratamientos aprobados por la FDA en los últimos 12 años pueden ser encuadrados dentro de “mejoras clínicamente significativas”.

Muchas veces el problema reside en que las Farmacéuticas intentan rentabilizar la inversión, extendiendo, una vez aprobado un fármaco, indicaciones adicionales, conocidas como aprobaciones suplementarias. Estas alternativas marginales son muy rentables y concentran cada vez más tiempo, dinero y otros recursos, en detrimento de nuevas líneas de investigación. El resultado es la asfixia de la innovación, con objetivos especulativos y una notable duplicación de esfuerzos. Los autores comparan los mecanismos de acción de 168 terapias de cáncer en proceso de desarrollo de las empresas más importantes, constatando que el 74% de las terapias tienen mecanismos de acción superpuestos, y sólo 47, el 24%, de los fármacos analizados carecen de solapamientos.

En el desarrollo de un fármaco, la cotización en bolsa de las compañías farmacéuticas es absolutamente determinante. Sin cuestionar la voluntad o el genuino deseo de aliviar la carga de enfermedad, el mandato de las compañías es maximizar el precio de las acciones. Y el precio de las acciones depende de las compras y ventas de los inversores en el mercado de valores. Es decir, de las preferencias de los inversores.

Un principio de la economía financiera moderna es que los inversores apuestan por la mayor rentabilidad con el menor riesgo, si se mantienen constantes otros factores. Esto es, la cotización de una empresa aumenta, si hay expectativas elevadas de ingresos y un grado bajo de riesgos. En consecuencia, las terapias radicalmente nuevas, aunque puedan generar expectativas de ingresos, son arriesgadas y no merecen la suficiente confianza de los inversores. Mientras que el bajo riesgo que se asocia a los “me too” está bien visto por los inversores, con una mayor rentabilidad en bolsa.

En el extremo opuesto, si el precio de un medicamento, de probada eficacia, cae por debajo de un determinado umbral, el medicamento deja de producirse. En una reciente encuesta a 214 oncólogos, el 82,7% no pudo prescribir algún medicamento en los últimos seis meses por problemas de abastecimiento.

En resumen, la cotización de las compañías en bolsa, esto es, los beneficios para los accionistas, dominan los fundamentos de la investigación y desarrollo de los fármacos. Las compañías tienen en su pipe-line fármacos muy similares, en busca de significaciones estadísticas… El ánimo de lucro es una fuerza poderosa que no tiene un sólo villano, sino que arrastra a académicos, asociaciones profesionales, oncólogos, revistas científicas, reguladores, agrupaciones de pacientes y la industria biofarmacéutica. Y cuando hay demasiados responsables es más fácil eludir responsabilidades. Cabe decir, no obstante, que la industria todavía obtiene resultados importantes, como los inhibidores BRAF o ALK, y que los incentivos económicos no son únicos, en un contexto con poderosos factores emocionales, de vida o muerte, que son comunes en los tratamientos oncológicos. En todo caso, no hay duda de que el grueso de las decisiones obedece a motivos económicos y no de salud o sociales.

Los autores hacen diferentes propuestas para el futuro, entre las que cabría destacar las siguientes:

– La necesidad de poner énfasis en la transparencia e identificar – y desechar – las terapias marginales. Una obligación de las sociedades científicas, las revistas médicas y los oncólogos.

– La independencia de la industria, el apoyo a los grupos de investigación innovadores y a constitución de una Comisión Independiente que estandarice una métrica uniforme de los beneficios de los medicamentos aprobados. Un paso previo para poder debatir sobre los precios.

Como ejemplo en positivo, cabe reseñar el rechazo público del Memorial Sloan Kettering que se negó a pagar $11.063 al mes por un nuevo fármaco para el cáncer colorrectal, aflibercept (Zaltrap), con un coste de mucho más alto que bevacizumab (Avastin), obligando a Sanofi bajar a la mitad el precio de Zaltrap.

Referencias

  1. Fojo T, Mailankody S, Lo A. Unintended Consequences of Expensive Cancer Therapeutics-The Pursuit of Marginal Indications and a Me-Too Mentality That Stifles Innovation and Creativity: The John Conley Lecture. JAMA Otolaryngol Head Neck Surg. 2014 Jul 28. doi: 10.1001/jamaoto.2014.1570.
creado el 12 de Septiembre de 2017