El economista Félix Lobo afirma que los nuevos informes del Ministerio sobre las aprobaciones de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM) son una “buena iniciativa”: “Siempre es positivo que se dé más información y haya más transparencia”
El Ministerio de Sanidad, en un ejercicio de transparencia, ha comenzado a publicar informes de financiación de los medicamentos [1] que se incorporarán a la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud (SNS), tras la decisión de la CIPM. Una decisión que ha sidomuy bien acogida por todo el sector.
A Félix Lobo, catedrático emérito en Economía por la Universidad Carlos III y ex presidente del Comité Asesor de la Prestación Farmacéutica (CAPF), le parece una “buena iniciativa”. En conversaciones con El GlobalFarma, apunta que “siempre es positivo que se dé más información y haya más transparencia”.
El informe de financiación incluye información básica del medicamento y describe el proceso de autorización, al igual que ocurre en el Informe de Posicionamiento Terapéutico (IPT). La diferencia es que se incorpora la decisión de la CIPM y las condiciones de inclusión. Por tanto, aunque es “inevitable que se repitan cosas”, señala Lobo, los nuevos informes son “interesantes” y “tienen valor”, porque se publican una vez se ha tomado la decisión de precio y financiación.
Sin embargo, la transparencia no es completa. Y es que los informes [2] no revelan los precios finales de financiación de los medicamentos. Pero esto, precisamente, se trata de algo beneficioso, según Lobo. “Yo soy partidario de la transparencia; es un elemento fundamental del buen gobierno, de la democracia y de la eficiencia de los mercados, pero hay que ser dogmáticos. En el caso de los medicamentos, concurren una serie de circunstancias especiales, por lo que creo que estamos mejor como estamos, es decir, sin que se hagan públicos los precios reales de financiación, porque nos perjudicaría”, afirma el economista.
¿Por qué no beneficia una transparencia completa?
“En principio, todos queremos esa transparencia, pero en la práctica y dadas las circunstancias especiales que hay en el caso del mercado de los medicamentos y, en concreto en Europa, sería muy negativo”, expone Lobo, quien apunta al sistema de precios de referencia internacionales, del que tanto administraciones como empresas son “prisioneros”.
“Que los países tengan en cuenta los precios que se pagan en otros países impediría la discriminación de precios, que es algo positivo. Los precios no tienen que ser iguales en todos los mercados, sino que sería bueno que en los países subdesarrollados, los precios de los medicamentos fueran más bajos que los precios que pagamos los países más desarrollados”, apunta Lobo.
De hecho, el experto va más allá e indica que también “tiene sentido que en España paguemos precios más bajos que en Alemania, por ejemplo”. “Las comparaciones internacionales de precios no se deberían utilizar porque, en definitiva, cada país debería hacer su evaluación económica y fijar los precios con arreglo a sus circunstancias. Está justificado que pague más por los medicamentos un país que tiene una renta muy superior a la de España. Y la renta española está por debajo de la media de la Unión Europea”, explica Lobo.
Además del sistema de precios de referencia internacionales, otra las circunstancias que se dan en Europa es que se permite que “comerciantes o intermediarios del mercado de los medicamentos llevan el fármaco de donde está más barato a donde está caro”. Es decir, el comercio paralelo. “Es legal que los intermediarios lleven medicamentos baratos de España a Alemania, donde se venden más caros y se lucran por la diferencia, aunque este es un problema que hoy en día es mucho menor por las medidas que se han tomado”, afirma Lobo.
En su opinión, “no habría que permitir el comercio paralelo de medicamentos”, pues “no beneficia más que a los intermediarios”. “Ni las empresas, ni el país de origen, ni el país de destino están interesados en el comercio paralelo”, asevera el economista. Y concluye que, dadas esas circunstancias, “una transparencia completa no procede, ya que tendríamos que poner los precios alemanes o quedarnos sin los medicamentos y eso sería mucho peor para los pacientes, que es lo que más nos importa”.
Una fórmula de control
Para solucionar esa falta de transparencia completa, Lobo apunta a una fórmula que se podría establecer. “Igual que hay en el Congreso de los Diputados o en el Senado una comisión de secretos oficiales o una comisión de defensa nacional, que se reúnen a puerta cerrada y controlan al Gobierno, pero no se hace público, también podría haber algo así en este caso”, señala.
“Es verdad que la falta de transparencia tampoco es buena, pero, por ejemplo, se podría hacer un informe. El ministro de Sanidad podría realizar un informe que se presentara al Congreso donde diera explicaciones de los precios reales y cuál es la situación. Eso ya supondría un control que evitaría que pudiera haber malos pensamientos sobre lo que hace la Administración o las empresas. Sería una fórmula para evitar los daños colaterales que puede tener la falta de transparencia actual”, argumenta Lobo.
Y es que, “con el sistema de precios de referencia internacional y con el comercio paralelo, no se debe cambiar lo que tenemos ahora de los precios autorizados, los precios de lista o los precios de catálogo y los precios financiados”, apunta. “Es mejor la situación actual”, concluye.
Referencias