En 2024, una revisión sistemática que incluyó un metaanálisis de los estudios publicados analizó el riesgo de pérdida de la audición asociada al uso de antibióticos macrólidos [1].
Se incluyeron 13 estudios: 6 ensayos clínicos aleatorizados y 8 estudios epidemiológicos, en niños y adultos [1]. Los antibióticos estudiados fueron azitromicina, claritromicina, eritromicina, roxitromicina, espiramicina y telitromicina (que se retiró del mercado europeo), además de fidaxomicina, un antibiótico macrocíclico que es estructuralmente similar a los macrólidos [2].
En comparación con los pacientes no expuestos a un macrólido, pero que posiblemente se expusieron a un antibiótico de otra clase, los pacientes expuestos a un macrólido tenían un riesgo mayor de ototoxicidad: razón de probabilidades (OR) 1,2 (intervalo de confianza del 95% 1,1-1,5) [1].
Hasta el 14 de abril de 2024, la sección accesible para el público de la base de datos de farmacovigilancia europea contenía 216 reportes de pérdida de la audición atribuida a la azitromicina. Entre los 124 casos de pérdida de la audición con desenlaces conocidos, 29 se habían resuelto completamente, 28 estaban mejorando y 67 no se habían resuelto o se habían resuelto con secuelas [2]. Además, hubo 260 reportes de acúfenos, de los cuales 78 no se habían resuelto [3].
En la práctica, cuando un paciente que toma un macrólido refiere que padece un problema de la audición o que un problema preexistente está empeorando, sobre todo la pérdida de la audición o los acúfenos, es importante considerar la posible participación del antibiótico y, como precaución, evitar volver a indicar el tratamiento con un macrólido.
Referencias