El artículo que resumimos a continuación [1] informa sobre los efectos adversos de los antibióticos y su impacto en la seguridad del paciente; y según los autores, los riesgos de ciertos grupos de antibióticos como los aminoglucósidos y las fluoroquinolonas deben invitar a reflexionar si se deben reservar como antibióticos de última opción, porque sus efectos adversos son raros pero graves.
Según el CDC, una de cada cinco consultas a urgencias por reacciones adversas a medicamentos se debe al uso de antibióticos. Aunque algunos efectos adversos pueden ser leves (dolor en el sitio de inyección, náuseas), otros pueden ser graves y debilitantes. Los aminoglucósidos como la gentamicina pueden causar toxicidad renal y requieren monitoreo estricto de la función renal, para ir ajustando la dosis y evitar el daño irreversible.
La FDA advierte sobre los riesgos de las Fluoroquinolonas, entre las que se encuentran: la ciprofloxacina (Cipro), levofloxacina (Levaquin), moxifloxacina (Avelox), ofloxacina, delafloxacina (Baxdela), gemifloxacina (Factive). Estos medicamentos conllevan efectos adversos graves (potencialmente irreversibles) que incluyen tendinitis y ruptura de tendón, artralgia y mialgia (dolor articular y muscular), neuropatía periférica (lesión nerviosa que causa entumecimiento, hormigueo o dolor). Otros efectos en el sistema nervioso central como alucinaciones, ansiedad, depresión, insomnio, cefaleas intensas y confusión.
Es importante resaltar el subregistro de los efectos adversos de las fluoroquinolonas. Se cree que la toxicidad de estos antibióticos está subestimada y podría ser más frecuente de lo que indican los estudios clínicos. Menos del 1%-10% de los efectos adversos de fluoroquinolonas se reportan a los sistemas de farmacovigilancia.
En 2018, la FDA ordenó la inclusión de una advertencia de caja negra en estos antibióticos debido a su asociación con los trastornos mentales y las alteraciones en los niveles de glucosa. Se han reportado casos de ideación suicida y suicidios en algunos pacientes tratados con fluoroquinolonas.
En conclusión, si bien los antibióticos son fundamentales para tratar las infecciones, su uso debe ser cauteloso y basado en una evaluación riesgo-beneficio. Ciertos antibióticos como las fluoroquinolonas y los aminoglucósidos requieren una evaluación cuidadosa del paciente para identificar las contraindicaciones y monitorear los efectos adversos. La decisión de utilizarlos debe ser individual, y cuando sea posible se deben priorizar opciones más seguras.
Salud y Fármacos considera que, ciertos antibióticos – incluyendo las fluoroquinolonas- deberían reservarse como última opción, especialmente cuando existen alternativas más seguras. La farmacovigilancia y el reporte de eventos adversos son clave para evaluar la seguridad a largo plazo de los antibióticos.
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