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¿Quieres hacer mejor ciencia? Admite que no eres objetivo (Want to do better science? Admit you’re not objective)
Angela Saini
Nature 2020; 579, 175 (2020) doi: 10.1038/d41586-020-00669-2
https://www.nature.com/articles/d41586-020-00669-2
Traducido por Salud y Fármacos

Cuando la ciencia se percibe como aislada del pasado y de la política, es más fácil que los que tienen malas intenciones revivan ideas peligrosas y desacreditadas.

Una de las principales universidades del mundo, University College London (UCL), ha terminado una investigación sobre su apoyo a la desacreditada pseudociencia de la eugenesia. Fondos vinculados a Francis Galton, un racista que creía que era posible mejorar la población británica a través de la reproducción selectiva, y que en 1904 fundó la Oficina de Registros de Eugenesia en UCL, siguen contribuyendo a los cofres de la universidad con más de £800.000 (US$1 millón).

El informe de la investigación, publicado el 28 de febrero, recomendó cambiar el nombre de los edificios y salas de conferencia con el nombre de Galton y de otro genetista famoso. Aunque nos alegra, esto no reconoce hasta que punto sobreviven los errores del pasado en la ciencia moderna.

Como descubrí mientras escribía mi libro de 2019 Superior: El Retorno de la Ciencia sobre la Raza (Superior: The Return of Race Science), los genetistas de hoy hablan acertadamente de la eugenesia como una propuesta ridícula y dicen que el concepto de raza biológica, la creencia de que los humanos pueden subdividirse en grupos distintos con diferencias significativas entre ellos, es una tontería fácil de desacreditar. Pero esto ignora cómo se manifiestan estas ideas en el mundo real. Verdaderamente, solo pueden entenderse como hilos intelectuales antiguos, incrustados en la política, ahora y siempre.

Al no reconocer que la ciencia puede ser política, la comunidad científica permite la resurrección de ideas peligrosas. Actuar como si las teorías, especialmente aquellas sobre los humanos, existieran en vacíos culturales o políticos es una falacia ridícula.

La investigación de UCL fue impulsada, en parte, por revelaciones de que, en 2018, el que ahora es ex becario honorario había estado reservando espacio para realizar conferencias secretas sobre raza y eugenesia. Mucha gente, incluyendo miembros del comité de investigación, están preocupada porque la investigación no fue lo suficientemente rigurosa como para conectar la pseudociencia del pasado con los persistentes intentos de mantener viva esa pseudociencia.

El mismo mes que UCL publicó su informe, se supo que Dominic Cummings, un autoproclamado entusiasta de la ciencia y asesor especial del primer ministro del Reino Unido, había contratado a un asistente que defiende opiniones eugenistas. Andrew Sabisky, quién ya ha renunciado, había sugerido el uso de anticoncepción obligatoria para detener el crecimiento de una “subclase permanente”.

Cuando en una encuesta realizada como parte de la investigación de UCL se preguntó al personal y a los estudiantes si “deberíamos separar la ciencia y la política”, se documentaron tasas más altas de personas que dijeron estar de acuerdo entre los especialistas en ciencias e ingeniería, que entre los de ciencias sociales e historia. En mi cobertura de la investigación, he visto que no fueron los biólogos de la universidad, sino los expertos en humanidades, incluyendo el custodio Subhadra Das y el historiador Joe Cain, quienes forzaron a sus superiores a confrontar una historia sórdida que algunos genetistas estaban dispuestos a ignorar.

“Si hay que recurrir al pasado para legitimar el presente, como se hace frecuentemente, entonces hay que analizar la veracidad de ese pasado continuamente”, escribe Romila Thapar, historiadora de la Universidad Jawaharlal Nehru en Nueva Delhi. Aquellos que buscan recuperar la eugenesia prefieren pasar por alto el pasado y tratar el concepto como una proposición puramente científica. Esto es más fácil para los científicos que están dispuestos a separar la ciencia de la política, incluso cuando para empezar se trata de un tema inherentemente político, como el de la eugenesia.

La encuesta de UCL también reveló que los miembros de la comunidad universitaria que son discapacitados o de origen étnico minoritario tienen más probabilidades de sentir que el legado de la eugenesia todavía está presente comparado con los blancos que no tienen ninguna discapacidad. Las personas en el extremo receptor de la cosmovisión que impulsó la eugenesia entienden hasta qué punto persiste.

Los científicos que imaginan que el prejuicio reside en los demás, no en ellos mismos, no reconocen que hoy en día, vivir en el mundo es someterse a un goteo de supuestos y prejuicios que guían nuestros pensamientos y acciones. Si fuera de otra manera, la demografía de la academia sería más equitativa, y la tensión actual que hay en los gobiernos sobre el determinismo genético no sería posible. El racismo y los prejuicios están entretejidos en las estructuras en las que todos vivimos y trabajamos, y en nosotros.

La falta de educación se traduce en que no podamos establecer estos vínculos. En septiembre pasado, en un festival de filosofía, hablé sobre culturas no europeas y sus contribuciones a la ciencia y las matemáticas. Un científico comentó que no tenía necesidad de saber qué se había hecho en la tierra de “bongo bongo”. El público estaba conmocionado; yo estaba decepcionado. Era producto de un sistema que no le había enseñado que tenía que enterarse mejor. Es este sistema el que tenemos que arreglar.

Los científicos rara vez interrogan la historia, ni siquiera la de sus propias disciplinas. Cuando estudié ingeniería en la universidad, se esperaba que en cuatro años solo escribiera un ensayo sobre ética. No es de extrañar que las nuevas tecnologías perpetúen los estereotipos raciales y de género, o que el reconocimiento facial automático luche para identificar a las personas con piel más oscura.

La mejor investigación se realiza no cuando pretendemos que somos perfectamente objetivos, sino cuando reconocemos que no lo somos. El informe de investigación de UCL recomienda que los estudiantes y el personal estén expuestos a la historia de la eugenesia, y que se aliente a los estudiantes a valorar la historia de sus propios campos. Yo iría más lejos. Los científicos necesitan tanto la historia como las ciencias sociales para desarrollar las herramientas intelectuales para pensar críticamente sobre su investigación y cómo afecta a la sociedad. Esto no solo es útil, es vital.

creado el 4 de Diciembre de 2020