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Ética

Integridad de la Ciencia y de las Publicaciones

Estrategias para producir y utilizar evidencia confiable
Salud y Fármacos, 31 de marzo de 2010

Las decisiones clínicas deberían basarse en información confiable. Ya hace más de diez años que el Instituto Nacional de Medicina de EE UU publicó su informe sobre los conflictos de interés financiero que permean la investigación, educación y práctica médicas. En ese momento preocupaba que la influencia de la industria socavara la integridad de la investigación científica, la objetividad en la formación de los profesionales médicos, la calidad de la atención médica, y la confianza del público en la medicina.

Ahora, hay una preocupación creciente por la sobremedicalización (uso excesivo de pruebas diagnósticas, medicalización de procesos normales y prescripción exagerada de medicamentos). No todo el mundo está de acuerdo en como se deben manejar las relaciones financieras entre los profesionales sanitarios y la industria. Los autores de un articulo reciente publicado en el BMJ [1] consideran que los conflictos de interés financieros afectan cómo se determina y se usa la evidencia, perjudicando a los pacientes y a los sistemas de salud. Tras presentar la evidencia existente y construyendo sobre esos ejemplos, proponen estrategias para lograr que las decisiones clínicas se tomen con plena independencia de la industria.

Según el artículo, el 60% de la investigación médica que se realiza en EE UU está financiada por la industria, y se ha demostrado repetidamente que las publicaciones de los resultados de esos estudios favorecen a los productos del patrocinador, exagerando sus beneficios y minimizando sus efectos adversos. También se sabe que la información que se disemina en las publicaciones discrepa de lo que aparece en los informes más detallados de cada ensayo (los clinical study reports o CSRs). Además, las agencias reguladoras, incluyendo la FDA y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), tienen conflictos de interés porque están financiadas en parte por las industrias cuyos productos evalúan.

Las actividades educativas también tienden a favorecer los intereses del patrocinador. Los prescriptores que reciben regalos de la industria tienden a recetar sus productos, en proporción directa al monto de los regalos; los líderes de opinión con vínculos financieros con la industria tienden a escribir comentarios favorables a las industrias que los han financiado, y un gran número de organizaciones defensoras de los pacientes también reciben financiamiento de la industria.

Las actividades de promoción influyen en la práctica clínica, ya sea a través de los visitadores médicos, la elaboración de guías o de pagos directos. Con frecuencia, los autores de las guías clínicas son asociaciones profesionales o personas que tienen conflictos de interés con las empresas involucradas, y pueden contribuir a la sobremedicalización de los problemas de salud y a que se prescriba más de lo necesario.

Según los autores, para producir y utilizar evidencia confiable, y para controlar la epidemia de sobremedicalización hay que asegurar que todos los que toman decisiones sean independientes de los que se benefician de estas prácticas; y para lograrlo proponen las estrategias que incluimos en el cuadro 1.

Entre los ejemplos para promover la investigación independiente los autores resaltan el impuesto que el gobierno italiano impone a la promoción farmacéutica y el uso de los montos recabados para promover la investigación independiente. Señalan la capacidad de organismos no gubernamentales para hacer investigación independiente la industria con financiamiento público o de filántropos independientes de la industria, como la Drug for Neglected Diseases iniciative (DNDi), o la propuesta estadounidense que mantiene el financiamiento de la investigación por parte de la industria, pero delega el análisis de los datos a equipos independientes. También se ha propuesto que las agencias reguladoras se financien íntegramente con fondos públicos.

La Fundación Cochrane exige que dos tercios de los que hacen revisiones sistemáticas no tengan conflictos de interés financieros con la industria.

Hay varias iniciativas alrededor del mundo que han eliminado la influencia de la industria en las actividades educativas; y algunas revistas médicas también tratan de ser cada vez más independientes de la industria y evitan publicar artículos de autores con conflictos de interés de tipo financiero. Del mismo modo, ha aumentado el número de médicos que se niegan a ver a representantes de la industria; y en algunos países (Dinamarca y Australia), los médicos que colaboran con la industria no pueden participar en la elaboración de guías clínicas.

Cuadro 1. Posibles estrategias para lograr tener independencia financiera de los intereses comerciales.

Investigación

  • Los gobiernos deben exigir que la evidencia para tomar decisiones de atención médica, incluyendo la evaluación de los tratamientos nuevos, pruebas diagnósticas y tecnología médica, se genere con independencia de la industria que los produce.
  • Los gobiernos deben requerir que las organizaciones de salud pública, incluyendo las agencias reguladoras y de evaluación de tecnologías sanitarias, no reciban fondos de la industria y que sus asesores no tengan relaciones financieras con la industria.
  • Los grupos que realizan síntesis de investigación, incluyendo las revisiones sistemáticas, deben garantizar que los revisores tengan acceso a toda la información sobre los métodos de estudio y a todos los resultados relevantes sobre los estudios, incluyendo los informes de los estudios clínicos, y que se lleven a cabo sin financiación de la industria y por autores sin relaciones financieras con las empresas que podrían beneficiarse de los resultados.

Educación

  • Las asociaciones profesionales de defensa de los pacientes o académicas que participen en actividades educativas dirigidas a profesionales de la salud, al público o a los grupos de pacientes, que puedan afectar la adopción de políticas o normas, deben dejar de depender de la financiación de la industria y eliminar las relaciones financieras entre sus directivos y la industria.
  • Los gobiernos nacionales que trabajan con las asociaciones profesionales y los organismos que otorgan licencias para desarrollar políticas garanticen que las actividades educativas respaldadas por la industria no contribuyan a la acreditación de los profesionales de la salud.
  • Las revistas médicas y sus editores dejen de depender de los ingresos de la industria de la salud.

Práctica

  • Las asociaciones profesionales, hospitales, servicios de salud y gobiernos prohíban las interacciones entre la industria y los encargados de la toma de decisiones, incluyendo los profesionales en ejercicio, y apoyen activamente el desarrollo de información sanitaria independiente de los intereses comerciales.
  • Los profesionales, los encargados de formular políticas y el público deben poder confiar en que las guías clínicas producidas y escritas por grupos no tienen relaciones financieras con la industria y puedan tener acceso a la evidencia, incluyendo a las síntesis de la investigación que se han realizado sin influencia de la industria.
  • Los organismos que financian la investigación y las instituciones académicas modifican explícitamente los criterios de evaluación y los incentivos para recompensar la colaboración académica con agencias públicas y grupos de la sociedad civil, así como con la industria.

Nota de los autores: Estas vías surgen de nuestro análisis de la evidencia relevante y ejemplos de todo el mundo. No es una lista exhaustiva ni definitiva y está diseñada para informar sobre el debate y el desarrollo de recomendaciones detalladas.

Referencia

  1. Moynihan Ray, Bero Lisa, Hill Sue, Johansson Minna, Lexchin Joel, Macdonald Helen et al. Pathways to independence: towards producing and using trustworthy evidence BMJ 2019; 367:l6576
creado el 4 de Diciembre de 2020