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Ética

Conducta de la Industria

Opinión del libro “Sick Money” de Billy Kenber

(Book review: Sick Money by Billy Kenber)
Till Bruckner
Transparimed, 9 de agosto de 2022
https://www.transparimed.org/single-post/book-review-sick-money-billy-kenber
Traducido por Salud y Fármacos, publicado en Boletín Fármacos: Ética y Derecho 2023; 26(1)

Tags: conducta de la industria farmacéutica, transformación de la industria farmacéutica, medicina basada en la evidencia, financiarización de la industria, bolsa de valores, propiedad intelectual, producción pública de medicamentos, control de precios de los medicamentos

“Ya no necesitas descubrir un nuevo medicamento para volverte rico”, escribe Billy Kenber en la introducción de “Sick Money: The Truth About The Global Pharmaceutical Industry” [“Dinero enfermizo: La verdad sobre la industria mundial farmacéutica”].

El libro describe la evolución de la industria a lo largo de medio siglo y documenta cómo los cambios estructurales del mercado han provocado aumentos exponenciales en el coste de los medicamentos, aun cuando han aportado escasas innovaciones clínicamente relevantes.

Los buenos tiempos de la industria farmacéutica
Según cuenta Kenber, hasta principios de los años ochenta, la industria se sustentaba en un “contrato social” implícito. La sociedad concedía a las empresas farmacéuticas el derecho a fijar los precios de los nuevos medicamentos para recuperar los costes de I+D. A cambio, la pequeña camarilla de viejos hombres con experiencia médica, encargada de dirigir la industria, mantenía su parte del trato.

En esencia, actuaban como los caballeros y buenos ciudadanos que eran, basándose en el principio de que si sacabas al mercado un compuesto útil, los beneficios llegarían por sí solos. Una vez expiradas las patentes iniciales, los medicamentos pasaron a estar al alcance de todos a bajo coste, lo que beneficiaría a la humanidad por tiempo indefinido.

Ese contrato social empezó a borrarse en la década de 1980, cuando el evangelio del “valor para el accionista” redefinió el propósito de las empresas y las expectativas de sus accionistas. Simultáneamente, se produjo un cambio cultural dentro de las propias empresas farmacéuticas, a medida que los maestros en Administración de Empresas (centrados en las ganancias) fueron desplazando a los científicos que estaban a cargo.

Una industria financiarizada
Añada capitalistas emprendedores y fondos de protección a la mezcla, agregue el sistema de salud estadounidense con incentivos de costes totalmente desajustados, y avance rápidamente hasta la industria “financiarizada” de la década de 2020.

Kenber argumenta que, a estas alturas, todo el modelo de negocio farmacéutico depende de la insostenible suposición de que cada nuevo medicamento tendrá un precio significativamente más alto que su predecesor, y que la sociedad pagará la factura.

Mientras tanto, los esfuerzos en I+D se han centrado exclusivamente en áreas en las que todavía se pueden obtener las ganancias exorbitantes que exigen los accionistas, sobre todo en tratamientos contra el cáncer y las enfermedades raras.

Aunque el relato anterior suene simplista, el libro de Kenber es cualquier cosa menos eso. Está exhaustivamente documentado y enriquecido con más de un centenar de entrevistas, realizadas a ejecutivos y ex ejecutivos del sector farmacéutico (entre otros), y abarca información sobre EE UU, Reino Unido y Canadá.

La profundidad de la información y el análisis es impresionante, ya que el autor cubre todo, desde los fallos del mercado de medicamentos genéricos hasta el activismo contra el SIDA, la maraña de patentes, las barreras a la entrada en el mercado de los medicamentos biosimilares, los fraudes por los precios de la insulina y los matices de la evaluación de tecnologías sanitarias, con un fascinante debate sobre las preocupaciones del sector por la disminución del rendimiento de la inversión en I+D. Las fuentes de referencia son impecables a lo largo del texto.

Aunque Kenber también relata las historias de pacientes que no pueden acceder a medicamentos salvavidas, y de algún que otro granuja de la industria, afortunadamente evita moralizar en exceso. En su lugar, nos invita a ser testigos de una tragedia griega en la que las empresas “financiarizadas” y sus ejecutivos se ven inexorablemente empujados a tomar acciones y aportar resultados que benefician a los accionistas a expensas de los pacientes, los contribuyentes y la salud pública.

¿Cómo podemos reparar al sistema?
¿Cómo podemos volver a encarrilar al sistema? Las recetas de Kenber reflejan la complejidad de la ciencia y el mercado. No ofrece remedios milagrosos.

En su lugar, propone múltiples y entrelazadas reformas que incluyen cambios en la ley de la propiedad intelectual, el establecimiento de fabricantes públicos de genéricos, los límites en el aumento de precios de los medicamentos ya comercializados, el activismo de los inversionistas, las medidas para recuperar las inversiones públicas en I+D, ensayos clínicos directos contra tratamientos estandardizados, una sólida evaluación de tecnologías para la salud y modelos de pago tipo “Netflix”.

Curiosamente, también sugiere reconsiderar si merece la pena realizar algunas inversiones públicas en I+D.

La mayoría de los nuevos fármacos aportan beneficios mínimos a una amplia variedad de pacientes (como los medicamentos contra el cáncer) o solo aportan beneficios significativos a un número muy reducido de pacientes (como muchos tratamientos para enfermedades raras). Teniendo en cuenta los costes de oportunidad de esta investigación, “¿no sería mejor invertir este dinero en otras áreas?”, se pregunta él.

Un pequeño punto débil del libro es que Kenber descarta con demasiada rapidez dos posibles soluciones al sistema. La primera, muy apreciada por muchos grupos de defensa del consumidor, consiste en vincular los precios de los medicamentos a los gastos en I+D de las empresas. Aunque personalmente también estoy escéptico ante este estrategia, por las mismas razones que Kenber cita, muchas personas inteligentes piensan lo contrario, y sus argumentos podrían haberse tenido más en cuenta.

Kenber también descarta una segunda opción, más radical: trasladar el desarrollo de medicamentos del sector privado al público. Aunque sus argumentos son válidos, no habría estado de más un análisis más profundo, aunque solo fuera porque las fuerzas del mercado parecen espectacularmente mal equipadas para operar en contextos en los que el vendedor tiene el monopolio y los potenciales compradores podrían morir si no compran el producto. Conseguir que este tipo de “mercado” funcione eficazmente requiere tanta intervención gubernamental que, al final del proceso, podría decirse que prácticamente no queda “mercado”, de todas formas.

Lee el libro
En resumen, este es uno de los libros más impresionantes que he leído en mi vida, punto.

Mi mayor crítica es que solo tiene 350 páginas; el estilo de escritura de Kenber me habría hecho fácilmente leer 1000 páginas más. Sinopsis: Lee el libro.

creado el 18 de Mayo de 2023