Introducción. Los agonistas del receptor de péptido similar al glucagón-1 (ArGLP-1) son una herramienta clave en el manejo multidisciplinario de la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) [1]. Sin embargo, su uso cada vez más frecuente con fines estéticos y sin indicación médica, motivado por tendencias en redes sociales, representa un riesgo tanto clínico como ético, además de suponer un reto para la farmacovigilancia [2].
Objetivos
Metodología. Revisión narrativa y crítica. Se consultaron artículos indexados en PubMed de ensayos clínicos, metaanálisis, cartas al editor, documentos regulatorios internaciones y reportes de farmacovigilancia relacionados con el uso de ArGLP-1, especialmente semaglutida, liraglutida y dulaglutida. Se utilizaron términos MeSH como “Anti-Obesity Agents” y “semaglutide”. Además, se incluyeron documentos de agencias regulatorias como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) sobre el uso racional de estos medicamentos.
Resultados
El perfil de seguridad a largo plazo es aún incierto, especialmente en contextos de uso fuera de indicación.
La creciente demanda de ArGLP-1, promovida como solución rápida para la pérdida de peso en redes sociales [2, 5], ha generado desabastecimientos que afectan directamente a pacientes con DM2 y obesidad en todo el mundo [6].
Su uso estético, sin indicación médica, plantea serias preocupaciones éticas y sanitarias, especialmente porque muchos usuarios desconocen los riesgos con los que se los asocia [2,4]. El elevado costo mensual —entre US$900 y 1.300— profundiza las inequidades en salud, limitando el acceso en poblaciones de bajos ingresos y generando presión adicional sobre sistemas de salud con recursos limitados [5].
Conclusiones. El uso de ArGLP-1 con fines estéticos ha evidenciado vacíos regulatorios, riesgos clínicos evitables e inequidades en el acceso a medicamentos esenciales. Aunque su eficacia terapéutica está validada en el tratamiento de la obesidad y DM2, su uso fuera de indicación con fines estéticos representa una amenaza emergente para la seguridad del paciente.
Esta situación requiere una respuesta integral desde la farmacovigilancia, con lineamientos éticos, educación sanitaria para profesionales y usuarios, y regulaciones efectivas que garanticen el uso racional y equitativo de estos medicamentos.
Referencias