En 2024, un estudio que usó la base de datos de una aseguradora médica taiwanesa investigó la asociación entre el riesgo de aneurisma aórtico o de disección aórtica y el uso de antineoplásicos inhibidores del VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular). Los medicamentos estudiados fueron el sorafenib (Nexavar u otras marcas), el sunitinib (Sutent u otras marcas) y el pazopanib (Votrient) [1].
De esta base de datos, se extrajo una cohorte de 417.302 pacientes que habían padecido cáncer renal, hepático, gastrointestinal o pancreático entre 2012 y 2019. Se realizó un estudio de casos y controles en esta cohorte. Los casos fueron los pacientes con diagnóstico de aneurisma aórtico o de disección aórtica tras una hospitalización o una visita a urgencias.
Cada caso se comparó con cinco controles que también fueron hospitalizados o que visitaron urgencias pero que no recibieron tales diagnósticos. Los casos y controles se emparejaron según edad, tipo de cáncer, fecha de ingreso en la cohorte y fecha de hospitalización [1].
Se identificaron 955 casos de aneurisma aórtico y 443 casos de disección aórtica. Los pacientes tenían una media de edad de 73 años, y el 76,5% eran hombres [1].
Después de tomar en cuenta un gran número de factores de confusión, como la hipertensión, la enfermedad vascular y el uso de tabaco, la exposición a los antineoplásicos inhibidores de VEGF estudiados pareció ser tres veces más frecuente en los pacientes con disección aórtica que en los controles, con una razón de probabilidades ajustada (aOR) de 3,1 (intervalo de confianza del 95% [IC95]: 1,8-5,4). En los pacientes con aneurisma aórtico, el análisis no mostró una asociación estadísticamente significativa: aOR 1,5 (IC95: 0,9-2,5) [1].
Los antineoplásicos inhibidores del VEGF inhiben la angiogénesis y, por tanto, afectan la estructura de los vasos sanguíneos. Tienen efectos adversos cardiovasculares conocidos, particularmente hipertensión que puede ser grave, lo que es un gran factor de riesgo para padecer enfermedad arterial [2].
En la práctica, los medicamentos que inhiben el VEGF debilitan las paredes de los vasos sanguíneos. Este riesgo se debe tomar en cuenta y justifica que se monitoree cuidadosamente a los pacientes expuestos, sobre todo cuando existen otros factores de riesgo cardiovasculares. Si un paciente que toma un inhibidor del VEGF presenta dolor en el abdomen o el pecho, o presenta síntomas de isquemia, se lo debe examinar con urgencia.
Referencias