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Ensayos Clínicos y Ética

¿Podemos confiar en los resultados de la investigación en salud?

Salud y Fármacos
Boletín Fármacos: Ensayos Clínicos 2022; 25 (3)

Tags: editores y conflictos de interés, revistas y conflictos de interés, autores y conflictos de interés, incentivos para los académicos, integridad de la ciencia, fraude en la ciencia, publicaciones falsas, deshonestidad en la publicación científica, retracción de artículos

Richard Smith, quien fuera editor del BMJ y desde hace más de 40 años trabaja por mantener la integridad de la ciencia, ha escrito un provocador artículo sobre el nivel de confianza que se puede tener hoy en los artículos que publican las revistas y que incluyen resultados de la investigación en salud [1]. A continuación, resumimos los puntos más importantes.

Según Richard Smith, los profesionales de la salud y los editores de revistas que leen los resultados de un ensayo clínico dan por sentado que el ensayo se realizó y que los resultados se comunicaron con honestidad; pero hay quien dice que el 20% de las veces esta premisa no se cumple. Smith se pregunta si ha llegado el momento de asumir que la investigación es fraudulenta hasta que haya alguna evidencia que apoye que se ha hecho el estudio y se ha informado honestamente

Ian Roberts, profesor de epidemiología de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, empezó a tener dudas sobre la honestidad de la información cuando un colega le dijo que su revisión sistemática que concluía que el manitol reducía a la mitad la muerte por traumatismo craneoencefálico se basaba en ensayos que nunca se habían hecho. Roberts confirmó que era cierto, todos tenían un autor principal que decía pertenecer a una institución inexistente, y todos se publicaron en prestigiosas revistas de neurocirugía y tenían múltiples coautores, algunos de ellos ni siquiera sabían que eran coautores hasta que se publicó el artículo.

Posteriormente, Roberts, que dirigía uno de los grupos Cochrane, hizo una revisión sistemática de los coloides frente a los cristaloides y se encontró con que muchos de los ensayos que se incluyeron en la revisión no eran de fiar. Consecuentemente, de ser promotor de las revisiones sistemáticas ahora es escéptico y propone excluir de las mismas a todos los ensayos pequeños que solo recopilan datos en un solo centro.

¿Cuál es la magnitud del problema? Aunque las retractaciones van en aumento, sólo el 0,04% de los estudios biomédicos han sido retractados, lo que sugiere que el problema es pequeño. Pero el anestesista John Carlisle analizó 526 ensayos enviados a Anaesthesia [2] y descubrió que 73 (14%) incluían datos falsos, y 43 (8%) los clasificó como zombis (faltos de credibilidad). Cuando tuvo acceso y pudo analizar los datos individuales de los participantes en 153 estudios, 67 (44%) incluían datos no fiables y 40 (26%) eran ensayos zombis. Muchos de los ensayos procedían de los mismos países (Egipto, China, India, Irán, Japón, Corea del Sur y Turquía), y cuando John Ioannidis, profesor de la Universidad de Stanford, analizó los datos de los participantes individuales en los ensayos enviados a Anaesthesia desde esos países durante un año, descubrió que muchos eran falsos: 100% (7/7) en Egipto; 75% (3/4) en Irán; 54% (7/13) en India; 46% (22/48) en China; 40% (2/5) en Turquía; 25% (5/20) en Corea del Sur; y 18% (2/11) en Japón [3]. Muy pocos de estos artículos son retractados.

Hace tiempo que sabemos que la revisión por pares no detecta el fraude, especialmente si los revisores asumen que los autores informan de forma honesta. Hemos llegado a un punto en el que los que hacen revisiones sistemáticas deben empezar asumiendo que un estudio es fraudulento hasta que puedan tener alguna evidencia de lo contrario.

Andrew Grey, profesor asociado de medicina en la Universidad de Auckland, y otros han elaborado una lista de comprobación con unos 40 puntos que se puede utilizar para detectar fraude [4], y que se ha utilizado para detectar estudios que posteriormente han sido retractados.

Hace seis años, el BMJ publicó un artículo [5] sobre la necesidad de tomarse en serio el fraude. Una editorial de la Biblioteca Cochrane [6] reconoce que no hay acuerdo sobre lo que hace que un estudio no sea fiable y que las herramientas de cribado no son fiables y dice que “una clasificación errónea también podría provocar daños en la reputación de los autores, podría tener consecuencias legales y acarrear problemas éticos porque los participantes habrían tomado parte en la investigación, sólo para que sea descartada”.

Para Barbara K Redman, en su libro Research Misconduct Policy in Biomedicine: Beyond the Bad-Apple Approach dice que el problema es sistémico porque todos los actores que intervienen en financiar y divulgar los resultados de la investigación se benefician de publicar y no hay procesos adecuados de regulación. El modelo de negocio de las revistas y las casas editoriales se basa en publicar mucho, de la forma más barata posible. Tienen pocos incentivos para comprobar si hay fraude. Los financiadores, las universidades y otras instituciones de investigación también tienen incentivos para financiar y publicar estudios, y desincentivos para hacer un escándalo sobre la investigación fraudulenta que puedan haber financiado o que se haya llevado a cabo en su institución, tal vez por uno de sus investigadores estrella. Otro problema es que la investigación es cada vez más internacional, con participantes de muchas instituciones en muchos países: ¿quién asume entonces la poco envidiable tarea de investigar el fraude? La ciencia necesita realmente una gobernanza mundial.

Todo el mundo sale ganando con el juego de las publicaciones, concluyó Roberts, aparte de los pacientes que sufren al recibir tratamientos basados en datos fraudulentos.

Referencias

  1. Smith R. Time to assume that health research is fraudulent until proven otherwise? BMJ Opinion, July 5, 2021 https://blogs.bmj.com/bmj/2021/07/05/time-to-assume-that-health-research-is-fraudulent-until-proved-otherwise/
  2. Carlisle, J.B. (2021), False individual patient data and zombie randomised controlled trials submitted to Anaesthesia. Anaesthesia, 76: 472-479. https://doi.org/10.1111/anae.15263
  3. Ioannidis JPA. Hundreds of thousands of zombie randomised trials circulate among us. Anaesthesia. 2021 Apr;76(4):444-447. doi: 10.1111/anae.15297. Epub 2020 Oct 30. PMID: 33124075.
  4. Grey A, Bolland MJ, Avenell A, Klein AA, Gunsalus CK. Check for publication integrity before misconduct. Nature. 2020 Jan;577(7789):167-169. doi: 10.1038/d41586-019-03959-6. PMID: 31911697.
  5. Roberts I, Ker K, Edwards P, Beecher D, Manno D, Sydenham E et al. The knowledge system underpinning healthcare is not fit for purpose and must change BMJ 2015; 350 :h2463 doi:10.1136/bmj.h2463
  6. Boughton SL, Wilkinson J, Bero L. When beauty is but skin deep: dealing with problematic studies in systematic reviews. Cochrane Database of Systematic Reviews 2021, Issue 6. Art. No.: ED000152. DOI: 10.1002/14651858.ED000152.
creado el 12 de Septiembre de 2022