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ECONOMÍA Y ACCESO

Precios

Centroamérica. Precio de medicinas vs. derecho a la salud
Diario Extra, 11 de mayo de 2013
http://www.diarioextra.com/Dnew/noticiaDetalle/18557

La realidad centroamericana en cuanto al elevado precio de los fármacos no es ajena a nuestro país (Costa Rica), por el contrario, es más que similar, pues la ciudadanía está sujeta a las disposiciones de grandes laboratorios, empresas comercializadoras y farmacias o droguerías. Si no que lo digan los salvadoreños, que hasta hace poco se deshicieron del abuso desproporcionado y un evidente atentado contra la salud.

Algo así como burro amarrado contra tigre suelto es la situación que viven los consumidores ticos, pues poco o nada pueden hacer para enfrentar un mercado desmedido y especulador si no tienen respaldo legal, el mismo que en beneficio del derecho a la salud debería promover con urgencia el Estado, aquel que en 1994 liberó los precios de las medicinas con el objetivo de aminorar su intervención en la dinámica de la economía nacional, sin embargo hoy, a casi dos décadas de esa decisión, el panorama no es alentador.

La idea de liberar el mercado de los controles en esta materia se convirtió en un bumerán para la población, pues según algunos estudios las familias costarricenses invierten un alto porcentaje de sus ingresos en consultas médicas privadas y compra de medicamentos ante una evidente situación: el desgaste del Seguro Social en aspectos como tiempos prolongados de consulta, carencia de fármacos y hasta la percepción de una mala atención.

En Costa Rica hay cadenas de farmacias que se dan el lujo -algo que han destacado informes del Ministerio de Economía, Industria y Comercio- de cobrar hasta un 200% más en el precio de las medicinas respecto a otros comercios. Esto el pueblo lo llama “un robo a mano desarmada”.

Y no es para menos que se le diga de esa forma, pues una pastilla contra la alergia muy usada por los ticos, cuyo costo promedio en la mayoría de farmacias varía entre ?600 (1US$- ? 504,60) y ?700, es vendida en otras hasta en ? 1.200, el doble. Un tarro de leche para bebés que en un supermercado ronda los ¢6 mil, cuesta, lea bien, ?8.300 en una cadena reconocida; hablamos de ¢2.300 más.

Si esto no es un abuso, por favor, que alguien nos explique qué es. A todas luces la libre imposición de precios a los medicamentos no procura bajo ninguna circunstancia el beneficio de los consumidores. No, se trata de un antojo de las casas farmacéuticas, intermediarios y comercializadores que debe tener un alto.

El Salvador es un claro ejemplo de las medidas adoptadas en esta materia. Hace un mes la Asamblea Legislativa de ese país se puso las pilas y les dio un estate quieto a los abusadores en pro de la salud.

Claro, regular por medio de una ley no ha sido fácil, los poderosos inmiscuidos en el negocio ya comenzaron a poner en marcha los planes de sabotaje de mercado. En algunos casos la situación se agrava, pues las droguerías se han dado el lujo de sacar del inventario productos y desabastecer a los compradores.

Los salvadoreños se dieron cuenta que los comerciantes de fármacos cobraban no menos del 35% en sus ventas hasta llegar a un 70%, por eso pararon los abusos. Pero pese a estos inconvenientes, los consumidores fueron -como tiene que ser- los principales beneficiados y tanto malestar tardará por acabar pronto ante la necesidad de restablecer la dinámica.

Aquí existen intentos por regular el mercado, en el Congreso un proyecto de ley con tales fines duerme el sueño de los justos, pero parece que aún no hay intervenciones concretas para darle curso.

Sin embargo deberían reactivarlo cuanto antes porque el negocio es pujante. La propia Organización Mundial de la Salud ha sido enfática en sus recomendaciones respecto al control de los abusos desmedidos en la comercialización de medicamentos y la reducción de su condición a meros bienes.

 

modificado el 28 de noviembre de 2013