Tanto si están embarazadas como si no, el tratamiento de elección para las pacientes con dolor de leve a moderado que no se alivia con medidas no farmacológicas es el paracetamol, que se debe tomar únicamente mientras sea necesario y ejerciendo precaución para evitar las sobredosis. Para tratar este problema, se deben evitar los antiinflamatorios no esteroideos durante todas las etapas del embarazo, pues conllevan riesgos para el embarazo en sí y para el feto. Si el dolor es grave, ya sea desde el inicio o porque no se alivia con paracetamol, la morfina, en la dosis eficaz más baja, es una opción [1-3].
Los llamados “opioides débiles”, como la codeína y el tramadol, tienen una eficacia analgésica incierta, porque es dependiente de la conversión del medicamento en metabolitos activos y, por tanto, del estado enzimático de la paciente (por ejemplo, la codeína se metaboliza en gran parte a morfina) [1].
Los opioides tienen propiedades psicotrópicas y, según los datos obtenidos con animales, es factible que la exposición en el útero provoque trastornos neuropsiquiátricos y del desarrollo neurológico durante la niñez [1, 3-5].
En 2024, se publicaron nuevos datos sobre los riesgos a largo plazo de la exposición a los opioides en el útero. A continuación, presentamos los resultados principales.
Un estudio de una gran cohorte, varios cientos de miles de niños expuestos a opioides en el útero con un seguimiento de 3 a 10 años. Un estudio de cohorte de Corea del Sur evaluó la asociación entre el uso de opioides por embarazadas y la incidencia de diferentes trastornos neuropsiquiátricos o del desarrollo neurológico en niños expuestos en el útero.
El estudio se basó en los datos de un seguro médico de Corea del Sur del período entre 2010 y 2020, que incluyó a aproximadamente 1.300.000 pares de madre-hijo. Se consideró que 215.958 se habían expuesto a un opioide en el útero porque la madre había recibido al menos dos prescripciones de un opioide en al menos un trimestre. Los niños expuestos se compararon con aproximadamente 1.100.000 niños que no estuvieron expuestos.
Los trastornos estudiados incluyeron: trastorno por déficit de atención e hiperactividad; discapacidad intelectual; trastorno del espectro autista; trastornos alimentarios; trastornos de ansiedad; trastornos del estado de ánimo; y trastornos compulsivos. La edad media de las mujeres cuando quedaron embarazadas era de aproximadamente 32 años. El estudio excluyó a los niños con trastornos neuropsiquiátricos documentados durante los primeros 6 meses de vida. Se dio seguimiento a los niños desde el nacimiento hasta un mínimo de 3 años, y en algunos casos hasta 10 años [6].
Los opioides prescritos con más frecuencia fueron la hidrocodona (usada principalmente como antitusivo), el tramadol y la codeína. Los otros fueron los llamados opioides fuertes (fentanilo, hidromorfona, morfina, oxicodona y tapentadol) y un agonista/antagonista de los receptores opioides (butorfanol) [1,6,7].
En promedio, la incidencia de trastornos neuropsiquiátricos y de desarrollo neurológico fue de 1,5 por cada 1.000 niños expuestos en el útero durante el primer trimestre del embarazo, versus aproximadamente 1,4 por cada 1.000 en los no expuestos. Se tomaron en cuenta diferentes factores de confusión, incluyendo edad materna, factores demográficos, comorbilidades maternas, como trastornos de la salud mental, y el uso de otros fármacos, sustancias ilícitas o alcohol. Después de ajustar por estos factores, pareció haber un aumento leve pero estadísticamente significativo del riesgo de trastornos neuropsiquiátricos o de desarrollo neurológico en los niños expuestos en el útero, con un cociente de riesgos (HR) de 1,07 (intervalo de confianza del 95% [IC95]: 1,05-1,10).
Si se analiza cada trastorno por separado, el riesgo de trastornos del estado de ánimo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y discapacidad intelectual pareció ser mayor en los niños expuestos a opioides en el útero que en los que no se expusieron: los HR van de 1,1 a 1,3 (diferencias estadísticamente significativas) [6].
Sin embargo, en una comparación entre hermanos, no se observó una diferencia estadísticamente significativa en el riesgo general entre los expuestos y los no expuestos. En vista de estos resultados, aún existe incertidumbre sobre el papel de factores ambientales, que tal vez no se hayan tomado en cuenta en el estudio de cohorte, y el papel de los factores genéticos [6].
Trastornos neuropsiquiátricos y de desarrollo neurológico tras la exposición prolongada o con dosis altas de opioides, y durante el primer trimestre del embarazo. El estudio de Corea del Sur mencionado arriba sí demostró un riesgo dos veces mayor de trastornos neuropsiquiátricos o de desarrollo neurológico tras la exposición superior a los 60 días, con un HR de 2 (IC95: 1,2-3,1). Además, el uso materno de opioides durante el primer trimestre del embarazo se asoció a un aumento del 11% en el riesgo de trastornos neuropsiquiátricos y de desarrollo neurológico en los expuestos, en comparación con los no expuestos (HR 1,11; diferencia estadísticamente significativa) [6].
Estos resultados concuerdan con los de un estudio de cohorte de EE UU, que se realizó usando la base de datos de un seguro médico de EE UU e incluyó a aproximadamente 25.000 pares madre-hijo, con fechas de nacimiento entre 2010 y 2012. Este otro estudio de cohorte también examinó el vínculo entre el uso de opioides en mujeres embarazadas y la incidencia de diferentes trastornos en los niños expuestos, como discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista y dificultades específicas del aprendizaje que afectaron la capacidad de lectura o de resolver problemas de matemáticas. Se comparó a 1.899 niños expuestos a opioides en el útero en cualquier etapa del embarazo con 23.011 que no estuvieron expuestos.
Se consideró que los niños se habían expuesto si la madre había recibido una o más prescripciones de un opioide durante el embarazo. Los opioides prescritos fueron principalmente hidrocodona (47%), codeína (38%), oxicodona (12%) y tramadol (3%). Se excluyó a las mujeres con trastorno por consumo de opioides durante el embarazo. Se convirtieron las dosis de opioides a equivalentes en miligramos de morfina para facilitar las comparaciones entre los opioides [8].
Tras una media del período de seguimiento posnatal de dos años, se describieron trastornos del desarrollo neurológico en aproximadamente un 7,1% de los 1.899 niños expuestos a opioides en el útero. Después de tomar en cuenta diferentes factores de confusión (factores demográficos, comorbilidades maternas [como trastornos psiquiátricos] y el uso de otros medicamentos), no hubo una diferencia estadísticamente significativa en el riesgo general de trastornos del desarrollo neurológico en los niños expuestos en comparación con los no expuestos. Sin embargo, en comparación con los no expuestos, hubo un aumento estadísticamente significativo del riesgo en los niños expuestos en el útero a dosis altas acumuladas de opioides —que van de los 37,5 mg a los 2.250 mg equivalentes a morfina (HR 1,2; IC95: 1,01-1,5)— y en los niños expuestos durante más de 14 días (HR 1,7; IC95: 1,1-2,8) [8].
En la práctica, los datos que evaluaron los riesgos a largo plazo asociados a la exposición a opioides en el útero sugieren que existe un leve aumento del riesgo de trastornos neuropsiquiátricos o de desarrollo neurológico, sobre todo tras la exposición durante el primer trimestre del embarazo, cuando se acumulan dosis altas, o con la exposición durante al menos dos semanas.
Ya que no existen analgésicos con una eficacia equivalente y menos riesgos, es razonable que, si se necesita un opioide, la morfina sea el medicamento de elección para el dolor grave, siempre que se gestione bien su uso, sobre todo durante el primer trimestre. Las dosis y la duración de la administración deberían ser lo más bajas posible para hacer que el dolor sea tolerable.
Se debe monitorear a los fetos expuestos (por ejemplo, para identificar cambios en el ritmo cardíaco) y establecer una gestión apropiada durante el parto, tomando en cuenta los riesgos de depresión respiratoria, estreñimiento y síndrome de abstinencia neonatal.
Revisión producida de manera colectiva por el equipo editorial de Prescrire: sin conflictos de interés
Revisión de la literatura hasta el 16 de diciembre de 2024