Según FiercePharma [1], el nuevo informe de S&P Global sugiere que muchas compañías farmacéuticas globales pueden soportar presiones de precios, aranceles comerciales y otras, y que es improbable que algunas de las políticas más preocupantes planteadas por el presidente Donald Trump se materialicen según lo previsto.
Aún así, si se impusiera una política de precios de nación más favorecida (NMF) —para reducir la brecha entre los costos de los medicamentos estadounidenses y los de otros países— sería “muy negativa” para la calidad crediticia de las farmacéuticas de marca. Además, según los analistas, el deseo del gobierno de impulsar la competencia biofarmacéutica y potencialmente imponer aranceles específicos para el sector farmacéutico podría tener consecuencias imprevistas para las compañías de genéricos más pequeñas, permitiendo que empresas más grandes como Teva Pharmaceuticals y Amneal Pharmaceuticals aumenten su cuota de mercado.
Trump intentó implementar una política de NMF durante su primer mandato, detonando una batalla legal con la industria farmacéutica. Si el segundo gobierno continúa impulsando su nueva política de NMF, es probable que suceda lo mismo.
Algunos congresistas republicanos han expresado preocupación por el grado en que una política de NMF frenaría la innovación, pero el impacto de los aranceles es más complejo. Los productores de marca podrán transferir esos costos al precio de los medicamentos con competencia limitada, pero los precios de los medicamentos para el programa Medicare no pueden aumentar más que la inflación, y algunos de esos tratamientos estarán sujetos además a negociaciones de precios en virtud de la Ley de Reducción de la Inflación.
Los aranceles podrían tener un impacto más negativo en los fabricantes de genéricos, especialmente si se tienen en cuenta los aranceles que Trump ha impuesto a las importaciones desde China. Muchos fabricantes de medicamentos genéricos tienen sus operaciones de producción en China o se abastecen de materias primas de ese país. Estas empresas podrían concluir que la producción de ciertos medicamentos no les resulta rentable. Esto podría representar una oportunidad para las grandes empresas de genéricos y biosimilares como Teva y Amneal.
Trump también quiere acelerar la aprobación de medicamentos genéricos y similares, pero cuando la FDA aceleró dichos procesos durante el primer gobierno de Trump, las empresas de genéricos se vieron perjudicadas porque aumentó la competencia y bajaron los precios.
Como parte de ese plan, en abril, la administración inició una investigación de la Sección 232 [2] para evaluar las posibles amenazas a la seguridad nacional relacionadas con las importaciones farmacéuticas. Si se identifican amenazas bajo la Ley de Expansión Comercial de 1962, el presidente puede imponer restricciones comerciales.
Por otra parte, a mediados de mayo, Trump firmó una orden ejecutiva [3] que instruye al HHS a hacer cumplir las ambiciones del presidente de NMF para las compras gubernamentales. Posteriormente, el Departamento de Salud indicó que “todos los productos de marca en todos los mercados que actualmente no tienen competencia genérica o biosimilar” deben alinear sus precios con los de países pares seleccionados. Esos países de referencia deben pertenecer a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo), y tener un PIB per cápita que equivalga como mínimo al 60% del PIB per cápita de EE UU [4].
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Referencias