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Ética

Conflictos de Interés

Oxford desarrolló la vacuna COVID, luego los académicos se pelearon por dinero

(Oxford developed covid vaccine, then scholars clashed over money)
Jenny Strasburg, Stu Woo
The Wall Street Journal WSJ, 21 de octubre de 2020
https://www.wsj.com/articles/oxford-developed-covid-vaccine-then-scholars-clashed-over-money-11603300412
Traducido por Salud y Fármacos

Etiquetas: Vacunas, COVID, Universidad, Propiedad intelectual, Patentes, Bien global, AstraZeneca, Merck, Conflictos de interés, Industria farmacéutica, Vaccitech, Acuerdos publico-privados

El trato inicial con Merck fue rechazado por temor a que los países pobres se quedaran fuera; ahora, a través del acuerdo con AstraZeneca, si la tecnología tiene éxito, la universidad podría ganar más de US$100 millones.

Apenas unas semanas antes de que la Universidad de Oxford anunciara un mega-acuerdo para abastecer con una vacuna COVID-19 a todo el mundo, los líderes universitarios tenían un conflicto.

Públicamente, los científicos de Oxford promocionaban los avances que se habían hecho en el laboratorio. Pero detrás de los bastidores, dos renombrados expertos en vacunas que lideraban el esfuerzo se oponían al acuerdo propuesto por la farmacéutica estadounidense Merck & Co.

La pequeña empresa de biotecnología de los científicos, una empresa que salió de Oxford y estaba parcialmente financiada por esa universidad, se negaba a ceder los derechos de propiedad intelectual. Para flanquear a sus jefes, los científicos pidieron a un banquero de inversiones de Londres que los ayudara a explorar otros posibles acuerdos.

Para la universidad de 900 años, lo que estaba en juego era lo más importante de su historia moderna. A medida que la pandemia de coronavirus devastaba vidas y economías en todo el mundo, Oxford estaba más adelantado que otros y tenía un candidato a vacuna que podía funcionar. Pero las hazañas científicas solo fueron una parte de la batalla. Oxford, financiada con fondos públicos, necesitaba combinar sus elevados ideales con el espíritu de lucro del mundo farmacéutico. Los académicos y sus aliados se enfrentaron repetidamente para poder controlar la estrategia de la universidad al entregar la vacuna al mundo.

“Nos dirigíamos a la jungla sin machete”, dice John Bell, un genetista prestigioso de Oxford, que los líderes universitarios eligieron para encontrar un socio en la industria farmacéutica. “Resulta que somos una universidad bastante buena, pero las universidades no hacen estas cosas”.

Oxford finalmente llegó a un acuerdo con la multinacional británica AstraZeneca PLC para supervisar la fabricación y distribución de miles de millones de dosis. Los términos, hasta ahora no divulgados que se discutieron en abril, según describen personas familiarizadas con el proceso, incluyen una regalía de aproximadamente el 6% para Oxford. Si la vacuna supera los obstáculos regulatorios y se convierte en una vacuna que se debe utilizar cada temporada, como algunos científicos creen que podría suceder, los pagos podrían superar, con mucho, los US$100 millones.

La conmoción en torno al acuerdo de la vacuna de Oxford provocó que en el campus se dieran enfrentamientos entre personalidades, amenazas y promesas apresuradas, y negociaciones con inversores públicos y privados que competían ofreciendo diversos incentivos.

A pesar de las luchas internas, tanto los partidarios como los críticos dan crédito al profesor Bell por cerrar la brecha entre la historia de Oxford, de producir innovación médica sin fines de lucro, y las motivaciones de los accionistas de la industria farmacéutica.

Bell “Puede ser muy brusco”, dice Graham Richards, exjefe de química de Oxford. “Puede molestar mucho a la gente. Pero hace que las cosas se hagan”.

La ciencia detrás de la vacuna de Oxford se remonta a décadas. En la década de 2000, los científicos de Merck investigaron el uso de un virus del resfriado de un chimpancé para fabricar varias de vacunas. Según Stefano Colloca, ex investigador de Merck, la empresa abandonó el proyecto, en parte porque le preocupaba que una vacuna basada en un virus de chimpancé tuviera dificultades para que la FDA la aprobara.

Pero el trabajo continuó, incluyendo en el Instituto Jenner de Oxford, uno de los principales centros de estudio de vacunas del mundo cuyo nombre hace honor al pionero británico de la vacuna contra la viruela. Edward Jenner.

Allí, dos científicos, Sarah Gilbert, profesora de vacunas de Oxford y Adrian Hill, director del instituto, desarrollaron su propia versión de la tecnología de la vacuna para chimpancés. La patentaron y en 2016 fundaron Vaccitech Ltd., con el apoyo de Oxford, para crear vacunas y tratamientos con fines de lucro. Los científicos permanecen en Oxford, pero también ayudan a supervisar Vaccitech.

La empresa de biotecnología fue un producto temprano de un gran experimento de Oxford cuyo objetivo era que la universidad, y el Reino Unido en general, fueran comercialmente más competitivos en tecnología y en las ciencias de la vida.

El mayor accionista de Vaccitech es Oxford Sciences Innovation PLC, una empresa de inversiones de riesgo respaldada por la universidad. La universidad de Oxford inició la firma en 2015, y consiguió alrededor de £600 millones (US$788 millones) de inversores externos, desde fondos especulativos (hedge funds) hasta conglomerados chinos. La idea era emular a rivales estadounidenses como la Universidad de Stanford y el Instituto de Tecnología de Massachusetts, fomentando la creación de laboratorios con fines de lucro. Oxford recibe una parte de lo que producen las empresas que surgen de la universidad, típicamente entre el 10% y el 50%, y reparte la mitad de esa participación a Oxford Sciences. El profesor Bell es miembro de la junta directiva de la empresa de riesgo.

Cuando Vaccitech se estableció, Oxford Sciences recibió una gran parte de la empresa, y desde entonces ha invertido más y ha apoyado a la empresa en su objetivo de convertir su investigación en éxitos comerciales. Vaccitech también tiene otros accionistas privados, pero Oxford tiene una influencia especial.

A principios de año, el Instituto Jenner estaba fabricando una vacuna contra el virus del Ébola en su pequeña planta de fabricación. A mediados de enero, poco después de que el nuevo coronavirus comenzara a propagarse a nivel mundial, los científicos chinos publicaron su secuencia genética. Al día siguiente, el equipo del profesor Gilbert se puso a trabajar.

El profesor Gilbert, de 58 años, pasaba horas en el laboratorio, se despertaba a las 4 a.m. y trabajaba hasta altas horas de la noche.

El director ejecutivo de Vaccitech, Bill Enright, dice que se esperaba que el Instituto Jenner y Vaccitech trabajaran juntos, acelerando la investigación en el laboratorio para aumentar las posibilidades de éxito. Los profesores Gilbert y Hill, quienes juntos poseen alrededor del 10% de Vaccitech, comenzaron a explorar si la universidad podía distribuir la vacuna a escala global, utilizando a Vaccitech y otros socios y sin otorgar derechos exclusivos a ninguna gran empresa, dijeron los funcionarios de Vaccitech y otras personas familiarizadas con el asunto.

A fines de marzo, dice Enright, la oficina interna de innovación de la universidad, que es la que custodia la propiedad intelectual de la vacuna, le dijo que Oxford no planeaba otorgar a ninguna empresa los derechos exclusivos sobre la vacuna Covid-19.

De hecho, los principales líderes de Oxford ya se estaban moviendo en esa dirección. “No tenemos la capacidad de distribuir esto, de fabricar esto”, recuerda haber pensado la vicerrectora de Oxford, Louise Richardson. Le preocupaba desperdiciar la oportunidad y sabía que Oxford necesitaba un gran socio corporativo.

Por eso, el profesor Richardson delegó en el profesor Bell, quien durante casi dos décadas formó parte del consejo de Roche Holding AG y ha asesorado a sucesivos primeros ministros sobre política sanitaria.

La Fundación Bill y Melinda Gates, que desde hace mucho tiempo ha estado haciendo donaciones a Oxford, estaba apoyando los esfuerzos globales contra Covid-19. El profesor Bell dice que en marzo, Trevor Mundel, director del programa de salud global de la fundación le dijo: “Ustedes necesitan un socio”.

El profesor Bell dice que les comunicó a los profesores Gilbert y Hill que, al ser propietarios de Vaccitech, tenían un conflicto de interés en las conversaciones entre Oxford y los socios potenciales.

El doble papel de los científicos como fundadores de empresas privadas e investigadores universitarios planteó un dilema: Oxford quiere alentar a sus investigadores a ser emprendedores, pero se enfrenta a críticas, incluso dentro de la universidad, cuando se benefician de sus invenciones. El descubrimiento de la vacuna de Oxford hizo que afloraran esas tensiones y se discutieran, dicen académicos, administradores e inversores.

El profesor Bell tampoco quería a Vaccitech en la mesa de negociaciones, y consideró que era inconcebible que una empresa, con solo unas pocas docenas de empleados, pudiera ayudar a coordinar el lanzamiento global de una vacuna.

“Bien podría haberlo hecho en mi garaje”, dice.

Al principio de la pandemia, el profesor Bell había tenido noticias de Roger Perlmutter, el principal científico de Merck que pronto se jubilaría. Los dos se conocen desde la década de 1980.

El profesor Bell recuerda que el Dr. Perlmutter le preguntó “¿Qué sabes sobre la vacuna de Oxford?” Me respondió: “Creo que probablemente sea real, Roger. Es realmente interesante”. Esa discusión no llegó a ninguna parte, pero a fines de marzo, llamó al Dr. Perlmutter y se pusieron a trabajar para establecer un acuerdo de licencia exclusiva. El Dr. Perlmutter no respondió a las solicitudes de comentarios.

A medida que los gobiernos de todo el mundo intensificaron sus propios esfuerzos alrededor de la vacuna, muchos líderes de la universidad comenzaron a preocuparse de que los países ricos, al asegurarse el acceso a una vacuna, pudieran dejar a otros países atrás. Estuvieron de acuerdo en que proporcionar una vacuna asequible a los países ricos y a los pobres, por igual, era más importante que ganar dinero.

Pero al mismo tiempo, los líderes universitarios no querían ceder todo el potencial financiero a una compañía farmacéutica.

El siglo pasado, Oxford fue pionera en el uso de penicilina en humanos. La tradición universitaria describe cómo Oxford cedió el control [de la penicilina], permitiendo que las compañías farmacéuticas ganaran todo el dinero.

“Podríamos haber financiado una gran cantidad de investigación médica desde la Segunda Guerra Mundial”, dice el profesor Richardson, vicerrector.

En palabras del profesor Bell, sin condiciones financieras decentes, “la gente volverá y dirá: ‘Dios mío, otra universidad británica inventando algo que vale una tonelada de dinero, y adivinen qué, lo dieron gratis'”.

Merck propuso darle a Oxford alrededor del 1% de las regalías, según personas familiarizadas con las negociaciones, y una pequeña parte de eso iría a Vaccitech. A medida que avanzaban las conversaciones, la estimación de la compañía farmacéutica de cuántas dosis podría garantizar pasó de más de 1.000 millones a alrededor de 300 millones, según estas personas.

A medida que circulaba la propuesta de Merck, los científicos, incluyendo los profesores Gilbert y Hill se opusieron, en parte porque les preocupaba si Merck pudiera abastecer a los países pobres, según personas familiarizadas con las discusiones. Dicen que el profesor Hill, director del Instituto Jenner, dijo a sus colegas que lucharía contra cualquier acuerdo que no prometiera un suministro global de vacunas asequibles.

Según Robin Wright, presidente de Merck, Vaccitech dijo al profesor Bell que la compañía no cedería su parte de los derechos sobre la vacuna para que se hiciera el acuerdo propuesto con Merck.

A medida que la carrera mundial de las vacunas se politizaba, se erigían otras barreras. A los altos funcionarios del gobierno del Reino Unido y a sus asesores les preocupaba que la administración Trump atesorara las dosis hechas en EE UU, pudiendo impedir que los ciudadanos del Reino Unido accedieran a la vacuna, según personas familiarizadas con el tema. A mediados de abril, después de llamadas a funcionarios, incluyendo el secretario de salud del país, el profesor Bell dice que entendió que el gobierno se resistiría a cualquier acuerdo que dependiera de una sola empresa estadounidense.

Un portavoz del gobierno del Reino Unido dijo que una vacuna “no es una competencia entre países”, y agregó: “Nuestra ambición es derrotar a este virus, trabajando juntos a nivel mundial para desarrollar y producir una vacuna en grandes cantidades”. Paul Mango, subdirector de políticas del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE UU dijo que los acuerdos de vacunas de EE UU no impiden el suministro al resto del mundo, aunque dijo que la prioridad es proteger a los estadounidenses.

Un portavoz de Merck dijo que estaba hablando con múltiples posibles socios para las vacunas y tenía interés en atender las necesidades de salud a nivel mundial. Dijo que las negociaciones con Oxford terminaron cordialmente a fines de abril. Citando acuerdos de confidencialidad, el profesor Gilbert se negó a comentar sobre las conversaciones con posibles socios de la industria. El profesor Hill no quiso hacer comentarios.

El profesor Bell dice que la propuesta de Merck era la mejor que tenían en ese momento, y otros posibles socios potenciales ya tenían sus propios planes para las vacunas. “Si solo hay una chica con quien bailar en la fiesta, entonces bailas con la chica”, dice. “El tiempo avanzaba”.

Personas cercanas al asunto comentaron que los profesores Gilbert y Hill, estaban preocupados de que el profesor Bell siguiera adelante con Merck, y buscaron a otras empresas. Pidieron ayuda a un banquero de Londres. A mediados de abril, los científicos informaron con gran detalle a los ejecutivos de AstraZeneca sobre la vacuna de Oxford.

El profesor Bell dice que le informaron que la reunión había ido bien, así que como el acuerdo de Merck no avanzaba e iban quedando pocos posibles socios, un sábado por la mañana llamó a los ejecutivos de AstraZeneca. AstraZeneca no es un gigante en vacunas, por lo que es una opción menos obvia. Pero era global, británica y estaba dispuesta a moverse con rapidez.

Después de 10 días de conversaciones, AstraZeneca estuvo de acuerdo en comprometerse a hacer una distribución global que no favorecería a ningún país o región. También acordó proporcionar la vacuna a costo durante la pandemia, o al menos hasta el próximo verano, los términos exactos aún se estaban resolviendo. Los funcionarios del gobierno del Reino Unido llegaron a un acuerdo para pagar las dosis por adelantado.

Una vacuna exitosa podría ser rentable para AstraZeneca a largo plazo, y a la vez mejoraría la reputación de la empresa.

A medida que el acuerdo tomaba forma, el profesor Bell aumentó la presión sobre Vaccitech para que otorgara sus derechos. Enright, el director ejecutivo, se resistió, pues quería saber primero los términos, dice. En lo que ambos reconocen como una llamada telefónica acalorada, el profesor Bell le dijo al Sr. Enright que su trabajo podría depender de su cooperación.

“Se podría decir, bueno, que fue una amenaza velada, que bien podría haber sido”, dice el profesor Bell sobre la llamada telefónica. “Pero los directores ejecutivos deben prestar atención a los accionistas de la empresa”.

El Sr. Wright, presidente de Vaccitech, dice que el trabajo del director ejecutivo nunca estuvo en peligro. “Muchas de las locas amenazas de John Bell se debían simplemente a la frustración y a la presión”, dice.

Al avanzar las negociaciones por el acuerdo, del 22 de abril. El presidente de Oxford Sciences, en una escueta carta al Sr. Enright dijo a que los ejecutivos de Vaccitech se tenían que alinear.

A través de una portavoz, el presidente dijo que Oxford Sciences quería instar a Vaccitech a apoyar la mejor estrategia para tener una vacuna rápida y exitosa, y agregó: “Su junta tendrá que decidir cómo proceder”.

Los detalles del acuerdo de Oxford con AstraZeneca son privados. Pero un portavoz de la compañía dijo que garantiza vender sin fines de lucro las dosis, aproximadamente 3.000 millones, para las que ya tiene acuerdos vigentes.

“También hemos prometido poner la vacuna a disposición de los países de ingresos bajos a medios sin ganancias, a perpetuidad”, dijo el portavoz de AstraZeneca.

Sin embargo, a finales de abril, Vaccitech seguía indecisa. Menelas Pangalos, jefe de investigación biofarmacéutica de AstraZeneca, preguntó al profesor Bell qué se podría hacer. El profesor Bell dice que le dijo al Dr. Pangalos que tal vez podría comunicarse con Vaccitech.

La gran farmacéutica ofreció un edulcorante: dijo que si Vaccitech otorgaba sus derechos sobre la vacuna Covid-19 a Oxford para habilitar una licencia exclusiva, AstraZeneca exploraría formas de colaborar con la pequeña empresa de biotecnología, según un acuerdo firmado por el Dr. Pangalos. El acuerdo no vinculante citaba “la posible participación de AstraZeneca en el financiamiento de la Serie B propuesto por Vaccitech”.

Vaccitech accedió y otorgó sus derechos.

AstraZeneca y Oxford anunciaron su acuerdo el 30 de abril. Según personas familiarizadas con los términos ofrecidos, AstraZeneca acordó darle a Oxford US$10 millones por adelantado y aproximadamente otros US$80 millones en pagos al alcanzar ciertos hitos, si la vacuna supera los obstáculos regulatorios y de ventas.

Esto además de alrededor del 6% en regalías que Oxford puede obtener si la vacuna tiene éxito, a partir del próximo verano, dice la gente. Algunos detalles de los términos financieros no se han concretado, según una de estas personas.

El comunicado de prensa del acuerdo de Oxford decía que ni la universidad ni Vaccitech recibirán regalías durante la pandemia. Decía que todo lo que Oxford gane después de eso se canalizará hacía un nuevo Centro de Investigación de Vacunas y Preparación para Pandemias que Oxford está desarrollando “en colaboración con AstraZeneca”.

Se esperan los resultados de los ensayos de las fases avanzadas de la vacuna del Reino Unido para este año, pero en septiembre se paralizaron los ensayos en EE UU hasta que se aclarase lo sucedido con la enfermedad de un participante, dijo AstraZeneca [Nota de Salud y Fármacos: el estudio ya se ha reanudado]. Un regulador de salud brasileño dijo el miércoles que los ensayos clínicos de la vacuna de Oxford continuarían a pesar de la muerte de un voluntario.

Oxford ha descrito a la vacuna como “desarrollada conjuntamente por el Instituto Jenner y Vaccitech”. Enright, de Vaccitech, quería un 50% de los pagos que ingresaran a Oxford para su empresa, para reflejar la propiedad de la propiedad intelectual, dice. Obtuvo el 24%.

El profesor Bell dice que Oxford hizo la mayor parte del trabajo y Vaccitech debería estar satisfecho.

“La universidad no entró en esta discusión con la idea de ganar mucho dinero”, dice el profesor Bell. Pero tampoco quiso ser ingenua: “Digamos que [la vacuna] se convierte en una vacuna de coronavirus estacional y se venden mil millones de dólares al año. Parece bastante tonto que nosotros nos quedáramos allí sentados y sin ganar dinero”.

creado el 4 de Diciembre de 2020