Según un estudio, los antiácidos de venta con receta se asocian con un mayor riesgo de desarrollar alergias.

La investigación sugiere que las personas que reciben recetas de inhibidores de la bomba de protones (IBP) tienen el doble de probabilidades de recibir medicamentos antialérgicos en los años subsecuentes.

Los científicos examinaron datos de las historias clínicas de más de 8 millones de residentes en Austria, el 97% de la población, durante un período de cuatro años.

“Anteriormente se habían hecho estudios con ratones, estudios celulares y observaciones clínicas, pero este es el último componente”, dijo la directora del estudio, la profesora Erika Jensen-Jarolim, de la Universidad de Medicina de Viena.

La investigación, publicada en la revista Nature Communications, encontró que los riesgos aumentaron especialmente en mujeres y personas mayores de 60 años.

La mayoría de los sistemas inmunes saludables pueden tolerar las sustancias que se encuentran en los alimentos y el medio ambiente, pero a veces pueden volverse hipersensibles, lo que causa alergias. Parte del proceso de digestión inicial implica que el ácido del estómago descomponga en trozos más pequeños las moléculas de proteína presentes en los alimentos.

A los pacientes con afecciones similares a las úlceras gástricas se les puede recetar medicamentos para reducir la acidez en el estómago y aliviar los síntomas desagradables. En este caso, las reacciones químicas involucradas en la digestión no funcionan tan bien, lo que significa que las moléculas de proteínas más grandes y otras sustancias potencialmente dañinas pueden pasar al intestino. Esto puede desencadenar una respuesta alérgica del sistema inmune.

El uso de antiácidos está muy extendido. En algunos casos, se prescribe tratamiento a los pacientes durante varios meses o incluso años, aunque el estudio de Jensen-Jarolim muestra que podría producirse una respuesta alérgica en pacientes a los que se recetan medicamentos reductores de ácido durante tan solo seis días al año.

Sir Munir Pirmohamed, profesor de farmacología molecular y clínica en la Universidad de Liverpool, dijo que el estudio tenía limitaciones.

“Los autores no tenían ninguna información sobre las otras enfermedades y afecciones de los pacientes, ni sobre otros medicamentos que se administraron a los pacientes”, dijo. “Por lo tanto, el hallazgo de este estudio muestra una asociación, pero no prueba causalidad. Se requiere analizar otras bases de datos que contengan más datos sobre las otras condiciones de los pacientes para validar este hallazgo”.

Agregó: “A pesar de las limitaciones, aquí hay un mensaje importante: los medicamentos de uso común, como los medicamentos contra las úlceras, pueden tener efectos adversos imprevistos, y estos medicamentos solo deben usarse cuando existe una necesidad clínica, durante el menor tiempo posible y a la dosis más baja necesaria para controlar los síntomas”.

Stephen Evans, profesor de farmacoepidemiología en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, estuvo de acuerdo en que otros medicamentos también pueden ser un factor. “Los IBP se prescriben muy a menudo con aspirina o medicamentos similares conocidos como medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). La aspirina y los AINEs figuran en la lista de los medicamentos que se sabe que aumentan el riesgo de reacción alérgica”, dijo.

Jensen-Jarolim espera que su estudio genere mayor conocimiento. “Los médicos no son conscientes de este efecto, principalmente debido a las guías para los tratamientos antiinflamatorios”, dijo. “Por ejemplo, a la mayoría de los pacientes que ingresan a hospitales de Viena se les recetará este tipo de medicamento. Tenemos que evitar este enfoque profiláctico “.