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Gerald Posner: “Le dimos la responsabilidad de salvarnos como civilización a la industria farmacéutica”

Autor de libros célebres sobre las finanzas del Vaticano o la muerte de John Kennedy, el principal periodista estadounidense de investigación publicó, pocos días antes de declararse la pandemia, Pharma. Allí, además de prever una epidemia global, describía cómo funciona un sector poderoso, no siempre regulado plenamente por las autoridades. En esta entrevista describe qué pasó con las vacunas en el último año y medio y qué puede pasar en el futuro. Aconseja a los Estados que estén preparados para nuevas disrupciones vinculadas a lo sanitario.

En marzo de 2020 declaraste: “No me sorprendería una batalla por el monopolio de la vacuna”. ¿Cómo juzgás la situación un año más tarde? ¿La batalla es geopolítica, económica?

Es tanto geopolítica como económica, y me decepciona la situación actual de la batalla. En la Segunda Guerra Mundial hubo una plantita que el mundo podría haber utilizado como ejemplo para esta pandemia: la penicilina. La penicilina fue un nuevo fármaco que salvó millones de vidas, no solo de los que estaban en el campo de batalla en Europa y en Asia, sino también de personas que habrían muerto por otras infecciones normales. Fue uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la humanidad. Y cuando el gobierno de los EE UU lo lanzó como un proyecto secreto, junto con los investigadores británicos de Oxford, una de las reglas para las compañías farmacéuticas que estaban involucradas era que debían compartir la información. Nadie es dueño de los derechos de propiedad intelectual. No se puede comercializar.

La penicilina es su propio producto. Cuando Jonas Salk inventó la vacuna contra la poliomielitis y el entrevistador Edward R. Murrow, un gran periodista de la CBS, le preguntó en una entrevista en los años 50: “¿Quién es el dueño del monopolio de la vacuna? ¿Quién tiene la patente sobre ella?”, contestó: “¿Quién podría ser el dueño del Sol? No tiene dueño, es para beneficio de todo el mundo”. Es algo que aparece en mi libro. Cuando salió y comenzamos la investigación sobre las vacunas, el gobierno de los EE UU, los gobiernos europeos y otros dieron miles de millones de dólares del dinero de los contribuyentes a las compañías farmacéuticas para desarrollar una vacuna en una pista de carreras para ver quién podía llegar primero. Estábamos todos tan ansiosos por conseguir la vacuna que, como resultado, ningún gobierno quiso decir a estas compañías farmacéuticas, “queremos que compartan toda su información de investigación”.

Les permitimos desarrollar productos de los que obtuvieron beneficios individuales. Así es el capitalismo para la mayoría de los países. Está bien. Tienen derecho a obtener un beneficio justo. Pero hay otro aspecto de esto. Algunos países no pueden permitírselo. Incluso los países que no se manejan con el “América primero” de Donald Trump se preocupan por abastecer primero a su país. Cuando Sanofi, una empresa francesa, dijo que podría suministrar su vacuna a EE UU primero porque le habían llegado miles de millones de dólares en dinero para investigación, el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó al director ejecutivo y le exigió que abasteciera primero a Francia. Así que esto es un problema.

La pequeña empresa alemana que forma parte del empresariado de Pfizer tiene problemas en su país porque los alemanes no la consiguen tan rápido. Cada país quiere tener suficiente suministro para los suyos. La pregunta es: ¿cómo llega al Tercer Mundo y a las naciones en desarrollo? Y hay ideas para una distribución justa, pero no aplican. Fue una oportunidad perdida en muchos niveles, tanto geopolíticos como económicos.

Escribiste que “Anthony Fauci y los funcionarios de otras organizaciones sanitarias gubernamentales e internacionales saben que cualquier vacuna desarrollada en un laboratorio terminará siendo fabricada por las grandes empresas farmacéuticas. En esta coyuntura crítica con el coronavirus, ningún experto en salud criticaría públicamente a las empresas farmacéuticas, pero en privado se quejan de que las farmacéuticas son un gran obstáculo para el desarrollo de vacunas que salvan vidas”. En el tema vacunas se puede observar lo mejor del capitalismo, la capacidad de generar vacunas en un tiempo récord para la humanidad, y también lo peor, la inequidad en su distribución global. ¿Cómo solucionarías el tema?

Se podría resolver con una mano fuerte unida internacionalmente. No puede ser solo EE UU, el Reino Unido, Argentina o Brasil por su cuenta. Se necesitan acciones coordinadas entre los países de la OCDE y los países prominentes, los países sudamericanos y los países del sur de Asia. Que se unan y digan: “Queremos seguir las reglas que se establecieron en un proceso noruego”. Hay varias normas que indican una distribución equitativa de la vacuna a costo reducido. Nadie presionó a las empresas farmacéuticas para que hagan eso.

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creado el 13 de Junio de 2021