Una organización internacional sin ánimo de lucro para fomentar el acceso y el uso adecuado de medicamentos entre la población hispano-parlante

Investigaciones

Frenar la influencia de la industria farmacéutica: Una visión británica(Curbing the influence of the drug industry. A british view)
Richard Smith
Presidente de United Health Europe
PLos Medicine 2005; 2 (9): e241

Traducido por Boletín Fármacos

El Comité de Salud de la Cámara Baja (House of Commons) de Inglaterra ha recomendado recientemente un reajuste importante de las relaciones entre la industria farmacéutica y el gobierno, los reguladores, los médicos, el servicio de salud y los pacientes [1]. El comité dijo que la industria ha penetrado cada aspecto del sistema de salud y que el gobierno y los demás, incluyendo los médicos, han optado por el camino fácil de asumir que los intereses de la industria, de los servicios de salud y de los pacientes son los mismos.

El informe del comité deja claro que la reducción de la influencia de la industria sería beneficiosa para todo el mundo, incluyendo, paradójicamente, a la propia industria, que podría concentrar sus esfuerzos en el desarrollo de nuevos fármacos en vez dedicarse a corromper a los médicos y organizaciones de pacientes, entre otros. “Entre los intereses a largo plazo de la industria no se encuentra el hecho de los facultativos y el público pierdan la fe en ella”, dice el informe. “Necesitamos una industria que se guíe por los valores de sus científicos y no por los valores de la fuerza del marketing”.

Comités selectos: Racionalidad antes que política

El Comité de Salud es uno de los muchos comités selectos de la Cámara Baja. Los comités se componen de miembros del parlamento y políticos de todos los partidos y pueden decidir que quieren analizar cualquier problemática de importancia pública. Cuando exploran un tema reciben testimonios escritos y orales de expertos, incluyendo de los ministros del gobierno, y realizan informes y recomendaciones a las cuales el gobierno tiene que responder.

El Comité de Salud, compuesto por 11 miembros, eligió estudiar la influencia de la industria farmacéutica porque detectaron que el público estaba preocupado por su creciente y excesiva influencia. El comité estaba particularmente preocupado por el papel de la industria en la promoción de la “medicalización”, la idea de que debe haber una pastilla para cada problema de salud: “Lo que se ha descrito como la “medicalización” de la sociedad, la creencia de que cada problema requiere un tratamiento médico, también puede atribuirse en parte a las actividades de la industria farmacéutica” [1]. El comité, cuyos términos de referencia se muestran en el Cuadro 1, también se mostraba preocupado por la alta prevalencia de efectos secundarios atribuibles al consumo de fármacos. El comité escuchó el testimonio de todos los grupos interesados en el tema, incluyendo: los representantes de las compañías farmacéuticas, los pacientes, los médicos, los editores de las revistas médicas, los críticos de la industria, y los ministros y directivos del gobierno.

El gobierno no tiene que aceptar las recomendaciones de estos comités y recientemente ha rechazado recomendaciones del mismo Comité de Salud que promovía el acceso público a la investigación científica [2]. Normalmente, los comités son más osados que el gobierno, que está fuertemente influenciada por los cabilderos y prestan más atención a la política que a los argumentos racionales. Así como la industria editorial presionó al gobierno para que ignorase las recomendaciones sobre el acceso público [3], la industria farmacéutica hará lo mismo ahora (y la industria es poderosa). La industria farmacéutica es la tercera actividad económica más rentable del Reino Unido (tras el turismo y las finanzas) y da empleo a 83.000 personas.

La industria influye persistentemente en todo

Aunque ahora el público piense que la industria farmacéutica antepone los beneficios al bienestar del paciente [4], generalmente, como aclara el comité, han tenido una influencia positiva. Casi todos los fármacos que han transformado la medicina en el medio siglo pasado han sido desarrollados y fabricados por la industria. “El descubrimiento, el desarrollo y el uso efectivo de los fármacos”, dice el comité, “han mejorado la calidad de vida de muchas personas, reducido la necesidad de intervenciones quirúrgicas y la duración de la estancia hospitalaria, y salvado muchas vidas” [1]. Y, de alguna forma, convertir a la industria en chivo expiatorio por no producir fármacos para las enfermedades de los pobres no es más sensato, en mi opinión, que culpar a los fabricantes de lavadoras por los bajos estándares de higiene en los países en vías de desarrollo. La industria forma parte del sector con ánimo de lucro y posee lo que muchos filósofos podrían calificar como la obligación moral de maximizar los beneficios. La producción de fármacos para los pobres requiere que se formen asociaciones públicas-privadas imaginativas.

También es simplista concebir a la industria como corruptora y a los médicos como los corruptos. Como médico, pienso que los médicos son culpables, en muchos sentidos, de que se haya degradado la relación entre ellos y la industria. La industria (generalmente) se comporta de forma acorde al sector comercial. Son los médicos los que se desvían de su base ética cuando para asistir a una conferencia internacional presionan a la industria para que les pague un asiento en primera clase y les garantice el que puedan disfrutar de eventos lujosos.

El problema fundamental, según el comité, es que la influencia de la industria farmacéutica está demasiado extendida: “La industria afecta cada nivel de la provisión de servicios de salud, desde el descubrimiento de los nuevos fármacos y su desarrollo a través de ensayos clínicos, hasta la promoción de los fármacos al facultativo y a los grupos de pacientes, hasta la prescripción de medicinas y la elaboración de guías clínicas”.

El comité menciona detalles sobre lo que ocurre en cada uno de estos niveles. Las autoridades reguladoras, dice, están demasiado cercanas a la industria, lo que significa que no se aseguran de que la industria trabaje para el interés público. Los ensayos clínicos, que constituyen la base esencial para las decisiones normativas y clínicas, están producidos casi por completo por la industria y las pruebas que llegan a las autoridades, médicos y pacientes están sesgadas. Las guías para el tratamiento de paciente están distorsionadas, no sólo porque se basan en pruebas sesgadas, sino también porque las organizaciones y las personas que las crean a menudo están comprometidas con la industria. Las organizaciones llegan recibir millones de libras esterlinas para edificios y actividades, los individuos, particularmente los líderes de opinión, reciben cientos de miles de libras por concepto de consultarías, honorarios de conferencias, viajes, investigación y por escribir artículos. “Se critica a las compañías farmacéuticas por ofrecer hospitalidad y reclutar líderes de opinión”, dice el comité, “pero se debe culpar de igual forma a los facultativos por aceptar la hospitalidad y a algunos líderes de opinión por prestar sus nombres a trabajos que no han hecho, a menudo por considerables sumas de dinero”.

El siguiente punto en la lista de asuntos que trató el comité es el márketing intensivo de la industria, que cada vez es más importante a medida que disminuye el número de fármacos que representan avances terapéuticos importantes (y que por ello necesitan mucho menos márketing). El Reino Unido tiene unos 8.000 representantes de compañías farmacéuticas, pero además la industria se gasta millones en publicidad, patrocinios, reuniones y, cada vez aumenta más su influencia en “educación médica”, lo que a menudo significa una gran cena y una conferencia de un líder de opinión mercenario. El informe establece que: “La conjunción de información patrocinada por farmacéuticas en las revistas y suplementos médicos, materiales de “educación médica”, anuncios y patrocinios para la asistencia a conferencias, talleres y otros eventos, hace que no nos podamos sorprender de que se modifiquen las prácticas de prescripción”. Las revistas médicas, como expuse en PLoS Medicine [3], en cierta forma son extensiones de la rama del márketing de la industria, mientras que los periódicos gratuitos que abruman a los doctores en los países desarrollados dependen al 100% de la generosidad de la industria.

La industria también capta a periodistas, escuchó el comité, y quizás lo más molesto es la forma en la que las organizaciones de pacientes han aumentado su dependencia de la industria. El comité concluyó que “se necesitan medidas para limitar la influencia de la industria sobre los grupos de pacientes". Actualmente, en el Reino Unido, vemos que los “pacientes” que intentan convencer al gobierno británico de que deberían ignorar los consejos del Instituto Nacional Británico para la Salud y la Excelencia Clínica (NICE, por sus siglas en inglés), que considera que los fármacos para la enfermedad de Alzheimer no son lo suficientemente costo efectivos, son en muchos casos agentes de las compañías que producen esos fármacos [6].

Las consecuencias de todas estas relaciones incestuosas, dice el comité, son las malas decisiones en la regulación y en la prescripción de fármacos, la sobredependencia de los fármacos por encima de otras intervenciones (como cambios dietéticos, ejercicio o educación para la salud) y la “medicalización” de los problemas de la vida, incluida calvicie, timidez, tristeza, dolor y dificultades sexuales.

Cuadro 1. Términos de referencia para la investigación del Comité de Salud [1]

 

“El Comité de Salud va a emprender una investigación sobre la influencia de la industria farmacéutica en las políticas de salud, el impacto del sistema de salud y las futuras prioridades y necesidades de salud. La investigación se centrará, en particular, en el impacto de la industria en los siguientes aspectos:

·        Innovación de fármacos

·        La gestión de la investigación médica

·        La provisión de información y promoción farmacológica

·        Educación a los profesionales y a los pacientes

·        Revisión normativa de la seguridad y la eficacia de los fármacos

·        Evaluación del producto, incluyendo la valoración del coste del producto

Con ello, el Comité examinará la influencia de la industria farmacéutica en el Sistema Nacional de Salud Británico (NHS); el Instituto Nacional Británico para Salud y para la Excelencia Clínica (NICE); las autoridades reguladores y los cuerpos asesores y de consulta; los facultativos, los suministradores y los proveedores de medicinas; las instituciones profesionales, académicas y educativas; la prensa (profesional y profana) y otros medios de comunicación; los pacientes, los consumidores, el público en general y los grupos de representantes”

 

Cuadro 2. Recomendaciones de la investigación del Comité de Salud puntos a destacar [1]

  • El proceso de otorgar licencias para fármacos y el sistema de regulación de medicamentos deberían ser más transparentes.
    Debería existir un registro independiente de ensayos clínicos.
  • Los ensayos clínicos deberían utilizar las medidas de impacto clínico que son relevantes para los pacientes.
  • Se deberían emprender más investigaciones sobre los efectos adversos de los fármacos y el coste de las enfermedades inducidas por los mismos.
  • Las autoridades reguladoras deberían asegurarse de hay más restricciones a la promoción de los medicamentos.·Se debería restringir más la prescripción por parte de profesionales no especialistas. ·Se debería obligar a los doctores a que declarasen las sumas significativas o los regalos que han recibido como muestras de hospitalidad.
  • El patrocinio de la industria farmacéutica debería pasar del Ministerio de Salud al Ministerio de Comercio e Industria, porque la secretaría de salud no puede servir a dos amos (los ciudadanos y la industria).
     

Recomendaciones: “Dejen que brille el sol”

El comité finalizó con 48 conclusiones y recomendaciones y he enumerado algunas de las más destacadas en el Cuadro 2. La recomendación principal del comité para los problemas que se identifican es la falta de transparencia: “dejen que brille el sol”. Comienza con la recomendación de que se cree un registro de ensayos clínicos,“que lo mantenga un grupo independiente” y que contenga toda la información. Se debería solicitar a las compañías que facilitasen la información para el registro “en el lanzamiento del producto, como una condición antes de otorgarles el permiso de comercialización”. El comité también quiere que las autoridades reguladoras y los comités de ética ayuden con el diseño de los ensayos para asegurarse de que responden a necesidades reales. Sin embargo, no recomendaron más fondos públicos para los ensayos. Creo que esos fondos son necesarios para asegurar que los ensayos responden a las cuestiones más importantes, incluyendo comparaciones de fármacos y ensayos en que la efectividad y seguridad del producto nuevo se compare con la de los fármacos clásicos y los tratamientos no farmacológicos. Es poco probable que los consejos a las compañías sean efectivos.

Deberían existir, dice el comité, límites en la cantidad de materiales para el márketing, particularmente en los seis primeros meses tras el lanzamiento del producto y deberían establecerse controles estrictos al marketing dirigido a médicos residentes, enfermeras y farmacéuticos. Estas propuestas no parecen suficientemente pensadas: es difícil imaginar cómo se aseguraría que se cumplen estas condiciones, y son condescendientes con los médicos residentes, las enfermeras y los farmacéuticos, muchos de los cuales son mucho mejores, sospecho, en la valoración de las pruebas que los médicos generales que están más cansados, son de edad avanzada y prescriben mucho.

El Comité de Salud también quisiera que se realizara una revisión independiente de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios y que se iniciara una investigación pública cada vez que se retira un fármaco del mercado por motivos de salud. Es difícil que el gobierno implemente estas recomendaciones, ya que las investigaciones son caras y siempre crean dificultades para el gobierno, pero si organismos como la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios y NICE desean mantener la confianza pública, entonces tendrán que distanciarse de la industria y todos tendrán que constatar que lo hacen. Algunos de los primeros pasos que serían importantes es hacer pública la información utilizada para tomar sus decisiones y excluir a los líderes de opinión de sus comités (que puede ser difícil, ya que los líderes de opinión incluyen muchos médicos y profesores prominentes de farmacología y terapéutica).

Las organizaciones de médicos, dice el comité, deberían producir registros públicos de los vínculos entre los médicos y la industria. Estos registros, y ésta es mi recomendación y no la del comité, también deberían incluir información sobre las cantidades monetarias. De otra forma, no sería posible separar a los líderes de opinión del gran número de médicos que reciben bolígrafos, almuerzos, viajes y otros regalos de la industria farmacéutica. Dudo mucho que las organizaciones médicas adopten estas recomendaciones hasta que las fuercen a hacerlo. En el Reino Unido, es más vergonzoso preguntar a la gente sobre dinero que sobre sexo. Además, los doctores podrían ser vistos como los villanos más que como los buenos.

El comité también quiere que las organizaciones de pacientes declaren sus conexiones con las industria y que declaren cuando las ubicuas campañas de “concienciación para una enfermedad” son financiadas por la industria, lo cual es probablemente muy común [6]. Estoy de acuerdo con este apoyo a la transparencia y, si bien reconozco la pobreza con la que operan estas organizaciones de pacientes, pienso que harían bien si se resisten a las tentaciones lucrativas que les ofrece la industria tanto como puedan.

Conclusiones

Al final, probablemente este informe será menos recordado por sus recomendaciones, muchas de las cuales seguramente serán ignoradas, que por haber iniciado el debate público sobre la excesiva influencia de la industria farmacéutica a un público. Todos esperamos beneficiarnos de la reducción de esa influencia.

Referencias:

1. House of Commons Health Committee. (2005) The influence of the pharmaceutical industry. Available: www.parliament.the-stationery-office.co.uk/pa/cm200405/cmselect/cmhealth/42/42.pdf. Accessed 15 June 2005.
2. House of Commons Science and Technology Committee. (2005) Scientific publications: Free for all? Available: www.publications.parliament.uk/pa/cm200304/cmselect/cmsctech/399/399.pdf. Accessed 15 June 2005.
3. Bhattacharya S (2004) UK government ‘obstructing’ open-access publishing. Available: www.newscientist.com/article.ns?id=dn6633. Accessed 15 June 2005.
4. Kaufman M (2005) Drugs get good ratings, but drugmakers less so. Available: www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A53273-2005Feb25.html. Accessed 15 June 2005.
5. Smith R (2005) Medical journals are an extension of the marketing arm of pharmaceutical companies. PLoS Med 2:e138 DOI: 10.1371/journal.pmed.0020138.
6. Hirst J (2003) Charities and patient groups should declare interests. BMJ 326:1211.

Conflictos de interés: Richard Smith fue editor de British Medical Journal durante 25 años. Durante los últimos 13 años, fue editor de BMJ y presidente de BMJ Publishing Group, es decir era responsable no sólo de BMJ sino también de todo el grupo empresarial, que publicaba 25 revistas más. Dimitió en julio de 2004. En la actualidad es miembro de la junta de Public Library of Science, una asociación de científicos de ciencias biológicas y médicas, y no recibe salario alguno. The United Health Group, de la cual United Health Europe forma parte, incluye una empresa que efectúa ensayos clínicos para la industria farmacéutica. Richard Smith carece de responsabilidad o influencia sobre esta empresa.

 

(regresa a investigaciones)

 

 

modificado el 28 de noviembre de 2013