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La revista médica más famosa del mundo, The Lancet, acusada de hacer el trabajo sucio de China por criticar como conspiración la teoría que Covid se fugó de un laboratorio

(World’s most famous medical journal The Lancet is accused of doing China’s dirty work – by denouncing the Covid lab leak theory as a conspiracy)
Ian Birrell
Daily Mail, 27 de junio de 2021
https://www.dailymail.co.uk/debate/article-9728577/Worlds-famous-medical-journal-accused-doing-Chinas-dirty-work-writes-IAN-BIRRELL.html
Traducido por Salud y Fármacos

Tags: Horton, censura, China, libertad de expresión, conflictos de interés, murciélago, origen del virus, integridad de la ciencia

A principios de este año, el destacado psiquiatra alemán Thomas Schulze envió una propuesta a Richard Horton, editor jefe de la famosa revista médica The Lancet, sugiriendo iniciar un debate sobre la complicidad de los científicos chinos en la persecución de los uigures.

Su idea surgió en medio de la alarma por la vigilancia represiva, la recopilación de datos genéticos, la esterilización forzada y la sustracción de órganos de prisioneros encerrados en campos de concentración brutalmente duros.

“Creemos que la situación de los derechos humanos en China se ha vuelto insoportable y tiene un alcance sin precedentes, por lo que no podemos permanecer en silencio por más tiempo y cómo mínimo deberíamos tener una discusión abierta siguiendo la mejor tradición académica”, escribió el profesor Schulze.

Schulze sabía que The Lancet no rehuía la controversia política, ya que el año anterior había firmado una declaración publicada en la revista solicitando que Gran Bretaña pusiera fin a la ‘tortura y negligencia médica’ que sufría el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quién está en prisión por la solicitud de extradición de EE UU.

Pero se quedó asombrado con la respuesta de Horton, quién dijo que no “deseaba hacer nada que pudiera poner en peligro” a su editor en China. “Publicar un llamado al boicot podría hacer que su situación se tornara insostenible”, escribió.

Como dice Schulze, esto fue una “admisión clara de estar haciendo reverencias” a Pekín. “La independencia científica y la libertad de expresión son parte integral de la sociedad occidental, y las revistas influyentes no deberían encontrarse en situaciones que comprometan su integridad”. Está en lo cierto. Sin embargo, pocos científicos se atreven a hacer críticas en público cuando revistas como The Lancet tienen el poder de avanzar o destruir carreras, a pesar de que muchos comparten su alarma por el aparente entusiasmo de su editor por el régimen chino.

Esta revista de 198 años está siendo cuestionada a nivel global por su papel, como fuente de información científica supuestamente de calidad, en apaciguar al régimen comunista de China y sofocar el debate sobre la sugerencia que el Covid podría haber salido de un laboratorio de Wuhan.

Y la presión se ejerce sobre Horton, un personaje combativo que ha editado The Lancet durante 26 años. Ha ocupado un lugar prominente en la pandemia, arremetiendo contra los gobiernos británico y estadounidense por fallas políticas, mientras defendía a China e insistía en que era injusto culparla por ser la fuente del virus o por tratar de identificar al Paciente Cero.

En el centro de la contienda figura un artículo que posiblemente es el más controvertido que ha publicado una revista científica desde el inicio de la pandemia: lo que The Lancet anunció como una ‘declaración de apoyo a los científicos, los profesionales de la salud pública y los profesionales médicos de China’ que se publicó en febrero pasado.

Los autores atacaron lo que describieron como “teorías conspirativas que sugieren que Covid-19 no tiene un origen natural”. Elogiaron que Pekín facilitara el ‘intercambio rápido, abierto y transparente de datos sobre este brote’, pero advirtieron que esto estaba siendo ‘amenazado por rumores y desinformación’ sobre los orígenes, en lugar de por una dictadura que silenció a los médicos, ocultó datos y enterró pruebas.

La carta a The Lancet, firmada por 27 expertos, jugó un papel clave en silenciar la discusión científica, política y mediática sobre la idea de que esta pandemia podría haber comenzado con un incidente de laboratorio, en lugar de haber sido transmitida naturalmente por animales. Según los informes, Facebook incluso lo utilizó para marcar los artículos que exploraban la hipótesis de filtración de laboratorio como “información falsa” antes de que el mes pasado el gigante de las redes sociales cambiara drásticamente de táctica.

Posteriormente se supo que la declaración de The Lancet había sido redactada de forma encubierta por el científico británico Peter Daszak, un colaborador de larga data del Instituto de Virología de Wuhan, que estaba llevando a cabo una investigación de alto riesgo sobre los coronavirus de murciélagos y que era conocido que tenía problemas de seguridad.

Daszak cobra £300.000 al año por presidir EcoHealth Alliance, una organización benéfica con sede en Nueva York que canalizó fondos a su amiga Shi Zhengli, la viróloga de Wuhan conocida como ‘Batwoman’ por su trabajo en la recolección de muestras de murciélagos.

Cuatro meses después, The Lancet estableció una ‘Comisión Covid-19’ para ayudar a los gobiernos y estudiar sus orígenes. Fue dirigida por Jeffrey Sachs, el famoso economista y autor que trabaja en campañas para recoger fondos para la ayuda internacional con Bono, la estrella de rock. Sachs rechazó recientemente las afirmaciones de que China está cometiendo genocidio contra los uigures, adoptando la línea de Pekín de que se enfrenta a la militancia islámica.

Increíblemente, Sachs apoyó a Daszak para que liderara el grupo de trabajo de 12 personas que investiga los orígenes de Covid, que responde a la Comisión Covid 19. Este grupo de trabajo incluye a cinco de los que firmaron la declaración publicada en The Lancet. Hace seis meses, este periódico expuso los conflictos de interés de Daszak.

La semana pasada, The Lancet finalmente lo ‘recusó’ de su comisión y publicó un ‘apéndice’ a su declaración detallando algunos de sus vínculos con China. Sin embargo, los críticos dicen que la revista aún no ha admitido que seis signatarios más de esa declaración de febrero tienen vínculos, ya sea como directores o socios, con EcoHealth Alliance que dirije Daszak,.

“Para The Lancet hubiera sido mejor decir que las declaraciones previas de Daszak y otros firmantes eran falsas y haber adjuntado una expresión de preocupación del equipo editorial”, dijo Richard Ebright, experto en bioseguridad y profesor de biología química en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.

The Mail on Sunday se enteró de que The Lancet publicará una segunda declaración de estos firmantes insistiendo en que el Covid probablemente surgió por la transmisión ‘zoonótica’ natural de animales a humanos. “Consideramos que es más probable que se trate de una transmisión a través de un huésped mamífero intermedio, aunque no se pueden excluir por completo otras posibilidades”, dijo uno, y agregó que todavía “faltaban algunas firmas”.

Cuatro de los expertos originales que firmaron la declaración publicada en The Lancet parecen haber cambiado de posición desde entonces, incluido Charles Calisher, un virólogo de Colorado. Admite que “hay demasiadas coincidencias” para ignorar la hipótesis de la fuga del laboratorio y que “es más probable que haya salido de ese laboratorio”.

Bernard Roizman, de la Universidad de Chicago, también se ha convencido de que el virus fue llevado a un laboratorio, se trabajó con él, y luego ‘algún individuo descuidado’ lo dejó escapar. Es tal el furor que despertó esta única declaración que The Lancet publicó hace 16 meses que uno de los científicos que la firmó me dijo: “Es un milagro que nadie haya quemado una cruz en mi césped, ni haya amenazado a mi familia”.

Sin embargo, Horton, que era médico, no es ajeno a la controversia, sobre todo cuando como editor publicó el desacreditado artículo de un ex colega de un hospital en Londres que impulsó el movimiento mundial contra la vacuna.

Este artículo de 1998 de Andrew Wakefield, que más tarde en una investigación médica fue declarado culpable de deshonestidad, afirmó falsamente que había un vínculo entre las dosis de MMR y el autismo, provocando miedo entre las familias, una fuerte caída en la administración de vacunas y brotes letales de sarampión.

Horton tardó 12 años en retractar este tóxico estudio, que todavía hoy resuena, cuando el lobby anti-vacunas promueve las dudas sobre las vacunas de Covid. “La debacle de Wakefield por sí sola debería haber terminado su mandato”, dijo un destacado biólogo estadounidense.

Curiosamente, el 24 de enero del año pasado, cuando se filtraron noticias de Wuhan sobre un nuevo virus mortal, Horton criticó en un tweet al resto de los medios de comunicación por “generar ansiedad’ e insistía en que ‘no había razón para fomentar el pánico’ por una enfermedad con “transmisibilidad moderada y patogenicidad relativamente baja”.

Sin embargo, pronto culpó a los ministros de miles de muertes por haber reaccionado “lenta, complaciente y despreocupadamente” a la pandemia, mientras condenaba a los asesores científicos por su complicidad en lo que llamó “el mayor fracaso de la política científica en una generación”. Enfatizó su mensaje en sus frecuentes apariciones en los medios, columnas de periódicos e incluso en un libro llamado The Covid-19 Catastrophe.

Mientras tanto, apareció en la televisión estatal china para elogiar al gobierno de Pekín por “actuar con tremenda decisión. Tenemos mucho que agradecer a China por la forma en que manejó el brote en Wuhan”, dijo, a pesar de la evidencia de que sus funcionarios tardaron en alertar al mundo, mintieron sobre el inicio y encubrieron evidencia crucial de transmisión entre humanos.

Horton ha mencionado preocupaciones sobre el comportamiento de China, pero atacó a los políticos estadounidenses ‘por dar credibilidad a las teorías de conspiración’ después de que el presidente Donald Trump sugiriera que el virus podría haber surgido de un laboratorio de Wuhan. “En lugar de unirse al coro de críticas contra Pekín, quizás uno debería intentar ponerse en la posición de los políticos chinos”, escribió en The Guardian.

La admiración de Horton por China no es nueva. En 2015, el año en que recibió un gran honor de Pekín, dijo a los lectores de The Lancet que “el énfasis de China en la amistad y el flujo libre de ideas críticas que tal amistad fomenta, podría mostrar a otras naciones cómo la cooperación científica puede acelerar el cambio social y político”. Mientras tanto, ha utilizado a su revista para apoyar causas políticas, cuando respaldó a Extinction Rebellion e hizo una afirmación muy controvertida diciendo que las muertes de civiles relacionadas con la guerra de Irak fueron enormemente subestimadas.

Los que buscan ofrecer puntos de vista alternativos al debate sobre los orígenes del Covid se han sentido frustrados. En enero, un grupo presentó una carta firmada por 14 expertos mundiales, argumentando que “no hay argumentos concluyentes para respaldar su origen natural y formalmente no se puede descartar que se haya originado en el laboratorio”. The Lancet la rechazó basándose en que “no era una prioridad para nosotros”.

Fiona Godlee, editora jefe del rival British Medical Journal, dijo que en su opinión estaba bien publicar el artículo de Daszak, pero que los conflictos de interés deberían haberse expresado claramente: “Pero no es muy bueno para el editor dar un apoyo tan inequívoco a China, diciéndole a la gente que se aleje de las críticas, cuando todavía faltaba mucho para establecer los hechos sobre los orígenes de la pandemia. Todas las revistas han sido acusadas de tomar posiciones. El desafío es mantener a la revista abierta, hacer de ella una plataforma donde se puedan exponer todos los lados de un debate hasta que los hechos científicos estén establecidos y no haya ninguna duda”.

Otros son mordaces en sus críticas a Horton. “El activismo político, apenas disimulado, ha arruinado la reputación de la revista, posiblemente de manera irreparable”, dijo un científico estadounidense. “El único elemento salvador es que muchas otras revistas lo han hecho solo un poco mejor”.

“El editor de The Lancet parece haber sido una figura clave en sofocar el debate”, dijo el diputado conservador Bob Seely, quien acusó a Horton de hechos “totalmente inaceptables” al anteponer la política y los posibles intereses comerciales a la búsqueda de la verdad.

“Las afirmaciones de que se ha encubierto el problema científico más importante de nuestro tiempo se fortalecen día a día. Establecer la verdad sobre lo que parece haber sido un encubrimiento de los orígenes de la pandemia con la connivencia de revistas como The Lancet es de vital importancia”.

Detrás de estas preocupaciones está el temor de que estos grupos influyentes estén complaciendo a China para proteger sus intereses comerciales, mientras la superpotencia emergente invierte miles de millones en su intento por dominar la ciencia para obtener ventajas económicas y militares.

El psiquiatra alemán Schulze no pudo persuadir a ninguna revista para debatir sobre la posibilidad de que haya vínculos científicos en las atrocidades que se infligen a las minorías musulmanas en Xinjiang. La revista científica más amplia Nature también ha sido acusada de sofocar el debate sobre la teoría de la fuga del laboratorio.

Nikolai Petrovsky, profesor australiano de medicina e investigador de vacunas, fue uno de los primeros expertos en plantear preocupaciones sobre la naturaleza del nuevo virus, y dijo que su importante artículo fue rechazado por The Lancet en solo dos días, por tratarse de algo que nadie quería tocar porque que podría ofender a China.

“Pensamos que The Lancet estaría interesado, ya que habían estado publicando la percepción opuesta del debate sobre el origen del Covid, incluyendo la propaganda científicamente infundada de Peter Daszak”, dijo. Pero no podrían haberlo rechazado más rápidamente.

“Bajo el liderazgo actual, The Lancet parece haber pasado de ser una famosa revista clínica, con liderazgo, a convertirse en una revista más interesada en la publicidad que en la buena ciencia, y sus políticas de publicación revelan cada vez más la influencia de China”.

The Lancet es propiedad del grupo RELX con sede en Londres. Tiene una amplia gama de negocios en China, incluyendo uno que difunde información de salud en China a través de Tencent, el gigante tecnológico que juega un papel central en la rígida censura gubernamental.

Un comunicado de The Lancet dijo que sus comisiones reúnen a expertos para abordar problemas urgentes de salud y medicina. “Todas las decisiones finales sobre los comisionados y colaboradores las toma el presidente”-insistía en que la revista era editorialmente independiente, estableciendo- “estándares extremadamente altos”- y seleccionando los artículos- “en base a la solidez de la ciencia y la credibilidad del argumento científico”.

Una portavoz se negó a comentar sobre artículos inéditos, cuestionamientos al artículo de Daszak y sobre el enfoque defensivo de Horton hacia China.

creado el 15 de Septiembre de 2021