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Más allá del irracionalismo. ¿Cuántas personas deben morir antes que el Dr. Páez apruebe una campaña de vacunación?
Dr. Luis Diego Herrera A.
La Nación, (Costa Rica), Opinión, 4 de abril de 2010

En su artículo sobre mi comentario Irracionalismo concentrado, el Dr. Agustín Páez repite algunas ideas, vuelve a mostrar sesgos ideológicos y reitera ataques personales. El irracionalismo es compañero de viaje del fanatismo, al cual Winston Churchill definió como la incapacidad de cambiar de ideas y de tema.
Primero me voy a referir, por última vez, a lo que considero esencial en esta polémica y, luego, abordaré otros aspectos.

El Dr. Páez no está de acuerdo en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considere la diseminación del H1N1 una pandemia. En abril del 2009, la OMS documentó la existencia de infecciones por H1N1 en 9 países; para el 11 de junio se documentaron con pruebas de laboratorio brotes infecciosos en 74 países y territorios, y para el primero de julio, en 120. La OMS procedió a definir estrategias para abordar esta pandemia, siguiendo sus pasos de cerca para ajustar las intervenciones acordemente. Definió grupos de alto riesgo y prioridades para la vacunación. El Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estima que, al presente, más de 60 millones de personas han sido infectadas con H1N1 y más de 15.000 han muerto de H1N1.

Las mujeres embarazadas. Tal vez la flexibilidad de la OMS para manejar estos fenómenos no rime con lo que el Dr. Páez aprendió en la Escuela de Medicina, pero los tiempos cambian y, afortunadamente los científicos y funcionarios de la salud se adaptan a los nuevos fenómenos. ¿Cuántas personas se tienen que infectar y morir antes de que el Dr. Páez apruebe una campaña de vacunación? Por ejemplo, en este mismo diario, el mismo día (22 de abril) en que el Dr. Páez publica su artículo, sale la noticia, del British Journal of Medicine, prestigiosa publicación europea, difícilmente influenciada “indebidamente” por las compañías farmacéuticas, que documenta, una vez más, que las mujeres embarazadas tienen un riesgo trece veces mayor de presentar casos graves de H1N1 y de ser hospitalizadas, incluso en cuidados intensivos. Por ello, la OMS recomendó oportunamente que este era un grupo de alto riesgo que debía ser vacunado. Piensen los lectores en las consecuencias a nivel de la salud pública de la humanidad si todas las mujeres embarazadas del mundo siguieran los consejos del movimiento anti-vacunas. Afortunadamente la OMS fija sus políticas de acuerdo a múltiples evidencias científicas y paneles de expertos y no de acuerdo a minorías radicales.

Argumento absurdo. Como es bien conocido, la evolución de una epidemia y, eventualmente, de una pandemia, es el resultado de múltiples factores: las condiciones de vida de la población, las mutaciones del virus, las políticas de prevención de los países, etc.

El movimiento anti-vacunas argumenta que la pandemia del H1N1 es un engaño de la OMS y otras organizaciones azuzadas por las compañías farmacéuticas debido a que ha tenido un curso más benigno que el que se anticipaba. Este es un argumento absurdo. ¿Tendrían las autoridades de salud que dejar que la epidemia tome fuerza sin control alguno para que, cuando se hayan muerto muchos millones, confirmar que era una pandemia, como en 1916, cuando no existían las vacunas y murieron 50 millones de personas? Precisamente, en parte, porque las autoridades de salud de todos los países más afectados por la pandemia H1N1 tomaron medidas tempranas de prevención y protección es que se podría explicar la evolución benigna de la pandemia H1N1, no porque fuera una invención de los laboratorios farmacéuticos. Los costarricenses somos afortunados de tener una ministra de Salud experta en infecciones, con vocación de salud pública, que tomó medidas apropiadas en el momento oportuno.

Falta a la verdad. Nuevamente, el Dr. Páez vuelve sobre el fallo de la Corte Federal del 2008 y la relación entre timerosal y toxicidad. Con respecto a lo primero, la Dra. Denia Ramírez, neuróloga pediatra en la Universidad de Rochester, explicó con propiedad y firmeza en un artículo en estas mismas páginas, que la utilización de este caso, por parte del Dr. Páez, para argumentar la toxicidad de las vacunas con timerosal en relación al autismo refleja una “falta a la verdad y prueba desconocimiento del por tanto del fallo”. Con respecto a lo segundo, el FDA y el CDC han hecho explícito, reiteradamente, que no existe relación alguna entre el timerosal y el autismo (CDC H1N1 Flu | Fact Sheet: Safety of the Flu Vaccine against 2009 H1N1 and Thimerosal). Si embargo, el Dr. Páez sigue repitiendo este mantra obcecadamente. Tal vez algo quede.

Satanizar la empresa privada. El grupo anti-vacunación tiene, como parte de su liturgia ideológica, satanizar a la empresa privada y dirige en este caso sus diatribas contra la empresa farmacéutica. La empresa farmacéutica, al igual que toda empresa privada, busca optimizar sus ganancias; en la sociedad capitalista democrática en que vivimos esto no es ilegal, ni un pecado. Si la empresa farmacéutica o cualquier otra, violenta las normas y regulaciones que ordenan su actividad, las sociedades democráticas tienen sistemas de control y penalización de esas faltas. Esto ocurre en todos los países del mundo; la diferencia es que en los democráticos tenemos sistemas de control.

Cuando las empresas farmacéuticas han violentado esas regulaciones, con frecuencia han sido sancionadas por las instancias pertinentes. Dicho esto, cada vez más, empresas de todo tipo, establecen alianzas con los Estados y organizaciones no gubernamentales para promover causas de interés social y humanitario que el estado, por sí mismo, no puede avanzar más allá de cierto punto o lo hace muy lentamente.

Influencia indebida. Satanizar estas alianzas, cuando son transparentes y reguladas, es una actitud recalcitrante contra el progreso de las sociedades. Nada más para citar un ejemplo: nuestro anfitrión, el Grupo Nación,, hizo una alianza con el Ministerio de Educación para abaratar el costo de los textos escolares y facilitar su acceso a los estudiantes costarricenses, favoreciendo así a aquellos en mayor desventaja económica. De acuerdo con el dogma del movimiento antivacunación, el Grupo Nación podría estar ejerciendo “influencia indebida” sobre la educación costarricense, para utilizar el estribillo del Dr. Páez. Si los organismos internacionales que regulan y promueven la salud establecen alianzas con empresas de cualquier tipo, lo importante es fiscalizar dichas alianzas, no satanizarlas.

Calificativos insultantes. El resto del artículo del Dr. Páez está salpicado de los mismos ataques personales y calificativos insultantes de su artículo previo y dominado por su lógica pancreática. Empieza por afirmar que cuestiono la salud mental de quienes firmaron su artículo. Nunca afirmé tal cosa, solo que sus ideas representan un movimiento anti-vacunación ideológico e irracional. ¿De dónde saca el Dr. Páez la información, cuando me atribuye haber dicho que la relación entre mercurio y timerosal no se restringe a la vacuna H1N1? Nunca mencioné, una sola vez, la palabra timerosal ni su relación con H1N1. ¿En dónde leyó el Dr. Páez que yo afirmo que no le permitiría expresarse en La Nación si fuera jefe de redacción?

Ideas paranoides. Dice el Dr. Páez que lo califiqué a él y a los que como él piensan de tener ideas paranoides. ¿Cuál artículo se leyó el Dr. Páez, el que escribí, Irracionalismo concentrado, o el que tiene en su visceral imaginación? Me acusa el Dr. Páez de mala comprensión de lectura; ¿cómo se llama lo que sus afirmaciones revelan: alucinación de lectura?. Para el lector no familiarizado con términos de salud mental, el DRAE define ideas paranoides como “confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia


modificado el 28 de noviembre de 2013